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Armas químicas no letales: la investigación en este terreno se mueve entre lo ridículo y lo ilegal

Lunes.17 de diciembre de 2007 2628 visitas Sin comentarios
Infomoc #TITRE

Matan de risa


Inteligencia militar: de la bomba escatológica a la bomba gay

JAVIER YANES - Madrid

En la última edición de los premios Ig Nobel a las investigaciones más extravagantes, celebrada el pasado 4 de octubre en la Universidad de Harvard (EEUU), uno de los trabajos galardonados brilló con luz propia: la bomba gay. Se trataba de un proyecto de la defensa estadounidense,
que aspiraba a desarrollar un artefacto químico no letal cuyo propósito sería liberar una sustancia que transformase de inmediato a los soldados de las filas enemigas en homosexuales libidinosos.

Así, planeaban, los soldados de la tropa rival preferirían conquistarse entre ellos que defenderse del ataque enemigo. Lo absurdo de esta idea, más allá de su patente espíritu homófobo, ha hecho creer a muchos que se trataba de uno más de los muchos bulos que circulan porla Red. Pero no es así; la idea que mereció el Ig Nobel de la Paz 2007 es completamente real.

El proyecto fue pergeñado en 1994 por el laboratorio Wright de las
Fuerzas Aéreas de EEUU en Dayton (Ohio), hoy llamado Air Force Research
Laboratory. La propuesta, dotada con la bagatela de siete millones y
medio de dólares, salió a la luz gracias al proyecto Sunshine, una
iniciativa que reivindica la transparencia en materia de guerra química.
La revista New Scientist la divulgó hace dos años y hamantenido un
seguimiento de tan iluminado empeño.

Desde entonces, fuentes del Pentágono han asegurado a varios medios que
desde el principio el programa se había ?rechazado de plano? y que
?nunca se consideró para un desarrollo posterior?. Sin embargo, en 2000
la bomba gay fue incluida en un CD elaborado por el Directorio de Armas
No Letales del Pentágono, disco que se distribuyó a agencias
gubernamentales de aquel país como estímulo a la investigación. Un año
más tarde, la idea fue sometida para su valoración a la Academia
Nacional de Ciencias de EEUU. Ahí se pierde la pista.

Lo más probable es que nunca se lleguen a constatar los presuntos
efectos de la bomba gay en el campo de batalla. Pero a pesar de su
carácter irrepetible, la idea no era una veleidad aislada. Los
documentos disponibles sugieren que la guerra de los olores oculta
abundante información clasificada. De hecho, la bomba gay es la sucesora
sofisticada de otros diseños anteriores en una línea de investigación
militar cuya primera genialidad se remonta a la Segunda Guerra Mundial.
Por aquel entonces, a la inteligencia de la primera potencia occidental
se le ocurrió combatir el nazismo dotando a la resistencia francesa de
un arma definitiva y ultrasecreta: la bomba fétida.

El arma escatológica

El proyecto Who Me? (?¿Quién, yo??) giraba en torno a un poderoso
compuesto: el escatol. Como su nombre sugiere, sus propiedades al olfato
son poco menos que escatológicas. Procede de la degradación de un
aminoácido en el intestino grueso y es una de las sustancias que
confieren su aroma característico a los gases intestinales. Según
detalla un documento desclasificado, fechado en 1997, del Centro
Edgewood de Investigación, Desarrollo e Ingeniería del Ejército de EEUU
en Maryland, en 1944 la división 19 del Comité de Investigación de la
Defensa Nacional desarrolló el producto: una dosis de escatol en un
pequeño tubo envuelto en plomo.

El ingenio se distribuyó a los rebeldes franceses, quienes debían
acercarse con disimulo a los oficiales alemanes y vaciarles encima el
preparado fecal. El resultado esperado era convertir al enemigo en
?objeto de irrisión? para minar su moral, con la premisa de que es
difícil respetar a una autoridad que apesta a heces. Por desgracia, la
idea chocó con algunos problemas: dada la potente presencia del escatol,
su olor se imponía con la simple apertura del vial, impidiendo al
portador acercarse a su objetivo, que huía despavorido. Además, el
propio guerrillero quedaba tan impregnado con los vapores de su
artefacto que él mismo acababa odiando su misión.

