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‘La guerra è bella!’

Sábado.12 de abril de 2025 123 visitas Sin comentarios
Vivimos tiempos en que el presente vuelve a ser “futurista”, en el sentido de que el tecnomilitarismo ocupa la atención y gobierna ya el futuro. #TITRE

Bengalas después del fin

Manuel Rivas 3/04/2025

El Manifiesto Futurista del poeta Felippo Tommaso Marinetti tuvo un gran éxito allá por 1909. Aquella mecha de dinamita lírica con envoltorio vanguardista decía entre otras ferocidades: “Queremos destruir y quemar los museos, las bibliotecas, las variadas academias y combatir el moralismo, el feminismo y todas las demás cobardías oportunistas y utilitarias”.

El belicoso texto futurista prendería en tinta de gasolina y pronto se extendió por los circuitos de las élites culturales de la época, enganchadas al peligroso chute de codicia y velocidad. Una bomba reaccionaria con estética provocativa que encandiló a la vez a fanáticos, a tediosos y a bravucones, como suele pasar con las oleadas históricas de excitación destructiva. El resurgir de la “virilidad” imperial frente al blando pensamiento democrático, pacifista y “afeminado”. ¡Había que “asesinar al claro de luna”! Poco tiempo después, en los países europeos, y en especial en Alemania, Francia y Reino Unido, muchos jóvenes correrían a ponerse a la fila para alistarse cuanto antes y adiestrarse en el saber de matar. Como decían los impacientes testimonios: “¡No vaya a ser que cuando lleguemos a las trincheras ya haya terminado la guerra!”.

Llegaron a las trincheras y tuvieron mucho tiempo para ir muriendo en millones. En las alambradas de espinos, en fango de sangre, los aullidos agónicos de la juventud europea atravesaban la larga noche en que fue asesinado, sí, el claro de luna.

El que sobrevivió a la Gran Guerra fue el cabrón de Marinetti. Bien pagado, al servicio del Duce, tuvo tiempo de escribir, en 1935, un texto todavía más explosivo, el titulado Estetica futurista della guerra. Hitler y Mussolini, nazis y fascistas, estaban a avivar los rescoldos del infierno con aires de solemne jarana, en la que la primera pieza sería el martirio de la República en España. Marinetti ya había proclamado sin complejos que “la guerra è bella!”. Decía, entre otras alegrías, el ilustre pavo: “La guerra es bella, ya que crea arquitecturas nuevas, como la de los tanques, la de las escuadrillas formadas geométricamente, la de las espirales de humo en las aldeas incendiadas…”

Vivimos tiempos en que el presente vuelve a ser “futurista”, en el sentido de que el tecnomilitarismo ocupa la atención y gobierna ya el futuro. Que yo sepa, no está siendo celebrado todavía el fenómeno lírico de un nuevo Marinetti que pregone la “belleza” de la guerra, aunque ya es más que suficiente con la retórica de los que jalean con poética criminal el propósito de Trump and Company de hacer de Gaza un gran resort, una vez vaciada de palestinos muertos o vivos.

Pero la mecha de otra Gran Guerra está encendida.

“Las guerras siempre comienzan mucho antes de que se escuche el primer disparo”, escribió Ryszard Kapuściński, “comienzan con un cambio del vocabulario en los medios”.

Yo me puse a temblar cuando oí días atrás la palabra “pedagogía” en boca del secretario general de la OTAN. Para convencer a la gente de que miles y miles de millones de los presupuestos públicos deben ir a armamento, dijo Mark Rutte, lo que tienen que hacer los gobernantes es “pedagogía”. ¡Cuerpo a tierra!

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(Este artículo fue publicado en gallego en el último número de la revista Luzes)

Autor
Manuel Rivas es escritor y periodista. Su última obra publicada es la novela "Detrás del cielo" (Alfaguara, 2024)

Fuente: https://ctxt.es/es/20250401/Firmas/...

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