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(Lecciones del coronavirus)

Domingo.22 de marzo de 2020 83 visitas Sin comentarios
Correo Tortuga - La Ribera en Bici. #TITRE

El Covid-19 es un virus zoonótico que se hospedaba en animales e infectó a los humanos en el mercado de animales vivos de Wuhan (Hubei, China) durante el mes de diciembre. En enero se propagó exponencialmente por aquella megaciudad y la provincia, afectando sobre todo a las personas mayores y los enfermos. Las autoridades tardaron un poco en reaccionar y el 22 de enero tuvieron que tomar medidas tan drásticas como poner en cuarentena a la población, importar miles de médicos voluntarios y levantar hospitales nuevos en tiempos récord. Así, consiguieron frenar, reducir y, hacia finales de febrero, limitar la epidemia a un goteo de casos.

Para entonces el virus se había extendido ya por todo el mundo y el 11 de marzo la OMS declaró oficialmente la pandemia. Hoy, 19 de marzo, el Covid-19 contagia a más de 130 países, con unos 217.000 afectados, 8.900 fallecidos y 85.000 curados. Todo esto en 3 meses. Y los investigadores trabajan contra reloj para obtener una vacuna y antivirales, que pueden tardar todavía meses en llegar.

En España tenemos ya 14.558 infectados, 630 fallecidos y 1.081 curados, duplicándose los casos aproximadamente cada 3 días y aquí radica el problema, es un crecimiento exponencial, tan rápido que si no hiciéramos nada afectaría a toda la población española en un mes... El epicentro está en Madrid, con 5.637 infectados, pero el gobierno no se ha atrevido a poner en cuarentena la capital, ni a declarar el estado de alarma hasta el 15-M, de modo que muchos ciudadanos han viajado en masa a la sierra, la costa, el fútbol, los espectáculos, etc. Y el virus se ha extendido hacia la periferia e incluso por las comarcas rurales, colapsando los servicios sanitarios de todo el país, especialmente donde los recortes fueron más fuertes, Madrid por ejemplo.

Mención especial merece el gobierno neoliberal inglés, que asume el «contagio controlado» sin hacer prácticamente nada hasta dentro de diez o doce semanas, cuando llege el máximo de casos. Un «Laissez faire, laissez passer» biológico y económico que amenaza a una nación de 66 millones de habitantes con un experimento eutanásico que puede acabar con buena parte de la población mayor y más débil...

A diferencia de lo que hizo Corea del Sur, cuyo gobierno y ciudadanía actuaron rápidamente (limitando la pandemia a unos 8.320 infectados y 81 muertos), aquí no hemos reaccionado a tiempo (como pasó en China, o peor) y ahora nos tocan las medidas duras, porque hasta que no se descubra una vacuna o algún antiviral efectivo no hay más remedio que separarnos al máximo, todos, durante 2 o más semanas, dependiendo de lo bien que lo hagamos.

Hemos pasado de la hipermobilidad a la reclusión*. Y quizás deberíamos aprovechar este enclaustramiento forzoso para reflexionar sobre todo lo que nos está diciendo el coronavirus con su origen, propagación, freno, ...

→ ¿Qué nos dice el origen del Covid-19? Como en los anteriores virus de Marburg (1967) y Ebola (1976), el actual surgió de algún animal silvestre, probablemente murciélagos, aunque al principio se habló también del pangolín. Seguramente estos virus acabarían llegando a los humanos, pero cuanto más tarden mejor porque así tendremos más tiempo para investigarlos y buscar vacunas y medicinas. Y para retrasarlos al máximo deberíamos dejar en paz a los animales silvestres, respetando sus ecosistemas y limitando nuestra invasión de la Biosfera (ecológicamente somos una especie de plaga que todo lo invade), hay que prohibir el comercio de animales, al menos el de los animales silvestres (muchos de ellos en peligro de extinción además). Quien realmente quiere a un animal no lo secuestra de su hábitat ni lo encierra en una jaula, se va a la protectora más próxima y adopta alguno abandonado.

→ Una vez infectado el «paciente 0», el virus se reprodujo dentro de su cuerpo y fue infectando la gente cercana, por contacto directo o por las gotitas de los estornudos. Así se propagó por Wuhan y en un par de meses consiguió llegar a más de 100 países, lo cual se explica por el intenso tráfico de personas y mercancías que impera. Tenemos que reducir la hipermobilidad, por el peligro de los virus y porque el sector del transporte es el principal emisor de CO2 en Europa y España, el mayor responsable de la emergencia climática que puede resultar mucho más peligrosa y mortífera que el coronavirus, y después de 40 años de reuniones internacionales inútiles sólo nos quedan ya unos 8 años para resolverla. Curiosamente, estos días de pandemia y reclusión, con el tráfico y la industria casi parados en muchos lugares, han disminuido las emisiones de CO2 y la contaminación (lo que es bueno para la salud también es bueno para la Naturaleza, y viceversa).

