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Industria española de defensa: La única que tropieza dos veces con el mismo submarino

Lunes.23 de diciembre de 2024 393 visitas - 3 comentario(s)
Enorme despilfarro de dinero público en este proyecto de Navantia. #TITRE

Recomendamos prudencia y prevención a la hora de leer este artículo, altamente complaciente y elogioso hacia la industria militar, en el que en absoluto se cita la función mortífera de los carísimos artilugios que se fabrican, ni se profundiza en las más que presumibles corruptelas que rodean a los enormes sobrecostes de este programa, de una empresa, Navantia, que se financia del erario estatal. Nota de Tortuga.


Óscar Ruiz

El programa de submarinos S-80, la joya de la corona de la industria española de defensa, además de una ambiciosa apuesta de España para diseñar y construir sus propios sumergibles, sigue dando más disgustos que alegrías. El sector, que junto al aeroespacial y al de seguridad ha mostrado en 2023 unos resultados económicos envidiables, vuelve a tropezar con este proyecto, que por su importancia y características podría poner en peligro las exportaciones de sistemas de armas nacionales al extranjero, unas exportaciones que el año pasado llegaron a superar a las de la todopoderosa Francia.

El primer submarino de la serie, el S-81 ’Isaac Peral’, debería haber estado funcionando en 2013, pero no fue entregado por Navantia (la constructora naval encargada del programa) hasta noviembre de 2023, es decir, 10 años más tarde de lo planeado. Este retraso fue solo el inicio de una cadena de demoras que también afectaron a los demás submarinos de la serie:

En total, los retrasos suman entre 13 y 17 años desde las fechas originales. La pregunta es: si no somos capaces de sacar adelante nuestros propios sumergibles, ¿cómo vamos a fabricar para los demás?

Aunque hacemos mucho hincapié en estos retrasos tan sumamente frustrantes (y perjudiciales para nuestra industria de defensa y capacidad militar operativa), el enorme reto de construir algo tan complejo como un submarino de este tipo ya de por sí merece el respeto y admiración de nuestros conciudadanos.

Por intentar demostrar la dificultad que conlleva este tipo de proyectos, se puede confirmar que los retrasos en programas de defensa no son exclusivos de España, ni mucho menos. Por ejemplo, Estados Unidos con el programa del caza F-35 Lightning II experimentó múltiples retrasos y sobrecostes antes de su entrada en servicio. Reino Unido sufrió demoras y enormes aumentos en el presupuesto durante la construcción del portaaviones HMS Queen Elizabeth. Y a Francia le ocurrió algo parecido que a España con el sumergible nuclear de ataque clase Barracuda, donde también afrontó retrasos significativos antes de su entrega.

Impacto económico del retraso del programa S-80

El programa de los submarinos S-80 es uno de los proyectos más ambiciosos y costosos de la industria de defensa española, pero los constantes retrasos en su entrega generan efectos económicos negativos importantes, tanto dentro de España como en el mercado internacional.

Cada retraso implica un aumento significativo en los costes. Originalmente, el programa tenía un presupuesto de 1.800 millones de euros, pero hoy se estima que ha alcanzado los 3.900 millones de euros. Estos sobrecostes provienen de problemas técnicos, ajustes en el diseño, pruebas adicionales y los efectos de la pandemia, entre otros factores.

Para España, este incremento en el presupuesto significa un mayor gasto público destinado a defensa, lo que puede limitar recursos para otros proyectos clave. Además, afecta la credibilidad financiera de futuros programas, ya que el desvío presupuestario genera dudas sobre la capacidad de España para cumplir con plazos y costos.

