Jorge Eliécer Gaitán: 60 años del magnicidio - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

Jorge Eliécer Gaitán: 60 años del magnicidio

Sábado.5 de abril de 2008 3106 visitas Sin comentarios
Kaosenlared #TITRE

El 9 de abril de 1948 fue declarada la guerra fría, entendida como una gran batalla contra el comunismo. En Colombia se inició una ofensiva sangrienta contra las clases populares.

Carlos Sánchez Ramos

Gaitan vive en la lucha colombiana

Jorge Eliécer Gaitán descollaba en el escenario nacional como el más destacado dirigente popular. Estudioso de las ideas políticas, no llegó a identificarse con el marxismo, pero su sensibilidad social lo indujo a apartarse de las orientaciones de su partido, el Liberal, y a acaudillar un masivo movimiento contra las oligarquías. Su lema fue «restauración moral» de la República y sus acciones se orientaron hacia la reparación de la injusticia social. Dado que su victoria en las elecciones presidenciales próximas a ser realizadas, era considerada como un hecho sin alternativas, su asesinato constituía una provocación criminal contra el pueblo.

En la IX Conferencia Panamericana, reunida entonces en Bogotá, Estados Unidos se proponía lograr una declaración condenatoria del comunismo. El imperialismo se sentía dueño y señor del continente y, teniendo en su poder armas atómicas, -ya utilizadas en Hiroshima y Nagasaki- consideraba factible una coalición de Estados burgueses y con ellos una arremetida contra la Unión Soviética.

El fantasma comunista

El asesinato ha sido un recurso predilecto de los partidos tradicionales colombianos para derrotar a sus adversarios. El 9 de abril lo utilizaron contra Gaitán. Gaitán desaparecería y las masas acaudilladas por él se dispersarían o serían masacradas. Los dirigentes políticos no ignoraban cuál iba a ser la reacción del pueblo. El secretario de Estado norteamericano, general Marshall, se dirigió por radio a los colombianos para hacerles creer que el levantamiento popular en Bogotá era idéntico a los protagonizados por comunistas en Batavia y otros lugares del mundo. No admitiendo que semejante calumnia fuera suficiente, la delegación norteamericana a la IX Conferencia agregó que los incendios y abaleos y ante todo el mismo asesinato de Gaitán eran obra de los militantes del Partido Comunista.

El Gobierno de Mariano Ospina Pérez, que según se ha afirmado, tenía conocimiento, tanto como Marshalll, de que se perpetraría el crimen, acogió de inmediato la calumnia atroz proferida por los yanquis y rompió relaciones con la Unión Soviética. Al encargado de negocios se le dieron cuarenta y ocho horas para salir del país. Al mismo tiempo se desató la represión contra obreros, campesinos y dirigentes de izquierda cuyas modalidades sanguinarias ampliaron las rachas de violencia que el Gobierno venía propiciando como medio para afianzarse en el poder y establecer una nueva hegemonía conservadora. El asesinato del gran dirigente fue la respuesta que dio el régimen a la Oración por la Paz que el 7 de febrero de 1948 pronunció en la plaza de Bolívar.

Oración

«Señor Presidente », dijo entonces el orador, «Serenamente, tranquilamente, con la emoción que atraviesa el espíritu de los ciudadanos que llenan esta plaza, os pedimos que ejerzáis vuestro mandato, el mismo que os ha dado el pueblo, para devolver al país la tranquilidad pública. ¡Todo depende ahora de vos! Quienes anegan en sangre el territorio de la patria, cesarían en su ciega perfidia.

«Señor Presidente. En esta ocasión no os reclamamos tesis económicas o políticas. Apenas os pedimos que nuestra patria no transite por caminos que nos avergüencen ante propios y extraños. ¡Os pedimos hechos de paz y de civilización!

«Bienaventurados los que entienden que las palabras de concordia y de paz no deben servir para ocultar sentimientos de rencor y exterminio. ¡Malaventurados los que en el Gobierno ocultan tras la bondad de las palabras la impiedad para los hombres de su pueblo porque ellos serán señalados con el dedo de la ignominia en las páginas de la historia!»

El Gobierno desoyó la Oración por la Paz. Se intensificó la persecución sangrienta, Se desarrolló una guerra entre afiliados al Partido Liberal y afiliados al Partido Conservador. Los altos mandos de esos partidos, según dijo uno de ellos, «ni autorizaron ni desautorizaron el uso de las armas» como medio para conquistar o conservar el poder. El luto cubrió decenas de miles de hogares. Aquellos mencionados mandos políticos resolvieron años más tarde crear un frente dentro del cual compartieran el poder mediante la paridad en la participación burocrática y en la representación en los cuerpos colegiados de elección popular. Sin embargo, no pusieron fin a la guerra. El campesinado, el obrerismo y el Partido Comunista continuaron siendo, hasta nuestros días, blanco de la violencia oligárquica.