Taller para no dejarse llevar por la corriente (Educación para la Desobediencia) - Tortuga
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Taller para no dejarse llevar por la corriente (Educación para la Desobediencia)

Martes.5 de abril de 2011 95905 visitas Sin comentarios
Grupo Antimilitarista Tortuga #TITRE

NOTA. Recordamos que todos los talleres formativos del Grup Antimilitarista Tortuga se encuentran publicados en el libro redactado por nuestro grupo y editado por la Editorial Zambra: “Estamos construyendo el futuro (disculpen las molestias). Materiales para la formación de grupos que trabajan por un mundo mejor".
Este libro, cuyo coste es de quince euros, más gastos de envío si son necesarios, puede solicitarse a la dirección mail paraeta@grupotortuga.com
Grup Antimilitarista Tortuga.


GUIÓN

En este taller trabajaremos aspectos relacionados con las inercias que diseñan y consiguen una sociedad profundamente vertical, en la cual las personas somos educadas cuidadosamente para reconocer y obedecer acríticamente a la autoridad. Nos daremos cuenta de que esta forma de educar no es casual y, antes bien, obedece al interés de las minorías dominantes de perpetuarse en el poder y la posesión de la riqueza. Analizaremos los mecanismos psicológicos que entran en juego para que las cosas sean así. Reflexionaremos sobre el valor de la libertad y pondremos sobre la mesa la utilidad de la “desobediencia” como posible herramienta a la hora de enfrentarnos a esta situación para cambiarla.

- 1.-Juego de presentación: “Aposento”
- 2.-Dinámica de grupos: “El muro”.
- 3.-Presentación de nuestro colectivo y del taller.
- 4.- Diálogo sobre la dinámica “El muro”.
- 5.- Texto: “El experimento de Milgram”. Diálogo en grupo.
- 6.- Dinámica de grupos: “Juego de rol sin normas” Diálogo en grupo.
- 7.- Texto: Claves psicológicas de la obediencia a la autoridad. Diálogo en grupos de cuatro personas con posterior puesta en común. Se trata de que las personas aporten libremente testimonio de situaciones propias o cercanas en las que suceden las dinámicas definidas en el texto.
- 8.- Texto: “La Obediencia ya no es una virtud”. Diálogo en grupo.
- 9.- Juego de autoestima: “Acordeón de estima”.
- 10.- Juego de autoestima: “La pasarela positiva”
- 11.- Diálogo en grupo sobre los dos anteriores juegos.
- 12.- Texto: “Frase sobre la libertad”. Diálogo en grupo.
- 13.- Juego de confianza: “Tentempié”
- 14.- Juego de confianza: “Tirarse a la piscina”.
- 15.- Diálogo en grupo sobre los dos anteriores juegos.
- 16.- Texto: “Desobediencia Civil”. Diálogo en grupo.
- 17.- Texto: “Ejemplos históricos de Desobediencia Civil”. Diálogo en grupo.
- 18.- Evaluación del taller.
- 19.- Juego de distensión: “Baile por parejas”.

RECURSOS


Juego de presentación: “Aposento”

Sentados/as en sillas en círculo. Comienza el juego la persona que está a la izquierda de la silla o sitio vacío, presentándose de la siguiente forma: “Soy... (se pueden añadir los datos que se acuerden) y quiero que mi aposento sea ocupado por... (nombre de otra persona del grupo)”. A continuación se indica como se quiere que venga: bailando, a la pata coja, sentado, volando etc. La persona nombrada puede requerir la ayuda de las personas sentadas a ambos lados de ella, si lo considera necesario para poder desplazarse de la forma pedida hasta el sitio vacío. Continúa el juego la persona situada a la izquierda de la silla vacía.

Dinámica de grupos: “El muro”.

Se coloca a todas las y los participantes en una hilera, todas/os mirando a un mismo punto, preferentemente de una pared. No estarán en fila, sino teniendo gente a derecha e izquierda. Si hay muchos participantes, se les puede disponer en dos hileras en vez de una, una delante y otra detrás.

La persona que dinamiza les dará las siguientes consignas de partida: “A partir de ahora no se puede hablar, no se puede reír, ni mirar a los lados o hacia atrás”.

