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Diez preguntas para no liarse hablando sobre el Mar Menor

Viernes.19 de agosto de 2016 312 visitas Sin comentarios
Diario de la Manga. #TITRE

Por José Luis Domínguez -

¿Se puede uno/a bañar o no?

Sí. Realmente, uno se puede bañar hasta en una ciénaga. No vas a morirte entre terribles sufrimientos si te das un baño en el Mar Menor. Pero que te digan que te puedes bañar no quiere decir que no haya sitios donde la presencia de altas concentraciones de toxinas (según un estudio de la Universidad de Alicante) desaconsejan el baño. Especialmente toda la orilla que va desde Los Alcázares hasta Playa Paraíso. Los pediatras de la zona así lo notifican si vas a consulta con tus hijos por pequeñas erupciones cutáneas, picores o diarreas.

¿Y por qué las Autoridades regionales y municipales no nos lo dicen?

Lo dicen, pero con la boca chica poniendo en marcha esa increíble capacidad dialéctica que tienen para decir lo que deben decir dando la sensación que dicen lo contrario. En el fondo están esperando que la madre Naturaleza devuelva todo a su estado natural que es lo que suelen hacer cuando no saben qué hacer: dejar pasar el tiempo. Pero lo que le pasa al Mar Menor no es cosa de “un temporal que ha removido el fondo”, como han afirmado tan alegremente. Y lo saben. Además, el político español cuando manda sufre un mayestático complejo de superioridad que le impide aceptar errores cometidos por su partido y pedir perdón. Por eso se hace tan difícil negociar con ellos a menos que seas de los suyos. Las soluciones que se tomen no deben perjudicar ni a su imagen ni a la de los gremios que los apoyan. Cosa realmente difícil en el “caso Mar Menor” salvo que la Justicia hable por ellos y reparta collejas a diestro y siniestro.

¿Y la culpa de la situación actual la tienen los políticos de ahora?

No. El presidente de la Comunidad Autónoma y los actuales alcaldes ribereños se están comiendo el marrón (y nunca mejor dicho) de una desidia de más de treinta años. Ya el socialista Carlos Collado en 1987 fue incapaz de enfrentarse a un poderoso lobbie local de la construcción y sector turístico (el famoso Club Costa Cálida) y perdió en los tribunales cuando intentó aplicar una moratoria que rebajara la presión sobre el Mar Menor. Desde entonces los gobiernos regionales no han vuelto a meterse en líos y, a cambio, los ayuntamientos “saneaban” sus cuentas con las recalificaciones urbanísticas en la costa marmenorense en un ambiente de descontrol y desmadre antológico que ha hecho Historia.

¿Y por qué ahora los agricultores aparecen en escena?

Los agricultores han estado siempre aquí. Pero antes eran “de secano” y con un volumen mínimo de consumo de agua por hectárea (¿os acordáis de las enormes plantaciones de algodón que antes se veían desde la carretera?). El problema ha sido cuando nuevos propietarios de terrenos han querido rentabilizarlos transformándolos en regadío precisamente en un momento donde el trasvase Tajo-Segura, por la sequía, es deficitario. Han pretendido compensar esta falta de agua con la explotación ilegal de unos acuíferos que, como todo el mundo sabe, ya solo proporcionan agua salada. Y para quitar la salinidad han creado mini desaladoras cuya salmuera (sumado a los nutrientes del abono, fármacos y demás) acaba en el Mar Menor por ser la alternativa de desecho más económica para el negocio. Esto lo sabe la Administración desde hace años pero también han preferido mirar para otro lado y seguir sin meterse en líos al no tener dinero para ofrecerles alternativas medioambientalmente más sostenibles.

¿Y qué pintan empresas de la construcción entre los propietarios de los terrenos?

Muy sencillo. Quisieron seguir con la especulación urbanística de los ochenta y noventa comprando más terrenos con la intención de recalificarlos gracias a los “contactos” que tenían con los ayuntamientos (la Nueva Manga la llamaron, un grupo de quince empresas constructoras que pretendía extenderse desde El Algar a Cabo de Palos por toda la costa marmeronense). Pero los tiempos cambiaron, empezó a hacerse muy difícil colar proyectos con recalificación urbanística, como se hacía antes; e incluso asociarse con alcaldes-arquitectos o alcaldes-empresarios, sean del color que sean, para sacar una urbanización adelante. Y tuvieron que “reciclarse” arrendando los terrenos a agricultores que no vieron otra forma de sacar dinero si no era metiendo regadío con sobreexplotación de acuíferos hasta la mismísima orilla. Ilegal en su mayor parte (la Fiscalía de Medio Ambiente así lo considera en su informe) pero los de la Administración volvieron a hacerse los tontos.

¿No sería más fácil abrir las golas para que se vaya toda la mierda?

Esa es una alternativa sencilla y, si se quiere, poco pensada. Ten en cuenta que si se abrieran las golas el Mar Menor sufriría una progresiva identificación de su ecosistema con el del Mar Mediterráneo perdiendo todas sus especiales características medioambientales y convirtiéndolo en una especie de enorme cala mediterránea cerrada. Pero no pienses que al político le importaría hacer eso, lo que pasa es que si se produce este fenómeno la laguna dejaría de ser “joya” medioambiental y no recibiríamos más dinero de la UE para una hipotética preservación de un entorno natural único en Europa. No olvides que el Mar Menor tiene figuras de protección medioambiental que permite a la Región recibir mucho dinero para una supuesta conservación que nunca se ha hecho. Y mejor no preguntemos dónde han ido a parar las ayudas, eso es cosa de la Fiscalía.

