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Economías Alternativas: críticas y autocríticas (I)

Sábado.5 de septiembre de 2009 8694 visitas - 2 comentario(s)
Qoliya y José Ángel #TITRE

La Haine

El objetivo del texto es el de crear una herramienta de reflexión y debate útil para personas que lleven a cabo proyectos de base dirigidos a alcanzar la transformación social.

Estos textos están extraídos de un estudio mas amplio sobre diversos temas relacionados, el objetivo del texto es el de crear una herramienta de reflexión y debate que sea útil a aquellas personas que pertenecen o tratan de iniciar un proyecto de base hacia la transformación social por lo que agradecemos cualquier colaboración acerca de experiencias colectivas, reflexiones personales o replica.

1.- ¿Qué entendemos por economías alternativas?

Nosotras entendemos por economía alternativa una economía alternativa a la economía capitalista, que es el modelo económico imperante. Otras personas se conformarán con llamar economía alternativa a un proyecto de autoempleo con menos “precariedad” que las condiciones laborales generales, o una forma productiva que sea más compatible con el medio ambiente. Pensamos que esto es sólo capitalismo pintado de verde, o compañeros de viaje del capitalismo, porque no suponen una oposición a este. Entendemos que la situación de deterioro del medio es fruto de esta escala de valores productivistas y por lo tanto toda alternativa al capitalismo es la que no produce (ni a menor escala o menos contaminante) los mismos parámetros de formas de producción, de apropiación de plusvalía, de mercantilismo etc.
El análisis de estas cuestiones no es para entrar en personalismos ni para ver «qué proyecto es mejor», sino que parte del convencimiento de que primero está la reflexión y el análisis, y en base a esto actuar en la práctica y no al revés, primero hacer un proyecto y luego buscar los argumentos ideológicos o pragmáticos que encajen en él.

Economía en su concepción original, es la satisfacción de las necesidades básicas (aunque lo básico resulte subjetivo) ya que hoy en día lo que se designa como economía es crematística (del griego khrema, la riqueza, la posesión) que es el arte de acumular riquezas. Lo mismo sucede con “política” que ha pasado de designar las estructuras sociales de un pueblo a ser la ciencia que justifica ante el pueblo las imposiciones de un sistema de dominación.

Suponemos que al hablar de alternativa hablamos de alternativa social, que no individual, y que hablar de economías radicales entendemos por aquellas que no parchean o dan soluciones a las crisis del actual modelo económico, sino aquellas que atacan al problema de raíz y por lo tanto se fundamentan en prácticas que no puedan ser recuperadas o asimiladas por el actual sistema. Otra de las condiciones para que pueda llamarse alternativa es que pueda ser reproducible y generalizable. Pero entonces, ¿pueden existir economías alternativas mientras exista la economía capitalista ya que lo engloba todo? No se puede sustituir la economía capitalista por otro tipo de economía si a la vez no se da un proceso de revolución social. ¿Por qué?. Por revolución social entendemos dos procesos inseparables: uno por el cual se empiezan a reproducir estructuras con valores e intercambios opuestos e incompatibles con el sistema de dominación; y otro por el cual los obstáculos e imposiciones de éste a todos los niveles (culturales, económicos, represivos…) llega a generar un enfrentamiento inevitable entre ambos pues no es posible su coexistencia.

No es lo mismo concebir estos proyectos como experiencias o como experimentos que concebirlas como una parte del propio proceso revolucionario en tanto en cuanto nos damos cuenta de que el sistema no es salgo externo o ajeno y que es reproducido por todos nosotros en mayor o menor medida. Entendemos también que estos proyectos vivenciales son la mejor propaganda por el hecho ya que su propia existencia pone en cuestionamiento las bases de la sociedad actual. Es necesario seguir buscando nuevas fórmulas en un proceso de aprendizaje, análisis y experimentación que nos lleven a ir superando las dificultades o incoherencias. (Por supuesto que esto sucede en otros colectivos/espacios y que cada caso tiene diferentes matices, aún así y todo seguiremos analizando dicha cuestión aunque el resultado nos lleve a nuestro propio cuestionamiento político y práctico. A veces las incoherencias teórico-prácticas no son tales en la medida en que nos vemos imposibilitados de caminar hacia nuestro objetivos y tales carencias no han de servir para justificar otras sino para tenerlas presentes y superarlas); No podemos transformar la sociedad si no sabemos producir/cubrir nuestras necesidades, o no sabemos convivir, o no sabemos organizarnos por lo que estos proyectos son necesarios pero no son objetivo en si mismo, son un camino intermedio, son lo que somos capaces de idear y llevar a cabo, un contenido, un aprendizaje, una negación mediante la acción concreta, una práctica, ya que el objetivo no puede ser otro que la revolución social.

2- Algunas reflexiones en clave histórica sobre las economías alternativas.

