Aunque sea por un momento, imaginemos una sociedad capaz de conjurarse para compartir solidariamente los frutos de la tierra y del conocimiento humano, capaz de desarrollar formas de autoorganización que hicieran innecesaria la existencia de propietarios y gobernantes. Diríamos que eso es una utopía, un mundo soñado o pura ficción literaria. Diríamos que lo auténtico es lo que realmente sucede cuando estamos despiertos, en este lugar-mundo en el que sucede todo lo contrario, donde lo normal (...)