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Sobre masculinas ministras y el reparto del trabajo

Viernes.2 de mayo de 2008 313 visitas Sin comentarios
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Divagando acerca del reparto de carteras ministeriales del nuevo gobierno de España me dio la impresión de que al sistema mercantilista del libre-capitalismo le sienta muy bien el socialismo adulterado que trata de hacerse pasar por progresista. Me explico: para que unos pocos sigan acumulando pasta gansa a costa de las penurias del resto sin que estos últimos relacionen su “mala suerte” con la “buenísima suerte” de los primeros y se cabreen en consecuencia, se debe crear un caldo de cultivo adecuado al desarrollo del mercado y la lucha de todos contra todos. El libre mercado requiere la adaptación de la psicología del ciudadano-trabajador-consumidor de tal manera que se justifique, entre otras insensateces, la competencia despiadada para alcanzar objetivos “supremos” como el crecimiento empresarial, la mejora de las cuentas de resultados o unos atractivos dividendos para el accionista. Y los partidos “pseudo-rojillos” se ocupan a las mil maravillas de convencer al ciudadano de lo que es progreso y lo que no.

Una de las mas logradas “comeduras de tarro” es la de la cacareada igualdad de sexos. Porque si bien el sexo marca unas diferencias evidentes - desde luego en el aspecto físico, pero también en el perfil psícológico - y las hembras se distinguen indiscutiblemente de los varones en su capacidad de dar a luz - ello no debería ser nunca pretexto de discriminación alguna en sus derechos como persona. Por supuesto. Pero el problema es que el sistema propagandístico de la máquina libremercantilista pretende que la mujer adopte las características más indeseables del hombre. Y no se plantea en ningún momento que sea el hombre el que deba tratar de “igualarse” a la mujer en algunos aspectos. Como si ello no valiera la pena. Parece que se trate de potenciar el carácter varonil de la sociedad a costa del sacrificio voluntario del lado femenino.
Seguimos siendo una sociedad “machista” - a pesar de que se desprecie a los machistas - pero ahora además profundamente hipócrita. La estructura social, defendida también por muchas mujeres, tiene “aire varonil”. Se ensalzan valores masculinos como la fuerza y la inteligencia racional y se menosprecian otros más femeninos como la sensibilidad y la intuición.

Que tengamos tantas ministras como ministros no es mas que un hecho anecdótico: ellas siguen jugando con las reglas masculinas. De hecho han debido jugar con ellas para llegar a donde están. Me temo que ya no sepan jugar de otro modo. En cualquier caso, aprenden rápido cualquier nueva regla si lo exige su carrera, como hizo la flamante ministra de “Defensa”, Carme Chacón, que supo pasar revista a las tropas con aire marcial - y cara de cabreo - pese a su avanzado embarazo, e incluso entonar un tímido “vivaspaña-vivalrey” como si tal cosa.

El sistema libremercantilista nos marca a fuego que todos tenemos los mismos derechos y obligaciones, siempre y cuando esto no signifique otra cosa que dejarse la piel en el trabajo y sacrificarlo todo por el divino dinero. Quien es el guapo/a que se atreve a decir que las mujeres no tienen los mismos derechos que un hombre a pasar 12 horas diarias en el trabajo por el bien de su “carrera profesional” y su “independencia”, incluso aunque tengan hijos pequeños. A ver quien es el machista que se atreve a insinuar que los niños se desarrollan mucho mejor tomando pecho que con biberón, y que los tiernos infantes se desarrollan mucho más saludables en compañía de sus madres que en la guardería; y no sólo durante los 6 primeros meses.

Claro que, por otra parte, si el trabajo se repartiera verdaderamente - y no sólo el doméstico - podrían trabajar 5 o 6 horas tanto ellas como ellos y todos estarían felices, salvo quizá los de la patronal de empresarios, que verían peligrar la productividad del país. El pleno empleo sería un desastre también para su objetivo de “contención salarial”. La gente más feliz y descansada podría empezar a disfrutar la auténtica buena vida y a no necesitar tanto consumo, lo cual facilitaría aún mas la disminución de las jornadas de trabajo. Un desastre total para los que están acostumbrados a vivir a cuerpo de rey a costa de los trabajadores.


De cabras y ministras de defensa