Guerra, Amor, Amor en la Guerra y Guerra en el Amor - Tortuga
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Guerra, Amor, Amor en la Guerra y Guerra en el Amor

Miércoles.28 de julio de 2021 324 visitas Sin comentarios
Pedro García Olivo. #TITRE

Guerra

Hace ya demasiado tiempo que lo sabemos todo sobre la guerra. En 1929, Erich María Remarque nos lo mostró en “Sin novedad en el frente”.

Denunció el modo en que los profesores, junto a otras instancias publicitarias, empujaron a tantos jóvenes, él entre ellos, a la guerra, la primera mundial. Los representó como marionetas de los poderes que los domaban y de las instancias que querían rentabilizar sus vidas.

Vio luego que, en la guerra, los jóvenes idealistas adoctrinados en las escuelas se convertían en monstruos, en violadores, en torturadores, en asesinos.

Anotó cómo la mayoría quedaba destrozada a nivel psíquico. Que lo que tuvieron que ver y que vivir no era lo que le contaban en los centros educativos y en la prensa de La Patria. Que esa hipocresía y ese cinismo los desestructuró mentalmente y sin cura posible.

Señaló que, cuando podían regresar a su país, allí el dolor se incrementaba: no podían ser comprendidos por las masas de consumidores de la clase media, tan felices y tan gozadoras, y ellos no entendían cómo tampoco podían no comprenderlas. “Mejor no volver”, casi llega a decirnos el protagonista.

Solo le quedaba, existencialmente, la Guerra. Y regresa a los combates, que la Paz de su Patria le daba mucho más miedo que el perecer. Herido de muerte, la noticia que se comunica a los gerifaltes del ejército y de los medios de la época es esta: “Sin novedad en el frente”.

De esta temática, configurada tan pronto por Remarque, han obtenido réditos fábulosos los pseudo-creadores de la literatura mercantil y del cine mercantil. Tras el testimonio angustioso, llega el negocio de la bonachonería progresista. Que si “Patton”, que si “Apocalipsis Now”, que si “La delgada línea roja”, que si “Nacido el cuatro de Julio”, que si "Salvar al soldado Ryan", que sí... Una cacofonía comercial, y en gran parte también ideológico-política, para reiterar lo que Erich María Remarque nos dijo antes de que naciéramos, en 1929.

Amor

En un mundo donde casi todas las palabras que se escriben con mayúsculas son mentirosas, pareciera que aún quedaba, como un aliento para la dignidad, el Amor. Belleza de amar y de ser amado. Yo creo que es un privilegio, una suerte, una fortuna, un beso en los labios de la vida.

En “Gertrud”, por los años sesenta, Dreyer pone en la boca de su protagonista, una y otra vez, la misma frase: “Pero he amado”. Al final de la película, la vemos viviendo en el medio rural, humildemente, con un huerto y unos pocos alimentos sanos.
Cuando la visita un amigo, acaso el único hombre que la estimaba como persona y no tanto como “hembra”, capaz entonces de ser su amigo sin ser su amante, recapitula toda su vida. Desde el tiempo que quemó ante un “marido al uso”, frío, egoísta, muy racional, abusador, hasta los días de sus experiencias amorosas menos convencionales, rompiendo los esquemas de la época y arriesgándose. Tampoco le salío como soñaba, y quedó el consabido reguero de melancolía y depresión.
Y una tarde se despide de su amigo, su mejor amigo, acaso su único amigo, con quien nunca hizo el amor, exclamando: “Pero he amado”.

Amor en la Guerra

En la Guerra se han dado momentos sublimes del amor verdadero. A punto de matar y de morir, bajo todos los peligros y sin ocasión para el cálculo, para el proyecto, para la organización mental de la afectividad, el amor se desata como a él le gusta, sin cortapisas, sin prejuicios, sin contratos.

En medio de los bombardeos, de los ataques, de los miedos, de las rabias, de las muertes, se suelta un amor para el cual ya no se encuentran excusas con que reprimirlo. Casi como el amor de los pobres, de los niños, de los desahuciados, de los locos, de los perdidos, de los no-terrestres... En “Enemigo a la puertas”, film de Annaud, se alude, emotivamente, a ese amor que puede con la guerra y casi gracias a la guerra.

Guerra en el Amor

Pero lo más normal, a día de hoy, ya no es tanto, en la escala de nuestras vidas, la Guerra Abierta ni el Amor Pacífico. Porque los seres individualistas, crematísticos, materialistas, desalmados, estratégicos, utilitarios, económicos, asustadizos y asustadores, sistematizados, obedientes o solo revoltosos, productores y consumidores, robotizados, los seres como nosotros, no pueden ya amar sin guerrear.

De ahí las contantes separaciones, esa euforia de amores seguidos de desamores, los afectos con fecha de caducidad, la obsolescencia programada de los vínculos sentimentales...

Si a un animal herido por la lógica de la Realidad, por la estructura de Nuestro Mundo, se le encierra o se le invita a encerrarse al lado de otro animal dañado por lo mismo, solo cabe esperar la guerra. Guerra en el amor, combate entre dos seres que, siendo en ocasiones hermosos por separado, lindos en sí mismos, terminan atacando y agrediendo de un modo sádico.

Sabiendo todo esto, suscribo a Gertrud: “Pero he amado, amo y amaré siempre”.

Puñal(h)adas
www.pedrogarciaolivo.wordpress.com

Alto Juliana, donde nadie me agrede, donde nada me ofende, donde todo lo amo y todo me ama.

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