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La revolución rusa de 1905

Jueves.5 de diciembre de 2024 66 visitas Sin comentarios
Política Noviolenta. #TITRE

Gene Sharp publicó en 2005 en la editorial Extending Horizons Books el libro «Cómo Librar la Lucha Noviolenta: Prácticas del Siglo XX y Potencial del Siglo XXI«.

“Instruye sobre cómo planear estratégicamente la acción noviolenta, una técnica para librar conflictos que usa la protesta, nocooperación e intervención. Establece paralelos entre la estrategia noviolenta y la militar. Documenta 23 casos que muestran cómo la acción noviolenta ha sido aplicada en conflictos a través del mundo en el siglo XX”.

El libro consta de 458 páginas.

Vamos a publicar en este blog los 23 ejemplos de acción noviolenta dentro de la sección de Resistencias Civiles para documentar la amplísima y variada lucha noviolenta a lo largo de la historia y de la geografía humana.

Lo iniciamos con el ejemplo de la revolución rusa de 1905 en el que la tensión entre la noviolencia y la violencia es patente. Se dice en el texto: Las huelgas involucraron frecuentemente a muchas personas y duraban semanas, mientras que la violencia usualmente involucró menos participantes y fue más breve. Sin embargo, y como siempre, sólo nos ha llegado la versión violenta de esta lucha. De la noviolenta no se habla ni en los libros de historia. Es hora de recuperar esta parte de la historia de la Humanidad y de conocer la realidad más plenamente.

LA REVOLUCIÓN RUSA DE 1905

Preludio a la revolución

A comienzos de 1900, el Imperio Ruso abarcaba desde Europa Occidental hasta el Cáucaso por el Sur, y por el Este a través de Siberia hasta el Mar de Bering. El Imperio había sido gobernado por mucho tiempo por zares que creían en su derecho divino a gobernar como autócratas, tal y como asumía el Zar de entonces, Nicolás II. Gran parte de la sociedad dentro del Imperio se encontraba en proceso de cambio. Tres cuartas partes de la población vivía de la tierra, pero muchos campesinos se estaban mudando a las ciudades y las industrias estaban creciendo. Ese crecimiento trajo aparejado el descontento laboral y el estallido de importantes huelgas. Debido a las condiciones políticas y sociales, existía también un alto grado de insatisfacción entre los campesinos, los estudiantes, y la clase intelectual, la llamada intelligentsia. Se habían fundado periódicos ilegales para expresar el descontento político. Aunque existían cuerpos de gobiernos locales electos por el pueblo, llamados zemsrvos, a nivel provincial y distrital; así como otros cuerpos similares nombrados dumas, a nivel municipal, el voto era altamente restringido.

Fermento durante 1904

Una Unión de Liberación que representaba a los liberales fue fundada en enero de 1904. Su declaración de principios demandaba la conformación de una asamblea constituyente elegida en base al sufragio universal, directo, igualitario y secreto; la incorporación de derechos humanos y civiles dentro de la Ley Fundamental del país, y la igualdad de todos ante la ley, con independencia de sexo, religión o nacionalidad. Durante ese verano el gobierno permitió cierto grado de expresión pública de las opiniones disidentes. Dentro de los muchos partidos ilegales de oposición se encontraba el Partido de los Revolucionarios Socialistas, el cual favorecía a los campesinos y a menudo perpetró asesinatos de funcionarios prominentes del gobierno. El Partido del Trabajo Social Demócrata de Rusia (Social Demócrata) incluía a los Mencheviques, quienes eran marxistas relativamente moderados, y los Bolcheviques, dirigidos por Vladimir Lenin, quien tenía una visión distintiva del rol de élite del Partido, su misión, y la responsabilidad de atacar al Estado con violencia y usarla además para reestructurar la sociedad. El régimen zarista buscaba reprimir a ambos partidos.

El año comenzó con el estallido de una guerra. Los intereses imperiales rusos y japoneses en el noreste de Asia chocaron, y en enero de 1904 el ejército japonés atacó la ciudad rusa de Port Arthur. El grueso de las tropas rusas, sin embargo, permaneció en la Rusia Europea y fue usado para aplacar huelgas y demostraciones. En febrero de 1904, se permitió la creación de una organización de trabajadores en la capital, San Petersburgo. El gobierno esperaba que si se le prohibía convertirse en un sindicato y que abordara temas políticos, esta nueva organización prevendría el establecimiento de organizaciones más radicales. Muy pronto, la recién fundada Asamblea de Trabajadores de Factoría de San Petersburgo alcanzó la cifra de 100,000 miembros. La Guerra contra Japón fue violenta y a la parte rusa le fue muy mal en ella, lo que le restó apoyo al gobierno en el país. Esto contribuyó a generar inquietud en la población. Algunos reservistas llegaron a amotinarse. A pesar de la guerra, el régimen no podía ignorar los serios problemas domésticos. El gobierno buscó controlar los zemstvos e impedirles que expandieran sus poderes. Las nacionalidades no rusas sometidas se resistían a los esfuerzos de convertirlas en seudo rusas a través de la imposición del lenguaje y la cultura, y demandaban mayores libertades. Los disidentes liberales celebraban mítines, disfrazados como banquetes, para agitar en pro de una constitución democrática. Se desató violencia de grandes proporciones contra los judíos. Las clases media y alta, con la excepción de los clérigos y mercaderes, dieron a conocer declaraciones antigubernamentales sin precedentes. Los estudiantes hicieron lo mismo, y también efectuaron demostraciones. Los liberacionistas organizaron uniones profesionales, y como grupo político se hicieron más fuertes que los socialistas. Las barreras entre los educados y los no educados, y entre la intelectualidad anti gobierno y las masas pro monárquicas, se estaban debilitando. Las demandas de los trabajadores por salarios más altos y horarios de trabajo más cortos lograron que fuesen escuchados por los liberales y los socialistas. En algunas partes del Imperio existían condiciones para casi una revuelta abierta. Los diferentes grupos socialistas se concentraron en organizar a los trabajadores, en labores de propaganda, en controlar las huelgas cuando sucedían, y en penetrar las fuerzas militares. Sin embargo, no tenían un plan para derrocar al gobierno monárquico en un futuro cercano. En la distante Bakú, en el Mar Caspio, los huelguistas ganaron el derecho a una jornada laboral de 9 horas y aumento de salarios, pero fracasaron en ganar una asamblea constituyente y derechos civiles. La guerra continuaba yendo mal para los rusos, y el 20 de diciembre se rindió Port Arthur.

