Lo que diga el niño - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

Lo que diga el niño

Sábado.6 de enero de 2007 1359 visitas - 2 comentario(s)
¿Hacia un mundo de pequeños tiranos? #TITRE

El aumento del bienestar y la excesiva tolerancia de los padres hacen que la opinión de los hijos en el consumo familiar sea cada vez más decisiva

Hace sólo unos años, los deseos infantiles se limitaban a las chucherías, los juguetes y los helados. Los padres les dejaban elegir: ¿de chocolate o de vainilla? ¿Camión o pelota? ¿Gusanitos o chicles? Eso era todo. Y gracias. Pero los hijos, como los tiempos, cambian a velocidad de vértigo. Los niños de ahora, devoradores de las nuevas tecnologías y adoradores de la televisión y las marcas, pasan del atractivo de las chucherías de antaño y moldean el consumo familiar en función de su propio criterio. Es decir, se han vuelto participativos a unas edades muy tempranas, se creen con derecho a exigir y su opinión cuenta cada vez más en la toma de decisiones del hogar. Un ejemplo: cuatro de cada diez menores europeos marcan el destino vacacional de sus progenitores. ¿Que los padres quieren ir a Barcelona? Acabarán yendo a Cáceres. Porque lo dice el niño rey.

La influencia de los hijos en el proceso de compra es clara y contundente. Piden unas marcas concretas de ropa; saben qué tipo de juguetes están de moda y los quieren; y las galletas y los cereales deben llevar en la caja la imagen de un tigre, que por eso sale en la tele. Pero su criterio trasciende las fronteras de la infancia para instalarse en el mundo adulto. En algunos países de la Unión Europea, caso de Francia, el 18% de los niños determina qué modelo de coche deben comprarse sus padres. En España, de acuerdo con los estudios llevados a cabo en las grandes superficies, los chavales de entre 7 y 8 años deciden la marca y el sabor del 70% de los yogures y galletas que abarrotan las estanterías de los supermercados. Los papás, sostienen los expertos, toleran las exigencias de sus retoños para no herir al príncipe de la casa.

Enrique Arranz ,catedrático de Psicología de la Familia, interpreta el fenómeno de niño pedigüeño en clave de publicidad y consumo. «Lo que está claro es que el mercado produce en aquellos sitios donde existe una pronunciada ausencia de principios educativos. Nos encontramos ante una estrategia diseñada para potenciar el consumo familiar a través de los hijos». El experto considera que los publicistas juegan con el principio de la comparación para estimular la compra infantil. «A los chavales se les manipula mucho en este terreno. Se les insinúa que tienen que tener lo mismo que sus amigos. La posesión se convierte así en la fuente de identidad personal. ¿Qué quiere decir esto? Que nadie, ni siquiera los niños, quiere ser menos que el otro».

La fabricación de los deseos se manifiesta con fuerza en las campañas de Navidad. Arranz sostiene que un «alto porcentaje» de niños españoles de tan sólo tres años y medio «tiene muy bien seleccionado e identificado el juguete que quiere». Y también es imprescindible que sea de una marca concreta: «No vale cualquier cosa, porque los menores manejan las claves miméticas. Aunque parezca increíble, reconocen las firmas y los últimos modelos a la perfección a unas edades muy tempranas». La televisión (32,4%), la tienda (16,5%) y los catálogos (13,8%), según las conclusiones de un informe confeccionado por la Universidad de Alicante, son las principales fuentes de información que manejan los menores a la hora de proyectar sus tendencias consumistas.

Pero, ¿por qué ceden los padres a los chantajes de sus hijos? ¿Por qué sus anhelos y planes se desvanecen ante la presión de los niños? «Porque hay una falsa creencia de que, si se les da todo lo que piden, se les demostrará lo mucho que se les quiere».

La definición la marca Marcelino Ruiz de Arcaute, psicólogo de la educación y profesor de escuelas de padres en Madrid, que opina que las familias «han de poner una serie de barreas y limites» a sus retoños para hacerles saber que «hay esferas de la vida en las que ellos no pueden entrar».

Contextos culturales

Ruiz de Arcaute cree que esta corriente de consumismo infantil, proyectada a través de los padres -un conducto para el cumplimiento de los deseos-, está en auge desde hace una década. El experto lo explica desde el punto de vista de los progenitores, muy protectores con sus hijos, «que se desviven por averiguar cómo pueden satisfacer sus necesidades. Y es entonces cuando les permiten participar en la toma de decisiones del hogar para hacerles saber lo importantes que son. Además -añade- no hay que olvidar que el nivel del bienestar social ha aumentado tanto que el abanico de posibilidades se ha abierto de una forma exponencial».

