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Los negros relatos de las cloacas de la Transición

Sábado.12 de enero de 2008 1535 visitas Sin comentarios
Estudio sobre la novela negra española de fin de siglo XX #TITRE

Diagonal

LOS INICIOS DE LA NOVELA NEGRA EN LA PENÍNSULA (1972-1982)

CARLOS ESTÉVEZ

Nacida en los años ‘70 en Cataluña, la novela negra muestra desde el principio la relación de las grandes finanzas con los bajos fondos. Rápidamente desarrollará características propias, como el humor, la denuncia política, e incluso, la gastronomía, sin perder su matriz de denuncia y su empeño por dar cuenta de la suciedad social.

CON VÁZQUEZ MONTALBÁN la novela negra rompe sus márgenes para introducir tintes costumbristas, filosóficos, políticos e incluso gastronómicos.

La novela negra en España nace bajo la influencia de la corriente existencialista francesa (Sartre, Camus), de la literatura norteamericana (Faulkner) y desde luego del modelo de detective creado por Georges Simenon en Francia, el inspector Maigret, para encontrar, en 1953, en Cataluña una primera novela que sea una mezcla de los modelos literarios y filosóficos de la época. Se trata de El inocente de Mario Lacruz, publicada en pleno Franquismo, bajo la lupa de la censura, razones por las que el crimen que plantea es inexistente y el contexto en el que se desarrolla la acción, imaginado.

Éste es un primer intento pero habrían de transcurrir casi 20 años de silencio. Será en los ‘70, en plena agonía del dictador, cuando surja el género negro en lengua catalana.
Inicios en catalán

En De mica en mica s’omple la pica (1972), que sería traducida al castellano, en plena transición democrática, con el título de El procedimiento, Jaume Fuster nos muestra ya a personajes de los bajos fondos de Barcelona ligados a los hombres de las grandes finanzas, que son en definitiva quienes hacen los negocios sucios.

Sucios también son los juegos que narra en ese mismo año Manuel de Pedrolo en su obra Joc Bruts, que recoge lo mejor de la novela negra americana (en ocasiones nos recuerda a El cartero siempre llama dos veces), mezclando intriga, crimen y erotismo. En esos días nace literariamente hablando el detective gallego y ex agente de la CIA Pepe Carvalho, con Yo maté a Kennedy (1972), una novela experimental de Manuel Vázquez Montalbán.

No es, sin embargo, hasta Tatuaje (1976) cuando el personaje se introduce en la novela negra con fuerza para continuar con La soledad del mánager (1977), un ajuste de cuentas político que se sitúa entre la muerte de Franco y los primeros años de la Transición. Más tarde vendrán Los mares del Sur (1979) y Asesinato en el Comité Central (1981). Ahí la novela negra rompe los márgenes tradicionales del género para introducir buenas dosis de tintes psicológicos, costumbristas, filosóficos, políticos e incluso gastronómicos.

De Domingo Pajarito de Soto a Celedonio

Ocho meses antes de la muerte de Franco, en plena ‘dictablanda’, otro escritor catalán, Eduardo Mendoza, escribe La verdad sobre el caso Savolta (1975), una genial novela experimental en donde el reportaje se mezcla con lo policiaco y la intriga con la historia y la política. Analiza el periodo comprendido entre 1917 y 1919 en una Barcelona prerrevolucionaria con un personaje muy característico, el anarquista Domingo Pajarito de Soto.

Ignoro si Eduardo Mendoza había leído en aquellos años al escritor francés Jean Patrick Manchette, con El asunto N’Gustro, novela que recrea el asesinato del dirigente marroquí Ben Barka a manos francesas. Manchette, uno de los hijos del mayo del ‘68 y renovador de la serie negra, recrea sus tramas en la realidad contemporánea.

Eduardo Mendoza sigue experimentando y muy pronto da un giro de 360 grados enfrentando a la novela negra española con sus molinos de viento y aportando grandes dosis de surrealismo a través del delirante Celedonio, personaje que vive en un psiquiátrico convertido en detective. Y así surgen El misterio de la cripta embrujada (1979), El laberinto de las aceitunas (1982) y La aventura del tocador de señoras (2001). Acababa de publicar Vázquez Montalbán Tatuaje cuando otro escritor, de nuevo catalán, Fernando Martínez Laínez, escribe Carne de trueque (1977). Le sigue dos años más tarde Andreu Martín, que incorpora a la novela negra las relaciones de poder y el crimen organizado por las altas esferas sociales. En su primera novela, Aprende y calla (1979), describe el ambiente de la Barcelona de 1975. Andreu convierte a un agitanado, autodidacta y brutal camarero que está acostumbrado a sobrevivir en las peores situaciones en su detective ocasional. El ambiente en el que se mueve su obra refleja un orden que difícilmente puede ser restablecido.


Toni Romano: un ex boxeador en Madrid

Puesto que la novela negra es esencialmente una novela urbana, no parece extraño ver cómo comienzan a aparecer en Madrid los primeros escritores del género, con obras como Picadura Mortal (1979) de Lourdes Ortiz, que crea la que posiblemente sea la primera detective femenina de la literatura española, Bárbara Arenas. Meses después se publica Demasiado para Gálvez (1979) una novela de “periodistas y ladrones” escrita por Jorge Pérez Reverte e inmediatamente La costumbre de morir (1980) de Raúl Guerra Garrido. Es precisamente en ese mismo año cuando un ex boxeador y ex policía, Toni Romano, nace a la novela negra española de la mano de Juan Madrid en su primera novela, Un beso de amigo (1980).

Toni Romano vive la transición democrática en Madrid, recorriendo los bajos fondos, descorriendo el velo de la corrupción y del poder del dinero. Muy pronto se convertirá en uno de los detectives más conocidos de nuestra particular novela negra.

A esta revisión de la España post dictatorial y predemocrática hay que añadir una aventura de intriga escrita por Fernando Savater: Caronte aguarda (1981), que nos habla de una turbia conspiración fascista. Una obra hecha con gran rigor literario. El mismo que utiliza Carlos Pérez Merinero en Días de guardar (1981), obra en la que un criminal narra todas sus peripecias en una sociedad hipócrita y corrupta.

Esta reseña, seguramente incompleta, pretende ser esa piedra lanzada ya hace algún tiempo por Andreu Martín, diciendo que “España es un país que tendría que avergonzarse de no darle la importancia que merece a este tipo de novela”.

BIBLIOGRAFÍA

- 1972. El procedimiento, de Jaume Fuster.
Yo maté a Kennedy, de Vázquez Montalbán
- 1975. La verdad sobre el caso Savolta, de Eduardo Mendoza
- 1977. Carne de trueque, de Fernando Martínez Laínez
- 1979. Aprende y calla, de Andreu Martín
Picadura Mortal, de Lourdes Ortiz
- 1980. Un beso de amigo, de Juan Madrid
- 1981. Días de guardar, de Carlos Pérez Merinero
- 1983. Las calles de nuestros padres, de Francisco González Ledesma.