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Ovidi Montllor, la fiera de la canción

Sábado.8 de marzo de 2008 1265 visitas Sin comentarios
Diagonal #TITRE

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SE EDITA ‘L’OVIDI S’EN VA A PALAU’, QUE RECOGE EL HISTÓRICO RECITAL ORGANIZADO EN HOMENAJE A MONTLLOR

ROGER PALÀ

Empezaba el siglo XXI y en ateneos, centros sociales y fiestas alternativas de las principales ciudades y pueblos de los Països Catalans corrían de mano en mano discos con un nombre escrito a mano: Ovidi Montllor. Sin consigna previa ni campaña de marketing de ningún tipo, los temas de un cantautor olvidado de la nova cançó empezaron a cantarse de nuevo, de Salses a Guardamar y de Fraga a Maó, en casals, ateneos, locales okupas y bares independentistas.

EL LEGADO DE MONTLLOR fue reivindicado a principios de este siglo en ateneos y centros sociales de Cataluña.
La recuperación popular de la figura de Ovidi Montllor (Alcoi, 1942 - Barcelona, 1995) fue un fenómeno sin precedentes en la historia de la música catalana. Sus canciones fueron reivindicadas desde la base y por la gente más joven: primero un homenaje en una Festa Major alternativa. Luego una casa okupada del barrio de Gràcia de Barcelona que toma su nombre. Un cantautor novel que lo reivindica con alguna versión... Incluso a nivel iconográfico su imagen empezó a ser habitual en la decoración de los locales alternativos.

Esta campaña improvisada tuvo su punto de inflexión cuando Inadaptats, una de las bandas más relevantes del rock combativo catalán, editó el disco Homenatge a Ovidi (Bullanga, 2004). Un CD donde el grupo de Vilafranca del Penedès revisita en clave de hardcore y punk la obra más emblemática del autor de “La fera ferotge”. Entonces llegaron los homenajes masivos con la excusa de cualquier efeméride, algunos de extracción popular y otros más institucionalizados.

Lo cierto es que ningún departamento o conselleria de Cultura de los Països Catalans tomó la decisión de oficializar un Any Ovidi y el pueblo tomó la iniciativa por su cuenta y riesgo: no fue un año, sino casi un lustro de conmemoraciones que culminaron en el concierto L’Ovidi se’n va a Palau, convocado en el Palau de la Música Catalana por el Ateneu independentista la Torna del barrio de Gràcia -donde Ovidi recaló cuando vivió en Barcelona- y la discográfica alternativa Propaganda pel Fet!. Un concierto que recientemente ha sido editado en CD y DVD.

Artista, cantante y payaso

El cantautor traza un retrato fiel de sí mismo en la canción Autocrítica i crítica, donde se define como “artista, cantante y payaso”. Porque Ovidi Montllor fue un artista completo: teatro, cine, televisión, rapsodia y canción. Este último campo fue el que le reportó más popularidad, pero su especialización llego de forma casual cuando, entrados los ‘60, se desplazó a trabajar a Barcelona. Fueron Alfred Lucchetti y Joan de Sagarra quienes literalmente lo empujaron a presentarse a un concurso de canción universitaria donde impresionó a todo el mundo. Era 1968. En marzo empezó a cantar en público por primera vez y al final del año hacía su primer concierto en el Palau de la Música de Barcelona con Pi de la Serra y Raimon. Su primera edición fue un EP con dos temas, editado por Discophon en 1968, La fera ferotge, que acabaría siendo una de sus canciones más populares, y Cançó de les balances. Con los primeros LP se abrió de miras: en su obra ya no solo resuenan los acordes de Jacques Brel y de la chanson francesa, sino que se impregna del rock progresivo en boga durante la época -que en Cataluña tuvo su apogeo con los grupos de la llamada Ona Laietana-, de los cants de segar i batre populares del País Valencià o incluso del flamenco. La madurez llegó en compañía del genial guitarrista Toti Soler. Una “fructífera alianza”, como resumía un titular de la época.

Partido e ideología

Montllor fue comunista toda su vida: militaba en el PSUC. Pero lo fue de una forma atípica, con su habitual “combate ideológico interno” entre su “utópico anarquismo que siempre vuelve”. Su padre, Pepe Montllor, obrero del textil de Alcoi, había luchado en la ‘zona roja’ y mantenía firmes sus principios libertarios. Hijo de familia humilde, Ovidi adquirió conciencia de clase de forma casi hereditaria. También en Autocrítica i crítica, explica: “Tengo un partido y una ideología / digo lo que digo sin cobardía / Pero también sé el precio que esto tiene: / Tarde o temprano me sentenciarán”. Y la condena llegó en forma de marginación, aislamiento y ostracismo democrático.

Los pactos de la Transición española acabaron con todas las esperanzas de cambio social y nacional en los Països Catalans, y con los restos del naufragio se hundió también Ovidi Montllor y su memoria. El que fue uno de los iconos de la nova cançó, el movimiento que protagonizaron, entre otros, Lluís Llach, Joan Manuel Serrat o María del Mar Bonet, editó su ultimo disco en 1980. “Este país de antropófagos no se quiso mirar al espejo que él continuaba mostrando”, reflexiona la periodista Núria Cadenas, autora de la biografía L’Ovidi (3i4, 2002). “Los años ‘80 llegaron con autonomías y papelitos y cantando en castellano, y Ovidi Montllor, a algunos, les molestaba. No hay que imaginar conspiraciones siniestras: las cosas son bastante más vulgares”, señala. El ultimo disco de Ovidi Montllor fue 4.02.42 (BMGAriola, 1980), la fecha de nacimiento del cantante. Después, Ovidi se refugió en el cine, donde ya había debutado en 1974 con Furia española de Francesc Betriu.

Durante los ‘80 participó en películas como La fuga de Segovia de Imanol Uribe, El pico de Eloy de la Iglesia o Amanece que no es poco de José Luis Cuerda. Siguió cantando en compañía de su inseparable Toti. Hasta llegó a proyectar un disco a inicio de los ‘90, Veri Good, que nunca llegó a ser editado: Ovidi Montllor murió el 10 de marzo de 1995.
“No sé si me he quedado con lo más elemental de la existencia humana, pero lo que yo hablo nunca pasa”, explica en la ultima entrevista que se le conoce, realizada por la periodista Magda Bonet y publicada diez años más tarde por la revista musical Enderrock. “No porque sea atemporal lo que hago, que ya me gustaría, sino porque la opresión, por ejemplo, no pasa. Y querría decir: no tengo ninguna canción porque no tengo nada que decir, volvamos a los poetas magistrales. Pero eso es una collonada. Mientras el mundo sea mundo habrá opresión y alguien a quien le tocará cantarla”.