No vamos a considerar las economías de los estados totalitarios (fascismos y comunismos de Estado) o sistemas previos al capitalismo, sino algunos ejemplos que aunque históricos, nos parecen, a nuestro entender, más en relación con los debates actuales.

Primeramente nos gustaría brevemente hacer una diferenciación entre los conceptos de cooperación, cooperativismo y cooperativa. La cooperación es la antítesis de la competición, un principio por el cual se considera mejor la unión de fuerzas para conseguir un objetivo común con medios también comunes. El cooperativismo es el conjunto de ideas que impulsa la conformación de asociaciones económicas basadas en la cooperación entre sus miembros. Por último, entenderíamos por cooperativa una empresa cuya intención es hacer frente a algunas necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales comunes de un colectivo de personas por medio de la propiedad conjunta, el trabajo conjunto y un control democrático.

Observamos como a pesar de situar los intereses del colectivo por encima del beneficio particular, al ser dirigidos estos beneficios hacia los miembros de la cooperativa, y no hacia otros, puede generarse así la creación de una nueva subclase empresarial tal y como predecían sectores de movimientos obrero organizado que buscaban la transformación social completa a través de la eliminación de las clases y del estado (como parte de sus objetivos inmediatos en el caso de las corrientes antiautoritarias o último en el de las marxistas).

¿La creación de cooperativas es pues un impedimento o puede favorecer la búsqueda de alternativas a la economía capitalista?. Esta vieja cuestión, formulada ya en el congreso de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) de 1866, es tarea pendiente cuya respuesta ha de ser planteada no con el objetivo de encontrar una solución empírica ni de diseñar una fórmula mágica, si no que a de partir no tanto de las teorizaciones ya formuladas sino en base a recurrir a la memoria histórica y situando cada modelo cooperativo dentro de su momento histórico, cultural, material y social.

Concluimos pues, respecto de esta cuestión, que para que una cooperativa pueda tener una dirección alternativa, ésta ha de estar en relación/conexión con el escenario político social en el que se desenvuelve para formar parte de un todo en el que los diversas fuerzas sociales (organizaciones, individuos, grupos ideológicos, etc) vayan encaminándose hacia prácticas reales y útiles que, más allá de las ideologías, puedan crear entre ellas la sinergia necesaria para conseguir el objetivo final, que para nosotros no puede que ser otro que encontrar alternativas que terminen la fase capitalista y nos permita vivir de otras maneras.

Por lo tanto lejos de la orientación apolítica que la jurisprudencia y leyes estatales y comerciales dan al cooperativismo, es necesario que estas cooperativas fueran destinadas a este objetivo final concerniente a toda la sociedad y no sólo al interior de las propias cooperativas. Para ello, en nuestra opinión, se precisaría ser conscientes en todo momento de que muchos de los logros que en un primer momento pueden presentarse como victorias o conquistas pueden no ser otra cosa que espejismos que cimentan o consolidan aún más el estado actual de las cosas, máxime cuando tales conquistas o bien sólo benefician a una parte de la sociedad o bien nos acomodan/desvían de un objetivo común dentro y fuera de la cooperativa. También hay que tener en cuenta los posibles perjuicios o discriminaciones que pudieran ocasionar a terceras personas que no quieran pertenecer a la cooperativa y por supuesto valorar qué grado de deterioro de la naturaleza ocasiona la actividad productiva y si tales procesos son tendentes a ir eliminando/renunciando paulatinamente a cosas tales como la especialización, la utilización de tecnologías complejas que generan dependencias ajenas al control de la cooperativa, situaciones de dominación, etc. Por mucha autogestión que tenga una fábrica somos conscientes de que los medios tienen que ir en armonía con los fines lo que nos lleva a la reflexión de que la fábrica es un elemento concebido en sí mismo para la explotación. Está en su propia naturaleza la alienación y otra serie de consecuencias que trae la producción en cadena de mercancías de la industria tecnológica, tan sólo hay que ser conscientes de cómo afecta a la destrucción del medio natural. ¿Qué sentido tiene autogestionar productos contaminantes, cárceles u otras nocividades sociales?

Otra cuestión importante es si la cooperativa, al crear compromiso y participación entre sus miembros, crea las relaciones humanas y la cultura apropiados para extender los lazos solidarios hacia fuera de la cooperativa, o si bien, por el contrario, llega un momento en el que esta estructura, una vez consolidada, actúa de freno para poder ir un paso más allá hacia la colectivización y la corresponsabilidad más allá del mero cooperativismo. Es decir, si sirve, o no, como camino para pasar de la propiedad conjunta a la abolición de la propiedad, del control democrático a la autogestión horizontal, de vivir la cooperación sólo de puertas adentro de la cooperativa a una economía que funcione en base a la cooperación generalizada y no compitiendo como una empresa más en el mercado de puertas afuera como sucede ahora.