Huelgas, petición, y una marcha

Una semana después, 350 trabajadores de la fundición Putilov en San Petersburgo, la capital, demandaron la reincorporación de cuatro trabajadores expulsados. Cuando eso falló, virtualmente la plantilla entera de 13.000 obreros se marchó en calma. La noticia se diseminó rápidamente. Los huelguistas de Putilov fueron acompañados por otros y un nuevo método, la huelga general, fue adoptado. Los trabajadores se mostraron renuentes a usar la violencia. A mediados de semana, 25.000 trabajadores estaban en huelga. En una reunión de los huelguistas celebrada el 6 de enero de 1905, el Padre Georgi Gapon anunció que era tiempo de apelar al Zar por cambios, tanto políticos como económicos. Circuló una petición basada en la visión de que el cambio político era el precursor del cambio económico. La petición no era anti monárquica. Le pedía al Zar una jornada de trabajo de 8 horas, mejoras de salarios, derechos humanos, sufragio secreto universal, representación popular, una asamblea constituyente electa por el pueblo, y otras demandas. El 7 de enero, el 85% de los 175.000 trabajadores de la capital se encontraban en huelga.

Domingo Sangriento

Una marcha para entregar la petición al Zar fue planeada para el 9 de enero. Los trabajadores y sus familias iban a concentrarse para la marcha en los diferentes salones de reunión de la ciudad. A partir de ahí, marcharían en columnas hacia puntos de convergencia, para eventualmente unirse todos en la Plaza del Palacio, frente al Palacio de Invierno del Zar. El Padre Gapon presentaría allí la petición, firmada por varios miles, al Zar Nicolás II en persona. El Padre Gapon le informó al gobierno de la marcha pacífica. Las órdenes emitidas por el Ministro del Interior, Svyatatopolk-Mirsky, al Prefecto de San Petersburgo para que arrestara a Gapon y sus asistentes, no fueron ejecutadas. Un intento del famoso escritor Máximo Gorky y otros diez intelectuales para persuadir al gobierno de que permitiese la marcha, fracasó. 20.000 tropas, ocho Mayor Generales, y la policía, se prepararon para detener a los marchistas. A pesar del frío, los marchistas se mantuvieron pacientes y en orden. Sacerdotes, íconos, estandartes religiosos, la bandera nacional rusa, y retratos del Zar y la Zarina, encabezaron la procesión. Tras recorrer una milla y media, en el Arco del Triunfo de Narva, frente a importantes edificios gubernamentales, la policía y las tropas bloquearon el paso a los marchistas. Cuando los marchistas desconocieron las órdenes de dispersarse, la guardia montada cabalgó sobre ellos. Los marchistas reagruparon sus líneas y ocho rondas fueron disparadas contra la multitud. Esencialmente lo mismo le sucedió a las otras procesiones. Posteriormente, miles de marchistas y otras personas se congregaron en la Plaza del Palacio. Después de unos disparos de advertencia, las tropas dispararon directamente a la multitud tanto allí como en la cercana Plaza Nevsky. En la Isla Vasilievsky, una sección de la ciudad, un grupo de estudiantes, quienes habían fracasado previamente en su intento de inducir a los marchistas a usar la violencia, se unieron entonces a la marcha, establecieron barricadas, y provocaron a la policía. Las cifras oficiales reportaron 95 muertos y 333 heridos, de los cuales 34 murieron. Muchos muertos y heridos adicionales fueron retirados de forma privada. El Padre Gapon le habló el día siguiente a los liberales y les envió un mensaje a los trabajadores de que continuaran la lucha. Los diferentes tipos de revolucionarios rusos del siglo diecinueve se habían siempre encontrado con un gran problema sin resolver: cómo destruir la ingenua fe de los campesinos en el Zar. El Domingo Sangriento destruyó esa alianza de los pobres con el Zar, y todas las clases se voltearon contra el sistema zarista.

