Convenio militar para la "Catedra Extraordinaria de Cultura Militar" con la Universidad Complutense de Madrid - Tortuga
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Convenio militar para la "Catedra Extraordinaria de Cultura Militar" con la Universidad Complutense de Madrid

Lunes.16 de agosto de 2021 650 visitas Sin comentarios
Propaganda y adoctrinamiento con el beneplácito universitario. #TITRE

Juan Carlos Rois
Tortuga.

Las noticias de última hora sobre Afganistán obligan a reflexionar sobre la participación de España, durante 19 años y 4 meses, en la tropelía y el fracaso en toda regla de este hecho (para nuestra ministra de defensa "ejemplar" y a repetir en el futuro en otras latitudes) y sobre las responsabilidades que alguien debería asumir, incluyendo la exigencia de fiscalización y auditoría de nuestra participación en todo ello tanto a nivel económico, como desde el punto de vista de los objetivos y de las realizaciones en Afganistán, como, más allá de todo ello, sobre el modo en que las sociedades que somos en este apéndice del imperio queremos estar presentes en el mundo, lo que obliga también a revisar el modelo de defensa vigente, la acción de injerencia militar que desarrolla y las alternativas evidentes para promover los valores compartidos, la seguridad humana y una paz que se merezca ese nombre y tenga contenidos.

Pero doctores tiene la iglesia y estoy seguro de que esas reflexiones y debates se van a proponer en esta página por gente más competente que un servidor, muerto como estoy de calor y de verano en estos días planos que vivimos.

Yo por mi parte me conformo con decir que nos merecemos esa auditoría global de nuestra guerra en Afganistán, del uso de los dineros y otras cosas, de los fines perseguidos y la eficacia de todo ello y que, como es más que previsible que esa fiscalización no la promuevan ni los que mandan ni los que les ayudan, incluidos esos representantes de pandereta que tenemos, lo mejor será ir pensando en hacerla por nuestros medios, con los movimientos sociales y organizaciones que aspiran a cambiar el panorama, y por nuestra cuenta y riesgo.

De modo que voy a otra cosa, a hablar de alguno de los aspectos que parece que pasan sin que pase nada en nuestro militarismo de andar por casa.

Podría parecer que julio y agosto son meses de paralización administrativa en todo lo que se refiere a los intereses del militarismo.

Les aseguro que no es así y, por poner algún ejemplo, durante lo que va desde el uno de julio al 15 de agosto, el Ministerio de Defensa ha publicado la celebración de 17 convenios de colaboración, entre ellos 9 con universidades (principalmente de Madrid) para asegurarse sus fines propagandísticos o para prácticas laborales de su membresía, así como otros 8 con asociaciones de empresarios, Cruz Roja, Fundación de Ayuda a la Drogadicción, decanos de veterinaria y otros entes variopintos la mar de sorprendentes. Además ha actualizado los trienios que cobrarán los curas castrenses, se ha efectuado una oferta de empleo público que convoca oposición para 19.308 miembros de las fuerzas armadas y cuerpos de seguridad del Estado (con el correspondiente incremento de gasto una vez se incorporen), de los que 8.171 son de nueva creación y el resto de promoción interna, se ha aprobado las plantillas de la Guardia Civil y el número de oficiales (desde general para abajo) con que contará hasta 2024 este instituto militar, se han convocado subvenciones «de acción social» para retirados del ejército y otros beneficiarios, se han impuesto servidumbres aeronáuticas en Yeste, se han modificado nombres de colegios insertos en bases militares para enfatizar la marcialidad de dichas instituciones, dado medallas y recompensas y otras múltiples normas sobre patrimonio militar y algún que otro compromiso de gasto que vienen siendo tradición colar cuando nadie se lo espera.
A ello podemos añadir los acuerdos adoptados por el Consejo de Ministros entre julio y Agosto con compromiso de gasto imputable a lo militar de los que hemos hablado en otros momentos.

Pero dejadme que yo prefiera (como dijo el cantante) ... la Cátedra Extraordinaria de Propaganda Militar.

Cátedra extraordinaria de Historia Militar.

Dado que es un poco pesado comentar de todos los avances estivales del militarismo patrio, me ha parecido especialmente interesante fijarme en el Convenio aprobado por Resolución de 7 de julio, de la Secretaría General Técnica del Ministerio de Defensa (Resolución 420/38278/2021), celebrado con la Universidad Complutense de Madrid «para el desarrollo de la Cátedra Extraordinaria de historia militar», con duración inicial de cuatro años y prorrogable.

