El negocio de la xenofobia - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

El negocio de la xenofobia

Sábado.8 de diciembre de 2012 200 visitas Sin comentarios
Xavier Ferrer y Henk Van Houtum, elfarodigital.es #TITRE

El proyecto de Presupuestos Generales del Estado para 2013 asigna cerca de 4 millones de euros al mantenimiento de los perímetros de seguridad de Ceuta y Melilla (esto es: unos 2 millones a cada valla fronteriza). En paralelo, en el marco de estas mismas cuentas, la partida dedicada a Ayuda Oficial al Desarrollo sigue cayendo en picado. 

El orden de prioridades que guía la acción del ejecutivo es diáfano: la España quebrada cercena el gasto en cooperación, y, de forma simultánea, sigue musculando el aparato securitario erigido en sus fronteras norteafricanas. 

Ello, por supuesto, no ayuda a reducir la desigualdad global. Al contrario. Conduce a una mayor disparidad en el bienestar y apuntala la discriminación entre quienes pueden disfrutar de la libertad de movimiento y quienes se ven privados de ella. En consecuencia, el número de inmigrantes irregulares que desean cruzar los perímetros terrestres de las Ciudades Autónomas no se reducirá. Es previsible que crezca.

Pero pongamos las cifras en perspectiva. Lo cierto es que, contemplados a escala comunitaria, esos “2 millones por valla” proyectados por el gobierno no representan una suma tan abultada. Representan, más bien, la punta del iceberg del ascendente montante que los veintisiete destinan a la securización de su contorno exterior.
En otras palabras, los 4 millones de gasto proyectados para los perímetros de Ceuta y Melilla son el chocolate del loro del coste total (económico, humano y moral) generado, en conjunto, por los dispositivos de control y vigilancia de la arquitectura fronteriza de la Unión.

Pasan los años y las entradas irregulares de inmigrantes no cesan. Así, sorprende constatar cómo la Unión Europea obvia el efecto contraproducente de la gran inversión realizada en nuevas barreras y dispositivos de control. Cuanto más se invierte, más necesario parece seguir invirtiendo en el sector del fortificado.

Ello revela que el régimen de fronterización exterior de la UE está atrapado en una lógica cuyo coste abominable no resuelve el problema de fondo. Sin embargo, esta misma lógica cae como agua de mayo en la contabilidad de algunas empresas que labran en el campo de la seguridad y la defensa.

Sea cual sea la altura y grosor de las vallas, si la desigualdad persiste, los inmigrantes seguirán llegando. Habida cuenta de la cada vez mayor dificultad en el acceso por vías legales, éstos se ven obligados a buscar canales de entrada irregular. Ello sólo acarrea más fobia y más criminalización del fenómeno. Y la respuesta política suele ser un nuevo endurecimiento de las vías legales de acceso. Este círculo vicioso beneficia de forma clara a dos actores: al complejo empresarial de seguridad -a quien de manera progresiva se subcontratan las tareas de control fronterizo-, y a los políticos ultra-nacionalistas.

Claire Rodier, autora del libro “Xénophobie Business”, recién publicado por Editions La Découverte, ahonda en esta idea. ¿Para qué sirven realmente los controles fronterizos? En su trabajo, la jurista francesa responde a esta pregunta. Y, con claridad y contundencia, denuncia el rol de la llamada “industria comercial securitaria” en el mantenimiento de unas políticas de (in)movilidad caras e ineficaces.

En su libro, Rodier pone el foco sobre el pozo sin fondo que representa la sísifa tarea de poner puertas al campo, en la que se ha embarcado la UE. A ello ha contribuido la labor de los grupos de presión de la industria de la seguridad –para quienes, curiosamente, la no siempre evidente naturaleza sísifa de la tarea es miel sobre hojuelas.

El libro escudriña las interesantes conexiones entre, por un lado, las prácticas de control migratorio, detención y expulsión, y, por otro, el nada desdeñable rédito económico (y electoral) en el que, para algunos, dichas prácticas se traducen. Así, ilustra la complementariedad entre la retórica del miedo que recorre la UE y el ascendente dispendio realizado por los veintisiete en el floreciente mercado de la seguridad. La autora sostiene que “en lugar de aportar la seguridad prometida, cada nuevo dispositivo de control puesto en marcha en las fronteras tiene como principal utilidad revelar los fallos y lagunas de los precedentes, así como la finalidad primordial de justificar los que le sucederán”.

Nuevas entradas en Melilla

Así las cosas, hace dos semanas, los medios de comunicación informaron de un nuevo franqueo irregular de la valla de Melilla. Los protagonistas fueron más de un centenar de personas procedentes de países del África subsahariana. La acción fue calificada por la delegación del gobierno en esa ciudad como “una invasión en toda regla”: una expresión que revela la militarización del discurso en relación a la inmigración irregular (en gran medida creada por la misma UE mediante un regimen de movilidad restrictivo y discriminatorio).
Poco antes, este periódico había dado cuenta de la inminente adjudicación de un suculento contrato para la instalación de nuevas cámaras de seguridad en esa misma valla.

La desigualdad global se enquista y los flujos de inmigración irregularizada hacia las fronteras de la UE persisten. En esta tesitura, el pasado viernes tuvo lugar otra entrada irregular a través del vallado de Melilla. Se produjo mientras la lúgubre lista de muertos en las fronteras de la UE sumaba a los 23 inmigrantes fallecidos esta última semana en aguas del estrecho.

Las medidas de fortificación del perímetro exterior comunitario complican el recorrido y ponen en peligro la vida del inmigrante. Además, se muestran no sólo moralmente injustas, sino también ineficaces. Esta ineficacia, qué duda cabe, es un filón para quienes venden la ilusión, la zanahoria de la posibilidad de un blindaje perfecto en tiempos de mundialización. Y también, sin duda, para quienes la compran a fin de mostrarla en la plaza pública y recabar votos.

Los hechos indican que la UE parece obstinada en la vana tarea de perseguir su propia cola. Si las cosas no cambian, puede que, en el futuro cercano, los 4 millones proyectados para reforzar los perímetros de Ceuta y Melilla parezcan una cantidad insignificante: pura calderilla frente al creciente caudal de dinero público gastado dolorosa e infructuosamente en la fortificación comunitaria.

Xavier Ferrer Gallardo es Investigador, Departament de Geografia, Universitat Autònoma de Barcelona y Henk Van Houtum es Investigador, Nijmegen Centre for Border Research, Radboud University Nijmegen & University of Bergamo.

APDHA