Huelgas y lucha

Una revuelta predominantemente noviolenta sucedió espontáneamente a estos eventos. No había plan, ni estrategia. Los medios de lucha empleados fueron mayormente huelgas y otras formas de nocooperación, así como protestas simbólicas tales como marchas. Sin embargo, hubo también actos secundarios de esporádica pero significativa violencia. Las huelgas involucraron frecuentemente a muchas personas y duraban semanas, mientras que la violencia usualmente involucró menos participantes y fue más breve. Tanto los liberales como los socialdemócratas fueron tomados por sorpresa por la masiva revuelta popular. El 11 de enero de 1905, el Ministro de Finanzas advirtió que los sucesos del Domingo Sangriento habían reducido el crédito de Rusia en el extranjero. San Petersburgo fue colocada bajo Ley Marcial el 12 de enero, pero después de unos días, fueron retiradas las patrullas militares y las huelgas terminaron. En Riga, en lo que es ahora Letonia, los choques violentos causaron la muerte de 70 personas durante una marcha de 15.000. Después del Domingo Sangriento, los huelguistas originales de Putilov declararon que continuarían la huelga y otros se les sumaron, incluyendo trabajadores del gas y la electricidad. Los estudiantes, trabajadores de las facultades universitarias y abogados, también se declararon en huelga. Varias asociaciones profesionales denunciaron al gobierno y llamaron a la formación de una asamblea constituyente. Los zemstvos y dumas de todo el país albergaron fuertes protestas. Las demandas económicas y nacionalistas fueron diseminadas entre las nacionalidades fronterizas con Rusia, y dondequiera que estaban activos los revolucionarios socialistas. Cuando a los trabajadores se les agotó el dinero y la comida, retornaron al trabajo con el fin de comer, pero se mantuvieron listos para ir a la huelga otra vez. Generalmente, los campesinos permanecieron en calma, pero en algunos lugares hubo violencia significativa. En el Transcáucaso, las huelgas, especialmente las protagonizadas por los ferroviarios, comenzaron el 18 de junio. Las huelgas existentes alentaron el surgimiento de nuevas huelgas. Al ver dicho ejemplo, los campesinos se involucraron en otras formas de resistencia. La fe en la posibilidad del cambio fue fortalecida. Ese mes, casi todas las instituciones de estudios superiores fueron cerradas por huelgas o por órdenes del gobierno, emitidas con el fin de dispersar a estudiantes que protestaban. Estas altas casas de estudios permanecieron así casi todo el año, lo que hizo que los estudiantes pudieran participar a tiempo completo en la lucha. Las minorías nacionales establecieron sus propias organizaciones y emitieron publicaciones en sus lenguas nativas. Los socialistas de cualquier tipo no se encontraban preparados para estos eventos y fueron incapaces de proveer liderazgo. Muchos de los socialistas no tenían confianza en los trabajadores, aunque intentaron organizar a algunos de ellos y enviar propaganda a los soldados. Los soldados eran hostiles a los estudiantes. Los liberales desafiantes estaban mejor organizados. El historiador Sidney Harcave reportó que los liberales aprobaban métodos que no “dañaran ni a las personas ni a las propiedades”. Para finales de enero, hasta los monárquicos pedían una asamblea electa. En los actos imperiales de febrero 18, el Zar reprendió a los participantes en las demostraciones y reafirmó la autocracia. Pero también concedió el derecho de petición y, aunque vagamente, ordenó la confección de un plan para crear algún tipo de cuerpo electo. El malestar continuó. Las escuelas y los hogares de la gente pudiente fueron usados para reuniones antigubernamentales. Las minorías dominadas por los rusos, incluyendo a los judíos, musulmanes y mongoles, plantearon demandas. Los campesinos, usualmente de forma independiente pero a veces con participación de los revolucionarios socialistas, demandaron reformas y a veces hablaron de una redistribución violenta de la tierra. Algunas haciendas fueron incendiadas. Mientras tanto, la guerra con Japón se tornó extremadamente sangrienta. Los Socialdemócratas comenzaron a distribuir volantes y a organizarse dentro de las tropas que permanecían en casa. El resentimiento de los soldados hacia la guerra y sus condiciones estaba creciendo.

Fortalecimiento organizacional

Los liberales usaron el relajamiento de los controles para avanzar las reformas que proponían, mientras que dentro de las masas estaban emergiendo organizaciones nuevas o revitalizadas. Durante la primavera y el verano se establecieron un amplio número de organizaciones basadas en profesiones, ocupaciones o puntos de vista políticos. La Unión por la Liberación presionó en el mes de marzo por el establecimiento de una asamblea constituyente, basada en el sufragio universal, la separación entre la Iglesia y el Estado, mayores derechos para las minorías nacionales, el derecho a la huelga, una jornada laboral de ocho horas, y seguros provistos por el gobierno (de salud, vejez y vida). En abril, al menos 80.000 huelguistas se encontraban en paro y en mayo la cifra llegó a casi 220.000. Una de las huelgas más prolongadas, conducida por 70.000 trabajadores textiles, ocurrió en Ivano-Voznesensk, al noreste de Moscú. Las condiciones eran a menudo bien duras, y se añadían posteriormente demandas políticas a las demandas económicas iniciales. El primer soviet, una organización legal de base que frecuentemente asumió poderes políticos, también comenzó allí. (Este soviet era muy diferente de las posteriores instituciones de la Unión Soviética, controladas por el Partido Comunista.) La organización de sindicatos —la cual era expresamente ilegal— comenzó en enero y continuó hasta la primavera, con la esperanza a largo plazo de establecer una unión de uniones. Tanto los profesionales como la clase trabajadora formaron uniones y se dieron cuenta que podían operar más o menos de forma abierta. La Unión de Uniones se convirtió en realidad. Varias acciones para contrarrestar todos estos eventos fueron organizadas por diferentes grupos, conocidos colectivamente como los Cientos Negros. Estos incluían a fuertes simpatizantes de la monarquía y de la dominación de las minorías nacionales por parte de los rusos, así como también gente afectada económicamente por las huelgas, y simples vándalos. En mayo, 50 personas reunidas en Moscú hicieron planes para organizar la primera unión de campesinos de Rusia. Creció en fuerza en Agosto y Septiembre. Las urgencias de los Revolucionarios Socialistas por emprender acción violenta resultaban atractivas para los campesinos, debido a que enfrentaban la posibilidad de cosechas muy pobres y una posible hambruna. Tras la derrota de la flota rusa por los japoneses el 14 de mayo, el Zar buscó la ayuda de los Estados Unidos para negociar la paz, la cual fue firmada el 23 de agosto de 1905 en Portsmouth, New Hampshire. Debido a la vasta separación física, los soldados rusos en el Lejano Oriente recibieron propaganda revolucionaria mucho después que el resto de la población. Casi un 1.000.000 de tropas regresaron a casa lentamente. No gozaban de la confianza del gobierno.

