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El aniversario del fin de la mili como ocasión para la propaganda militar

Miércoles.10 de marzo de 2021 553 visitas Sin comentarios
Cierto periodismo vuelve a retratarse como el servil lacayo del poder que es. #TITRE

Vean el siguiente artículo (abajo) en el que el periodismo, aprovechando que se cumplen 20 años del fin del servicio militar obligatorio en España, en lugar de recordar la histórica gesta popular que constituyó el movimiento de objeción de conciencia e insumisión y cómo aquel movimiento social obligó a las instituciones a acabar con el reclutamiento de la juventud, dan voz a portavoces actuales del ejército, quienes aprovechan para autopublicitarse y sacar pecho de lo moderna y funcional que es su institución al tiempo que no dejan de echar algún lloriqueo quejándose de lo mal financiados que están.

Aunque presumen de que el ejército español está desplegado en multitud de escenarios extranjeros, obviamente no hacen la menor mención de su criminal participación en guerras y ocupaciones sangrientas e injustas como Iraq, Afganistán, Líbano, Haití, Libia... Tampoco nombran las puertas giratorias entre cúpula del ejército e industria militar, o cómo el binomio entre ambos entes mantiene en pie un boyante negocio de tráfico de armas hacia todo tipo de guerras y dictaduras. Cuando nombran lo que para ellos es infrafinanciación (¿cuando un militar llegará a decir que les dan dinero suficiente?) olvidan decir que el gasto militar, disparatado, opaco y falseado, se está comiendo materialmente el dinero público preciso para afrontar lo que sí son verdaderas necesidades de la sociedad española. Tampoco nombran la gigantesta deuda que el estado tiene contraída para poder pagar sus contínuos y lucrativos programas de renovación de armamento. Otro tema que, asimismo, brilla por su ausencia en el reportaje, es el tremento impacto medioambiental que general el ejército español con el desplazamiento contínuo y perfectamente prescindible de todo tipo de vehículos (aviones, buques, blindados...), los cuales se encuentran entre los más contaminantes del planeta. O la destrucción que causan en los parajes naturales que emplean para sus maniobras y para ensayar sus lanzamientos de explosivos y proyectiles.

Mención aparte merece el tema de las relaciones de género. Los portavoces militares del artículo sacan pecho de lo que entienden feliz y progresiva incorporación de cada vez más mujeres entre sus filas. Olvidan decir que en el ejército, insitución machista donde las haya, es frecuente el acoso y el abuso sexual hacia las mujeres, como han denunciado hasta la saciedad, no pocas de las que lo han sufrido.

En fin que, recordando algo que se decía en los tiempos de la insumisión, "aunque el ejército se vista de seda, ejército se queda".

Nota de Tortuga.


Veinte años sin mili

El Ejército ha evolucionado y se ha modernizado porque la "masa" ahora ya "no es tan relevante", según los espertos

María Traspaderne - EFE / Madrid

09·03·21

De un Ejército "masivo" volcado en formar reclutas tras la Guerra Fría a uno profesional, centrado en la tecnología y aprendiendo en 16 países con los mejores. El fin de la mili hace 20 años ha dado paso a unas Fuerzas Armadas donde la calidad prima sobre la cantidad.

"Es oportuno en este momento proceder a la suspensión del servicio militar obligatorio". El 9 de marzo de 2001, el Gobierno plasmó esta frase en el real decreto que adelantaba al 31 de diciembre de ese año del fin de la mili.

Terminaban así 165 años de un Ejército enfocado en enseñar, con miles de jóvenes que pasaban cada año por sus cuarteles y engrosaban luego las listas de reservistas por si se declaraba una guerra.

"El esfuerzo de las unidades era recibir a los reclutas que llegaban sin ninguna formación para que, cuando se fueran, estuviesen preparados para actuar en un conflicto", explica a Efe el coronel José Pardo de Santayana, analista del Instituto Español de Estudios Estratégicos y experto en historia militar.

Para Santayana, se trataba de "un proceso educador" donde las unidades "no estaban nunca del todo operativas para salir a operaciones". "Era el modelo antiguo de Ejército masivo", una realidad militar que ha desaparecido porque "el volumen no juega ya un valor tan importante".

Ahora, los alrededor de 121.000 militares profesionales están más especializados. "La calidad cuenta más que la cantidad", apunta el coronel, para quien el cambio era inevitable ante la tecnificación de las Fuerzas Armadas y la irrupción de robots, drones o ataques en el ciberespacio que requieren de una formación muy concreta.