Y les contará una historia absurda que explique una supuesta responsabilidad de todo el grupo. Por ejemplo que deben concentrar las miradas en un clavo de un cuadro de la pared, o en una marca o detalle de la misma, o en un objeto de la habitación, ya que con la mirada de todos y cada uno están sosteniendo telepáticamente ese objeto en su lugar. Si alguien dejara de mirar o se distrajera, el objeto caería al suelo, una potente bomba atómica estallaría y las víctimas serían incontables.

La persona animadora a partir de entonces se situará a la espalda de la hilera y periódicamente irá repitiendo las consignas de partida y la historia, reclamando silencio al primer murmullo y recordando la responsabilidad que supone la acción emprendida entre todas.
La dinámica no tiene duración; concluirá cuando una sola persona se rebele y deje de mirar de forma pública, no escaqueándose. O bien, por falta de tiempo, cuando la persona dinamizadora la dé por concluida, con una duración en ese caso no inferior a los 20 minutos. No hay que tener miedo a que se prolongue 30, 40, 50… minutos. Cuánto más tiempo se prolongue sin que haya cuestionamientos de la autoridad más fácil les será después a las personas participantes extraer conclusiones.

En la evaluación se hablará de cómo se ha sentido cada cual y se tratará de evaluar lo absurdo de la orden y el posicionamiento de cada persona ante ella, analizándose las causas educacionales de tales reacciones.

Texto: “El experimento de Milgram”.

En 1966 el psicólogo Stanley Milgram realizó un interesante experimento en la universidad de Yale (EE UU).

Se trataba de averiguar si una persona está dispuesta a aplicar descargas eléctricas a otra persona en castigo por haber cometido un error de memoria, y por mandato del director del experimento. Y en caso afirmativo, averiguar hasta qué intensidad (en cantidad de voltios) aumentaban las personas las descargas eléctricas que se les ordenaban. Por prestarse al experimento les pagaban cuatro dólares y medio.

A la persona se le explicaba que el experimento consistía en averiguar la influencia de los castigos en el rendimiento de la memoria (lo que no era verdad, claro).

Para guardar las apariencias se sorteaban los papeles entre el participante y otra persona con la que el profesor estaba de acuerdo previamente, de tal forma que al primero le tocara realizar las descargas, y al segundo, recibirlas.

Entonces la persona que supuestamente iba a recibir las descargas era llevada a una sala contigua y atada a una silla eléctrica que aparentemente estaba conectada a un generador eléctrico que el voluntario del experimento podía accionar. En el generador había treinta interruptores que correspondían a otros tantos niveles de tensión en voltios (desde 15 hasta 450 voltios). Y además se podían leer en la máquina distintos carteles en los que se decía desde “shock leve”, hasta “peligro, shock grave”. Se le daba a la víctima una descarga de prueba de 45 voltios para que el voluntario se creyera que la máquina estaba realmente en funcionamiento.

Después, el director del experimento, le pedía al voluntario que fuese haciendo una serie de preguntas a la víctima, de tal forma que cada vez que fallase la respuesta le diera una descarga. Cada nuevo error se debía aumentar un grado en la escala de tensión del generador.

Los errores de la víctima se iban acumulando hasta alcanzar pronto el nivel máximo de tensión. Según se iba aumentando la intensidad la víctima iba pidiendo cada vez con mayor intensidad que se suspendiera el experimento, para él, supuestamente, insoportable, pero el director le pedía al voluntario que no hiciera caso, y que siguiera adelante.
Según una de las modalidades, la víctima fue colocada detrás de un vidrio opaco, de modo que el voluntario apenas lo veía. Pudo comprobarse que el voluntario al dar la descarga apartaba la vista del vidrio, para no ver el efecto de su acción. No obstante seguía obedeciendo al director.

Al principio no se utilizaban reacciones acústicas de la víctima (no se oían sus quejas), pero se observó que todos los voluntarios obedecían hasta aplicar los 450 voltios. Se introdujeron débiles y lejanas protestas de la víctima que el voluntario podía oír, para ver si con ello disminuía su obediencia, pero no surtieron ningún efecto.