Huelgas y violencia en primavera y verano

Durante la primavera y el verano, brotaron numerosas huelgas de ferrocarrileros, frecuentemente acompañadas por demandas políticas y a veces por violencia. Hubo choques entre trabajadores y tropas en la provincia de Polonia Congreso. También se registró violencia en Kharkov y entre musulmanes y armenios en Bakú. En el Mar Negro, la tripulación del acorazado Potemkin se amotinó el 15 de junio y mataron, arrojaron por la borda, o aprisionaron a sus oficiales. Sólo otro barco intentó amotinarse, pero la flota entera del Mar Negro fue desactivada. La violencia agraria fue significativa en las provincias del Báltico y en Georgia. En Polonia, las huelgas rurales fueron mucho más comunes. El corte ilegal de madera, heno, y granos propiedad de terratenientes, ocurrió frecuentemente en la Rusia europea, con muy limitados incidentes de pillaje y quema de haciendas.

El 6 de agosto, el Zar emitió una legislación para establecer una Duma estatal. Sin embargo, existían grandes problemas. No había fecha de elecciones. La Duma sólo discutiría propuestas para ser enviadas al Zar, el derecho al voto estaba estrictamente limitado, las elecciones serían muy indirectas por medio de un proceso complicado, y la Duma iba a ser dominada por los rusos y las poblaciones rurales. Esto estaba muy por debajo de lo que se había demandado. Los oponentes se organizaron en tres grupos: quienes favorecían la participación de todas maneras; los que boicotearon la participación a la par que continuaban con sus acciones pacíficas de protesta, y los que favorecían solamente un levantamiento violento. No existía preparación para un levantamiento violento, o lo que era visto como su alternativa, una huelga general. La represión contra las fuerzas antigubernamentales se intensificó.

El crecimiento de las uniones sindicales y la autonomía universitaria

Aunque ilegales, las uniones sindicales operaban abiertamente, incluyendo no sólo a los panaderos, joyeros, dependientes de comercio, trabajadores gráficos y farmacéuticos, sino también la poderosa Unión de Trabajadores Ferroviarios. Esto era mitad una organización política y mitad una unión sindical. Tanto los Mencheviques como los Bolcheviques participaban en ella. Consciente de su potencial de poder, el gobierno amenazó con reclutar a todos los trabajadores ferroviarios para el ejército, y trató de aplacarlos con un reducido horario de trabajo y un congreso de empleados ferroviarios patrocinado por el gobierno. A pesar de un boicot a las elecciones de dicho Congreso, algunos radicales que intentaban usar la nueva asociación contra el gobierno fueron electos. En septiembre, varios abogados izquierdistas y representantes de la unión en Moscú formaron un comité de huelga para llamar a una huelga general destinada a interrumpir las elecciones a la nueva “Duma Bulygin”. Sin planeamiento o preparativos, una huelga de trabajadores gráficos en demanda de aumentos salariales comenzó en Moscú el 19 de septiembre. La nueva Unión de Impresores de Moscú llamó entonces a todos los impresores a la huelga, y en un plazo de diez días muchos trabajadores en otras industrias y ocupaciones también fueron a la huelga. Las reuniones de huelga se efectuaban frecuentemente en la Universidad y el Instituto de Encuestas. Los estudiantes, organizados en la Organización Universitaria Central, también participaban. Tales reuniones eran posibles gracias a la restaurada autonomía de las universidades, las cuales protegían a las instituciones de estudios superiores de la interferencia de la policía. El malestar laboral continuó, y cuando la mayoría de los huelguistas comenzaron a sufrir económicamente, retornaron gradualmente a trabajar. Como resultado de choques violentos en Moscú, 110 trabajadores y 50 integrantes de las fuerzas gubernamentales fueron asesinados durante la huelga. El respetado Rector de la Universidad de Moscú, el Príncipe Sergei Trubeskoi, un liberal, murió inesperadamente en octubre. Aunque no era un radical, había actuado en varias ocasiones para promover un gobierno representativo en Rusia. Su muerte y su funeral fueron usados por grupos radicales para promover sus objetivos más extremos, y a su funeral asistieron miles de trabajadores, estudiantes, y miembros de la intelligentsia.

¿Huelga política o represión violenta?

