Nubarrones en Palestina - Tortuga
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Nubarrones en Palestina

Domingo.18 de mayo de 2008 271 visitas Sin comentarios
Javier Aisa, Área Internacional de IPES #TITRE

Los constantes hechos bélicos en Gaza son lo más parecido a una guerra asimétrica: el enfrentamiento desproporcionado entre el Tsahal israelí, que actúa con aviones, obuses y tanques, y la Fuerza Operacional de Hamás, que lanza cohetes contra las localidades del Neguev y hostiga a las patrullas militares con atentados. Las represalias israelíes crecen en intensidad y los muertos palestinos se cuentan por decenas. El número de bajas es mucho menor en Israel. Pero todos son víctimas y verdugos. Ambas partes proclaman que responden a los actos del otro. El círculo vicioso de la violencia se generaliza con su carga de terror. Nadie distingue entre civiles y soldados. Se acumula el odio mutuo, la desesperación, la manipulación política del desastre, las condenas de todas las categorías, el olvido de la moral humanitaria y la incapacidad de vislumbrar una solución pacífica y justa.

Hamás pretende demostrar a Israel que, si no deja de presionar en Gaza, la inseguridad en sus ciudades próximas será cada vez mayor. Asimismo, quiere recuperar la iniciativa y adquirir una posición de fuerza para lograr un alto el fuego y, en definitiva, ser reconocido como protagonista imprescindible. El efecto sumado de la represión militar, la humillación permanente y el rechazo de una vía diplomática reafirman la resistencia del movimiento islamista.

El conflicto en torno a la franja -y como telón de fondo la supervivencia de un futuro Estado palestino- se juega también en un tablero económico. Gaza tiene una zona marina de 20 millas a lo largo de la costa. Allí existe un campo de gas de gran calidad (metano en un 99,4 %, sin apenas azufre), cuyas reservas se estiman entre 30.000 a 60.000 millones de m3. Las necesidades energéticas de Israel se multiplicarán por catorce en cuatro años. Es el argumento para prohibir la explotación del gas mientras no consiga ser el principal comprador, a precios más baratos (3,1 dólares por millón de la unidad de medida de gas, MBtu, 34 = 1.000 m3 de gas; Rusia lo vende a Europa a 6,9 dólares) y que el oleoducto llegue a su territorio, pudiendo así cerrar el grifo cuando quiera. Las divisiones palestinas son otra excusa para retrasar el proyecto gasístico y ahogar la posibilidad del despegue económico de Palestina.

Hamás y Fatah dominan cada uno en su feudo. Se acusan mutuamente de traición y ondean más banderas de los respectivos grupos que de Palestina. En Cisjordania se ha prohibido el periódico islamista Falastine y en Gaza no puede trabajar la cadena de televisión de Ramallah. Sin embargo, muchos coinciden en que la Autoridad Nacional existe sólo sobre el papel y es un grupo de tecnócratas desprestigiados, que en años de negociaciones no han conseguido ninguna ventaja en el camino hacia la formación de un Estado palestino. Otro ejemplo más del empeoramiento de la situación: un informe del colectivo israelí Paz Ahora señala que, entre 2000 y 2007, Tel Aviv ha rechazado el 94% de las peticiones de permisos de edificación solicitados por los palestinos que viven en la zona C (70.000 personas, bajo control de Israel).

Un proverbio palestino, apuntado por el político independiente Mustafá Barghuti, menciona que “el comienzo de la danza es siempre difícil”, pero el saldo final de la reunión de Annapolis es un fracaso. Se espera que el presidente de los Estados Unidos, George W. Bush, invitado a la celebración del 60º aniversario de la creación de Israel, anuncie la necesidad de formar un Estado palestino a comienzos de 2009. Será posiblemente otra esperanza frustrada, como ha sucedido en numerosas ocasiones, desde la partición de 1948 hasta el último plazo fijado para 2005.

La incertidumbre y la desconfianza se han instalado en Israel. Primero, por la debilidad del Gobierno de Ehud Olmert -al que sólo apoyan 67 de los 120 diputados de la Knesset- en plena carrera sucesoria al frente del Ejecutivo, prácticamente sin iniciativa política y atrapado entre los colonos y el aparato militar encabezado por el ministro de Defensa, el laborista Ehud Barak, que hace gala de firmeza e intransigencia, porque ambiciona de nuevo la jefatura del Gobierno. La comisión investigadora Winograd sobre la guerra del Líbano en 2006 no ha querido censurar al primer ministro para evitar el acceso al Gobierno de un líder más duro, tras una convocatoria anticipada de elecciones. En segundo lugar, la eficacia de los cohetes de Hamás ha modificado el equilibrio de seguridad israelí, basado en la hegemonía de sus Fuerzas de Defensa. De esta manera, con la intención de recuperar credibilidad y demostrar fortaleza, el primer ministro Olmert ha ordenado más ataques a la franja de Gaza, preludio quizá de actuaciones sangrientas como el asesinato selectivo de dirigentes de Hamás e incluso una ofensiva terrestre en toda regla.

Los presagios más oscuros planean sobre este territorio de Palestina, Gaza. Una palabra que nos recuerda su probable y remoto origen griego: caos.