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El movimiento de okupación ante las nuevas tecnologías. Okupas en las redes (segunda parte).

Miércoles.25 de agosto de 2004 3351 visitas - 1 comentario(s)
Movimientos sociales y software libre

De “Okupas” a “Hackers”: Reconversión y puentes entre movimientos. De los centros sociales a los Hackmeetings y Hacklabs

A modo de sugerencia podríamos intuir una continuidad o duplicidad de los sujetos de la acción colectiva, un trasvase o pluri-militancia entre los sectores más centrados en la okupación y los más involucrados en la extensión de las redes telemáticas por los movimientos sociales. Muchos movimientos se solapan, pisan o intercalan compartiendo militantes y activistas. Nos referimos al engarce que existe, a veces, entre diversas demandas y resistencias y que, en este caso, se expresa en una singular correspondencia o complicidad entre algunas casas okupadas y ciertas posturas políticas sobre el uso de Internet. Se pasa del edificio o del barrio como unidad de acción al espacio comunicativo y virtual como trampolín para la misma. Okupas, en uno, y Hackers, en otro, mantienen una estrecha y peculiar relación.

Ambos pueden leerse como figuras sociales con cierto parecido, como tipos en los “márgenes del sistema”, sujetos rebeldes que comparten su lucha contra la propiedad privada del suelo (y la especulación) o contra la propiedad privada de la información o los modelos hegemónicos de propiedad intelectual (y la manipulación o la monopolización). En definitiva, son resistencias sociales que se oponen a los monopolios de propiedad o a la comercialización del mundo y que pasarían de la reapropiación de los espacios inmobiliarios a la reapropiación de los espacios virtuales y comunicativos. Des-mercantilizar las áreas urbanas o los espacios tecnológicos y expresivos pueden ser vistas como actividades complementarias. Ambas realizan una inversión de valores de cambio (precio del suelo, precio de la información y del Software) por valores de uso (habitar y dotar de actividades a ese suelo; utilizar, compartir y difundir esa información). Uno y otro encuentran incoherente la existencia de espacios vacíos (sin habitar, sin utilizar, sin comunicar) y la lógica apropiativa e individualista de los mismos, oponiéndole un discurso de la “cooperación social” (moral y técnicamente mejores, ver HIMANEN, 2001) patente en centros sociales o en fenómenos como el Software Libre y el sistema operativo GNU/Linux. El suelo es de quien lo habita y la información es libre para su intercambio. Hay que recuperar ambas cosas, hacerse con esos espacios de socialización (tanto real como virtual). El cuestionamiento que desde el movimiento de okupación se hace sobre los conceptos de propiedad y de trabajo, tiene su correlato en el terreno de la producción inmaterial (producción de conocimiento o, más concretamente, programación de Software) en el movimiento hacker: hacktivistas y militantes políticos acaban cuestionando las relaciones de poder y propiedad que atraviesan todos los niveles de la vida en un sistema reorganizado sobre la base de la mercantilización y privatización del mundo, material o no, ambos reales, al fin y al cabo. La filosofía de un movimiento que nace ligado al mundo del Software y al desarrollo de las redes choca desde un primer momento, igual que el movimiento de okupación, con dos dinámicas: la del Estado que impone su necesidad de regularizar el nuevo fenómeno (todo nuevo fenómeno) y la del mercado que pretende hacer valer en el terreno de la creatividad y la investigación científica sus principios de propiedad y su pulsión mercantilizadora de todo nuevo ámbito de producción.

Esta relación íntima también se ha expresado en la práctica en España en diversos encuentros de Hackers. Los famosos Hackmeetings se han realizado invariablemente durante tres años consecutivos en casas y centros sociales ocupados. Esas tres grandes reuniones del sector “politizado” del “mundo hacker” y del “Software Libre” español han estado repetidamente unidas al mundo okupa y a los espacios autogestionados. Las tres versiones pueden encontrarse en:

http://www.sindominio.net/hmbcn00/, http://www.sindominio.net/hmleioa01/ y http://www.sindominio.net/hackmeeting/