Los impresores en San Petersburgo decretaron una nueva huelga de tres días en simpatía con los impresores en huelga en Moscú, y se les unieron los trabajadores del astillero y otros. Todas las demandas eran políticas. Recurrieron a la violencia, denunciaron a la Duma Bulygin, y erigieron barricadas en las calles. Veinte mil huelguistas, intelectuales y estudiantes colmaron los edificios universitarios de la capital. A pesar del entusiasmo, los Bolcheviques se oponían a una huelga masiva, argumentando que podría eclipsar la idea de un levantamiento violento. Los trabajadores de una planta del Ministerio Naval abandonaron sus puestos de trabajo, demandando sufragio directo, secreto, equitativo y universal. La huelga de algunos trabajadores ferroviarios fue respaldada en octubre 4 por un llamado a todos los trabajadores ferroviarios a declararse en huelga. Para el 8 de octubre, todas las líneas de ferrocarril estaban paralizadas con la única excepción del tren a San Petersburgo.

La no planeada Gran Huelga de Octubre

La acción de los trabajadores ferroviarios de Moscú el 4 de octubre, inició la Gran Huelga de Octubre. Aunque no fue planeada ni coordinada, y no contaba con una estrategia preconcebida, se convirtió en la primera huelga general de carácter nacional en la historia de Rusia. A diferencia de situaciones previas, se hicieron esfuerzos conscientes por continuar la huelga y expandirla, con el fin de negociar con el gobierno a favor de demandas tanto económicas como políticas. Más y más huelgas se sumaron, y las reuniones en las universidades duraban toda la noche. En el plazo de una semana, Moscú estaba virtualmente aislada y todas las actividades públicas fueron detenidas. La situación de huelga era similar en todas partes. Esto incluyó, por ejemplo, Kharkov, donde hubo violencia y milicias de trabajadores. En San Petersburgo, el movimiento de huelga revivió. El 11 de octubre, cerca de 10.000 huelguistas y estudiantes se reunieron en la Universidad. Los Revolucionarios Socialistas presionaron por el uso de métodos violentos. En San Petersburgo, las huelgas se extendieron a factorías, tiendas, oficinas, escuelas y, en un lapso de dos días, al gobierno mismo. El 13 de octubre, 50.000 huelguistas y simpatizantes colmaron las calles que conducían hacia los salones de la ciudad y la Academia de Artes en la capital. Los grupos políticos rivalizaban por llamar la atención. A menudo siguiendo las líneas del ferrocarril, la huelga se diseminó por todo el país, desde Polonia Congreso en el oeste, hacia el sur en el Cáucaso, al este hacia Siberia, y de vuelta al oeste hacia Finlandia. Excepto en Kiev, los periódicos cesaron de publicarse. En algunos lugares se registraron choques entre los huelguistas y los Cientos Negros. Las demandas pedían una asamblea constituyente, amnistía política, una jornada de trabajo de ocho horas, y el levantamiento de la discriminación legal contra las minorías, pero todos los huelguistas no estaban unidos. A veces se destruían propiedades, y en ocasiones se usaron turbas para intimidar a las personas para hacer cumplir la huelga. Se llevaron a cabo algunos asaltos contra haciendas en zonas del campo. En su momento más álgido, cerca de 1.000.000 de trabajadores de factorías, 700.000 trabajadores ferroviarios, 50.000 empleados gubernamentales, y muchos miles de profesionales, estudiantes y funcionarios estaban en huelga. Una minoría de obreros no apoyaron la huelga, y entre los huelguistas existieron algunos que estaban a favor de métodos violentos, los cuales emplearon. Las dumas generalmente apoyaron la huelga o tomaron una posición de neutralidad. Ninguna organización o individuo sirvió como líder o líderes de la huelga general. Ciertos líderes operaron sólo localmente y estaban frecuentemente aislados. En algunos lugares actuaron comités de huelga para mantener el orden y suplir necesidades abriendo panaderías y tiendas de víveres, por ejemplo. En algunos lugares se organizaron milicias de estudiantes y trabajadores para manejar los desórdenes. En ocasiones, Soviets recién organizados asumieron funciones para las cuales no existía base legal dentro de su mandato.

Poder y concesiones

Todo lo que el gobierno hizo para detener la expansión de la huelga fracasó. Los trabajadores se dieron cuenta del poder que poseían debido a la huelga, y se convencieron de que esta acción tenía un gran potencial para cambiar la situación política. La administración central del gobierno se encontraba prácticamente sin poder alguno. El Zar ordenó al General Trepov que usase soldados con munición viva si fuese necesario para aplacar la resistencia en San Petersburgo, pero la orden nunca se cumplió. Tras varias consultas, el Zar firmó el 17 de octubre un decreto imperial, conocido como el Manifiesto de Octubre. Se comprometía a conceder libertades cívicas y personales e inmediatamente le dio a algunos grupos, privados anteriormente de sus derechos, el derecho a la participación en la Duma estatal, a la misma vez que dejaba a la nueva legislatura la decisión sobre el principio de sufragio equitativo. El manifiesto también aseguraba que ninguna ley podía entrar en vigor sin el consentimiento de la Duma estatal, y que se les debía permitir a los representantes del pueblo la participación en supervisar las acciones de los funcionarios designados por el gobierno. El Zar había jurado que nunca llegaría tan lejos. Por otra parte, la nueva Duma sería responsable sólo ante el Zar. Él tenía que aprobar todas las decisiones del Consejo y las designaciones de personal para los departamentos ejecutivos. La asamblea constituyente, una de las principales demandas de los Liberacionistas, no fue parte del Manifiesto de Octubre. Hubo celebraciones multitudinarias y procesiones en muchas ciudades, pero también cautela. La mayoría de la población percibió el manifiesto como inadecuado, y se veía la continuación de la lucha como algo necesario. Un prisionero político recién liberado fue asesinado en Moscú por un miembro de los Cientos Negros, y los estudiantes que asistieron a su funeral fueron atacados por cosacos del gobierno. Los estudiantes entonces tomaron un edificio universitario en Moscú y se atrincheraron en él. Sin embargo, muchas demostraciones se llevaron a cabo por tres días sin represión gubernamental, excepto en Minsk. Los soldados demandaron el derecho a organizarse y asistir a reuniones, y soldados y marineros de uniforme se unieron para demandar la liberación de los marineros amotinados del Potemkin. Los grupos minoritarios reafirmaron sus derechos, sin hostilidad hacia los rusos. Todo indicaba que la gente estaba lista para una continuación de la lucha en todas partes del Imperio. Hubo tres días de inacción y aparente desesperanza por parte de las fuerzas gubernamentales. Sin embargo, los grupos monárquicos no gubernamentales se involucraron en actos de violencia, atacando a manifestantes revolucionarios. 500 personas fueron asesinadas en un pogromo anti judío que duró tres días.