Posteriores protestas violentas de la víctima siguieron sin lograr impedir a ninguno de los voluntarios la aplicación de las penas máximas.
En el experimento se utilizaron cintas magnetofónicas con gritos y protestas de la víctima. A 150 voltios la víctima exigía la interrupción del experimento, a 180 gritaba que el dolor era insoportable, a 300 se negaba a contestar e insistía en que se le dejara libre. El director exigía al voluntario que cada negativa a contestar fuera considerada como un error y siguiera aplicando los castigos. Si el voluntario intentaba interrumpir el experimento, el director le decía que no había otra salida que continuar. Si el voluntario se negaba a aplicar la siguiente descarga, el director daba por terminado el experimento.

Cuarenta psiquiatras de una importante academia de medicina fueron detalladamente informados del experimento y se les pidió que hicieran un pronóstico de cómo se iban a comportar 40 hipotéticos voluntarios. La mayoría de los psiquiatras dijo que muy pocos de los voluntarios pasarían de los 150 voltios, que sólo un 3% seguirían aún obedeciendo cuando se les ordenase aplicar 300 voltios, y que el grado máximo de tensión (450 voltios) sólo sería aplicado por un 0’1 de los voluntarios (uno de cada mil).

Los resultados finales fueron que el 90% superó los 150 voltios, el 70% superó los 300 voltios, y un 62% llegó al máximo de 450 voltios. Y todo ello en una modalidad de la prueba en la que se podían oír los gritos de la víctima a través de una puerta entreabierta.

Dinámica de grupos: “Juego de rol sin normas”

Se lee lo siguiente a las personas presentes:

“Vamos a hacer un juego de rol que sea capaz de suscitar un debate general sobre la autoridad, la obediencia y la desobediencia. Podremos utilizar toda la sala o espacio disponible. Un juego de rol es una representación dramatizada y lúdica. En este caso concreto se trata de un juego muy especial. No tiene papeles, no tiene roles, no tiene reglas.
Cada persona puede actuar como quiera. Vamos a inventarnos algo sin que yo os dé más pautas. Simplemente tened en cuenta que con esta actividad aprenderemos algo sobre el tema que trabajamos. No me preguntéis nada más a mí. Podéis relacionaros como queráis. Tenemos poco tiempo para esta actividad. Solamente 15 minutos.”

Es recomendable que haya dos personas observando lo que sucede.

Evaluación: ¿Qué ha sucedido? ¿Cómo os habéis encontrado? ¿Había relaciones de poder? ¿No...? ¿Cómo eran esas relaciones? ¿Seguiste en algún momento la iniciativa de otra persona? ¿Sentiste la necesidad de tomar tú la iniciativa? ¿El grupo se puso normas de comportamiento? ¿Cómo se pusieron? ¿Hubo votaciones? ¿Hubo consenso? ¿Hubo falta de autoridad? ¿Se está a gusto sin normas, sin la autoridad? ¿Por qué?

Texto: “Claves psicológicas de la obediencia a la autoridad”.

La obediencia a la autoridad está basada en el principio de Jerarquía que ha sido exaltado, prioritaria y constantemente, en nuestra cultura porque es uno de sus pilares. Mucho se ha escrito y debatido sobre el por qué la persona obedece aunque ese acto la sitúe en contra de sus principios éticos o de sus intereses. Desde la Psicología Profunda, por ejemplo, encontramos sugerentes reflexiones que concluyen que la causa de la obediencia está en el miedo. Miedo a ejercer la libertad y miedo a la soledad.

Desde la Psicología Conductista se observa que la obediencia es la conducta más reforzada desde la más tierna infancia. En cambio, la desobediencia es la más castigada. Se va creando así, poco a poco, algo similar a un reflejo condicionado hacia la obediencia. Esta situación resulta muy cómoda para toda autoridad pero disminuye la capacidad de independencia (o espíritu crítico) del sujeto, quien resulta limitado para su futura vida adulta. (…)

En la emblemática obra "El miedo a la libertad" E. Fromm desarrolla el concepto de Conformidad Automática. Se trata de la adaptación de la persona a las pautas culturales con el objeto de hacerse igual a millones de autómatas y dejar así de sentirse sola. Para Fromm la sociedad moderna ha aumentado el desamparo y la inseguridad del ser humano, hallándose éste más dispuesto todavía a someterse, incluso de una forma ingenua o infantil, a las "autoridades" que sean capaces de hacerle más ligera la carga de la soledad y la duda. La persona pierde así su individualidad, conviniéndose en lo contrario de lo que es un verdadero ser con conciencia de sí mismo. (…)

Esta pérdida de la conciencia del sujeto sería para S. Milgram la esencia de la obediencia. Se produce un desplazamiento del punto de vista crítico, sustituyendo el pensamiento propio por el de la autoridad. (…)

La obediencia se ha incrustado en la conciencia por su larga trayectoria, iniciada en el seno de la familia, verdadera estructura de autoridad, y continuando en la escuela, que educa en el sometimiento. Luego, cristaliza en el mundo laboral, donde el sistema de recompensas perpetúa la estructura jerárquica. Es de una claridad absoluta que la obediencia se premia, y se castiga la desobediencia.