Pérdida de oportunidades en exportaciones

Los submarinos S-80 no solo estaban pensados para fortalecer la Armada española, sino también como un producto de exportación que consolidaría a Navantia como un competidor en el mercado internacional de submarinos. Sin embargo, los retrasos generan desconfianza en los potenciales compradores extranjeros. Primero por la reputación en juego, ya que países como India o Canadá, que en algún momento mostraron interés, pueden optar por otros proveedores con mejores historiales de entrega. En un mercado competitivo, empresas de países como Alemania (con los submarinos clase 212) o Francia (clase Scorpène) ofrecen alternativas más confiables y con plazos más previsibles.

Y también por el impacto en las futuras ventas. Cada proyecto retrasado hace más difícil que Navantia sea seleccionada en licitaciones internacionales, lo que puede frenar la pujante expansión de la industria naval española.

Aunque los retrasos son un problema muy serio, hay que acostumbrarse a que grandes proyectos (sobre todo en sistemas pioneros) sufran importantes retrasos y sobrecostes, pero también se pueden utilizar algunas estrategias para minimizar el daño económico y fortalecer la cultura de industria de defensa en nuestro país, comenzando por impulsar la transparencia y comunicación, con Navantia y el Ministerio de Defensa explicando claramente los motivos de los retrasos y las soluciones implementadas. Esto puede ayudar a recuperar la confianza de los socios internacionales (y reducir el malestar de la población, que lo paga con sus impuestos).

Junto con el VCR 8x8 Dragón llevamos dos “batacazos” en este sector industrial y no parece probable que ni la sociedad española ni los gobiernos venideros sean capaces de aguantar un tercer desastre industrial.

Fuente: https://www.escudodigital.com/defen...

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  • Pues mira no lo compran porque todavía no estás probado y el dragón está siendo fabricado ya así que el artículo está equivocado el dragón no es que haya sido un fiasco sino que el vehículo de prueba que es el que suele dar los fallos que es preferible que vea ahí que no cuando estén los soldados en combate falle es normal y que el submarino esté ahora en fase de pruebas y que eh estén esperando todos a que funcione todo bien también es el primero que se fabrica que te crece el primero submarino nuclear no tuvo fallos ?pues claro y los primeros coches y los primeros aviones y todo lo que se hace por primera vez tiene fallos así que hay que aguantarse y sí sobrecostes también es un sobrecoste mantener todas las ONGs y partidas del gobierno que tiene para supuestos programas que luego se lo llevan para para tomar mariscadas por ejemplo un gobierno corrupto que se gasta el dinero en un supuesto ministerio que no genera nada se salvo gastos como es el de igualdad o crear 22 monasterios que son eso eso no lo decís verdad claro como os pagan a vosotros por eso hay muchos programas fallidos sí hay muchos programas fallidos también hay un montón que alza han surtido efecto por cierto si estáis manejando Internet sois militaristas porque Internet la crió el ejército si manejáis un coche también si manejáis un camión también bien tren tb si hoy ropa ropa como tejidos como nylon y eso también sois militaristas es lo que hay o sea no podéis dejaros cuando os estáis aprovechando de esa tecnología también

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    • Apunte para pepe.
      La puntuación acorde es vital y muy necesaria en toda obra literaria, aunque también en la poesía esta el caso de omitirla (como un estilo o incluso método vanguardista), pero para hacerlo también es necesario saber emplearla.

      Para evitar o infringir toda norma de escritura (como es el caso del surrealismo o la poesía modernista) primero es necesario conocer dicha regla muy bien.

      Pero esto, evitar la puntuación en los versos, no es aconsejable hacerlo (aunque yo muchas veces la omito en ciertas obras particulares) porque el recitado en vez de ganar fluidez, simplemente, lo termina perdiendo; ya que genera una confusión en el lector hasta el grado de muchas veces mal interpretar lo que se dice.

      Muchos poetas y críticos piensan que evitar la puntuación en un poema es faltarle el respeto al lector.

      Yo, sinceramente, no pienso que sea tan así, pero es bien sabido que tiene sus contras no emplearla en una obra, por eso mismo, siempre es aconsejable usarla como la R.A.E. manda.

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