En mi primer matrimonio, deseé ser dominado por la que entonces era mi esposa. Se lo planteé y no comprendió cómo su dominación podría hacerme feliz y mejorar nuestra vida sexual. Nos divorciamos luego de 3 años. Pasaron 2 años más, y en una clase de aerobics conocí a una mujer fascinante. Bella, inteligente, sensual a más no poder. Comenzamos a salir y un día en mi apartamento, le planteé mi idea de que ella me dominara. Lo tomó de buena gana. Me llevó a su casa y me dominó como nunca nadie lo había hecho. Me penetró hasta 4 veces, me nalgueó como quiso, me humilló con su fuerza brutal y (...)