La susodicha cátedra es fruto de un acuerdo de noviembre de 2012 celebrado entre Defensa y la Universidad, convenio que ha sufrido renovaciones sucesivas hasta la fecha, en que se publica el nuevo convenio.

Es de imaginar el interés del Ministerio de Defensa en el desarrollo de una cátedra de este tipo y mucho más el interés de los historiadores en abordar estos aspectos como parte de su producción científica.

Imaginamos, pues somos bienintencionados, que despoblar la historia militar de ese sesgo patriotero, distorsionado y épico, tan desfasado y rancio, con el que nos encontramos a menudo en las lecturas de historia militar al uso, o encontrar, en algún rincón de su contenido, la historia del militarismo tratada también desde las luchas y propuestas desmilitarizadoras que han tenido lugar (y a menudo quedan marginadas, silenciadas o distorsionadas) debería ser atractivo para algún que orto historiador que se acerque a este enfoque de la investigación histórica con un ánimo no tanto de convencer como de comprender.

Como lo sería abundar en la relación entre los intereses (contra la gente) del poder y las vueltas de tornillo que ha dado el militarismo y sus instituciones de monopolio de la fuerza como instrumentos de orden público y de burro-represión.

O... tantos otros.

Por poner algún ejemplo, resulta abrumador el tratamiento de la guerra civil, lleno de glorificaciones militares y relatos heroicos algo legendarios, como si en realidad hubiera existido una contienda total y una adhesión a la guerra generalizada, entre toda la sociedad enfrentada por las armas en una lucha sin cuartel, sin destacar la desafección monumental a la guerra de la inmensa mayoría de la sociedad y el interés de determinados grupos y personas concretas en promoverla para sus intereses; o los cientos de miles de llamados a los sucesivos reemplazos de un bando u otro que directamente se negaron a participar de la barbarie; o sin decir ni pío de los miles de desertores que hicieron lo posible para no participar de la acción militar, sin despreciar, claro está, la labor antimilitarista que también hubo en la contienda, los servicios por la paz desarrollados por organizaciones de índole pacifista y humanitaria o la lucha diaria de tanta gente del común, en mitad de la contienda y más tarde, por reconstruir de forma noviolenta (tal vez no lo llamaban así) los vínculos comunitarios y por ofrecerse apoyo mutuo o solidaridad.

O, ya que nos ponemos, la explicación menos hiperventilada de la guerra colonial en Marruecos (ahora que nos están espigando un relato heroico y descontextualizado de los ejércitos en Annual y todo hace pensar que los halcones de nuestro paisaje nos van a dar la murga con Doña Amargarita Robles a la cabeza) que destaque los aspectos más objetivos y escabrosos de esa guerra y que tenga en cuenta también la lucha antimilitarista que desencadenó.

Podría también destacarse la labor pedagógica y racionalista de la Escuela Moderna, que enseñaba a leer y escribir a la gente copiando dictados de textos antimilitaristas de León Tolstoi, Jean de La Bruyère, Charles Letourneau, Guy de Maupassant, Voltaire, Emíle Zola o Camile Flammarion, entre otros muchos.

Pero no nos hagamos ilusiones, porque la Cátedra Extraordinaria de Historia Militar de la Universidad Complutense no parece el sitio académico para un enfoque como el que insinuamos.

Contenidos del convenio

Veamos el convenio suscrito entre la Universidad y el Ministerio de Defensa para verificar esta deprimente afirmación:

1.- El Ministerio de Defensa influye de forma sustancial tanto en el contenido de las investigaciones y actividades de la cátedra, como en el profesorado.
Dice así el artículo 1 del convenio, referido a las aportaciones del Ministerio de Defensa «Elaborar, a través de su concurrencia en la Comisión Mixta de Seguimiento, junto a la Facultad de Geografía e Historia de la UCM, las líneas generales del diseño, desarrollo y ejecución de las actividades de la “Cátedra Extraordinaria de Historia Militar” y prestar, en su caso, su asistencia técnica a las fases de desarrollo y ejecución».
También dice que el Ministerio de Defensa «será uno de los patrocinadores de las actividades que desarrolle el programa de la “Cátedra Extraordinaria de Historia Militar”».
Pero pudiera parecer que la universidad podrá hacer el resto. No es así, porque su compromiso es la de habilitar espacios para la impartición de las actividades, dotar de reconocimiento académico a las actividades que se desarrollen y auxiliar al director de la cátedra en las labores de gestión (artículo 1.2):

  • « La UCM (Facultad de Geografía e Historia) gestionará la habilitación del espacio necesario para el ejercicio de las actividades de la «Cátedra Extraordinaria de Historia Militar».
  • Así mismo, la UCM (Facultad de Geografía e Historia), establecerá los mecanismos de reconocimiento académico de los cursos impartidos por la «Cátedra Extraordinaria de Historia Militar» de acuerdo con la legislación vigente.
  • La UCM proporcionará para auxilio del Director de la mencionada cátedra en sus labores administrativas, protocolarias y de gestión, los medios oportunos a efectos de una mayor eficacia.»

