HOMENAJE A CONSTANTE
La próxima vez que salga un viernes por la noche en Alonso Martínez sólo veré pijos, pijas, garitos cutres y sus porteros, un Burguer, el edificio de la SGAE - que gente tan simpática- y guardias antibotellón. Antes no, antes en medio de todo ese mogollón había una balsa de aceite que resistió años y años de modas y estupideces. El Kwai no era un sitio grande, era más bien muy pequeño; no ponían buena música, de hecho no ponían música; no tenía cerveza de importación, ni nacional; sus productos no eran de calidad, y es que lo único bebible allí era el segoviano pura (...)