El proyecto Who Me? quedó definitivamente relegado cuando los creadores
del engendro comprobaron que ?al intentar emplearlo en otras
localizaciones, se descubrió que la gente en muchos lugares del mundo no
encuentra ofensivo el olor fecal, ya que lo huelen regularmente?.

El fracaso no significó el abandono de esta línea táctica. Muy al
contrario; el mismo documento de Edgewood insiste en el ?desarrollo de
compuestos odoríferos que puedan aplicarse contra cualquier conjunto de
población alrededor del mundo?. No sehabla de soldados enemigos, sino de
?población?.

El escrito repasa la actual facilidad para replicar experimentalmente
cualquier olor y cómo en distintas culturas, religiones y zonas
geográficas, el olfato responde de modos diversos a estímulos distintos.
El proyecto solicitaba poco más de 300.000 dólares en un año y medio
para desarrollar un índice de olores y un sistema de diseminación. Entre
estos últimos se cuentan armas de mano, morteros, generadores de gas o
cápsulas que puedan ser vaciadas en el sistema de aire acondicionado de
un edificio.

La bomba gay era, de hecho, sólo una de las tormentosas ideas de un
informe elaborado en 1994 por el laboratorio Wright. En las mismas
páginas se recogen otras propuestas: sustancias que hagan al adversario
extremadamente sensible a la luz solar, o le creen una ?halitosis grave
y persistente?, o atraigan hacia él a todo tipo de criaturas molestas,
como insectos, ratas u otros animales. Destaca la inspirada sugerencia
de difundir en los lugares de paso del enemigo un gas que induzca a las
abejasa picar, y situar estratégicamente una serie de colmenas a lo
largo de suruta de escape. Un plan marca Acme, en la mejor tradición del
Coyote y el Correcaminos.

Por desgracia, no todos los proyectos en el campo de las armas químicas
no letales (ANL) ?denominadas en algunos documentos ?menos que letales?,
es decir, que dejan al objetivo menos que muerto? resultan tan risibles.
La documentación desclasificada repasa la granada multisensorial
destinada a ?aclarar espacios?, equipada con sustancias molestas y
explosivos pirotécnicos, y su posible adaptación para incorporar agentes
que ?noqueen? al enemigo. En otros casos la investigación se apoya en
?identificar nuevos avances de la industria farmacéutica?.

Los compuestos van dirigidos a interferir los órganos sensoriales, la
capacidad motora e incluso las emociones, con el fin primario de actuar
contra toda una población para después discriminar entre ?turistas y
terroristas?. En un punto se recomienda la necesidad de entrenar a las
fuerzas armadas para no sucumbir a la tentación de ?matar a toda persona
previamente incapacitada por el gas?. Algunos de estos agentes químicos
o farmacéuticos se proponen parasu uso contra todos los pasajeros de un
avión de línea comercial en
caso de secuestros como los del 11-S, mencionando el riesgo de
?dañopermanente o muerte para los viajeros enfermos?.

Hoy disidente, mañana terrorista

Un extenso informe de la Universidad estatal de Pensilvania, redactado
en octubre de 2000, propone una escalofriante lista de agentes
?calmantes? que incluyen varios tipos de neurotrópicos, como sedantes
hipnóticos, anestésicos, relajantes musculares, opiáceos o
antipsicóticos. El documento menciona una base de datos adjunta con más
de 7.000 referencias de compuestos de posible uso como ANL. Un ejemplo
sugerido por Edgewood es la ketanserina, un calmante usado para amansar
alces. El informe de Pensilvania incluye el fentanil, un opiáceo 80
veces más potente que la morfina y que, empleado para cortar heroína, es
responsable de muchas muertes por droga adulterada. Un derivado del
fentanil, liberado por las fuerzas especiales rusas en el sistema de
ventilación del edificio, causó la muerte de más de 120 rehenes
retenidos por rebeldes chechenos en un teatro moscovita en 2002.

