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Las gestas deportivas de la selección de Sealand

Lunes.14 de mayo de 2007 744 visitas Sin comentarios
Microestados sobre plataformas petrolíferas abandonadas, por ejemplo #TITRE

Artículo original

REALIDAD Y FICCIÓN DE DEPORTES A ESCALA


¿A qué juegan las micronaciones?

JAVIER DE FRUTOS

La construcción de identidad, tan común al deporte cuando se juega a escala internacional, tiene en las micronaciones un espejo irónico en el que contemplarse.

Una micronación es una entidad, con existencia física o virtual, que imita algunos elementos de los Estados-nación con el propósito de reivindicar la autonomía de un lugar olvidado o, con más frecuencia, a fin de ironizar sobre la idea misma del Estado-nación. La ‘micropatrología’ -disciplina emergente que estudia este asunto- viene estableciendo una categorización inacabada, de la que cabría inferir los siguientes ‘modelos’: lugares abandonados y reivindicados -pequeñas islas, plataformas marinas, bases y refugios militares, etc.-, simulaciones políticas y ficciones artísticas. En este enfoque rigorista no estarían incluidos aquellos proyectos de nuevas naciones o ‘estados reclamantes’.

El origen insular del fenómeno, que data del siglo XIX cuando aventureros o viejas glorias caídas en desgracia fundaban su propio Estado en islas o archipiélagos deshabitados, pervive hoy en la isla artificial de Sealand, la más popular y discutida de las micronaciones. Se trata de una plataforma construida en 1942 por el Ejército británico en el Mar del Norte -diez kilómetros al norte de la costa de Suffolk- y que, abandonada tras la guerra, fue ocupada y reclamada en 1967 por la familia y asociados del radioaficionado Paddy Roy Bates. Las escaramuzas y el desarrollo acelerado del andamiaje estatal han jalonado los 40 años de historia de Sealand, de actualidad otra vez desde que en enero se supo que el Estado está en venta y que el principal interesado en su compra es el grupo sueco anti- copyright The Pirate Bay, que pretende así eludir las restrictivas normas de la UE.


Curva infinita

No obstante, si algún fenómeno ha marcado la aventura micronacional ha sido la eclosión de internet en los años ‘90. La constitución de micronaciones es desde entonces un deporte en sí mismo. Hoy resulta imposible determinar el número de pequeños Estados virtuales que proliferan en la red, muchos de ellos de existencia efímera, como imposible resulta aprehender la dimensión de algunas propuestas. Así, tal y como señala Agustín Fernández Mallo en su novela Nocilla Dream (Candaya, 2007), una de las micronaciones más interesantes es el Reino de Ergaland & Vargaland, constituido por tres clases de territorio fronterizo: un territorio físico (todos los territorios fronterizos entre todos los países de la tierra), un territorio mental (el duermevela y el ensimismamiento) y un territorio digital (los espacios cibernéticos potencialmente ocupables). “De esta manera, una vez dibujado sobre el mapamundi el territorio físico de este microestado, su resultante será una curva que recorra todas las fronteras, una curva ancha y potencialmente infinita”.

Medio campo

En las micronaciones, la voluntad imitativa supera con creces la constitución de un aparato legal o las querellas sobreactuadas entre aspirantes al Gobierno. Y el deporte
y su oportunidad de “crear identidad nacional”- juega un papel significativo. Sealand, cuya dimensión no excede la de medio campo de fútbol, ha sido pionero a la hora de apostar por la práctica -y la publicidad- deportiva. La plataforma marina cuenta con equipos de minigolf, slot (escalextric), fútbol y atletismo. En 2006, Peter Emmerson y Anthony Pope representaron a Sealand en el World Mini-golf Tour. Pope logró la victoria en el Brighton Invitational Competition celebrado en agosto.

También el pasado año, la micronación participó en la versión slot de las 24 horas de Le Mans: los ocho integrantes del equipo concluyeron en séptima posición. Las veleidades futbolísticas datan de la temporada 2003- 2004, cuando le fue concedido al equipo danés de Vestbjerg el privilegio de representar al Estado de Sealand. No obstante, la pista de esta aventura se pierde a finales de 2004; el conjunto trataba entonces de disputar un encuentro con la también voluntariosa -y no reconocida- selección del Tíbet.

Pero quizás el episodio más reconocible como ‘made in Sealand’ lo ha protagonizado el atleta canadiense Darren Blackburn, que en enero de 2003 se ofreció como corredor de la plataforma. Único integrante del equipo de atletismo, le fue concedido el título de “Athleta Principalitas” y con él ha venido compitiendo en diversos maratones. La página web Darrenblackburn. com ofrece información detallada sobre sus participaciones, aunque el hecho de que no haya ninguna referencia posterior a septiembre de 2005 tal vez sea indicio de su retirada. Las micronaciones -en particular, las puramente virtuales- no se han conformado con colarse en las competiciones convencionales. Prueba de ello fue la celebración del torneo Eifa World Cup 2004-2005, ‘alojado’ por el Reino de Babkha. Concurrieron 29 micronaciones y se disputó de acuerdo con las reglas del micronational soccer (mncentre.net/eifa/rules). Torneos de estas características han favorecido la aparición de micronaciones concentradas en la actividad deportiva y cuya existencia se ciñe en ocasiones a la duración del campeonato. No obstante, en la actualidad se está produciendo un intenso debate con el fin de organizar los ‘microdeportes’. Desde el pasado 12 de marzo, la Federación de Fútbol Micronacional discute en el foro virtual The Arena, gracias al impulso del microestado de Jamzinia, sobre el modo de dotar de coherencia y continuidad a estos encuentros etéreos de balompié. En las discusiones ficción y realidad quedan tan difuminadas como los límites del estado fronterizo e inabarcable de Ergaland & Vargaland.