Otra explicación diferente la vuelve a dar E. Fromm con el concepto de “carácter social”, que es la estructura de rasgos comunes a un grupo. Esta estructura mantiene el funcionamiento de la sociedad cuando los sujetos que la componen logran hacer suyo, interiorizar, el deseo general. Es decir, llegan a conseguir desear lo que es bueno socialmente que deseen. Así, por ejemplo, el sujeto típico del sistema capitalista debe desear ganar mucho dinero, para lo que será necesario que asuma la creencia de lo bueno que es el trabajo, la disciplina, la puntualidad, el respeto a los superiores... y obedecer. La sociedad produce el carácter social y éste produce ideologías que lo nutren. "El miembro de un pueblo primitivo que depende del asalto y el saqueo a otras tribus, debe tener un carácter belicoso, apasionado por la guerra, la matanza y el pillaje. Los miembros de una tribu pacífica, agrícola, deben ser proclives a la cooperación."

El carácter social es reforzado por todos los medios, especialmente por la familia porque los cinco primeros años de vida son fundamentales. He aquí el resorte que dispara la obediencia. (…)

Si todas las instancias de poder, desde la más alta a la más cercana (la familia incluida), han resaltado la obediencia como virtud y lo contrario como un defecto, hace falta mucha capacidad y seguridad para optar por la desobediencia consciente. Hacen falta recursos para dudar. Al desobediente se le impone un camino solitario en el que le costará mantenerse estable. Decía Milgram que el acto de desobedecer requería una gran movilización de recursos internos. En el avance de la Historia ha sido fundamental esa capacidad humana de desobedecer a la autoridad irracional.

Milgram da gran importancia de este factor y pone un ejemplo: "La deserción de un único individuo tiene mínimas consecuencias mientras pueda ser mantenida en silencio. El gran peligro está en que un solo desertor pueda despertar las conciencias de otros". (…)

Clasificación de la Obediencia

Obediencia Heterónoma o Sometimiento: se da con respecto a otra persona y se produce una renuncia a la propia autonomía.

Obediencia Autónoma o Autoafirmación: resulta cuando se obedece a los dictados de la propia conciencia.

La conciencia propia, a su vez, puede ser:
- Autoritaria, cuando alguien cree propias las órdenes emanadas de la autoridad o de los principios morales (lo que en Psicoanálisis se denominaría Super-yo). Esconde miedo al castigo.
- Humanística, cuando es independiente de principios morales o de premio/castigo y surge del conocimiento interior auténtico.

Esta clasificación nos sitúa en una interesante dialéctica entre Obediencia-Desobediencia porque la Obediencia Autónoma se afianza a costa de disminuir la Obediencia Heterónoma y viceversa.

Mercedes Santos. “Obediencia a la Autoridad. Algunas aportaciones desde la Psicología”
http://www.antimilitaristas.org/IMG...

Texto: “La Obediencia ya no es una virtud”.

Aquella vil escuela preparaba, no sé si consciente o inconscientemente, los horrores de tres años después. Preparaba millones de soldados obedientes, obedientes a las órdenes de Mussolini. Para ser más exactos, obedientes a las órdenes de Hitler. 50 millones de muertos.
Y después de haber sido tan vulgarmente engañado por mis maestros cuando tenía trece años, ahora yo soy maestro y tengo ante mí a estos muchachos de trece años, a quienes amo. ¿Queréis que no sienta la obligación no sólo moral, sino también cívica, de desenmascararlo todo, incluida la obediencia militar como nos la enseñaban años atrás?
Perseguid a los maestros que dicen todavía las mentiras de otros tiempos, a los que desde entonces a hoy no han estudiado ni pensado, no a mí.

