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Reflexiones y acciones en Argentina sobre la "Soberanía Alimentaria"

Lunes.19 de abril de 2004 3960 visitas Sin comentarios
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El 17 de Abril se conmemora el Día Mundial de la Lucha Campesina, declarado así, por la masacre perpetuada contra 19 campesinos del Movimiento Sin Tierra (MST) del Brasil el 17 de abril de 1996, durante la segunda Conferencia Internacional de la Vía Campesina en Tlaxcala, México.

El concepto de soberanía alimentaria fue desarrollado por Vía Campesina en ocasión de la Cumbre Mundial de la Alimentación de 1996, y ofrece una alternativa a las políticas neoliberales. Las políticas neoliberales destruyen la soberanía alimentaria, priorizan el comercio internacional, y no la alimentación de los pueblos. No han contribuído en absoluto en la erradicación del hambre en el mundo. Al contrario, han incrementado la dependencia de los pueblos de las importaciones agrícolas, y han reforzado la industrialización de la agricultura. Poniendo en peligro la diversidad de cultivos, la diversidad cultural y medioambiental del planeta y nuestra salud. Empujando a millones de campesinos a abandonar sus prácticas agrícolas tradicionales y produciendo un éxodo rural.

El Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) y la Organización Mundial de Comercio (OMC), han aplicado políticas dictadas por los intereses de las empresas transnacionales y de las grandes potencias. Los acuerdos regionales como el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) o las nuevas políticas de acuerdos bilaterales de libre intercambio de productos agrícolas permiten a dichas empresas controlar el mercado globalizado de la alimentación. Asimismo la plaga de las importaciones a bajos precios destruye la producción alimentaria y en el mundo las importaciones agrícolas a bajos precios destruyen la economía agrícola local.

El Movimiento Campesino de Santiago del Estero (MOCASE) desde 1990 viene luchando por la tierra, la alimentación y la justicia social. Santiago del Estero es una provincia de terratenientes inescrupulosos que buscan extender hasta más allá del horizonte la frontera agraria sojera, que se valen de paramilitares para desalojar a los campesinos y campesinas que hicieron su historia con las manos en la tierra.

En un taller sobre soberanía alimentaria organizado por las Defensorías Populares Autónomas (DPA), miembros del MOCASE contaron como la provincia primero fue saqueada por las forestales, luego por las algodoneras y hoy por la soja transgénica. En un futuro no muy lejano por el maiz transgénico. No solo se enfrentan a hombres corruptos y armados, sino que además a un ejército de más de mil topadoras que encadenadas una a otras avanzan sobre montes, casas y comunidades. Para el MOCASE ¨la Soberanía Alimentaria pasa por el derecho a producir y comer lo que queremos, este es un derecho avasallado (...). Sabemos que tenemos un rol, una responsabilidad, el producir alimentos para que los compañeros de la ciudad se alimenten sanamente.

Como resultado del exportar para crecer y el producir para exportar, la Argentina, país de hambre y miseria, agota sus suelos, envenena montes y niños, usando la tierra para alimentar el ganado extranjero y la sobra de este festín se utiliza en planes solidarios, alimentos de moda y las ganancias económicas que decaen en pocas manos.

Según el Grupo de Reflexión Rural (GRR), que también participó del taller sobre soberanía alimentaria, hoy en día no se cuestiona la sociedad urbana. Hemos vivido de espaldas al propio territorio, enorgullecidos de ser una sociedad urbana. Hay otras formas que ha tomado el genocidio. La soberanía alimentaria abre otro modelo de país.

La soberanía alimentaria incluye un comercio justo y no está en contra de los intercambios, sino que se contrapone a la prioridad dadas a las exportaciones. De este modo busca garantizar a los pueblos la seguridad alimentaria y el intercambio con otras regiones de las producciones específicas, que constituyen la diversidad de nuestro planeta.

FeriaAgro: Estado, Medios y Corporaciones.

Durante el viernes 19 y el sábado 20 de marzo, miembros del Foro de la Tierra y la Alimentación (FTA) estuvieron instalados frente a FeriAgro, la megamuestra de semillas transgénicas que promociona el actual modelo agropecuario concentrador de recursos y expulsor de campesinos y pequeños productores. Dos carpas en una de las entradas del predio con banderas que bregaban "soberanía alimentaria", "no al monocultivo de la soja transgénica", confundían con un discurso diferente a la gente que miraba desde los autos y a veces se acercaba a preguntar. Allí expresaron una voz disonante, conversando con los productores y entregándoles información sobre los costos sociales y ambientales del actual modelo de agricultura sin agricultores.

