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La otra guerra que también recordamos (y denunciamos) este mes: Kivu (Este de El Congo)

Lunes.24 de marzo de 2025 804 visitas Sin comentarios
Grup Antimilitarista Tortuga. #TITRE

Como bien sabemos, los de Ucrania e Israel no son los únicos conflictos bélicos que asolan a la humanidad. Queremos aprovechar estas convocatorias para recordar otros escenarios igualmente destructores de la vida y dignidad humana y la naturaleza, que no se suelen nombrar en los medios de comunicación.

Hoy vamos a hablar brevemente sobre la guerra en la región de Kivu, al Este de El Congo, la cual se ha recrudecido en los últimos meses.

Las regiones de la República Democrática de El Congo en su frontera Este, Kivu Norte y Kivu Sur, constituyen una de las zonas mineras más ricas del planeta, si no la más. Cobre, cobalto, coltán, diamantes, oro, litio y otros son los culpables de que este territorio se mantenga en una guerra perpetua desde los tiempos del colonialismo hasta la actualidad. Desde hace décadas, diversas guerrillas de índole independentista operan en la región bajo el impulso y el paraguas de la vecina Ruanda, un país que se autodefine como "el Israel de África". Ruanda está gobernada desde la crisis de los Grandes Lagos por un sanguinario régimen apoyado por Estados Unidos, Israel y algunos países de la Unión Europea, como Alemania y Francia. El objetivo de todos estos agentes es que sus empresas transnacionales de la multielectrónica se hagan con el control de las preciadas materias primas de los yacimientos del Kivu congoleño. Para ello se ha alimentado durante todo este tiempo una guerra pepetua en El Congo, país que quisieran ver balcanizado y dividido en pequeños estados, guerra que ha provocado el que está considerado mayor genocidio de nuestro tiempo, causante de la muerte de más de cuatro millones de seres humanos.

A principios de enero de 2025, el grupo insurgente M23, integrado por tutsis procedentes de Ruanda y con el apoyo de hasta 4.000 militares regulares de dicho país, violando el acuerdo de tregua entre Congo y Ruanda, inició una ofensiva en la región de Kivu Norte enfrentándose a las tropas congoleñas estacionadas en la zona. En un avance fulgurante y tras cruentos combates, conquistaron buena parte de las localidades de la región y su capital, Goma, una ciudad de dos millones de habitantes, la mayoría de ellos refugiados de las fases anteriores de la guerra. Tras hacerse con el control de Goma, las tropas insurgentes han ampliado sus conquistas, dirigiéndose tanto hacia el Norte, como hacia el Sur con el objeto de tomar Bukavu, la capital de Kivu Sur, de un millón de habitantes, la cual cayó el pasado 15 de febrero. Tras estas conquistas, tanto Kivu Norte como Kivu Sur con todos sus recursos minerales, están ahora bajo el control de Ruanda y sus guerrillas satélite. Cabe destacar que en la región hay tropas multinacionales estacionadas, tanto cascos azules de la ONU, como tropas de la SADC (Comunidad de Desarrollo del África Austral), las cuales se están retirando tras sufrir bajas y habiendo demostrado, una vez más, la escasa utilidad de este recurso militar como herramienta de garantizar la paz.

Se calculan cerca de diez mil muertes en combate en menos de tres meses. Médicos Sin Fronteras, que opera en la zona, alerta del desplazamiento de hasta 400.000 personas solo en el mes de enero (desde 2002, se calculan casi tres millones y medio de desplazados). Una vez más se vuelve a informar de empleo de la violación masiva de mujeres como fórmula para sembrar el terror entre la población civil.

En Kivu, como en Ucrania y Palestina, es urgente y necesario que la vida y la dignidad humana recuperen su verdadero valor. Esta tragedia nos ayuda a darnos cuenta de las consecuencias directas del injusto y violento orden político y económico en que vivimos. Nos permite descubrir que estamos en manos de gobernantes sin escrúpulos que no dudan en desestabilizar estados, apoyar dictaduras y organizar guerras para que las empresas de nuestros países puedan hacer buenos negocios. Que el sistema económico en el que vivimos se basa en la muerte y la destrucción. Que hay una relación clara y directa entre la guerra de otros y nuestro bienestar, entre el genocidio y el hecho de que disfrutemos, por ejemplo, de nuestras aplicaciones cibernéticas, a salvo, en nuestro tranquilo mundo.

Por ello, es preciso el compromiso con las luchas y esfuerzos que tratan de superar este orden injusto y homicida que convierte a tantos lugares del mundo en ámbitos de muerte y destrucción.

Por un mundo sin guerras, sin expolio económico, sin injerencias externas. Con tolerancia, entendimiento, empatía y cooperación entre personas, pueblos, étnias, religiones y culturas. Con respeto al medio ambiente, a la vida. Por un mundo en Paz.


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