Días de Libertad

La gente y las organizaciones involucradas en la huelga general no esperaron por el permiso del gobierno para hacer lo que ellos creían que era lo correcto. Simplemente lo hicieron. Las semanas que siguieron al Manifiesto del Zar del 17 de octubre se convirtieron en “días de libertad”. La huelga fue levantada por necesidades económicas, pero sólo temporalmente. El soviet de San Petersburgo continuó operando. Decretó el fin de la censura y le ordenó a los impresores que rehusaran imprimir periódicos que habían sido sometidos a los censores. Para el otoño, existían por todo el imperio 50 Soviets de trabajadores, varios Soviets de campesinos, e incluso, temporalmente, varios Soviets militares. El soviet de Moscú tenía 80.000 miembros. Los Soviets comenzaron a mantener contacto entre ellos y, por alrededor de dos meses tras el 17 de octubre, ejercieron poderes gubernamentales de forma extra legal. Las organizaciones ilegales celebraron reuniones públicas, y los sindicatos comenzaron a planear la celebración de un congreso nacional. Las organizaciones de partidos liberales operaron abiertamente. Los socialistas de los tres partidos, sin embargo, seguían siendo perseguidos y por lo tanto continuaban operando en secreto o se habían marchado al exilio. Los derechos de Finlandia fueron restaurados por el Zar el 22 de octubre, tras años de resistencia noviolenta. Los grupos y organizaciones de campesinos se fortalecieron en varias provincias, y alcanzaron 200.000 miembros en 26 provincias. Hubo también una violencia significativa por parte de los campesinos. Sin embargo, en el Segundo Congreso de la Unión de Campesinos, celebrado en Moscú a principios de noviembre, la mayoría de los delegados se opuso a los actos individuales de violencia y favorecieron el empleo de presión pacífica para redistribuir la tierra. No se emitió ninguna resolución a favor de un levantamiento violento.

Descontento militar y resistencia popular

Todas las ramas de las fuerzas armadas llevaron a cabo actos de conducta desobediente o motines durante estas semanas, lo que incluyó la Base Naval de Kronstad en el oeste, Vladivostok en Siberia, y tripulaciones de algunos barcos en el Mar Negro. Sólo durante noviembre, el ejército tuvo que lidiar con 26 motines o cuasi motines, aunque fue menos afectado que la Marina. Los soldados que retornaban de la guerra socializaban frecuentemente con los civiles radicales. El 24 de noviembre, las nuevas regulaciones para la prensa terminaron con la pre censura, aunque si los censores no estaban satisfechos con lo publicado, todavía podían cerrar las publicaciones y encarcelar a los editores. Publicaciones que hasta entonces circulaban de forma clandestina ahora se imprimían abiertamente. Los periódicos suprimidos reaparecieron con nuevos nombres. Durante noviembre, los movimientos de masas crecieron por voluntad propia, forzando una resistencia más radical. El soviet de San Petersburgo aconsejó a los trabajadores no esperar por una jornada de 8 horas oficial, sino que simplemente se fueran a casa tras ocho horas de trabajo. Los empleadores contraatacaron cerrando sus negocios. A finales de noviembre, en Chita, al norte de Mongolia, soldados y cosacos demandaron una jornada de ocho horas y el derecho a organizarse para todos los hombres de uniforme. En Kharkov, una huelga general en toda la ciudad contó con actividades de insubordinación por parte de la guarnición militar local. El Manifiesto de Octubre claramente no había logrado pacificar el país, que se encontraba en una situación semi revolucionaria. Sin embargo, no existía una sola organización o líder para una revolución, excepto el soviet de San Petersburgo. No existía plan o programa unificado, con la excepción del objetivo de lograr una asamblea constituyente, a ser obtenido por cualquier medio. La mayoría de la población rebelde no eran socialistas de ningún partido, pero debido a las vigorosas tácticas de los socialistas y a la falta de alternativas, éstos recibieron una gran cantidad de simpatía y apoyo. Arrestos y ejecuciones El 18 de noviembre, tres días después de que comenzara una huelga de trabajadores postales y telegráficos, el Ministro del Interior, Peter Durnovo, ordenó el arresto de todos los que habían agitado a la huelga y el despido de todos los huelguistas. Esta represión condujo a nuevas huelgas de trabajadores ferroviarios y a una agitación nacionalista, especialmente en las provincias del Báltico. El mismo día, la Unión de Trabajadores Ferroviarios votó por ir a la huelga en respuesta a la orden de una corte marcial de ejecutar a varios trabajadores ferroviarios en el Ferrocarril de Asia Central. El 25 de noviembre, Durnovo ordenó el arresto de los miembros del Buró Central del Congreso de la Unión de Trabajadores Ferroviarios. El soviet de San Petersburgo estaba considerando qué medidas adicionales de resistencia tomar, cuando Durnovo ordenó el arresto del Presidente de los Soviets, George Khrustalev-Nosar, al día siguiente. No hubo respuesta inmediata, pero las ideas de tanto una huelga general como un levantamiento violento habían estado ganando simpatizantes.