Las peticiones y los anhelos infantiles en clave consumista se manifiestan sobre todo en los países desarrollados. Basta con cambiar de contexto cultural y desplazarse a África para darse cuenta del abismo que media entre un niño español y uno angoleño. «

Las necesidades y los deseos de los niños en Angola son primarias, básicas, como comer y disponer de agua potable. No se plantean la elección entre Reebok o Nike. En España, sin embargo, las alternativas son infinitas, aunque todo depende de las posibilidades económicas de la familia», reflexiona Ruiz de Arcaute.

Las concesiones a los hijos llegan a veces a extremos inimaginables. «En una ocasión me he encontrado con unos padres que se preguntaban si deberían consultar a sus niños si les importaría tener a otro hermanito. Si se tiene un bebé es porque la pareja lo ha decidido así; que los chavales influyan en una decisión de esta naturaleza es descabellado», acota Ruiz de Arcaute. Y lanza una previsión: «Me gustaría equivocarme, pero creo que este fenómeno no va a desaparecer».

(Noticia aparecida en el diario "La Verdad")

  • Lo que diga el niño

    7 de enero de 2007 00:54, por A-narcocristiano

    Sospecho que detrás de este fenómeno se encuentra la velada culpabilidad de muchos padres, que conscientes de que sus laboriosas vidas no les permiten pasar el tiempo suficiente para ejercer como educadores, buscan el consuelo en la satisfacción de los deseos adquiridos por sus retoños, a través de la intensa publicidad con que se les bombardea a diario. De esta manera,observamos una generación entera de padres "de refrigerador", limitada de hecho a una comunicación con los hijos que en muchos casos se reduce a
    los escasos momentos de vida familiar alrededor de la satisfacción de necesidades básicas. Se ven sometidos a una espiral deformada sonde sus carencias parentales son suplidas a través de la complacencia consumista. Esta malversación educativa enraíza en la progresiva incorporación de la mujer al mundo laboral, que genera un vacío a menudo cubierto por la televisión e internet. Y es que esta "liberación" a través del consumo acaba atrapando a sus actores en un ciclo de dependencia autocumplido, donde sus efectos secundarios son paliados a través de más consumo. Y no sólo los niños, sino personas dependientes y ancianos son víctimas de este ciclo iniciado en la era industrial y que se perpetúa a través del relevo generacional. Sospecho que además, muchos padres desconocen realmente cómo educar y relacionarse con sus hijos, delegando en los actores sociales que el sistema ha designado: escuelas, monitores, actividades extraescolares, y por supuesto, la caja tonta..La tercerización de la educación
    estandariza los conocimientos y eleva el nivel académico de la sociedad, pero genera brechas en la transferencia afectiva entre los miembros de la familia, que además carece de espacios permanentes y de tiempo material donde reforzar sus vínculos.
    No obstante, donde hay una amenaza hay un a oportunidad. Las escuelas de padres, los programas educativos que fomentan la participación activa de los progenitores,
    los educadores y animadores socioculturales, los centros de ocio infantil y las asociaciones de padres de alumnos pueden y deben entender estos fenómenos y desarrollar estrategias para incidir positivamente en el curso de su evolución. Y por supuesto, la implicación activa de los abuelos, que suelen ejercer un papel importantísimo en la educación de sus nietos, redimiendo así
    muchas de las limitaciones que sus atareadas vidas les impusieron con sus propios hijos.
    Hemos de aprovechar positivamente esta influencia que los infantes ejercen el las percepciones y hábitos de los padres. No olvidemos que los padres también son "educados" por sus hijos, y que sólo a través de esta relación de respeto y aprendizaje compartido se forjan relaciones familiares capaces de dotar a las familias de lazos íntimos, fortaleciendo a todos sus miembros ante las amenazas que disgregan al sujeto cuando intenta satisfacer estas carencias disfuncionalmente. Propongo al grupo tortuga la difusión de sus valores en este contexto. La Educación para la Paz comienza cuando esta se experimenta en los entornos más inmediatos, cuando se comparte la alegría de conocerse y disfrutarse mutuamente. !Juguemos a la Paz!

    • Lo que diga el niño

      14 de junio de 2009 22:02, por Lord Indoril Nerevar

      Excelente artículo. Lástima por las masas ignorantes de estos conocimientos que sucumben a la merced del torrente económico que, dicho sea de paso, no sólo interfiere en los modelos de crianza, sino que de forma muy similar en todas las aristas del vivir social y familiar.

      Felicitaciones.