En octubre del 2000 se reúne en Barcelona, y por primera vez en nuestro Estado, un colectivo amplio y heterogéneo de activistas y hackers en lo que se conoce como el primer Hackmeeting del Estado Español. Los vasos comunicantes entre el mundo de los centros sociales y la nueva cultura hacker son evidentes. Se comparten repertorios de acción, posturas y prejuicios. Un año más tarde, entre el 21 y el 23 de septiembre, se celebra el segundo Hackmeeting, esta vez en la Gaztexe de Leioa, en el que el debate y las iniciativas se balancean desde las ponencias y talleres eminentemente técnicos a sesudas reflexiones teóricas sobre la técnica, el poder y la autoorganización. Se marcha cada vez más decididamente en la senda del hacktivismo, como practica de intervención técnico-política sobre el conjunto de problemáticas derivadas de la conflictividad social. El tercer, y hasta ahora último encuentro, se organiza en Madrid, entre el 3 y el 5 de octubre de 2003 en el Centro Social Ocupado El Laboratorio 0.3 (desalojado el 9 de junio de 2003). Este tercer Hackmeeting se prepara y se lleva a cabo en un ambiente caldeado por la inminente entrada en vigor de la LSSI (Ley de Servicios de la Sociedad de la Información) y lo que se presuponía como un recorte a la libertad de expresión y el fin de la privacidad de las comunicaciones en Internet. De estos encuentros anuales - físicos, presenciales- entre gente que a lo largo del año se conoce y se coordina desde la red en multitud de iniciativas cibersubversivas, irán cristalizando proyectos organizativos más o menos estables, colectivos de personas que vinculados a los centros sociales asumen esta línea de intervención social. Así, nacen varios Hacklabs en diferentes ciudades del estado como materialización permanente y localizada territorialmente que surge de la experiencia adquirida en la red y el contacto personal en los Hackmeetings. Toma cuerpo, pues, un nuevo movimiento social, muy vinculado física y políticamente con el movimiento de okupación y de los centros sociales más desarrollados de las grandes metrópolis que le permite superar, en el ámbito de los movimientos urbanos antagonistas, esa percepción un tanto esquizoide que ha arrastrado la izquierda sobre las nuevas tecnologías y que pendula entre la tecnofilia y la tecnofobia. Las prácticas de ciberactivismo que se dan hoy en día en el entorno de lo Centros Sociales ocupados se complementan con dichos Hacklabs. La mayoría utiliza, nace o se inserta en Centros Sociales Okupados, como es el caso de Kernel Panik de Barcelona, que se reúne en el Centro Social Les Naus. En el Gaztetxe de Udondo (Leioa), en el área metropolitana de Bilbao, se reúne como un grupo de trabajo del Centro Social, el Metabolik Bio Hacklab. En marzo del 2003 organiza unas Jornadas sobre wireless y redes ciudadanas libres, junto a BilboWireless y MadridWireless. Iniciativas dentro del mismo movimiento encontramos también en Madrid, en pleno centro de la capital se reúne el Wau Holland 2001 y el Vallekas Hacklab que funciona como un grupo de trabajo dentro del Centro Social Okupado Seco. En Zaragoza el Downgrade Hacklab se reúne en el Centro Social Autogestionado La Trama, en Santiago, es un grupo de trabajo dentro de la Casa Encantada y en Alicante se llama La Cuca Albina y se reúne en el Centro Autónomo Autogestionado El CAU (estos dos últimos centros sociales no están okupados)

El CSO El Laboratorio, un caso de referencia obligada

Hablar de Internet y del movimiento de okupación nos obliga a detenernos en la experiencia del CSO Laboratorio, en su web y su Área Telemática. En estos momentos, junto a la Casa Encantada (Santiago de Compostela), es uno de los centros sociales que más ha avanzado en su trabajo en la red, en su reflexión sobre lo técnico y en su proyección sobre este nuevo territorio de intervención colectiva que es el ciberespacio. Su web ha mutado en tres diferentes versiones (una por cada uno de los emplazamientos físicos por los que ha pasado el centro) y refleja en su estructura, su organización y diseño, la evolución del proyecto al que ha acompañado desalojo tras desalojo, okupación tras okupación. En su versión más actualizada se asiste a un despliegue estructural que cubre en la práctica varios objetivos: canonización del discurso formal del proyecto, sistematización de la publicidad de su agenda, definición estratégica de su imagen ante la administración (interlocutor obligado en los procesos de negociación que se abren tras cada nueva okupación en el centro de Madrid) y presentación del proyecto ante su entorno social, las redes en las que se habita y de las que se nutre.

