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A través de las nuevas tecnologías, los medios sociales desafían a los tradicionales.

Viernes.8 de abril de 2005 1371 visitas Sin comentarios
Tortuga Pulitzer #TITRE

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Artículo publicado originalmente en Argumentos: periodismo desde el margen

Cuando Hunter S. Thompson se fue a Las Vegas a cubrir con el doctor Gonzo
una carrera de motos, su editor asumió el riesgo. Thompson escribiría
un delirio de gasolina, drogas y rock and roll. De motos habló poco
en Miedo y asco en Las Vegas, pero el sueño americano aparecía
despanzurrado tras los felices 60. En 1971 la guerra de Vietnam no había
acabado y un público
crítico y descontento estaba listo para ser sorprendido. El relato del
viaje de Thompson acabó convertido en icono del llamado periodismo
gonzo
.
La receta: una mirada personal que hurgaba en los convencionalismos. Desde
entonces, los grandes medios dominan el periodismo, la industria multimedia
de la información y el entretenimiento, necesitada de grandes audiencias.

Los medios de masas buscan el mínimo común denominador para
llegar al máximo de público. Afloran en el centro: de la audiencia,
del mercado, de la política. Sin espacio para la imaginación,
la rebeldía y la visión radical. Viven satisfechos en el paraíso
de lo políticamente correcto, apostados en la normalidad y rebajando
su cuota de enfrentamiento con el poder, los anunciantes y parte del público,
adormecido entre la publicidad y la vida remedada en un reality
show
. Cuando
Walter Lippmann puso el periodismo bajo el dios de la objetividad, nunca pensó que
el mito positivista de la verificación acabaría en la falta de
imaginación y las puntas romas de gran parte del periodismo actual.
Contra esos convencionalismos, el sueño apacible de la información
sin compromiso y la presunta objetividad disparan en Internet comandos de francotiradores.
Los medios sociales sacuden el periodismo desde los blogs
(bitácoras)
,
los medios participativos hiperlocales, foros, listas de correo y wikis.

Los ciudadanos asaltan los medios y les arrebatan el trono de la verdad objetiva.
Comandos de superusuarios aprovechan los instrumentos digitales para denunciar
el monopolio de la información y disputar a los medios la atención
del público más inquieto. Surge el Periodismo 3.0 o periodismo
participativo para hacer de la información una conversación entre
ciudadanos comprometidos, que no quieren estar al margen, parapetados en la
objetividad y la neutralidad. Quieren que las noticias contribuyan a cambiar
la realidad. Los superusuarios son consumidores intensivos de información
expertos en el uso de los medios y herramientas sociales, promueven la movilización
social y son los líderes de las comunidades virtuales, grupos formados
en el ciberespacio que, a través de blogs, teléfonos móviles
y foros, se relacionan, comparten ideas y se organizan para producir más
información o para actuar.

Así surgen las multitudes inteligentes que tejieron una urdimbre política
y de pequeñas donaciones que permitieron a un oscuro gobernador de Vermont,
Howard Dean, llegar hasta la recta final de las primarias demócratas
norteamericanas y convertirse después en presidente del partido. Pero
son también las jaurías lanzadas contra los medios y periodistas
tradicionales, como las que forzaron la dimisión del jefe de informativos
de la CNN, Eason Jordan, por acusar al Ejército americano en Irak de
poner en su objetivo a los periodistas hostiles.

Es el nuevo periodismo desde el margen. Fronterizo con el activismo político
y social. En el borde de la información y la opinión. Con la
amenaza de sumirse en el solipsismo de élites tecnológicas y
sociales y sin control sobre los contenidos.

Pero crece. En voces y en audiencia. Alrededor de 190.000 navegantes españoles
publican blogs y 1 de cada 10 internautas los leen, según el Estudio
General de Medios. En Estados Unidos, 8 millones de navegantes han creado bitácoras,
y 3 de cada 10 las leen habitualmente. Son nanoaudiencias, pero algunos ya
superan a revistas digitales y a las ediciones en la Red de pequeños
diarios. La World Wide Web se ha convertido en la World
Live Web
, una conversación
viva atractiva, sobre todo, para jóvenes acomodados con alta formación,
el público que deserta de los medios tradicionales.

El periodismo gonzo ametralló el sueño americano. Antes lo había
hecho el nuevo periodismo de Tom Wolfe, Jimmy Breslin o Norman Mailer. La rebelión
contra la objetividad llevó al escritor a encabezar las manifestaciones
contra la guerra o a aspirar a la alcaldía de Nueva York. Nada de ser
neutrales, de quedarse al margen. La información animaba a la acción.
Tom Wolfe aterrizó a trompazos en la sacrosanta reliquia de la literatura
norteamericana, The New Yorker, dirigida entonces por el todopoderoso William
Shawn, para denunciar la esclerosis obsequiosa del establishment literario.
Más tarde hurgaba en el sueño de la izquierda exquisita y rompía
el mito. ¿Distancia entre el periodista y la información? Al
cuerno.

"¿Quién dice que un buen diario tiene que ser aburrido?".
Fue el grito de guerra de Jim Bellows, director del New
York Herald Tribune
e impulsor del nuevo periodismo. Bellows afirma que "los diarios son
ahora demasiado mansos y se necesita más gente con pasión, deseosa
de arriesgarse y comprometerse".

Bellows desafió a los grandes y acabó en la Red con Prodigy,
pionero de los servicios electrónicos. Le atrapó la inmediatez
de la respuesta del público en el ciberespacio. Esa interactividad anima
a los creadores de los medios sociales. La información vive en la Red
a través de la conversación. El mensaje se vuelve dinámico
porque los contenidos no están acabados hasta que los lectores los completan.

El Periodismo 3.0 empuja a la acción y da refugio a quienes tienen
algo que decir y no lo ven en los medios tradicionales. El tiempo de la información
como conferencia se agota, ha señalado Dan Gillmor, blogpionero. "La
revolución no será televisada", sentencia Joe Trippi, el
creador de la campaña digital de Dean. Los medios sociales se rebelan
contra la falta de participación de la audiencia, la pérdida
de credibilidad del periodismo y la objetividad entendida como ausencia de
compromiso. Fragmentan los mensajes y el estilo buscando la complicidad del
destinatario y transgrediendo la corrección política.

En la blogosfera están las voces silenciadas por la corriente principal,
tanto las de periodistas hastiados como las de ciudadanos hambrientos. Y ganan
poder a través de la confianza personal, de la participación
para producir información desde el margen.