2.- Un director (en nuestro caso directora) a la medida de Defensa

Como la cátedra cuenta con un Director, podríamos preguntarnos cómo se designa (o elige si es el caso) este. Pues bien, acudamos al artículo sexto del convenio, que dice que lo nombrará el rector a propuesta de la Comisión Mixta de seguimiento y «entre los profesores de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM que estén relacionados con estos campos de conocimiento».
Bueno, a dedo. Pero al menos entre los profesores, claro no cualquiera, sino los que «estén relacionados con este campo del conocimiento» algo que no queda claro en qué consiste. A mi se me ocurre más de un profesor que seguramente no está relacionado con la historia militar entendida como tal por la cátedra (menos aún por el Ministerio de Defensa) pero que seguramente sí lo esta (de forma crítica y alternativa, se supone) «con este campo del conocimiento» y que haría de poder más de una propuesta para cambiar el enfoque acartonado de la historia militar al uso. ¿Podría ser propuesto?

Pues para responder, vayamos a tres datos lo más objetivos posibles:

  • En primer lugar, y en cuanto a las competencias del director.

Su articulo 8 dice que el director tiene como funciones:« 1. Definir el programa de actividades y presentarlo, para aprobación, a la Comisión Mixta de Seguimiento. 2. Coordinar el calendario de las actividades. 3. Coordinar las necesidades de infraestructuras de la «Cátedra Extraordinaria de Historia Militar» con las disponibilidades de la Facultad de Geografía e Historia de la UCM. 4. Definir y coordinar la gestión del presupuesto de la «Cátedra Extraordinaria de Historia Militar» del que habrá de rendir cuentas ante la Comisión Mixta de Seguimiento. 5. El Director de la «Cátedra Extraordinaria de Historia Militar» elaborará anualmente, por curso académico, un informe sobre el desarrollo de las actividades y la programación del curso siguiente; incluirá en el mismo deficiencias de funcionamiento observadas, así como propuesta de mejora. Dicho informe se remitirá tanto a la UCM como al Ministerio de Defensa (IHCM)»
Es decir, define el contenido y dirige la gestión, pero siempre bajo la supervisión de la comisión mixta.

  • En segundo lugar, y en cuanto a las de la Comisión mixta, (artículo duodécimo):

Esta Comisión gozará de las funciones de supervisión y veto, se nombrará entre la universidad y el ministerio de Defensa; estará formada «con representantes designados por ambas partes en régimen de paridad.»
Entre sus miembros figurarán:

  • Por parte del Ministerio de Defensa (IHCM): 1.º El Subdirector de Estudios Históricos del IHCM, o persona en quien delegue. 2.º Un Coronel de la Subdirección de Estudios Históricos del IHCM, o persona en quien delegue.
  • Por parte de la UCM: 1.º Vicerrector/a de Relaciones Institucionales, o persona en quien delegue. 2.º Decano de la Facultad de Geografía e Historia o persona en quien delegue.»

A su vez, «El Jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra y el Rector podrán sustituir, en el ámbito de sus competencias, a los miembros de la Comisión Mixta de Seguimiento . . .»

  • En tercer lugar, en cuanto a la capacidad de sustitución y el poder de decisión.

El director nombrado tendrá voz, pero no voto en la Comisión. Los acuerdos de la misma se adoptarán por mayoría simple y se prevé que si alguno de los miembros de la misma varía (es decir, queda en minoría una de las partes) se respetará el régimen de paridad para las votaciones.

  • En definitiva

En realidad la Comisión mixta garantiza el interés prioritario del Ministerio de Defensa, porque ningún acuerdo puede tomarse sin su aceptación, incluso si en un momento dado quedan en minoría.

¿Es posible que los miembros de la Comisión elegidos por la Universidad discrepen entre sí a la hora de decidir? Es difícil que, dado el modelo de incorporación a la misma, esto ocurra, pero, dado el carácter de libertad e independencia que se supone que tienen los doctores y profesores universitarios, podría ocurrir. ¿Podemos pensar algo parecido entre los miembros del ejército designados por Defensa? Respóndase usted.