Otra de las razones que empujaron a su profesionalización, destaca el analista, es que 20 años atrás el Ejército era "impopular". En el 2000, un 80% de los españoles apoyaban el fin de la mili y valoraban con un 6 sobre 10 la profesión de militar, una nota que ha ido aumentando hasta el 6,7 en 2017, según datos del CIS.

Profesionalización y modernización

Ahora, la "masa", coincide Javier Jordán, profesor de la Universidad de Granada especializado en seguridad, "no es tan relevante" y esos ejércitos numerosos de hace 40 años, preparados para luchar tras la experiencia de dos guerras mundiales, ya no son necesarios.

Pero la profesionalización tenía que ir unida a la modernización, algo que se comenzó a hacer poco antes del fin del servicio militar obligatorio. A finales de los años 90 del siglo pasado se pusieron en marcha los Programas Especiales de Armamento (PEA), que buscaban renovar los materiales militares a base de créditos.

Gracias a ellos se desarrollaron nuevas fragatas como la F110 y aviones como el Eurofighter, pero el sistema ha creado también un "déficit descomunal" que, desde la crisis de 2008, lastra los presupuestos de Defensa y dificulta el mantenimiento de los materiales.

"Estamos mejor que en 2001, pero tenemos un problema de mantenimiento de capacidades", dice Jordán, que también detecta carencias en personal, especialmente en el Ejército del Aire y en la Armada.

La parte económica es, confirma Santayana, una "espada de Damocles y los presupuestos se han ido ajustando tanto que "las unidades están muchas veces en cuadro".

Otro de los avances en las últimas dos décadas es la apertura del Ejército al exterior. En realidad, las primeras misiones internacionales en las que participó España cumplen ahora 31 años, pero los últimos 20 han permitido consolidarlas y que los militares profesionales hayan aprendido de los mejores. Ahora, están presentes en 16 países.

"Lo más importante ha sido la apertura al mundo. Cuando un Ejército no se emplea, no progresa", dice Santayana, y Jordán constata que a lo largo de los últimos años la mayoría de los militares han salido fuera.

"Es muy normal hacer ejercicios internacionales, muchos oficiales han pasado por mandos en la OTAN o puestos en la UE y eso es participar en la primera división. De estar trabajando codo con codo con ejércitos como el británico, francés, de EEUU, francés o alemán se aprende mucho".

Coordinar las misiones en el exterior es precisamente lo que hace el Mando de Operaciones (MOPS), un órgano creado en 2003 dentro del Estado Mayor de la Defensa que facilita estas labores y que se ha mostrado muy útil para poner en marcha, en tiempo récord, la operación Balmis de lucha contra el virus en España.

Ciberespacio

Desde 2001 también han aparecido nuevos fenómenos y amenazas, como los ataques por internet como arma de guerra o el concepto de "zona gris", un nuevo tipo de conflicto no armado.

Se trata, resume Jordán, de "un espacio intermedio entre unas relaciones amistosas y una guerra, entre el blanco de la paz y el negro de la guerra", donde hay rivalidades por encima de las buenas prácticas, con injerencias políticas, económicas, ciberataques e intimidación militar.

Este experto cita las tensas relaciones entre la OTAN y Rusia, que protagonizan "un nuevo tipo de conflicto" donde "es fundamental la ciberseguridad". De ahí que en 2013 se creara el Mando Conjunto de Ciberdefensa (MCCD), que hace poco cambió de nombre ante una nueva amenaza en un entorno que no es nuevo: el espacio.

Ahora, el Mando Conjunto del Ciberespacio (MCCE) aúna los dos ámbitos ante la preocupación de posibles ataques a los sistemas de satélites, claves hoy para asegurar unas comunicaciones cada vez más presentes en los vehículos, aviones y barcos militares, cada vez más remotos.

Tampoco es nueva en estos 20 años, pero avanza poco a poco, la presencia de la mujer en las Fuerzas Armadas. Su incorporación al Ejército profesional arrancó con fuerza. En el año 2000, un 23% de los solicitantes de plaza eran mujeres.

Su presencia, coinciden los dos expertos, ha supuesto más un cambio social que en la manera de operar de los militares. "Han entrado con total normalidad", dice Jordán, aunque solo han pasado de ser un 11,2% de los efectivos hace 20 años a representar ahora un 12,9%.

Fuente: https://www.informacion.es/nacional...

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