He estudiado en Teología Moral un viejo principio de Derecho Romano que también vosotros aceptáis; el principio de la responsabilidad colectiva. El pueblo lo conoce en forma de proverbio: “Tanto peca quien mata como quien tira de la pata”.

Cuando se trata de personas que cometen juntas un delito, por ejemplo el jefe y el sicario, vosotros les dais la condena perpetua a los dos y todos entienden que la responsabilidad no se divide por dos.
Un delito como el de Hiroshima ha requerido un millar de corresponsables directos: políticos, científicos, técnicos, obreros, aviadores.

Cada uno de ellos ha acallado su propia conciencia fingiéndose que esa cifra actuaba como un divisor de su propia responsabilidad. Un remordimiento reducido a milésimas no quita el sueño al hombre de hoy.
Y así hemos llegado al absurdo de que el hombre de las cavernas que daba un garrotazo sabía que hacía mal y se arrepentía. El aviador de la era atómica llena el depósito del aparato que poco después desintegrará a doscientos mil japoneses y no se arrepiente. Si damos la razón a los teóricos de la obediencia y a ciertos tribunales alemanes, sólo Hitler debe responder del asesinato de seis millones de judíos. Pero Hitler era irresponsable porque estaba loco. Por lo tanto, aquel delito no ocurrió nunca porque no tiene autor.

Sólo hay un modo de salir de este macabro juego de palabras. Tener el valor de decir a los jóvenes que todos somos soberanos, que para ellos la obediencia ya no es una virtud, sino la más sutil de las tentaciones, que no crean poderse escudar ni ante los hombres ni ante Dios, que deben sentirse cada uno el único responsable de todo.
De ese modo la humanidad podrá decir que en este siglo ha tenido un progreso moral paralelo y proporcional a su progreso técnico.

“Carta a los Jueces”. Lorenzo Milani.

Juego de autoestima: “Acordeón de estima”.

Nos sentamos en círculo y tomamos una hoja grande en blanco cada participante. Estiramos bien la hoja en horizontal y la doblamos por la mitad superponiendo las esquinas con cuidado. La volvemos a doblar dos veces más en esa misma posición de manera que si la estiramos veremos ocho dobleces paralelos. La estiramos para ver los dobleces y los vamos repasando uno para un lado y el siguiente para el lado contrario de manera que consigamos una especie de pliegues de acordeón. Después cada persona pone su nombre en la parte superior del acordeón y lo pasa a quien esté a su derecha. Esta persona escribirá algo positivo de la persona cuyo nombre figura arriba, lo tapará con un doblez y lo pasará a la persona siguiente quien realizará la actividad de la misma manera. Lo que más me gusta de N. es…

Al escribir cosas positivas de la persona cuyo nombre figura arriba nadie debe mirar lo que han escrito las personas anteriores. Cuando el acordeón llega a la persona cuyo nombre figura arriba se puede leer lo que le han puesto. Si el grupo tiene más de diez personas, podemos detener la fase de escritura después de haber pasado la hoja diez veces.

Quien quiera lo puede leer en voz alta al grupo. Después comentamos lo sucedido y la utilidad de lo realizado. Habremos de escribir cosas verdaderas y muy concretas. Tendremos mucho cuidado para que nadie escriba cosas negativas.

Reflexión: ¿Qué os ha parecido? ¿Ha sido difícil? ¿Os sentís bien? ¿Por qué será? ¿Alguien se siente mal? ¿Qué podemos hace para que se sienta bien? ¿Nos gusta decir cosas positivas a las amigas? ¿Cuidamos bien a nuestras amigas?

Juego de autoestima: “La pasarela positiva”

En una pasarela de moda van pasando las modelos mostrando sus mejores prendas de vestir. Nosotras/os pasearemos por un pasillo mostrando nuestras mejores cualidades tanto exteriores como interiores (la ropa, las partes del cuerpo, su interior…)

Una se pone al frente y nos dice: ¿Habéis visto qué bien me he peinado?
Después sale otra y nos muestra algún otro rasgo positivo que tiene: ¿Sabéis que escucho muy bien? ¿Habéis notado qué bien me entiendo con mis amigas?