En mi opinión, dado el carácter corporativo, el rollo de la obediencia que se maneja en el ejército y toda la fanfarria jerárquica con la que se conducen, esto es, sencillamente, imposible salvo milagro del Niño Jesús de Praga u otro que realice funciones de guardia.

3.- Una financiación al servicio de los intereses de Defensa

No hemos querido hacer un repaso ni de las actividades docentes actuales de la cátedra, que, amén del «experto» que imparte en Historia militar (y que parece más bien un experto en polemología) es variada en sus actividades y amplio en el elenco de profesores con el que cuenta, si bien algo sesgada en cuanto a la orientación de sus estudios y de la justificación de los ejércitos y aparatos de imposición del orden social.

No estamos censurando la labor docente del profesorado, sino la orientación que, merced al convenio suscrito, permite la utilización por parte del Ministerio de Defensa de ésta como un (uno más; sin ir más lejos, en Madrid mantiene también la cátedra de cultura de la Defensa Gutiérrez Mellado con un convenio similar y además firma convenios anuales con la Universidad Complutense para asegurarse un espacio a su medida en los cursos de verano que dicha universidad imparte) instrumento de su propaganda.

Defensa le garantiza a la cátedra unos fondos anuales de 12.000 euros que salen de la partida de «Reuniones, conferencias y Cursos» relativo al programa 121M del Ministerio de Defensa. A esta cantidad estipulada de Defensa se añadirá «la aportada por cualquier otra fuente de financiación adicional cuyo importe y autorización debe ser aprobado previamente por la comisión mixta».

¿Qué quiere decir esta coletilla? Pues, sencillamente, que además de los 12.000 euros anuales, e podrá añadir por parte de Defensa (dado que el artículo se refiere a la aportación de Defensa) cualquier otra cantidad que canalicen por cualquier «fuente de financiación adicional» (por ejemplo, mediante dinero que le saquen a otro ministerio, o que provenga de otro tipo de gastos y compromisos que puedan ejecutar desde defensa o, incluso, mediante acuerdos con otro tipo de entidades o patrocinadores de eventos) y cuya cuantía queda en la más absoluta imprecisión e indefinición.

La Universidad pone el elenco de profesores (pero resulta que estos ya perciben sus ingresos por el capítulo correspondiente del presupuesto de la universidad, con lo que su coste a efectos de este convenio es cero) y sus instalaciones (que se amortizarán conforme a las reglas contables año a año en el propio balance de la universidad y que a efectos de este convenio tampoco implican «gasto» añadido).
Por último, la cláusula decimoquinta del convenio señala que, además de las causas de resolución del convenio que la ley prevé (en concreto el artículo 51.2 de ley 40/2015 de 1 de octubre), las partes pueden decidir la resolución de forma unilateral, de forma que, si a Defensa en un memento dado no le gusta la orientación de la cátedra, puede resolver el convenio sin más.

4.- Unas conclusiones

  • Hace mucho calor, pero Defensa no descansa.
  • En el caso que analizamos (que es uno más de los muchos que podemos poner) paga defensa, manda defensa, pone el contenido (hasta donde defensa lo permita) la universidad y si a Defensa no le gusta, se acabó.

Ya ven, un caso ejemplar del incansable quehacer del Ministerio de Defensa en su labor de permear con su ideología y su propaganda las instituciones académicas.

  • Ya sabemos que la historia la escriben siempre los que tienen a su disposición los medios y la palabra y, casualidades de la vida, suele resultar que cualquier relato acaba garantizando su punto de vista, unas veces por entusiasmo de sus amanuenses y la mayoría porque la selección de los contenidos silencia los puntos de vista que resultan inoportunos.

Y en esto la historia militar es un ejemplo tan abrumador que una cátedra como la que la Universidad llega a comandita con el Ministerio de Defensa resulta, cuando poco, desprovista del principio de presunción de inocencia.

He querido poner un ejemplo, veraniego, de una práctica de alianza entre el Ministerio de Defensa, repartidor de migajas de forma dosificada, con las universidades, urgidas de aportaciones para cubrir su maltratada labor científica.

  • El Ministerio de Defensa cuenta en su estrategia de propaganda con el caramelo envenenado que ofrece, aparentemente con un desgaste mínimo para las universidades, para que las universidades propaguen su ideología y privilegien las investigaciones y los relatos que le interesa al militarismo.

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