Sólo cuando te detienes, ni que sea por un breve periodo de tiempo, y consigues apearte del ritmo habitual de una vida que se empeña en ir a toda velocidad, tienes la oportunidad de saborear y hasta casi entender muchas de las sensaciones que experimentas a diario y van conformando tu experiencia vital.
Me puedo detener porque no trabajo durante unos días, vacaciones. Me puedo detener porque por fin todos estamos en casa sin atender a más cuestiones que a las que nosotros queramos; (...)