La justificación de la inversión en este campo es una preocupación
constante en los documentos. Una imagen utilizada con este fin en
algunas presentaciones muestra a un grupo de niños manifestándose en
Belgrado contra los bombardeos de la OTAN, sobre otra fotografía del
atentado suicida sufrido por el buque USS Cole en el puerto de Adén, en
2000. Los pies de foto rezan: ?de esto [niños]... a esto [buque]?. A
menudo las propuestas se escudan en riesgos estrafalarios, como una
ficticia alianza de Corea del Norte con China y Rusia para invadir al
vecino del sur y a Taiwán.

Los cerebros son personajes como el coronel John Alexander, antiguo
representante de su país en la OTAN, ex-investigador en el laboratorio
de Los Álamos, y antes miembro del panel ANL de la Academia Nacional de
Ciencias de EEUU. Este científico militar se dedica principalmente a la
investigación de fenómenos ovni y es un apasionado defensor del
reclutamiento de clarividentes y telépatas para la inteligencia de
defensa. El Instituto Nacional de Ciencias del Descubrimiento en Las
Vegas, del que Alexander es consejero, declara como misión ?el estudio
de fenómenos aéreos, mutilaciones animales y otros fenómenos anómalos
relacionados?. Uno de los campos de estudio de esta institución privada
es la matanza de ganado por seres extraterrestres, un tipo de suceso que
suele llenar las páginas de los tabloides de supermercado, comoWeekly
World News.

Es obvio que todo lo mencionado infringe la Convención sobre Armas
Químicas, ratificada por EEUU y vigente desde 1997. En 2004, en plena
guerra de Irak, el proyecto Sunshine fue conminado por el cuerpo de
Marines de EEUU a retirar de su página web documentos relativos a ANL
por contener ?información sensible que compromete programas?. Sunshine
respondió haciendo notar que, de existir tales programas, supondría una
violación de la Convención. Los marines desistieron de su censura.

La investigación en ANL no cesa, y el disparate tampoco. El pasado 9 de
octubre, a raíz de la entrega de los premios Ig Nobel, el director del
Consejo Interreligioso en Rusia, Roman Silantyev, declaraba a la agencia
Interfax que ?el Pentágono equipara la homosexualidad a las armas de
destrucción masiva?, lo que para Silantyev aconseja ?calificar los
desfiles gay comoarmas de destrucción masiva e introducir una moratoria
en su proliferación?. A veces lo que no mata deverdad, mata de risa.

La guerra psicológica: ?Tu mujer se acuesta con Bart Simpson?
No sólo las armas químicas han inspirado ideas innovadoras; la guerra
psicológica es también un terreno fértil para la experimentación. En
1940, cuando la invasión nazi de Gran Bretaña parecía inminente, la BBC
emitió una serie de cursos de inglés destinados a facilitar a los
soldados alemanes su ?visita? a las islas. El locutor, con perfecto
acento alemán, recitaba así: ?Repita conmigo: Das Boot sinkt. El barco
se hunde. Das Wasser ist kalt. El agua está fría. Ahora, un verbo que le
resultará muy útil. Ich brenne. Me quemo?.

Con frecuencia las tácticas psicológicas han tratado de aprovechar las
supersticiones del enemigo. En la guerra de Vietnam, la operación Alma
Errante del ejército de EEUU empleó altavoces para tratar de aterrorizar
a los guerrilleros del Vietcong con sonidos y voces de ultratumba de
presuntos soldados muertos que les instaban a rendirse para no acabar,
como ellos, vagando eternamente por la jungla. La idea se basaba en una
creencia vietnamita según la cual quien no recibe entierro adecuado
junto a sus ancestros está condenado a errar por los bosques como ánima
en pena.

Ningún bando se libra de la estulticia. En la guerra del Golfo fue
famosa Bagdad Betty, una locutora de radio iraquí que pretendía
desmoralizar a las tropas estadounidenses alegando que mientras ellos
estaban en el desierto de Arabia, sus mujeres y novias se acostaban con
Tom Cruise, Tom Selleck o Bart Simpson.