Pueden hacer el ejercicio cuantas personas quieran. Es importante repetir el ejercicio pero esta vez serán las personas del público las que señalen a quienes desfilan las cualidades positivas que nos mostraron antes: "¡Qué bien compartes las pinturas!" "¡Qué inteligente eres!" “¡Qué buena amiga es Teresita…”

Reflexión: ¿Qué os ha parecido? ¿Era difícil? ¿Conocéis bien vuestras virtudes? ¿Enseñáis bien a otras personas vuestras virtudes? ¿Podemos hacer algo para que las demás personas conozcan lo que hacemos bien?

Texto: "Frase sobre la libertad"

“La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierran la tierra y el mar: por la libertad, así como por la honra, se puede y debe aventurar la vida.”

Miguel de Cervantes

Diálogo: ¿Estás de acuerdo con la frase? ¿Por qué? ¿Qué es para ti la libertad? ¿Cómo la definirías? ¿Es posible realizarla? ¿En el plano individual? ¿En el social? ¿Vale la pena intentarlo? ¿Qué sentimientos (miedo, ilusión…) nos provoca imaginarla?...

Juego de confianza: “Tentempié”

Hacemos corros de cinco-seis personas, y alguien se coloca en el centro. Quien está en el centro junta los brazos al cuerpo, junta los pies y cierra los ojos. Manteniendo la rigidez de una tabla se dejará caer suavemente hacia el lado del círculo al que la gravedad le lleve, siendo recogido antes de caer al suelo por las personas de ese lado del círculo, las cueles le impulsarán con cariño y suavidad hacia el otro lado. Estará un rato, sin mover los pies juntos del punto de partida, siendo movido de unas partes del círculo a otras como si fuese un tentempié. Es importante que quienes conforman el círculo mantengan la adecuada cercanía, atención y reparto de fuerza para que nadie caiga al suelo. Todas las personas, libremente, van pasando por el centro del círculo.

Juego de confianza: “Tirarse a la piscina”.

Todas las personas participantes forman dos hileras que se miran entre sí. Cada persona cogerá las manos de la persona de la otra hilera que tiene enfrente de tal forma que sus brazos queden cruzados haciendo una equis. Las parejas resultantes de personas con los brazos así entrelazados, se juntarán bien para que no queden huecos entre ellas pero estirarán un poco los brazos y echarán hacia atrás las cabezas para que quede un cómodo pasillo en el centro de las dos hileras. Una persona distinta tomará carrerilla y, saltando, se zambullirá en el mar de brazos entrelazados. Una vez caiga será recogido para que no toque el suelo y con suaves movimientos ondulatorios similares al “manteo” será impulsado a través de pasillo de brazos entrecruzados hasta que logre salir por el otro lado. Todas las personas podrán, si lo desean, turnarse y saltar a la piscina.

Texto: “Desobediencia Civil”.

Desobedecer es un proceso complejo: el proceso mental que entraña la desobediencia es mucho más complicado que el de la obediencia. Supone una secuencia que contempla los siguientes pasos: duda interna, manifestación externa de la duda buscando complicidad, miedo al castigo, disensión, amenaza de desobediencia y desobediencia.

El acto de desobedecer además requiere una serie de recursos internos (habilidades psicológicas) del sujeto. Desobedecer es como "nadar contra corriente". No obstante, si se desobedece una orden, se está obedeciendo a un principio interno superior.

Desobedecer transgrede reglas de carácter social: porque es una acción que viola las enseñanzas de sometimiento tan arraigadas en el Carácter Social. Para E. Fromm aquí está la verdadera razón de la obediencia ciega.

Frente a la mayoría silenciosa, que ignora la injusticia, existe la posibilidad de la acción individual de no colaboración o de enfrentamiento. Ésta es la base del pensamiento de la Noviolencia y una de sus manifestaciones es la Desobediencia Civil.

Ésta se basa en el derecho legítimo de toda persona a negarse de forma pacífica e individual al cumplimiento de leyes o normas con las que no está de acuerdo en conciencia. El término fue acuñado por el estadounidense Henry David Thoreau en 1848 con la publicación de su obra "Del deber de la desobediencia civil" escrita tras haber permanecido en la cárcel por no pagar sus impuestos para "no colaborar con un estado que mantiene la esclavitud y la guerra". Gandhi, padre del movimiento de la Noviolencia, se inspiró en el pensamiento de Thoreau. Frente a la desesperanza surge esta actitud de desobediencia que está al alcance de cualquiera y que siempre tendrá un efecto que no importa que sea pequeño.