Guerras financieras y falta de confiabilidad en el ejército

Finalmente, el 2 de diciembre, el Soviet de San Petersburgo —apoyado por la Unión de Campesinos, los Social Demócratas, los Revolucionarios Socialistas, y el Partido Socialista Polaco— emitió el “Manifiesto Financiero”. Esto fue un plan para librar una guerra financiera contra el gobierno zarista. El objetivo era privar al gobierno de “su última fuerza” al rehusarse a pagar impuestos, demandar el uso del oro para el pago de todo excepto las transacciones menores, y la retirada del oro de todos los depósitos en los bancos gubernamentales. También, ningún préstamo del gobierno sería pagado mientras el gobierno “se encontrase en guerra con su propia gente”. El Ministro Durnovo cerró ocho periódicos que imprimieron el Manifiesto Financiero. Sus editores fueron llevados a juicio, el sitio de reunión del soviet fue rodeado por tropas, y 250 miembros del comité ejecutivo del soviet fueron arrestados. Los miembros del comité ejecutivo que seguían en libertad llamaron a una huelga general a comenzar el 8 de diciembre. El soviet de Moscú respaldó la huelga, pero no pudo ponerse de acuerdo en si respaldaba o no la propuesta de los Bolcheviques sobre lanzar simultáneamente un levantamiento violento. El soviet adoptó la propuesta Menchevique de comenzar la huelga el 7 de diciembre, y entonces desarrollarla hacia un levantamiento violento. Ya existían motines limitados entre los soldados y marineros, y la lealtad de las tropas aún flaqueaba. Su obediencia o el surgimiento de motines en gran escala determinarían en gran parte la continuidad o el colapso completo del régimen. Cerca de dos tercios de las tropas del gobierno eran en ese momento consideradas como no confiables.

Opciones del Gobierno y los Bolcheviques

El llamado de los Bolcheviques de Moscú a un levantamiento violento no fue un acto irresponsable independiente de un grupo local. El 27 de noviembre se había efectuado una reunión del Comité Central del Partido del Trabajo Social Demócrata de Rusia (Social Demócratas) en San Petersburgo, al cual asistió Lenin, en el cual se discutieron los preparativos para un levantamiento violento. La lealtad de las tropas del gobierno todavía colgaba de un precario balance, y las posibilidades de amotinamiento eran altas, mientras que las de una victoria militar en las calles de Moscú eran muy escasas. Michael Prawdin escribe que “el verdadero propósito de los Bolcheviques era hacer creer a los trabajadores que no podían lograr nada sin organización militar y armas”. Por supuesto, esto no podía pasar si la huelga general se mantenía pacífica y tenía éxito. Adicionalmente, una revolución pacífica exitosa muy probablemente bloquearía a los Bolcheviques de tener una oportunidad seria de “tomar el poder”, lo cual era necesario en la visión de Lenin sobre cómo implementar su programa. Desde esa perspectiva, la violencia por parte de los revolucionarios y su derrota, predecible en parte porque dicho uso de la violencia estaba tan mal preparado, era por lo tanto necesaria. Esta interpretación es consistente con los comentarios de Lenin sobre la necesidad de violencia, los cuales había escrito antes del levantamiento de Moscú, y con sus comentarios sobre el levantamiento, escritos después que ocurrió. De hecho, en la visión de los Bolcheviques la derrota del levantamiento de Moscú había sido descrita como “beneficiosa”. Henry W. Nevinson, un corresponsal especial en Moscú para el diario londinense Daily Chronicle, escribió el 6 de diciembre, el día antes que comenzara la huelga general “. . . el gobierno sólo está deseando que haya disturbios para tener una excusa para el asesinato militar. Dos días después, él mismo reportó que los revolucionarios “… tenían sólo ocho rifles y una cantidad similar de buenos revólveres pero ciertamente, no poseían suficientes armas. Pero el gobierno había determinado que no podía haber demora ni se podía conceder ninguna oportunidad”. El gobierno necesitaba dinero, y el éxito militar era percibido como una ruta hacia el dinero. “Su única esperanza era alentar una rebelión mal preparada, aplastarla, y aparecer triunfante ante las naciones de Europa, para de esta forma invitar confiadamente a la concesión de nuevos préstamos en nombre de la ley y el orden” para pagar los intereses de los viejos préstamos y mantener el valor del rublo. “Para este objetivo era esencial que muriera gente en grandes números. . . La única alternativa era la bancarrota nacional . . . la gente tenía que ser conducida a toda costa hacia la violencia, o la estrategia del gobierno habría fracasado”. La huelga comenzó en Moscú el 7 de diciembre y en San Petersburgo el 8 de diciembre. Dentro de un lapso de 24 horas, Moscú estaba casi paralizada. Casi todos los trenes estaban detenidos, los servicios municipales suspendidos, y las escuelas cerradas. El soviet de San Petersburgo fue capaz solamente de apoyar la huelga, no liderarla ampliamente, debido a que sus líderes con experiencia estaban encarcelados y el soviet estaba operando de forma clandestina. Sin embargo, al cabo de una semana casi todas las ciudades del Imperio estaban en huelga. Se agitó el espíritu de rebelión. Al principio, el soviet de Moscú parecía ser el dueño de la ciudad, y la huelga estaba claramente apoyada por la población, la cual llenaba frecuentemente las calles. Los líderes de la huelga esperaban que la guarnición de Moscú se uniera a la huelga, y esto era exactamente lo que temía el Gobernador General. Los soldados habían mostrado recientemente deseos de amotinarse, y tan sólo unos pocos días antes el Segundo Regimiento de Granaderos de Rostov se había amotinado. Tal y como sucedió, el levantamiento violento aseguró que la guarnición de Moscú no se uniera al levantamiento. En las semanas previas a la huelga de Moscú había existido un considerable y extendido malestar dentro de las fuerzas armadas, el cual involucraba un cambio bien claro hacia la desconfianza, la desobediencia y el motín, incluso en el interior del Imperio. Habían brotado varios motines tanto de marineros como de soldados. El gobierno estaba preocupado con razón, porque en una crisis tendría que confiar en sus fuerzas militares para mantener su control.