El website actual se organiza sobre 27 secciones e intenta dar fe del conjunto de áreas de trabajo, talleres, espacios y microproyectos que conforman el centro social. En conjunto, la web transmite la idea y la imagen de un proyecto experimental, en estado de ebullición y creación permanente, en sintonía natural con el “hacktivismo social”. En cada una de las secciones se capta esta postura a mitad de camino entre el esteticismo y la militancia, entre la experimentación creativa y la intervención política, desde donde se entiende perfectamente un taller de fotografía en el que se lee lo que Walter Benjamin escribió sobre arte y marxismo, un proyecto wireless de construcción de redes ciudadanas inalámbricas para generar redes comunitarias o un Espacio de Artes Plásticas en cuya presentación para la web hay más ética hacker contenida que en la propia definición del Área Telemática.

Queda patente en la web la capacidad que ha tenido esta tercera edición de un proyecto de centro social, que ha cristalizado en su agenda y en una buena parte de las iniciativas y propuestas que comenzaron a experimentarse desde las redes sociales anticapitalistas madrileñas en el seno de las campañas contra la presidencia española de la UE (2002) o las multitudinarias movilizaciones contra la guerra de Iraq. Internet, comunicación horizontal, experimentación política y técnica y desobediencia colectiva se entretejen en un website y en un proyecto que rompe con la tradicional precariedad política de un movimiento que hasta la fecha habitaba en las catacumbas de la marginalidad política y el aislamiento social.

En la versión 0.2 de la web del centro podemos acceder a la primera versión de la pagina del Área Telemática del Laboratorio. Ya en 1997 el Centro Social Okupado Laboratorio constituye un grupo de trabajo especifico en el que participa gente interesada en proyectos informáticos o al menos en proyectos o actividades en los que se utiliza la informática. Su intención inicial fue la de poner en marcha algunas tareas específicas en el propio centro social (red local, diseño de la web, instalación de un servidor Linux, etc.) y la relación con otras gentes y otras experiencias similares. Desde el Área Telemática se gestionaba el correo y la web del centro, se establecía contacto con proyectos en el extranjero o con otros servidores españoles. De este núcleo nace y madura el proyecto de un servidor de Internet vinculado a los centros sociales okupados y a las primeras prácticas de hacktivismo social. Tras alguna que otra Velada Telemática y algún Encuentro Estatal de Contrainformacion, organizados desde este área de trabajo, se pondrá en marcha un proyecto de autogestión telemática vinculado a los centros sociales y a la nueva cultura hacker del Estado español que se conoce como Sindominio.net.

Desde el principio el área telemática apuesta por el sistema operativo GNU/Linux y el uso y la difusión del Software Libre sobre el que despliegan una doble línea de defensa: sus bondades técnicas por un lado y la corrección política de un fenómeno que se defiende como "icono de referencia antimonopolistíca frente a Microsoft y al poder económico de la industria del Software propietario”. Sin llegar al desarrollo de un discurso tan depurado como el de los actuales Hacklabs, desde este área telemática ya en 1997 se inicia un proceso de acercamiento al proyecto GNU/Linux que dará como resultado la amplia aceptación política del nuevo sistema operativo y el revolucionario proyecto de cooperación que lo ha hecho posible en el ámbito de los centros sociales.

Llama la atención el ejercicio reflexivo sobre el conjunto de tareas que trabajan; por ejemplo, el análisis de la web como herramienta, las luces de su potencial y las sombras de sus limitaciones. Así, se destaca la capacidad comunicativa del hipertexto (la lectura no lineal, rizomática), del multimedia (imagen, sonido) y sobre todo la facilidad con que desde la WWW se garantiza la visibilidad de las luchas y sujetos sociales. De la misma manera, se defiende que la web no es ni mucho menos el servicio más interesante de Internet, por ser quizá la que más se acerque a los dispositivos clásicos de flujo unidireccional de datos “dentro de un esquema más o menos pasivo de navegación/consulta que podría llegar a parecerse en ocasiones al zapeo televisivo”. El empeño del área es precisamente explotar y materializar ese potencial que permite superar desde la web las barreras técnicas y políticas de lo que hasta la irrupción de Internet se entendía como contrainformación y no garantizaba la interactividad, la multidireccionalidad de la comunicación, la horizontalidad y la no mediación. Lo que en el año 97 era un dispositivo novedoso lleno de posibilidades ha demostrado ser, al cabo de seis años, el medio de comunicación por excelencia de las redes antiglobalizadoras que, a través de un esqueleto mundial de webs dinámicas (el proyecto Indymedia), han conseguido poner en pie un medio independiente, horizontal, democrático, masivo y de capacidad movilizadora global, sin referente inmediato en la historia de la comunicación y el desarrollo técnico contemporáneo.

