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El destino de los sistemas: Cadáveres ambulantes

Domingo.2 de abril de 2023 208 visitas Sin comentarios
Pedro García Olivo. #TITRE

1.
Inteligente perro sanguinario

Viviendo la mitad de mi tiempo en La Habana, me asalta una y otra vez la cuestión del "comunismo real". Tanto en Cuba como en Corea del Norte o en otros rincones olvidados del mundo, el comunismo efectivo se me aparece como un zombi, un "muerto viviente".

Lo singular es que estuvo muerto desde el principio; que nació muerto, por así decirlo.
El radicalismo de izquierdas, hijo de la Ilustración, arrastró en todo momento los estigmas del neo-fanatismo, de la intransigencia ante las diferencias, de la pulsión homologadora y de la afición a las cruzadas culturales; vale decir, en términos de E. Cioran, que se erigió, desde su cuna en la Revolución Francesa, en una "farsa sangrienta". El estalinismo soviético ratificó sin ambages esta circunstancia...

A. Wajda reflejó muy bien, en "Danton", la génesis intelectual del Terror en la Francia jacobina. Y P. Sloterdijk, abordando la deriva "blanda" de la Revolución desde fines del siglo XIX, más identificable con la práctica política de P. A. Antonelle, el alcalde de Arlés (partidario de "mantener un grado soportable de desigualdad en las fortunas"), que con las posiciones de G. Babeuf, el "tribuno del pueblo" pre-comunista; evaluando a esa socialdemocracia alemana que aplastó violentamente un movimiento popular simplemente reformista e hizo asesinar a R. Luxemburgo y K. Liebknecht, eligió, para caracterizarla, con una precisión sobrecogedora, la siguiente expresión: "el inteligente perro sanguinario".

2.
Aliento vital del "pensamiento negativo"

En la Modernidad, la "voluntad de sistema" alcanza su paroxismo, afectando a todos los campos: sistema comunista, sistema socialista, sistema liberal, sistema fascista, en lo político; los sistemas de Kant, Hegel y Marx, en lo filosófico; los afanes sistematizadores de las Vanguardias y de la arquitectura racionalista, en la esfera estética; etcétera. Y empezamos, por tanto, a vivir entre zombis, muertos vivientes, cadáveres ambulantes...

De un tiempo a esta parte, como reacción al aroma de desierto de todos los sistemas, a su evocación del vacío, del hueco, de la esterilidad y de la muerte, diversas tradiciones intelectuales empezaron a defender lo fragmentario, lo discontinuo, lo irregular, lo "interrumpido", lo marginal, lo heteróclito, lo descentrado, lo no-ordenable; comenzaron a esgrimir la fertilidad de la contradicción y el aliento vital del "pensamiento negativo".

Para ayudarnos a escapar del disecante encanto de los sistemas, tenemos autores como Nietzsche, Mallarmé, Dostoievski, Artaud, Bataille, Blanchot, Gide, Poe, Vigó, Bukowski, Onfray... Para dicha fuga, y casi a modo de socorro, nos asisten también títulos tal "La crisis de la Razón" (Cacciari), "Contra la Razón destructiva" (Subirats), "Contra la historia" (Cioran), "La experiencia interior" (Bataille), "Discursos interrumpidos" (Benjamin)...

3.
La vida irregular

Dando un paso más, e ingresando en la órbita de la psico-política, cabría ampliar el sentido de esa refutación de lo sistemático. Se podría apostar por la "vida irregular", por la "experiencia desordenada", por la "sensualidad poética", por la "biografía sin parangón", por la "invención de la cotidianidad" y el "diseño artístico de los días"; por una recuperación de la creatividad, de la imaginación, de la locura saludable y de la fantasía no domada, a la hora de forjar la propia existencia.

Es lo que sugiere el término "desistematización", enfrentado en lo psicológico y en lo vital-práctico a la pretensión de eternidad del Capitalismo, asunto de que me ocupé en "La Peste pedagógica":

www.pedrogarciaolivo.wordpress.com

La Habana - Alto Juliana de Aldea Sesga

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