La cobardía y la batalla del Somme - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

La cobardía y la batalla del Somme

Jueves.17 de agosto de 2006 1309 visitas - 1 comentario(s)
Guerra Eterna #TITRE

Guerra Eterna

Fueron fusilados por cobardes. 306 soldados británicos comparecieron ante el pelotón de fusilamiento en la Primera Guerra Mundial por negarse a continuar luchando en una carnicería como pocas veces se había visto en los campos de Europa.

Durante décadas, sus descendientes han intentado limpiar su memoria. Alegaron desde el principio que los soldados sufrían de síndrome de estres postraumático. No estaban ya en condiciones psicológicas de combatir, pero sus mandos temían que su ejemplo se extendiera entre las filas.

El ministro de Defensa ha decidido que los 306 ejecutados serán perdonados. No se revisará caso por caso, sino que se tratará de un indulto simbólico general que los considerará también víctimas de la guerra.

Los generales que enviaban a la muerte a sus soldados en oleadas sucesivas sobre las fortificadas trincheras alemanas nunca vieron cuestionado su valor. Privilegios del mando. El general Douglas Haig sólo cumplió con su deber cuando lanzó las divisiones 21º y 22º contra la defensa enemiga en la batalla de Loos. A las 11 de la mañana del 26 de septiembre de 1915, los soldados iniciaron su avance, a pesar de que el bombardeo anterior de la artillería británica había durado sólo 20 minutos y no había provocado ninguna baja entre los alemanes ni dañado sus defensas.

Según cuenta Geoffrey Regan, el asalto, mal preparado y confiado a tropas con poca experiencia, fue en realidad una matanza:

Los alemanes difícilmente podían dar crédito a sus ojos: las tropas británicas marchaban tenazmente hacia ellos. Al llegar a las alambradas, de unos cinco metros de ancho y algo más de un metro de alto, y provistos únicamente de cizallas de mano que no eran lo bastante fuertes para cortar el grueso alambre, muchos hombres intentaban cruzarlas mientras otros se desgarraban en ellas sus manos desnudas. Otros se limitaban a correr arriba y abajo de la línea de alambradas intentando encontrar un hueco, hasta que eran alcanzados por los disparos.

Sólo cuando no quedaba duda alguna de que no había esperanza de pasar, los supervivientes de ambas divisiones se decidieron a retroceder. Era tal la repugnancia que la masacre había provocado en los alemanes que muy pocos dispararon a los soldados británicos que se retiraban.

De los diez mil hombres que ese día se lanzaron al ataque no menos de 385 oficiales y 7.861 soldados resultaron heridos o muertos. Los alemanes, por su parte, no sufrieron ni una sola víctima.

Fue un puro desperdicio de vidas humanas. El 28 de septiembre, tres días después del comienzo de la batalla, los británicos se retiraron a sus posiciones iniciales.

El prestigio de Haig no sufrió ninguna rémora. En diciembre de 1915 fue ascendido al puesto de jefe máximo de la Fuerza Expedicionaria Británica. Y lo peor estaba por venir por culpa de la batalla del Somme. Comparado con lo que ocurrió en el primer día en el Somme, lo de Loos fue un almuerzo campestre.

En esa primera jornada, los británicos sufrieron 57.470 bajas, incluidos 19.240 muertos. En el conjunto de la batalla, los ejércitos que participaron en los combates perdieron más de un millón de hombres, entre muertos y heridos. Pocas veces la vida humana había valido tan poco en una guerra que tenía lugar en la civilizada Europa.

Haig recibió el sobrenombre de "carnicero del Somme". Otros refutan esta visión crítica con el argumento de que el Somme terminó por desangrar al arsenal humano y militar del Ejército alemán, haciendo que su derrota fuera sólo una cuestión de tiempo.

Tras la guerra, Haig recibió el título nobiliario de barón por los servicios prestados al imperio, con el estipendio de 100.000 libras. Dejó una frase para los anales de la estupidez militar: "La ametralladora nunca reemplazará al caballo como instrumento de guerra".

Los cadáveres de sus soldados son una buena muestra de su clarividencia.

Pero la cobardía, aparente o real, tiene peor imagen que la victoria. Al funeral de Haig asistieron 100.000 personas. Los familiares de los soldados fusilados porque habían llegado al límite de su resistencia han tardado 90 años en reparar su nombre.

  • La cobardía y la batalla del Somme

    28 de noviembre de 2006 20:24, por Otrociosomas

    Excelente articulo, es bueno luego de mucho tiempo que se reivindique la memoria de esos pobres hombres.