Mercedes Santos. “Obediencia a la Autoridad. Algunas aportaciones desde la Psicología”
http://www.antimilitaristas.org/IMG...

Una definición de Desobediencia Civil:

Concebimos la Desobediencia Civil como una acción colectiva, pública y organizada que consiste en el quebrantamiento de una ley, norma o imposición que se considera injusta en sí misma o representativa de una situación de injusticia. La desobediencia civil plantea un conflicto fundamental entre la legitimidad de la acción política radical frente a la injusticia muchas veces encubierta de legalidad. Es una herramienta política, precisamente por su carácter público y pedagógico. No busca imponerse sobre el conjunto, sino lanzar mediante la acción organizada y pública una interpelación a la sociedad desde su base, ofreciendo diversos grados de participación y haciendo visible la situación de injusticia.La desobediencia civil asume tanto las respuestas represivas como las posibles consecuencias que la acción desobediente provoca, y las utiliza como denuncia.

Declaración Ideológica de Alternativa Antimilitarista-Moc
http://www.grupotortuga.com/Declara...

Texto: “Ejemplos históricos de Desobediencia Civil”.

Rosa Parks y los autobuses de Montgomery

A Rosa Parks, una trabajadora educada y humilde le tocó sufrir las injusticias del día a día en los años de la segregación racial en EEUU. Fue testigo de las reglas del transporte urbano y las restricciones de acceso a los lugares públicos. También de los linchamientos y persecuciones de personas negras. Nacida en 1913 en Tuskegee, Alabama, Parks creció en una época donde la segregación se imponía de forma violenta. De adulta recordaba cómo su abuelo se apostaba en la puerta de casa armado con una pistola mientras el Ku Klux Klan desfilaba por delante.

El día que decidió no ceder su puesto en el autobús, el 1 de diciembre de 1955, lo hizo a sabiendas de lo que significaba en esa época donde los derechos civiles luchaban por abrirse paso. Las leyes Jim Crow reservaban las primeras cuatro filas de los autobuses urbanos a los blancos y las últimas diez a los negros. Los asientos del medio podían usarse si uno era negro, pero sólo si ningún blanco lo requería. En el caso de que un blanco quisiera sentarse, la fila entera tenía que levantarse. Además, los negros, el 70 por ciento de los que cogían el autobús, estaban obligados a pagar en la parte delantera del autobús, pero luego tenían que salir y volver a entrar por la puerta de atrás. Parks trabajaba entonces como costurera para el departamento de bomberos de Montgomery. Aquella tarde que esperaba el autobús en la Avenida Cleveland dejó pasar uno porque estaba muy lleno.
En el siguiente, Parks ocupó uno de los sitios del centro y cuando entró un blanco todos los negros se levantaron de la fila menos ella. Cuenta en su libro que la gente piensa que «no cedí mi puesto porque estaba cansada, pero no es cierto. No estaba más cansada que cualquier día de trabajo. Tampoco era una persona mayor, tenía 42 años. De lo que estaba cansada era de ceder».

Rosa fue arrestada, enjuiciada y sentenciada por conducta desordenada y por violar una ley local. Cuando el incidente se conoció entre la comunidad negra, 50 líderes afroamericanos se reunieron y organizaron el Boicot de Autobuses de Montgomery para protestar la segregación de negros y blancos en los autobuses públicos. El boicot duró 382 días, hasta que la ley local de segregación entre afroamericanos y blancos fue levantada. Este incidente es frecuentemente citado como la chispa del Movimiento por los Derechos Civiles.

Modificado y ampliado de “Muere Rosa Parks, la mujer negra que desafió a la América blanca”, Marta G. Hontoria

La Marcha de la Sal

"El 12 de marzo de 1930, a las seis y media de la mañana, con su bastón de bambú en la mano, la espalda ligeramente curvada, el habitual pedazo de tela blanca entorno a la cintura, Gandhi salió de su ashram a la cabeza de un cortejo de 79 discípulos, y se puso en marcha hacia el mar, situado a cuatrocientos kilómetros de allí. Millares de simpatizantes se apiñaron para saludarle a lo largo de su camino, que cubrieron con una alfombra de hojas. Periodistas llegados del mundo entero siguieron el avance de la extraña caravana. De pueblo en pueblo, las multitudes se relevaban, se arrodillaban al paso de la "Gran Alma".

