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Los liderazgos ocultos de los grupos horizontales

Jueves.23 de agosto de 2018 245 visitas Sin comentarios
David Graeber. #TITRE

El ensayo más importante de toda esta tradición de activismo [la democracia asamblearia basada en el consenso] es “La tiranía de la falta de estructuras”, escrito en los 1970 por Jo Freeman...

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Sobre lo que me gustaría llamar la atención es que casi todo el que no surgía de una posición explícitamente antiautoritaria (y un número nada insignificante de quienes sí lo hacían) comprendieron erróneamente el ensayo de Freeman, y lo interpretaron no como un ruego de mecanismos formales para asegurar la igualdad, sino como la súplica de una jerarquía más transparente. Los leninistas son famosos por este tipo de cosas, pero los liberales no les van a la zaga. No puede imaginarse cuantas discusiones he tenido al respecto. Siempre se dan de la misma manera. Primero toman la argumentación de Freeman acerca de la formación de grupos y estructuras invisibles de poder como una aseveración de que todo gruo de más de veinte personas siempre contendrá grupitos, estructuras de poder y personas con autoridad. El siguente paso es decir que si se quiere minimizar el poder de esos grupitos, o los efectos contraproducentes que pueden tener estas estructuras de poder, la única manera de hacerlo es institucionalizarlas: tomar al círculo de facto y convertirlo en un comité central (o, dado que hoy en día el término tiene una historia negativa asociada, suelen llamarlo comité coordinador o comité de dirección o algo por el estilo). Se necesita sacar el poder de las sombras, formalizar el proceso, crear normas, celebrar elecciones, especificar exactamente qué puede y no puede hacer el círculo. De esta manera, al menos, el poder será transparente y tendrá que “rendir cuentas” (nótese nuevamente esa expresión que viene de procedimientos contables). No será arbitrario en absoluto.

Desde una perspectiva práctica, de activista, esta prescripción es evidentemente ridícula. Es mucho más fácil limitar el grado de poder al que grupos informales pueden llegar sin cederles ningún estatus, y por lo tanto, ninguna legitimidad; cualesquiera que sean la “estructuras formales de rendimiento de cuentas” imaginadas que contengan a los grupitos-ahora-convertidos-en-comités, tan sólo pueden ser menos efectivas al respecto, si más no porque acaban legitimando y, por tanto, aumentando masivamente la diferencia en acceso a información que permite a grupos más igualitarios un mayor poder, para empezar. Como ya apunté en mi primer ensayo, en cuanto eso ocurre, las estructuras de transparencia inevitablemente se convierten en estructuras de estupidez.

(…)

En estos debates vemos un choque entre dos forms diferentes de utopismo materializado: por una parte, un antiautoritarismo que, en su énfasis en la síntesis creativa y la improvisación, ve la libertad básicamente en términos del acto de juzgar, y, por el otro lado, un republicanismo tácito que cree que la libertad es la capacidad de reducir todas las formas de poder a un conjunto de reglas claras y transparentes.

David Graeber

La utopía de las normas. De la tecnología, la estupidez y los secretos placeres de la burocracia.
Ariel, Barcelona 20015