Militares y policías: "las armas las carga el diablo y las dispara un gilipollas" - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

Militares y policías: "las armas las carga el diablo y las dispara un gilipollas"

Jueves.10 de mayo de 2007 1350 visitas Sin comentarios
Infomoc #TITRE


Gente armada

JUAN BAS
j.bas@diario-elcorreo.com/

"Las armas las carga el diablo y las dispara un gilipollas», se decía en el puñetero servicio militar obligatorio cuando a alguno se le escapaba un tiro de Cetme y después lo arrestaban un montón de días. Solía suceder por hacer tonterías mamado durante el plantón de guardia.

Me acordé hace unos días de esta máxima cuartelera al ver en un bar de Bilbao a un policía municipal de uniforme, en horas de servicio y con la pistola al cinto, soplarse dos chupitos de orujo de hierbas -inconfundible por ese color verde parecido al de la ’kriptonita’ que dejaba lelo a Supermán, con treinta grados de alcohol-. Me sorprendió el
hecho, pero sobre todo la naturalidad con que el funcionario uniformado y armado bebía alcohol en un local público lleno de gente, a la vista de todos. Es muy posible que fuera un buen policía, pero también debía parecerlo.

Qué delicado es decidir, y con qué criterio, a quiénes se les otorga
permiso para portar un instrumento que mata y jugar el papel de ser los
que velan por el respeto de la ley y llegado el caso nos protejan de
violencias y atropellos. Y sin pasarse en sus atribuciones, como esos
cuatro ’mossos d’esquadra’ que han sido grabados metiéndole una
espectacular paliza a un detenido en una comisaría de Barcelona.

En el documental ’Bowling for Columbine’, de Michael Moore, una joven
madre perteneciente a las milicias de Michigan, vestida con uniforme de
combate y con un fusil de asalto en las manos, argumenta con pureza
fascista que al fin y al cabo llamamos a los policías cuando hay
problemas porque tienen armas. Ellos, la milicia, evitan al
intermediario y están preparados para defender directamente a sus
familias. Vistas las masacres que sufren con frecuencia los
norteamericanos cuando cualquier tarado consigue un arma con facilidad y
se carga a un montón de gente antes de saltarse los sesos, no parece un
buen sistema. En el mismo documental se ve un banco-armería, también en
Michigan, en el que por abrir una cuente corriente te regalan un rifle.

Me pasa lo que a los personajes de ’Mujeres al borde de un ataque de
nervios’, de Almodóvar, que sólo llamaban a la pasma cuando no quedaba
otro remedio. No me gustan los maderos de ninguna clase más que en las
películas y novelas negras. Pero ya que al menos somos una sociedad
civil desarmada -salvo las excepciones conocidas- y que aquí los
calentones homicidas se resuelven a garrote o navaja, modo artesanal y
limitado, en vez de disparar al bulto las diecisiete balas de nueve
milímetros del cargador de una automática, si la tuviéramos, que los que
llevan el hierro por nosotros estén lo mejor seleccionados y controlados
posible. Que se distinga con facilidad al servidor de la ley del matón.