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Las cárceles canarias no disponen de traductor pese a tener 800 extranjeros

Martes.12 de agosto de 2008 521 visitas Sin comentarios
Correo Tortuga - MOC Tenerife #TITRE

Fuente de la información

Ni el Centro Penitenciario Tenerife II ni el de Salto del Negro cuentan en
su plantilla con un intérprete que ayude a los funcionarios a atender
correctamente a los internos. Ni siquiera hay un traductor de inglés, y
mucho menos de wolof, por lo que son los propios presos los que hacen de traductores de sus compañeros.

G. MAESTRE, S/C de Tenerife

La precariedad de los centros penitenciarios canarios sigue saliendo a la
luz, ya que a las continuas denuncias de los sindicatos alertando de la
masificación y de la falta de medios que sufren las prisiones, ahora se une el hecho de que, pese a que la extranjera es probablemente la población reclusa mayoritaria, ninguna de las cárceles del Archipiélago cuenta con un solo intérprete.

En Tenerife II la llegada de extranjeros es continua, hasta el punto de que ocupan la práctica totalidad de los tres módulos destinados a presos
preventivos, es decir, que son alrededor de 400, y en Salto del Negro la
situación es si cabe peor, puesto que si bien el número de presos
extranjeros es similar, la situación de masificación es peor que en la
prisión tinerfeña, llegándose a dar el caso de que envían a muchos de estos
presos extranjeros a Tenerife II ante la falta de espacio.

Así las cosas, las prisiones cuentan con más de 800 presos extranjeros -es
imposible concretar la cifra exacta por tratarse de una población que varía
prácticamente a diario-, y ni un solo traductor para atender sus demandas e
incluso para informarles de las normas. "No es que no haya traductor de
wolof o idiomas africanos, es que no hay ni siquiera de inglés o francés, y
todo lo hacemos gracias a los conocimientos que nosotros mismos tenemos,
aunque en la mayor parte de los casos lo que hacemos es pedir la
colaboración de algún otro interno. Afortunadamente en su mayoría los
subsaharianos son gente muy tranquila y educada y nos facilitan mucho
nuestro trabajo", explica un representante del sindicato mayoritario en
Tenerife CSI-CSIF.

La comunicación entre los internos y los funcionarios de prisiones se ve así
muy mermada "y en muchas ocasiones logramos entendernos por pura mímica",
explica este responsable sindical que ademas añade que "nos ha pasado en más
de una ocasión que sabemos que un interno está enfermo porque nos hace el
gesto de tocarse la barriga o la cabeza".

Y es que esta es una variante más. El hecho de que ni ellos sepan expresarse
en castellano ni los funcionarios dominen lenguas tan complejas como las
africanas, o el ruso o rumano, complica el diagnóstico de las dolencias que
pueden sufrir y es una vez más la ayuda de los propios compañeros de prisión
la que posibilita que se les pueda atender correctamente.

Algo similar ocurre con las visitas que los abogados suelen realizar a sus
clientes en prisión.

"En la mayor parte de los casos se trata de abogados de oficio y no pueden
disponer de un traductor exclusivo para ellos, así que hacemos un poco la
vista gorda y permitimos a uno de los internos que conozca el idioma hacer
de intérprete en el momento de acudir a la cita y ayude a su compatriota en
su defensa. No es demasiado correcto desde el punto de vista reglamentario,
pero es que somos nosotros, los trabajadores, los que tenemos que buscar
soluciones para todo y a corto plazo", indica el sindicalista.

Mafias africanas

Y es que entre los muros de los centros penitenciarios las cosas se ven de
otra manera muy diferente y el encontrar a alguien que hable tu idioma es
fundamental; así, este funcionario explica que "es muy triste comprobar cómo
las mafias que están operando en África utilizan a estas pobres personas
para mantener su negocio. A muchos de ellos los engañan y les dicen que
tienen que hacerse pasar por el patrón del cayuco y que pasarán unos días en
prisión pero que luego saldrán. Si no lo hacen, les dicen que irán a su país
de origen y matarán a sus familias. Cuando llegan aquí y consiguen a alguien
con quien entenderse hablando, le preguntan que cuántos días estarán
encerrados y cuando se les dice que seguramente serán años, es muy duro
verlos llorar."