Animales y mascotas

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Mis padres se han ido de viaje, y a mí me toca cuidarles el gato, Marçel, un felino bonachón y sin personalidad con nombre-homenaje a otro gato similar, residente en una tienda de discos en la calle Tallers, Barcelona. Bueno, pues esta tutela temporal de Marçel hace que, inevitablemente, me acuerde por enésima vez de MI gato, Elvis, que en paz descanse.

Elvis era el nombre del cocodrilo que tenía Sonny Crockett, personaje de la serie Corrupción en Miami, y que recuerdo que ese reptil tenía muy buen gusto... ¡¡¡se comía vinilos de Buddy Holly!!! Por todo ello, cuando hace muchos años rescaté a un gato escuchimizado y descalcificado, me pareció una buena idea llamarle Elvis, como el cocodrilo.

El gato llamado Elvis no intentaba comerse mis discos de Buddy Holly, pero si que le gustaba espachurrar mis vinilos, perseguirse la cola encima de ellos y de paso, llenármelos de pelos. Cuando pinchaba en algún antro con mis vinilos, la gente alucinaba por la cantidad de pelos blancos que tenía que quitar de los surcos.

Además, intentaba abrir las puertas colgándose de los picaportes, se volvía loco con las fotos -las chupaba y rechupaba, no sé que componente hay en el revelado de las fotos que le encantaba- y tenía maneras más que peculiares, por no decir casi "humanas", de mostrar su enfado: aprendió no se sabe como a desenchufar la tele, y si se había mosqueado y estabas intentando ver algún programa, de repente se podía apreciar como aparecía silenciosamente una patita blanca por detrás del marco de la puerta, palpando y palpando de manera rápida y metódica, hasta que encontraba el cable del aparato, tiraba de él con fuerza y se largaba a toda prisa por el pasillo, para evitar el más que previsible zapatillazo

Pero lo mejor de lo mejor era cuando te daba la espalda: se te quedaba mirando con los ojos achinados y aire de cabreo, y cuando por fín le devolvías la mirada, se daba la vuelta y se tumbaba mirando exactamente en dirección contraria. Con ese tipo de reacciones no hace falta decir que a veces daba miedo, era todo un personaje.

Podría contaros más cosas, como que le entretenía mucho estudiar conmigo y jugar a no dejarme pasar las hojas de los apuntes, poniendo la pata encima de ellos, que le encantaba el atún crudo, anticipando varios años mi posterior adicción al sushi... o que una vez se cayó por la ventana y nos dió un susto de muerte.

"Sólo" se rompió una pata, pero se recuperó muy bien. Y cuando me independicé pensé en llevármelo, pero hubiese sido una locura y nadie lo hubiese cuidado mejor que mis padres. O por lo menos yo no, con el caos vital que arrastro desde hace años. Además, cuando mis padres ponían música en el salón y se ponían a bailar, él también se animaba y se ponía a brincar y a correr alrededor, sumándose a la fiesta encantado... si me lo hubiese llevado, el animal hubiese añorado muchísimo ese tipo de cosas, además de estar todo el día solo.

Y bueno... os cuento todo esto porque estoy un poco sentimental, seguramente a los excesos cometidos en el Summercase de este fin de semana. Un poco sentimental... e impactado por este vídeo que os pego más abajo descubierto en el Tubo, que me ha emocionado mucho, lo reconozco. Iba a escribir algo para meterme otra vez con los cobardes y torturadores que maltratan a los animales (en este país eso abunda) pero hoy no me quiero hacer mala sangre.

Mi gato Elvis murió de un cáncer pulmonar, sacrificado antes de que sufriera más, ya que no tenía cura y se ahogaba día a día. Me pongo especialmente triste al recordar que la última vez que pudo comer algo fué un día que estaba de visita en casa de mis padres, y se dió un atracón enorme después de llevar días sin probar bocado, como siempre intentado picar preferentemente de mi plato, para no variar. Nunca quiso volver a comer más, y a los pocos días se fué.

Damas y caballeros, les dejo ya con la increíble historia del león Christian... tengan a mano pañuelos, es un aviso. Dedicado a toda la gente con mascotas, que entenderán perfectamente de lo que he hablado (el mensaje final es una cursilería, ignórenlo y punto).