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Entrevista a Sonia Milena, activista por los Derechos Humanos en Arauca, Colombia

Viernes.24 de octubre de 2008 517 visitas Sin comentarios
Mar Gracia/Raúl González. Rojo y Negro #TITRE

Sonia Milena viene del departamento de Arauca, Colombia. Hija de familia campesina, está vinculada a organizaciones sociales desde muy joven. Tras las detenciones masivas de dirigentes de la Fundación de Derechos Humanos Joel Sierra en 2003, pasa a asumir responsabilidades en la misma. Joel Sierra es el nombre de un dirigente
campesino detenido, torturado por el ejército, y enterrado en una fosa común con otros cuatro campesinos.

RyN: ¿Cómo surge la Fundación?

Sonia Milena: Nuestra fundación es una organización para la defensa de derechos humanos creada por las organizaciones sociales del departamento de Arauca en 1996, ya que aunque los movimientos sociales tenían eje de trabajo propio en derechos humanos, no había ninguna organización que trabajara específicamente en ellos.

RyN: ¿Cómo es vuestro día a día?

S.M.: La denuncia constante de
las violaciones de los derechos humanos
y del derecho internacional
humanitario, el acompañamiento jurídico
de las victimas, la atención psico-
social a los familiares y victimas,
así como los procesos de formación
con las comunidades.

RyN: Arauca posee importantes
riquezas naturales como petróleo y
agua, y explotaciones agrícolas. La
frontera con Venezuela le da una relevancia
estratégica respecto a posibles
intervenciones militares. ¿Cuál
ha sido el proceso de luchas en vuestro
departamento en este contexto?

S.M.: Arauca tiene una larga historia
de lucha y resistencia articulada
en movimientos y organizaciones populares,
así como una gran presencia
guerrillera. Antes de los 80, Arauca
estaba abandonada por el Estado. Por
esas fechas llegó el auge petrolero a
la zona, pasando a ser un territorio de
gran interés. La llegada de las petroleras
ha ido de la mano de actos violentos
contra las comunidades rurales
cercanas a los pozos, y los posteriores
desplazamientos de esas comunidades.
Los operativos del ejército llegaban
a las comunidades y decían
que ellos no podían hacerles nada a
los pobladores, pero anunciaban que
llegarían los escuadrones paramilitares
realizando masacres como que les
iban a cortar las cabezas y cosas así.
Yasí ocurría: los paramilitares, en algunos
casos componentes de la fuerza
pública, llevaban símbolos de las
AUC [Autodefensas Unidas de Colombia,
organización paramilitar]. El
paramilitarismo en Arauca sólo se
puede entender unido al apoyo de la
fuerza pública y del Estado. Incluso
el gobierno del departamento y varias
alcaldías fueron infiltrados y controlados
por los paramilitares. En algunos
municipios sólo la contestación y
denuncia de las organizaciones sociales,
junto con el acompañamiento internacional,
lo impidieron. El auge
del paramilitarismo ha venido acompañado
de la criminalización y persecución
de dirigentes sociales, sindicales
o campesinos. Esto ha supuesto
más de 2.000 detenciones de personas
y su posterior judicialización.

RyN: Entonces, ¿el paramilitarismo
sigue vigente?

S.M.: En 2005 el gobierno colombiano,
a través de una ley, anuncia
que los paramilitares serán desmovilizados.
Pero en Arauca siguen
estando presentes y lo único que han
cambiado ha sido su nombre. Ahora
se hacen llamar “Águilas Negras”.

RyN:Ya pesar de todo, se sigue
resistiendo…

S.M.: El Gobierno tiene una estrategia
integral para generar terror,
desarticular el movimiento social, generar
desplazamiento y dejar vía libre
a los megaproyectos y a la explotación
del petróleo. Las organizaciones
sociales han sido catalogadas por el
Estado como subversivas. Pero con
todo este panorama todavía se continúa
con el proceso: jóvenes rescatando
la cultura tradicional, el baile y el
teatro callejero como forma de resistencia
y denuncia; mujeres con procesos
de capacitación y organización;
campesinos con su lucha por la tierra;
la comunidad indígena que continúa
resistiéndose a perder su cultura y sus
tradiciones; los sindicatos en su lucha
por la defensa por los derechos laborales.
Y nosotros seguimos en la denuncia,
acompañando a las comunidades
y los procesos, con la consigna
de “Por la vida y los derechos humanos
y la permanencia en el territorio”.

RyN: Ante esta situación, ¿qué
papel tenemos las organizaciones no
colombianas?

S.M.: Es muy importante que
desde organizaciones internacionales
se haga una difusión de la realidad,
del proceso de resistencia. Esto es vital.
No somos guerrilleros ni terroristas:
somos comunidades con una visión
más justa de lo que puede ser el
mundo y que hemos sido estigmatizados.
Que se haga ese acompañamiento
internacional y la difusión y
denuncia nos ha permitido resistir y
permanecer en el territorio.