Los agricultores tienen su propia solución igual de descabellada: llevar la salmuera al Mediterráneo a través de un canal de desagüe. Pero emisarios que tiran desechos (tratados o no) a pocos kilómetros de la costa ya se hicieron en los setenta y ochenta con los problemas que los lugareños conocimos en aquella época cada vez que un temporal rompía el tubo y aparecía toda la mierda en la playa. Sería trasladar el problema unos kilómetros.

¿Tan importantes son las ayudas de la UE?

Mucho. Murcia es una de las regiones más pobres de toda Europa (España, en ese sentido, está a la altura de Rumanía siendo Prioridad 1 para la UE por su importante retraso industrial y económico). Por sí misma es incapaz, siquiera, de mantener las infraestructuras viarias (carreteras, ferrocarriles, limpieza…) y muchos ayuntamientos no podrían dar ni los servicios mínimos a su población que están obligados por Ley. Encima nuestra particular idiosincrasia autóctona nos sitúa al frente de las regiones con mayor fraude fiscal lo que impide sanear nuestra economía con recursos propios y nos obliga a estar continuamente pidiendo dinero para hacer frente a dispendios imprevistos como el que está padeciendo ahora el Mar Menor, aunque veamos los restaurantes siempre llenos y coches de alta gama en las puertas… esto forma parte de la mencionada economía sumergida indígena y son datos que no llegan a Bruselas, evidentemente. En Europa vamos de pobres y nos conocen como “los pedigüeños” desde la época de Felipe González. Prácticamente siempre que veas una banderita azul con las estrellitas de la UE en cualquier documento o sitio es que el 60% del coste del servicio lo paga la Comunidad Europea.

Entonces las banderas azules ¿las mantiene la UE?

Efectivamente, por eso hay tantas. Los ayuntamientos se matan por conseguirlas y así poder ofrecer unos servicios mínimos a la población que ellos no podrían dar. Lo que está pasando en el Mar Menor es un desastre no sólo para el sector turístico sino también para los ayuntamientos… si la UE se pusiera a analizar las playas más de uno el año que viene se quedaba sin banderita y sin foto para la galería. Lo que pasa es que la UE es muy lenta fiscalizando las ayudas y cuando exijan al Reino de España que devolvamos el dinero se hará cargo de la sanción el Estado o nos lo perdonará, que es lo que ha conseguido el gabinete de Rajoy con las últimas sanciones para no “desestabilizar” mucho la precaria situación social de nuestro país en permanente riesgo de quiebra financiera y radicalización de las calles. El miedo a Podemos condona deudas en Bruselas.

¿Y qué está haciendo Pedro Antonio Sánchez?

Pues lo único que sabemos hacer: ir a llorar a la UE para que nos den más dinero para salvar el enorme desaguisado a la que nuestra incompetencia nos ha llevado. Por eso está el hombre visitando Bruselas (para colgarse el tanto de las nuevas posibles subvenciones aun aceptando algún que otro rapapolvo que nunca se contará en los medios de comunicación) y por eso los consejeros tienen órdenes de revisar todas las ayudas que convoque la UE para ver si podemos “meter” alguna partida destinada a salvar el Mar Menor. La Iniciativa Territorial Integrada (ITI) fue una gran idea (conseguir más dinero de la UE siempre es una gran idea para el político español) pero no pensaron en la acelerada degradación que se le venía encima a la laguna quedando ahora totalmente desvirtuados, por secundarios, los objetivos para los que se diseñó el proyecto. Ahora ya no importan los paseos, importa salvar el Mar Menor.

¿Y qué podemos hacer nosotros, los ciudadanos?

La clase política dirigente tiene un talón de Aquiles: la opinión pública. Sólo se mueven cuando corren el riesgo de que ésta cambie de rumbo y les dé la espalda, con la consiguiente pérdida de votos. Por eso están obsesionados con lo que dicen los medios de comunicación sobre ellos. Y por eso, lo primero que hacen cuando se levantan es leer la Prensa y llamar a los periodistas si no les gusta algo que hemos publicado. No es por amistad, claro. Es porque quieren tener controlado todo lo que se dice de ellos y de su departamento. Normalmente, los primeros envites tratan de pararlos contraatacando con noticias que minimicen la alarma en medios de comunicación afines, patrocinando publireportajes o creando plataformas (Canal Mar Menor, por ejemplo) para tratar de contrarrestar los ataques con información institucional amarilla. Pero el Mar Menor ya es un tema que “se les ha ido de las manos” mediáticamente hablando y, por eso, ahora están todos preocupadísimos por él. Les hemos obligado a ponerse a trabajar. El desastre medioambiental de la laguna debe seguir apareciendo en los medios de comunicación, e incluso a nivel internacional, hasta que lo arreglen. No tenemos otra alternativa.

N del A.: Efectivamente, como señala acertadamente un lector, la UE dejó de ser la encargada de asignar directamente el Programa Banderas Azules. Desde hace unos años se encarga el ADEAC (Asociación de Educación Ambiental y del Consumidor) que, a su vez, depende de la FEE (Fundación Educación Ambiental) un organismo autocalificado como “independiente” pero que cuenta con el respaldo de la UECC (Unión Europea para la Conservación de las Costas), entre otros.

Sin embargo, el Programa está siendo fuertemente criticado desde algunas Comunidades Autónomas como la Balear al considerar que “no tiene ningún aval científico” (El Mundo, 7 de mayo de 2016) e, incluso, denunciado en los juzgados en Galicia acusados de “negocio camuflado” (junio de 2016). Pero eso ya da para otro artículo.

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