Como un imán pasando entre limaduras de hierro, Gandhi arrastraba decenas de millares de personas. La imagen casi charlotesca de la insólita silueta semidesnuda caminando hacia el mar para desafiar al Imperio Británico ocupó día tras día la primera plana de todos los periódicos del mundo y llenó los noticiarios de todas las salas cinematográficas. El vigesimoquinto día, a las seis de la tarde, Gandhi y su cortejo llegaron a la costa del océano Índico, cerca de la ciudad de Dandi. El día siguiente al amanecer, tras una noche de oración, el grupo entró en el mar para darse un baño ritual. Luego, en la playa, ante millares de espectadores, Gandhi se inclinó para recoger un puñado de sal. Con expresión grave y resuelta, agitó el puño en el aire antes de abrirlo para mostrar a la multitud el montoncito de cristales blancos, ese regalo prohibido del mar que se convertía en el nuevo símbolo de la lucha por la independencia.

En menos de una semana, la península entera entró en ebullición. De un extremo a otro del continente, los partidarios de Gandhi se dedicaron a recoger sal y distribuirla. El país se vio inundado de octavillas explicando como purificar en la propia casa la sal de la mar. Por todas partes se encendían millares de hogueras de alegría para quemar, en una especie de kermesse heróica, todos los productos importados de Inglaterra.

Los ingleses replicaron con la batida más gigantesca de la historia de la India y encarcelaron a millares de personas. Gandhi era una de ellas. Antes de quedar reducido al silencio de su celda de Yeravda, logró enviar un último mensaje a sus seguidores. "El honor de la India -les decía- ha sido simbolizado por un puñado de sal en la mano de un hombre de la noviolencia. El puño que ha sostenido esa sal puede ser roto, pero la sal no será devuelta."

De "Esta noche, la libertad" Lapierre y Collins. Plaza-Janés. Barcelona-95

Actuaciones de la población civil en Dinamarca y Noruega en la Segunda Guerra Mundial.

La Segunda Guerra Mundial es rica en episodios de resistencia noviolenta a los ejércitos invasores, que por desgracia no son tan famosos como las "televisivas hazañas bélicas de los vencedores".
Tras la rápida caída de Dinamarca en poder del ejército alemán al comienzo de la guerra, el gobierno nazi organizó una administración para el país, una de cuyas primeras disposiciones fue la de ordenar que todas las personas de la comunidad judía no pudieran salir a las calles sin la preceptiva estrella de David en el hombro. Esta orden fue obedecida de forma tan escrupulosa que, el día que entraba en vigor, todos los ciudadanos daneses, con la familia real a la cabeza salieron a las calles con la estrella de David al hombro, en solidaridad con la comunidad judía. Dinamarca fue uno de los escasos lugares de Europa donde los ejércitos de Hitler no pudieron realizar apenas represión de la población judía y, además, debido a la gran organización de su sociedad civil, uno de los más ingobernables para la potencia ocupante.

La rápida invasión de Noruega por las tropas alemanas colocó al frente de su estado a un gobierno títere presidido por Vidkun Quisling, quien trató de crear un movimiento social similar al nazi germano. La comunidad docente fue obligada a integrarse en un nuevo sindicato dirigido por la Hird, la Gestapo Noruega. Sin embargo más de un 90% del profesorado se negó a hacerlo, desencadenando una ola de resistencia a las autoridades colaboracionistas secundada por otros estamentos sociales. 1.300 profesores son detenidos y enviados a un campo de concentración en la zona ártica. Una inmensa red de apoyo y solidaridad surge para apoyarles así como a sus familias. Al cabo de varios meses de pulso el gobierno noruego ha de dar marcha atrás en todas sus decisiones. Noruega será también un espacio más bien ingobernable para el ejército ocupante a lo largo de toda la contienda.

Juego de distensión: “Baile por parejas”.

Todas las personas participantes se reparten por parejas y se unen por la espalda. Si hay un número impar, la que no tiene pareja canta. Mientras, todas las demás se mueven por el espacio de la dinámica con las espaldas en contacto, bailando la canción.

Cuando el canto cesa, cada persona busca una nueva pareja y la persona libre busca también la suya.

La persona que queda desparejada ahora, es la que comienza de nuevo con el canto.


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