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Una bonita historia real en Paraguay: Le roban 400 reses y en represalia ayuda a prosperar a 220 familias pobres

Viernes.14 de julio de 2006 2691 visitas - 1 comentario(s)
Frente al militarismo y la represión policial, la NOVIOLENCIA sí resuelve de verdad los conflictos #TITRE

Tomado de Rescatar

Historia genial: Le robaron 400 reses y en represalia, ayudó a prosperar a 220 familias

La de Ernesto Goerzen es una historia conmovedora. Acosado por los constantes saqueos de su hacienda en la Colonia Volendam, decidió dar una lección a los sectores de donde provenían sus desventuras y lo hizo a su modo. Lideró un programa de Cooperación Vecinal para Agricultores (Covepa) que llevó a 220 familias de las localidades de 4 Vientos y Escalera a vencer en 7 años la extrema pobreza, producir, generar rentas y mejorar su autoestima. Hoy aquel vínculo de desencuentros y conflictos, dio paso a otro de confianza mutua. El ganado de Ernesto pasta tranquilo en su campo y una historia de desarrollo sostenible va escribiendose, en mayúsculas.

“Me habían robado ganado y no podía enfrentar la situación. Conté casi 400 reses que desaparecieron y era imposible seguir. Enojado, decidí vender toda la hacienda” recuerda. Sin embargo, en medio de tanta frustración, tenía una idea clara. “Quería continuar en la misma zona y tenía que hacer algo para trabajar junto a los vecinos pero teniendo todos algo que comer”.

Ernesto es un mennonita que habla en guaraní y para suerte de sus vecinos, lo hizo todo al revés. Volendam está en el Departamento más pobre del Paraguay y ahí los ganaderos comenzaron a contratar matones y armarse para defender su patrimonio ante los constantes ataques de abigeos. Él prefirió armarse de un pacífico coraje.

Sus creencias más profundas le marcaban un camino diferente, sería incapaz de buscar una solución así. Un día, queriendo comprender qué dramas impulsaban a su vecindario a actuar de ese modo, tomó su camioneta y salió a recorrer caminos de polvo y de pasto, de canales y de yuyos.

Un cuadro difícil

Lo que vio, produjo en él un espectacular vuelco de actitud. Escuelas abandonadas y sin alumnos, el 50% de los hombres había emigrado a la Argentina en busca de mejores horizontes. Se le presentó un panorama de mujeres desprotegidas por sus hombres y casi abandonadas a su suerte, con hijos ante quienes debían desempeñar tareas de padre y de madre.

Era calamitoso el estado de salud con chicos que a los 13 años nunca habían sido atendidos por un médico. En suma, un cuadro de crisis ante el que se sentía empequeñecido La bronca se transformó en un compromiso social que estaba dispuesto a asumir. “Ni producción de mandioca había. Yo no podía entenderlo. Pregunté y me respondieron que de nada servía cultivar si todo lo que se planta, se roba”. Apatía con un transfondo de violencia.

“No sabía por donde empezar pero tenía claro que era fundamental que todos tuvieran alimentos para comer”. Elaboró un plan y mientras tanto hizo contactos con vínculos en Alemania, entró en conversaciones con organizaciones de cooperación y la Fundación AVINA y arrancó un emprendimiento de cooperación vecinal.

Capacitación en todos los ordenes

Básicamente, el plan consiste en: capacitación de los agricultores. Charlas, talleres, seminarios, reuniones, cursos para mujeres, clases de cocina para aprovechar y conocer el valor nutricional de los vegetales, diversificación de los platos de comida, mejoramiento del nivel sanitario, organización en comités de productores, diversificación de la producción, comercialización conjunta para aumentar volúmenes y obtención de mejores precios, apoyo a escuelas y capacitación de maestros.

Pequeños créditos para compra de semilla y cultivo, organización vecinal, mejoramiento de la productividad. Trabajo intenso de capacitación en todos los frentes. Los resultados llegaron pronto.

"No nos queda tiempo para robar"

Recuerdo que lo visité un día y juntos recorrimos chacras de los campesinos. Les pregunté cómo iba todo y uno de ellos me respondió en voz baja y en guaraní: “nos va tan bien que hemos llamado a nuestros hijos y nuestros hermanos de la Argentina porque solos ya no podemos hacer frente a tanto trabajo que tenemos con el cultivo y las cosechas. Ya no tenemos tiempo ni para robarle a los mennonitas”.

Cuatro Vientos y Escalera no tenían caminos transitables. Hoy, 7 años después, camiones con semirremolques circulan con grandes cargamentos y líneas de colectivos ingresan y movilizan a la gente. “A veces nos reunimos con los pobladores a recordar lo que fue aquello y es un placer notar el largo camino que hemos transitado”, recuerda Ernesto que hoy dirige la Cooperativa Volendam y su lugar en COVEPA fue cubierto eficientemente por el ingeniero forestal Norbert Weichselberger.

Los créditos que se otorgan tienen tasa cero de morosidad y funciona con eficiencia una precooperativa que es administrada ya por los propios campesinos. La autoestima se ha instalado en la zona. Todos tienen huertas, crían cerdos, patos, gallinas, pavos, producen huevos, carnes y aprendieron a recuperar el bosque.

Reforestaron sus chacras y Ernesto es el padrino obligado de casamientos, bautismos y quien fuera víctima del saqueo hoy es invitado especial y un ser protegido por la comunidad. “Cuando me voy a sus fiestas y veo la diversión sana, veo cuánto se ha progresado y me siento orgulloso porque en los primeros tiempos había gente que iba armada y no era raro que terminaran en dramas esas festividades” recuerda.

En las fiestas escolares le dedican poemas y hay una gratitud enorme hacia quien lideró una iniciativa que actualmente es modelo de combate efectivo a la pobreza y el gobierno nacional desea replicarla para reducir el índice de inequidad.

“Claro que es posible replicar el método pero para ello es preciso que haya un liderazgo marcado porque hay que estar ahí con mucha presencia, atención oportuna en el primer tramo de gestión ya que después se va cediendo el manejo del plan a los propios campesinos y ellos son los que se autogestionan”.

“Mi aprendizaje”

“Nunca supe lo que era trabajar con un grupo de gente en situación crítica y costó mucho realmente. Aprendí que el contacto personal, el seguimiento personal en su chacra, en su casa, es fundamental. Hablo guaraní y eso me ayudó. Si yo les regañaba en español, se enojaban pero si lo hacía en guaraní, no".

"Aprendieron a administrar créditos y a pagarlos. Si un miembro del comité no paga su crédito y su deuda es equivalente al valor de 186 kilos de algodón, cosechan 186 kilos de su chacra. Hubo una vez un caso de alguien que no pagó y le rescataron una heladera de su casa”.

Ernesto es un hombre exitoso y mientras recorremos Cuatro Vientos y Escalera y a cada rato debe parar a saludar a los vecinos y bromear con ellos me dice que haciendo una evaluación de lo que ha hecho en su vida, “los años que dediqué a COVEPA, indiscutiblemente han sido los mejores años de mi vida”.