→ Otra causa importante de la rápida propagación ha sido la lenta actuación de gobiernos nacionales y las instituciones internacionales, lastrados por los grandes intereses comerciales, la globalización y el miedo a la impopularidad y la pérdida de votos. Y ese retraso es muy peligroso: un estudio de la Universidad de Southampton indica que si el gobierno chino hubiera actuado una semana antes, el 66% de los casos se hubieron evitado. Y lo mismo se podría decir del gobierno italiano, del español y de algunos otros (el de Inglaterra puede ser el campeón de los retrasados, ya veremos qué pasa con su estrategia). Así pues, los gobiernos deben pensar más en la salud de sus ciudadanos que en cualquier otra cosa.

→ En esta crisis hemos visto también como los hospitales privados derivaban a los pacientes afectados hacia los hospitales públicos, que se han visto desbordados, lo cual aumenta la mortalidad. Con el agravante de que durante los pasados años hubieron fuertes recortes en la sanidad pública, en beneficio de la privada, y ahora tenemos sólo 3 camas hospitalarias por cada 1.000 habitantes, cuando la OMS recomienda 9. Por lo tanto es necesario mejorar y ampliar la sanidad pública, dotándola de suficiente presupuesto, medios y personal, porque nos beneficia todos y no se escaquea ante problemas tan graves como éste.

→ Por otro lado, durante muchos años se ha dejado la atención a los mayores en manos privadas, convirtiéndola en un negocio, y ahora se ven las carencias sanitarias de estas residencias, que funcionan con personal escaso y muy explotado, que se ha visto totalmente desbordado por la epidemia. De hecho, las residencias que acumulan más casos de infectados son privadas: Monte Hermoso de Madrid (19 fallecidos ya), Fundación Elder del Tomelloso (15 fallecidos), Sanitas San Martín de Vitoria (8 fallecidos), Fundación Consuelo Guasch de Capellades (6 fallecidos), ... Lo ideal en este sector, con escasez de plazas y largas listas de espera, son las cooperativas de jubilados que se autogestionan ellas mismas, pero donde no las hay las residencias deben construirse y gestionarse públicamente, porque la atención a los mayores es un derecho fundamental que no puede convertirse en un burdo negocio donde lo principal son los beneficios de los inversores.

→ Además, si queremos mantener una semicuarentena efectiva hay que ayudar a los más desfavorecidos que están sólos o son pobres, de forma que puedan subsistir estos días sin salir de casa o del albergue; por razones humanitarias, éticas e incluso por egoísmo porque cuántos más pobres y gente haya en las calles más se propagará el virus y más nos afectará a todos. Igualmente hay que ayudar a quienes pueden perder el trabajo o viven al día y a los autónomos de bajos ingresos que no van a cobrar durante estas semanas, hay que darles algún subsidio, y apoyar a las pequeñas empresas que pueden resultar muy afectadas. Y paralizar las hipotecas, para que nadie se vaya a la calle.

→ Otra cosa imprescindible es fomentar el sentido común y la responsabilidad de todos, no tendría que ser necesario un gobierno autoritario como el de China ni militares en las calles para obligar a la ciudadanía a cumplir los protocolos de cuidarse a sí misma y cuidar a los vecinos, tendría que haber suficiente inteligencia y civismo para actuar así. No tendrían que suceder irresponsabilidades como aprovechar el cierre de centros educativos o laborales para irse a la montaña, a la costa o a un partido de fútbol. Hay que cambiar ya la asignatura de Religión por otra de Derechos y Deberes Humanos o algo así.

→ También tendríamos que aumentar la investigación pública para poder solucionar rápidamente crisis como ésta, fomentar la colaboración internacional para ayudarnos mutuamente entre los países, consumir productos locales preferentemente porque si dependemos tanto del exterior, en situaciones críticas (cierre de fronteras, embargo petrolero, guerras, etc), podemos quedarnos desabastecidos de bienes necesarios. Por lo tanto tenemos que cuidar mucho a nuestros campesinos, porque la alimentación (ecológica) es lo más importante y tender hacia el autoabastecimiento alimentario, porque vendrán crisis peores (si no cambiamos) y si seguimos arruinando y abandonando los campos, también aquí pueden escasear los alimentos y volver el hambre.

→ Respecto al dinero requerido, el gobierno puede utilizar las partidas de dudosa o nula necesidad asignadas a compras de armamentos, nuevas infraestructuras, iglesia, monarquía, etc., además de decretar impuestos especiales a los millonarios y luchar contra el gran fraude fiscal y la corrupción. Y no olvidemos que la banca nos debe más de 60.000 millones d’€, es hora de que los devuelvan con intereses, igual que han hecho en otros países, porque los necesitamos para resolver la crisis que se avecina y para mejorar la sanidad, la educación, la dependencia, las pensiones, ...

Pedro Domínguez

* En www.lariberaenbici.net recomendamos lecturas y vídeos, para entretenerse y reflexionar sobre todo lo que está pasando...

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