Según el Foro de la Tierra y la Alimentación, en la feria sólo hubo lugar a una "intensa difusión del actual modelo de producción basado en la biotecnología y las semillas transgénicas, orientado hacia el mercado externo (...) Un modelo que se aleja cada vez más de la agricultura entendida como celebración de la vida, respeto por la naturaleza, y compromiso con la calidad de vida de nuestros semejantes."
En Argentina, el gobierno de Kirchner pese a sus arengas verbales contra el neoliberalismo esta manteniendo en el agro argentino las mismas estructuras de poder que se consolidaron durante los ’90. El sesgo concentrador y expulsor de trabajadorxs y agricultorxs del modelo agropecuario argentino se ha mantenido intacto a pesar de los "nuevos aires" de la administración K. Sólo las retenciones agropecuarias han cambiado el panorama con respecto a los ’90, pero éste es el punto de confluencia entre los actores hegemónicos del agro y los administradores estatales: los primeros ven con satisfacción que el Estado no modifica el modelo transgénico, y los segundos se limitan a contar los dólares que ingresan por las exportaciones de soja.

La tercer pata de esta unión por conveniencia son los grandes medios de comunicación, prácticamente convertidos en voceros de las corporaciones del agro. Tal es así que el diario "Clarín" dicta en el suplemento rural "El éxito del campo". Las políticas circulan y circundan ámbitos de poder donde es necesario formar opiniones y aprobaciones para generar consenso social. El secreto que hizo que "Feri Agro" fuera un éxito, no lo saben solo ellos. FeriAgro produjo la unión explícita entre el Estado (el presidente en persona participó aplaudiendo a la feria); las corporaciones del agro (Monsanto, Nidera, Cargill, Bunge y Born...) y el gran grupo multimediático Clarín, que mediante la organización de la megaferia legitima el discurso hegemónico y forma opinión.

"Entre 1991 y 2001 esta estrategia de desarrollo rural excluyente- en la cual la soja para el mercado externo ha sido un factor fundamental- ha provocado en Argentina la desaparición de 150 mil productores familiares, una mayor concentración de la tierra (seis mil empresas poseen cerca del 50% de la tierra productiva) y su control por capitales extranjeros" (Laplace, 2003)
Según Adolfo Boy, Ingeniero Agrónomo de San Pedro, en una charla organizada por el FTA, enmarcada en la acciones contra FeriAgro, expuso los cambios que imprimió el nuevo "modelo sojero" en la zona donde se realizó la "megamuestra". A partir del año ’75 comienza el boom de la soja con la demanda Europea para alimentar al ganado. La zona comenzó a transformarse a partir de mediados de los ’90, cuando se aprueba en Argentina la liberación de la soja trasngénica al ambiente . Viveros, durazneros, plantaciones de papa y batata fueron siendo reemplazados por el monocultivo de soja. Esta nueva veta económica le quitó definitivamente trabajo a quienes migraban desde Rosario, Santiago de Estero y Entre Ríos a San Pedro para trabajar en estas diferentes producciones. El cultivo de soja, al necesitar mucha menos mano de obra que otros cultivos (la técnica de siembra directa que permite no trabajar el suelo antes de plantar la semilla destruyó miles de empleos rurales) cambió definitivamente el escenario social sanpedrino.

San Pedro hoy está atravesado por una pobreza radical. Los índices de desocupación crecen a pasos agigantados. Perverso juego del sistema haber elegido a la zona que va desde Baradero a San Pedro como el lugar para la realización de esta feria de Mutinacionales. Esta situación no es exclusiva de esta zona, se reproduce en todo el país, cada vez con consecuencias más graves.

Como anuncia el folleto que repartió el FTA en FeriAgro: "En la provincia de Entre Rios la llegada de la soja significó un aumento del desempleo y la pobreza de un 220%". Campos llenos de plantaciones de soja implican campos vacíos de trabajadorxs.

Nueva Sección Medio Ambiente.

Al acercarse a su fin el año 2003, las calles de Bolivia se llenaron de gente que salió a manifestar su indignación y desesperación, protestando contra la exportación de sus reservas nacionales de gas, concientes de que la riqueza extraída de su subsuelo iría a parar a unas pocas manos y no beneficiaría al pueblo boliviano. El "octubre boliviano" puso nuevamente en discusión el problema de los recursos naturales y mostró que las comunidades ya no aceptan la imposición de un modelo de desarrollo que sólo es beneficioso para las corporaciones transnacionales que explotan las riquezas territoriales creando miseria en las comunidades y destruyendo el medio ambiente.

En Argentina, la discusión por los recursos naturales recorre la geografía de Norte a Sur. En la provincia de Salta, cerca del límite con Bolivia, los ex trabajadores de YPF cortan rutas y obtienen planes de empleo, pero la discusión de fondo pasa por la apropiación de los hidrocarburos en una zona donde la mayoría de los habitantes no accede a la red de gas y debe comprar garrafas, pese a vivir sobre una enorme cuenca gasífera. En Esquel, las comunidades se movilizan para impedir que la instalación de una mina a cielo abierto contamine el agua y destruya el futuro de los habitantes.