En esta línea y en este momento, el CSO El Laboratorio da cabida a una de las experiencias más avanzadas en cuanto al uso político, militante, de las tecnologías de la comunicación, de Internet. Al calor de las movilizaciones actuales contra la guerra de Iraq y con la participación de hackers, militantes y activistas de medios independientes, se ha creado un centro de medios de comunicación con el propósito de coordinar diferentes iniciativas de comunicación y contrainformación que surgen desde los movimientos sociales de Madrid. Basado en herramientas libres, conexión local wireless, ADSL hacia el exterior, recepción de TV vía satélite, un dispositivo de teléfonos móviles en contacto con las movilizaciones, se puso en marcha una emisora de radio por Internet que cubrió la contrainformación de las jornadas de movilización antibélicas en Madrid.

Casa Encantada: un nuevo modelo de interés

La Casa Encantada de Santiago de Compostela ha asumido desde hace tiempo la necesidad de formalizar su presencia en Internet. Si bien durante algún tiempo la web (http://www.casaencantada.org) se ha limitado a informar sobre las actividades del centro social y sus áreas o grupos de trabajo, en los últimos meses la web se ha ido transformando en un centro de recursos informativos sobre la actividad de los movimientos sociales de Santiago y de Galicia. La casa albergaba (desalojada el 17 de junio de 2003) a diversos colectivos que poseen espacio propio en la web .

Lo realmente innovador en la relación entre la colectividad y lo técnico es el doble salto que ha dado el proyecto telemático del centro social. En un primer momento su equipo técnico, organizado en el HackLab de la casa, decide montar un servidor propio, sobre GNU/Linux y conectado a la red permanentemente a través de una línea ADSL. La web y el correo electrónico de las diferentes áreas del proyecto que hasta el momento estaban alojadas en Nodo50, irán migrando progresivamente hacia su propia máquina de forma que, a día de hoy toda la web y el correo se autogestionan de manera autónoma sin la asistencia de los proveedores de servicios tradicionales de la izquierda alternativa y los movimientos sociales: Nodo50 y Sindominio.

En esa misma línea y en una segunda vertiente de gran interés político, desde el servidor de La Casa Encantada se comienza a dar servicio de alojamiento web a otros colectivos gallegos, como es el caso de la Mocidade Galega Pola Paz (http://causaencantada.org/mocidadep...) o el dominio del colectivo Ultreia (http://www.ultreia.org/). Durante algunas semanas también alojaron la versión en pruebas de lo que hoy es Indymedia Galiza (http://galiza.indymedia.org). Este paso hacia la autogestión técnica a través de un servidor propio es una de las primeras experiencias de apropiación directa de las Nuevas Tecnologías de la Información, por encima de la intermediación de proveedores, ni siquiera de aquellos que como Nodo50 han sido levantados desde los propios movimientos sociales. La propia expansión del mercado de la conectividad y la apropiación de lo técnico como elemento de liberación y confrontación política abren con la experiencia de La Casa Encantada, un nuevo modelo de autogestión técnico-política que tiene bastantes posibilidades de consolidarse como otra posibilidad, alternativa, a la provisión tradicional de servicios de Internet.

Breves reflexiones finales: virtudes y vicios de la comunicación telemática en los movimientos sociales

Las nuevas tecnologías han acompañado en la reactivación de todo un nuevo ciclo de luchas y protestas sociales. Además, dichas tecnologías permiten conceptualizar a los NMS más como redes que como organizaciones formales y en las que la mediación tecno-comunicativa se convierte en otra “forma de instituir” la acción colectiva. Esta faceta también demuestra que hay algo más que comportamiento instrumental en los NMS y que los nudos de solidaridad pueden descifrarse también en clave cultural y comunicativa. Los elementos no humanos (recursos, tecnología, artefactos técnicos, herramientas, soportes, etc.) tienen además un papel crucial en la organización de la protesta (DIANI, 2000). Ello ha permitido entramar nuevas formas de sociabilidad y de expresión política muy potentes, fortaleciendo algunos de los puntos más frágiles de los grupos políticos (p.e. la infraestructura y los recursos). Esas “comunidades invisibles de discurso” (TARROW, 1994) le deben mucho al rol agregador y aglutinador de los medios de comunicación electrónicos y a las TIC (SCOTT y STREET, 2000). A lo que hay que sumar que dichas tecnologías facilitan el terreno a aquellos movimientos que aspiran a ejercer efectos globales desde actividades locales. Otro elemento sugerente es el papel poroso y difuso de movimientos como el de okupación: en esta forma de conexión federativa, los enlaces virtuales de una web pueden ser vínculos reales en los movimientos. Un mecanismo relacional en donde lo único común es un protocolo (unas reglas para entenderse y comunicar) y a través de experimentación e inmediatez se reinventa lo político.

