No seguí minuto a minuto la reacción contrainformativa del acto, pero creo que en un primer momento fue de silencio y cierto estupor. La detención de las tres activistas fue mínima, se resolvió sin cargos y, como anécdota, comento que al salir del juzgado la activista ucraniana, con una sonrisa de oreja a oreja, corrió hacia quienes le esperaban fuera en apoyo y, no menos importante, los medios de comunicación, al tiempo que se abría la camisa con un leve tironcito, como si solo se abrochara con un mínimo velcro, y volvió a enseñar las tetas ante los focos.
Las críticas, no muchas, y más (...)