“Provocando a la clase obrera”

El gobierno tenía buenas razones para querer que la revolución se tornase violenta, con el fin de derrotarla. El Menchevique P. A. Garvi notó estos esfuerzos: “… El gobierno zarista estaba deliberadamente provocando a la clase obrera. . . Un complicado sistema de organizaciones enclavadas fue establecido a través del soviet de Moscú para asegurar el control Bolchevique del levantamiento. Sin embargo, no había razón para creer que un levantamiento violento en Moscú tenía una oportunidad seria de éxito. La milicia del Partido Social Demócrata en Moscú alcanzaba un número de sólo cerca de 1.000 miembros. Estaban pobremente organizados y estaban armados con menos de 20 bombas y granadas caseras. El jefe mismo de la milicia del Partido Social Demócrata se oponía a un levantamiento violento, y otros dudaban que los soldados apoyaran semejante tipo de insurrección”. El Historiador J. L. H. Keep reporta que los trabajadores, revolucionarios de partido, e incluso algunos Bolcheviques, estaban todos incómodos con el plan. Carecían de entusiasmo e incluso creían que la derrota era inevitable. Un levantamiento violento podría dañar el prestigio del gobierno, agrega Keep, pero “no tenía oportunidad de conseguir su derrocamiento. . .” El líder del Partido Revolucionario Socialista, V. M. Zenzinov escribió posteriormente que “en lo profundo de nuestros corazones todos estábamos convencidos de la inevitabilidad de la derrota”. La insurrección violenta comenzó entonces el 10 de diciembre, y duró una semana. Incluyó tácticas de guerra de partisanos, barricadas callejeras, y fuego de francotiradores contra los soldados que patrullaban la ciudad. En contraste con el descontento, la desobediencia y los motines anteriores, las tropas ahora obedecían órdenes. El historiador Hugh Seton-Watson escribió: “La lealtad del ejército estaba ahora asegurada”.

Otras ciudades no respondieron al llamado de Moscú para que se unieran al levantamiento violento. Sin embargo, la autoridad del gobierno colapsó en cuatro ciudades importantes, a veces sin oposición y a veces con ayuda del uso de la violencia. Una vez que estuvo claro que los diferentes centros de huelgas y levantamientos violentos no se encontraban unidos en su resistencia, el gobierno inició una contraofensiva, especialmente para suprimir el levantamiento violento en Moscú. El 15 de diciembre, tropas confiables fueron enviadas a Moscú. Los rebeldes lucharon incluso hasta después que estuvo claro que no podían ganar. Los hombres que se rindieron o fueron capturados con armas fueron simplemente fusilados. El soviet de Moscú reconoció su derrota y estableció el 19 de diciembre como el fin de la huelga. Cerca de 1.000 civiles habían sido asesinados, y muchos miles fueron arrestados y frecuentemente enviados a Siberia. A pesar de la derrota en Moscú, la lucha continuó con arrojo en algunos lugares más allá de Moscú, pero no por mucho tiempo. Las huelgas fueron formalmente desestimadas o finalizadas con una gradual reincorporación al trabajo. Los arrestos se diseminaron y los periódicos radicales fueron clausurados. Los “días de libertad” llegaron a su final.

La revolución muere

La derrota del levantamiento violento en Moscú tuvo sus consecuencias predecibles. Nevinson escribió, “El fracaso de Moscú cayó como una plaga sobre toda Rusia, y se desvaneció toda esperanza.” Incluso Lenin, fuerte promotor de la violencia, reportó honestamente el resultado: “En octubre de 1905, Rusia estaba en el pináculo de un brote revolucionario. . . el período de declinación se estableció tras la derrota de diciembre de 1905. . . El punto de viraje en la lucha comenzó con la derrota del alzamiento de diciembre. Paso tras paso, la contrarrevolución pasó a la ofensiva a medida que la lucha de masas se fue debilitando.” La revolución murió gradualmente. Cuando más, el espíritu de lucha sobrevivió, pero sin continuar la resistencia. Incluso, ciertas formas de lucha noviolenta persistieron hasta 1906. La caída de la autocracia zarista fue, sin embargo, pospuesta hasta la revolución predominantemente noviolenta de febrero de 1917, la cual, al igual que en 1905, tomó por sorpresa a los partidos políticos que albergaban la idea de una revolución.

Fuente: https://www.politicanoviolenta.org/...

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