En las provincias del Noroeste y Nordeste del país (y tímidamente en la región pampeana) la discusión es acerca del uso de otro recurso natural: la tierra. El avance de los cultivos orientados al mercado internacional impulsó la expansión de la frontera agropecuaria, destinando a la producción tierras que no eran de uso agrícola, deforestando bosques y selvas nativos, como las yungas salteñas o el monte santiagueño. Esta incorporación de nuevas tierras para la agroexportación también se hizo muchas veces a través de la expulsión violenta de las familias campesinas y las comunidades de los pueblos originarios (ocupantes ancestrales de esos espacios) que trabajan y ocupan legítimamente esas tierras.

Esta expansión se da de la mano de la soja transgénica: en nuestro país casi el 100% de los cultivos de soja son transgénicos, es decir, genéticamente manipulada para tolerar el agroquímico (Round Up ) que produce Monsanto, la misma multinacional que tiene el derecho de propiedad sobre la semilla. La semilla patentada por Monsanto, más los insumos necesarios que también provee esta empresa, conforman un paquete tecnológico que aumenta la dependencia de los agricultores con respecto a estas compañías. Este modelo de agricultura industrial "insumo dependiente" configura una matriz de producción que disminuye la capacidad de decisión de los pequeños productores y campesinos en la elección de producir sin agrotóxicos nocivos para la salud y el ambiente o producir con los saberes campesinos, indígenas, sumando la aplicación de tecnologías libres de agrotóxicos y transgénicos, como la agricultura orgánica plantea en el marco de la agroecología.

Lamentablemente, los agricultores cada vez tienen menos poder de decisión sobre qué producir, cómo producir y para quién producir; si producir granos para el ganado del primer mundo o producir para alimentar a los pueblos; si exportar generando divisas que, vía retenciones estatales, sirven para pagar la deuda externa o si orientar la producción agroalimentaria a paliar el hambre en Argentina.

Las condiciones para la implantación de este modelo comenzaron a darse durante la dictadura militar, pero se profundizaron a partir de la década del ’90 cuando las instituciones financieras internacionales presionan a los gobiernos de los países más pobres para que abran sus economías a la inversión extranjera. Se inicia así un proceso en el que se han canalizado miles de millones de dólares directamente a grandes corporaciones transnacionales, destinados a financiar la construcción de plataformas de perforación, oleoductos, gasoductos y minas en gran escala. Al mismo tiempo, las grandes transnacionales del "agribusiness" deciden qué y cómo producir en las tierras y territorios.

Se genera así un círculo perverso en el que las exportaciones de petróleo, gas y minerales y commodities agropecuarios sólo sirven para enriquecer a un puñado de empresas y a generar dólares para pagar la deuda externa. La contracara es el aumento vertiginoso de la pobreza y la destrucción de los ecosistemas. Las empresas transnacionales recorren el mundo en busca de nuevos mercados, competidores débiles, recursos baratos y menores costos operativos. Estas empresas, cuyo poder y tamaño se multiplica, influyen en los gobiernos para que cambien las reglas de la economía mundial. Según la Organización Mundial de Comercio (OMC), todos ganamos con el ’libre comercio’, ricos y pobres, todos se benefician con la eliminación de las barreras comerciales impuesta por la OMC y los tratados de comercio regionales como el Área de Libre Comercio de las América (ALCA).

Los gobiernos pro libre comercio sostienen básicamente que lo que es bueno para las grandes empresas también lo es para la gente y su ambiente, la realidad es sumamente distinta. Los intereses de las comunidades son ignorados en la medida en que ellas no tienen acceso a las negociaciones que deciden las reglas y los acuerdos, y el ambiente pierde ya que la protección de los recursos naturales es percibida como un asunto menos importante que el comercio internacional y los flujos de inversión. Las políticas de la OMC, del Banco Mundial y de las Agencias de Créditos a las Exportaciones exacerban el despojo al promover modelos económicos basados en las exportaciones y en una mayor comercialización de la biodiversidad. Las empresas de pequeña y mediana escala, que forman parte de las economías locales satisfaciendo las necesidades de la población no pueden competir con las multinacionales que las socavan.

Por todo esto creemos necesario crear en Indymedia Argentina, una sección que posibilite la visibilidad de todas las luchas que a lo largo y a lo ancho del país, vienen oponiéndose en forma activa a este modelo que genera riqueza para un puñado de corporaciones y violencia y hambre para grandes mayorías y diversas minorías. Por todas estas razones nace la sección medio ambiente, para mostrar que donde hay poder hay resistencia, y que lo que muchas veces percibimos como hegemónico e indestructible puede cambiarse a partir de la acción de hombres y mujeres.