Las estrategias de comunicación de los movimientos sociales son absolutamente imprescindibles para sobrevivir hoy día, formando parte de su bagaje y de su aptitud política en sociedades informacionales y mediatizadas. Coordinación, visibilidad, protagonismo, legitimidad, cohesión, identidad, etc., dependen en gran medida de sus capacidades y habilidades comunicacionales. Frente a actores institucionales (Estado, partidos, etc.) que monopolizan los espacios públicos y los mass media clásicos, movimientos como el de okupación desarrollan sus propios medios de competencia simbólica gracias a tecnologías accesibles como Internet. A su vez, estas estrategias van metamorfoseando y recombinando algunos de sus rasgos esenciales, adaptando gran parte de sus recursos a la potenciación de sus interacciones comunicativas. Es decir, el movimiento evoluciona al encuentro de técnicas y tecnologías que le son necesarias para subsistir frente a correlaciones de fuerzas desventajosas. Es, en este sentido, que cobra significación el paso de okupas a hackers. Un proceso que da lugar a un nuevo movimiento social, muy vinculado física y políticamente con el movimiento de okupación y de los centros sociales más desarrollados de las grandes metrópolis. Poco a poco se va introduciendo en este escenario de activismo telemático la reflexión sobre lo social como algo previo a lo técnico, disipando ilusiones sobre la posibilidad de que el potencial liberador de lo técnico supere por sí mismo (en un plano independiente) limitaciones y desequilibrios estructurales. Se perfila, pues, una imagen del hecho técnico y comunicativo como fundamentalmente político y la tecnología como un elemento sistémico, tanto de dominio (en la producción, la educación o la guerra) como de la liberación (de la producción, de la educación, de la guerra) como ya avisara Marcuse. En este universo conceptual se estructura el puente sobre el que desde el movimiento de okupación se trasvasan inquietudes, militancias, conocimientos, infraestructuras hacia ese nuevo espacio de hacktivismo político que traduce a la esfera de la producción inmaterial, a la generación de conocimiento social, el imaginario político de un movimiento que le precede y que cuestiona radicalmente relaciones de producción, de propiedad y de mando en el mundo material. El tránsito de okupas a hackers podría entenderse como la proyección hacia el ciberespacio de un movimiento insurgente, de corte radicalmente contracultural y subversivo, que se define en el rechazo y la superación de las relaciones sociales de dominación que imperan en las calles y se imponen en las redes.
Por otra parte, mientras el movimiento obrero o los grandes movimientos de masas del siglo XIX y la primera mitad del XX materializaban sus avances políticos en el terreno electoral o territorial (el reparto de zonas de influencia urbanas y control político y social de barrios, fábricas, universidades, etc.), los NMS urbanos apuestan por un juego político desterritorializado, mutante y simbólico. En ese sentido, el espacio preferente es la Red, manifestándose en y a través de ella, que actúa como medio de comunicación y al mismo tiempo como modelo organizativo en el que se construyen identidades con mucha más facilidad y eficiencia que con los medios políticos tradicionales ya que Internet consigue superar en gran medida las limitaciones territoriales y la verticalidad de los media clásicos.

Sin embargo, no podemos olvidar algunos peligros, límites y obstáculos que se han dado y pueden llegar a darse:

1) Poca incidencia en las agendas políticas. Se ha cuestionado repetidas veces la dudosa capacidad de Internet para “sacar” de los propios movimientos sociales sus discursos y para perturbar la idílica vida del modélico ciudadano moderno, ajeno a sus demandas y quebraderos de cabeza. ¿Qué grado de incidencia en las agendas políticas ha existido en comparación a como pudo hacer la Insumisión/Objeción a través de la prensa escrita? ¿Se puede considerar que Internet ha ayudado a sensibilizar las conciencias de los “no militantes” (suponiendo que esa fuera una de las metas)? ¿Y para crear un “colchón social” que haya hecho más “simpática” la okupación para los vecinos y urbanitas? Internet sigue estando reservado a un perfil sociodemográfico concreto, sigue cumpliendo una labor esencial de cara al “interior” de los movimientos y sigue yendo a la zaga (en este tema) frente a la televisión o a los periódicos. Son asignaturas pendientes que deben tenerse en cuenta. Una de las supuestas labores de los movimientos sociales es alterar las agendas políticas, desafiando conformismos impuestos y activando la participación ciudadana. Sin embargo, el impacto de Internet parece surtir mayor efecto como reforzamiento de lo existente y consolidación de las redes de coordinación internas que como incentivo hacia el exterior. No se ha conseguido articular del todo la utilización interna de la comunicación (organización, coordinación, difusión entre los movimientos, elaboración de un discurso propio, etc.) con el aprovechamiento “hacia fuera” para enfrentar realmente a las ideologías hegemónicas. La escasa complementariedad con sectores sociales no politizados podría suplirse con la construcción de vasos comunicantes con otros sectores y otros mass media.

