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La revolución ha de ser axiológica

Sábado.31 de diciembre de 2011 731 visitas Sin comentarios
Se necesitan personas capaces de vivir el mundo nuevo que se propone. #TITRE

Responder a la interrogación de cómo vivir necesita de la política, sin duda, pero también de la axiología, pues sin una revolución axiológica no hay ninguna posibilidad, literalmente ninguna, de que una sociedad libre pueda mantenerse, y ni tan siquiera lograrse, hasta el punto de que una modificación categórica aunque finita, en el universo de los valores ha de ser, al menos en una cierta expresión, anterior a todo vuelco político.

Eso exige una vida interior, ensimismada y en soledad, muy rica en cada sujeto (o en, al menos, en una minoría cualificada), que sea el escenario de ásperas batallas interiores en pro del perfeccionamiento de si, lo que incluye el hacerse sociable y amigable con los otros, o dicho de otro modo, realizarse como individuo apto para la vida democrática.

No menos importante es la atención a las facultades raciocinantes, que tienen la verdad como propósito. Al mismo tiempo, sin una elevada calidad media de los
seres humanos no hay transformación política posible, de ahí la necesidad
de una revolución interior. Para vivir de manera humana debe darse, pues,
una unión concertada de las facultades del sujeto con desautorización de
cualquier solución monista, contestando con ello a la pregunta de Sócrates,
porque en definitiva, afirmar valores y metas trascendentes apropiadas
a la realización de la esencia humana es negar el artefacto estatal y sus
entes generados.

Si en un sentido estricto la revolución que hacer tiene como contenido
la realización de la libertad igualitaria para todo el cuerpo social, en
lo axiológico ha de concebirse como la realización del bien y la virtud.
Los recursos espirituales tienen que ser su propósito y también su fuerza
motriz, pues su esencia es “el despertar de las fuerzas del espíritu”, capaces,
tal vez, de superar, desbordar y vencer a las fuerzas de la opresión, si
se fomentan lo suficiente.

El sujeto revolucionario estará constituido por
todos los que deseen instaurar un régimen de autogobierno con libertad
de conciencia, mediante el derrocamiento de la actual dictadura y la desarticulación
de sus estructuras de constricción, políticas, represivas, educativas,
técnicas, mediáticas, económicas, jurídicas, estéticas y otras. En
el nuevo orden, el mal, al contrario de lo que sucede ahora, dejara de ser obligatorio y tendrá las mismas oportunidades que el bien en todo, salvo
en aquellas de sus expresiones que, en la forma de hechos, vayan encaminadas
a derrocar por la violencia el régimen de libertad para retornar a una
u otra forma de dictadura política y doctrinal. De ese modo se instauraría
un sistema de libertad de pensamiento equitativa para todos, así como de
real libertad de elección, de tal modo que ninguna creencia e idea, ni ninguna
conducta, derivarían de un acto de imposición, de una situación de
privilegio emisor, es decir, del aleccionamiento que viola psíquicamente
al sujeto.


Texto tomado del libro de Félix Rodrigo Mora “La Democracia y el Triunfo del Estado: Esbozo de una revolución democrática, axiológica y civilizadora” (Ed. Manuscritos).