2) Internet, por sus rasgos característicos (instantaneidad, globalidad, soporte multimedia, etc.) supone una suerte de espectacularización de la política. Espectáculo que puede hacer atractiva la participación y servir como llamativo estímulo para la gente. Pero espectáculo que también puede caer en una vorágine colorista y sonora, simplemente consumida por su propia imagen autorreferente (TURKLE, 1997). Existe el peligro de estetizar virtualmente la acción política (como alertara el viejo Benjamin) y perder los enganches con la materialidad de otros procesos sociales. Se corre el riesgo de convertirse en una simple distracción alrededor de una “mitología neotecnológica” desvinculada del resto de problemas sociales.

3) Debido a la facilidad y comodidad de uso de las redes telemáticas, puede propiciarse un repliegue hacia comunidades cerradas en lo meramente tecnológico y a la construcción de guetos virtuales. Las redes telemáticas pueden proveer a los movimientos de un medio de marketing político muy potente que se quede en la simple autocomplacencia, en el enclaustramiento narcisista o en la contemplación pasiva de las competencias técnico-comunicativas de cada uno. Ello conduce, además, a la formación de jerarquías internas que consolida los diferentes grados de conocimiento, experiencia y aptitud para las nuevas tecnologías. Intentar no capitalizar simbólicamente los saberes es precisamente lo que se predica pero no siempre se practica dentro de algunos movimientos. Las distribuciones desiguales de conocimiento y manejo técnico y su no socialización pueden alentar competitividades internas y recortar las potencialidades políticas de estos medios.

4) El peligro de saturación por ruido y excesiva información es otro de los miedos latentes que emergen asiduamente. Las rutinas comunicativas, multiplicadas por el número de centros emisores, acaban hartando a los militantes, incapaces de discernir y de gestionar un “atracón de información”. La cultura de “corta y pega” puede generar confusión no sólo por saciedad (que no sociedad) de información sino también por dudosas fiabilidades (de dónde viene la información, qué grado de veracidad tiene). Los espacios de expresión libre, además, pueden generar tal cantidad de debates, noticias, consignas, conflictos internos, etc., que acaben paralizando e inmovilizando dinámicas más productivas en los movimientos. Hay que implementar desde los movimientos sociales dispositivos técnicos que reduzcan y filtren el ruido mediático para hacer accesible la información a sus militantes.

En definitiva, las TIC han transformado la práctica, la organización y el discurso de muchos movimientos sociales contemporáneos. Se han convertido en herramientas privilegiadas “para actuar, informar, reclutar, organizar, dominar y contradominar” (CASTELLS, 2003: 179) formando redes complejas que permiten construir espacios virtuales sobre los que operan los MS locales, facilitando contactos capilares e interacciones constantes. Las condiciones de un mundo hipertecnologizado han animado y estimulado a algunos movimientos que han sido modificados de raíz, redefiniéndose decisivamente. Han hecho entrar la gestión de conocimientos, la creación de comunidades y el intercambio de informaciones en otro régimen de relaciones. Internet no es tan sólo un utensilio cómodo sino un medio maleable y adaptado al tipo de movimientos sociales que nacen en la era informática o el capitalismo globalizado. En cualquier caso, es evidente que no podemos extrapolar lo aquí expuesto sobre las okupaciones a otros movimientos, protestas, temáticas conflictivas, geografías o períodos. A partir del mítico 1999 (Seattle y el Movimiento de Resistencia Global), auténtico momento fundacional de la antiglobalización, se han centuplicado los centros emisores en la red, haciendo de Internet el medio predilecto de los NMS. Pero ésa es otra historia para contar en otro momento y otro lugar.

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