Otro fenómeno que sucede en muchas cooperativas es que aunque se presentan como la superación del conflicto entre trabajo y capital ante la sociedad se admite el trabajo asalariado, que por definición no participa de los derechos que el modelo cooperativista otorga a sus socios, anulando así, por tanto, la originalidad de la idea cooperativa. Hay un importante factor psicológico de dignificación del trabajo y subjetividad grupal en el cual el espejismo de libertad que se produce en el seno de una cooperativa (autogestión de horarios, reparto de tareas, etc) en relación con un contexto general jerarquizado puede resultar contraproducente en aras a conseguir una auténtica transformación de la sociedad ya que puede ser utilizada como instrumento para aliviar tensiones entre capital y trabajo, sobre todo en momentos de crisis del sistema.

Históricamente vemos como las cooperativas son capaces de resolver por sí mismas cuestiones cuya gestión se atribuye el Estado (educación, infraestructuras, …) pero ¿se podría realmente llegar a sustituir a éste? (Proudhom y otros ya formularon una teoría similar en el s. XIX ). Sin embargo, en la actualidad el Estado ha sido considerablemente desplazado y sustituido, pero no por obra del cooperativismo obrero sino a través de la privatización de servicios (Telefónica, Renfe, Seg Social) que están pasando a ser gestionados por empresas o fundaciones privadas para su propio beneficio ocasionando diversos perjuicios a usuarios y trabajadores (subcontratación, externalización de servicios, etc).

Con esto no queremos reivindicar la estatalización de los sectores económicos básicos y de los servicios públicos frente a la globalización y privatización. De hecho, la estatización, también llamada nacionalización, ha sido una constante en los programas de la izquierda (y continua siéndolo en algunos casos -ver Bolivia, Venezuela, etc-) como alternativas a la llamada globalización neoliberal. Sin embargo, no es lo mismo estatización que socialización. Es decir, que determinados sectores claves o estratégicos de la economía pasen a ser propiedad del Estado no repercute en un reparto justo y equitativo de la riqueza entre otras razones porque se sigue dependiendo del mercado mundial y de las políticas de distribución y acceso a esos servicios públicos.

Pensamos que la única manera de garantizar la cobertura de necesidades de bienes y servicios es la participación directa de la población en la gestión política y económica de los recursos y su distribución. Esa sí sería una auténtica socialización. Sin embargo, mientras las sociedades sigan divididas en clases (por más que los límites de éstas sean más o menos difusos) hablar en general de sociedad civil, no deja de ser una abstracción que contiene contradicciones de intereses enfrentados en su seno que no definen nada común. Es por esto que preferimos hablar de autogestión porque tiene una tradición histórica que aclara a que parte de la sociedad nos referimos. A esa parte de la sociedad que constituía el movimiento obrero y sus propuestas económicas que intentaban alternativas al capitalismo (Mutualismo, Colectivismo, Comunismo libertario, etc). Actualmente los herederos de ese movimiento podrían ser una diversidad de movimientos sociales que no se aglutinan entorno al conflicto capital/trabajo y que intentan construir -con mayor o menor acierto- nuevas alternativas al capitalismo (Primitivismo, Autogestión generalizada, Anarcosindicalismo, Ecologismo Profundo, etc).

La experiencia histórica muestra como el cooperativismo por sí sólo no define una pretensión de alternativa al capitalismo. De hecho toda clase de ideologías y sistemas políticos han promocionado la formación de cooperativas y agrupaciones de éstas (desde la Rusia Soviética al nacional-catolicismo franquista, pasando por todas las legislaciones promotoras de la “economía social” de los “regímenes democráticos”). No vamos a entrar aquí -entre otras cosas por no extendernos más- a analizar las diferentes tendencias que sí han propuesto o proponen la cooperación como una alternativa al sistema capitalista. Mutualismo, Colectivismo, Primitivismo, etc. tienen aspectos positivos y otros muy criticables. En posteriores trabajos profundizaremos en estas y otras cuestiones.


Ver segunda parte

  • P: ¿Que es lo que me paraliza?

    R: El dinero.

    P: ¿Como coño se inmuniza uno contra la paralisis que provoca el dinero?

    R: Con otro dinero diferente: LA RENTA BASICA UNIVERSAL.

    Dinero-Trueque-Tiempo-Persona

    internete
    1234567

    PD: Va a haber que hacer una web clarita clarita para que lo entienda to quisqui...

    ¡Yo realmente no doy abasto!

    http://www.alargador.org/hstar16.html

    • Economías Alternativas: críticas y autocríticas (I)

      16 de febrero de 2012 15:45, por Tancredo

      pienso que convencer a campesinos de intercambiar alimentos por productos elaborados en las ciudades, en lugar de venderlos, sería facil, pero la dificultad está en el transporte, pues necesita del petroleo, que está todo en manos de monopolios capitalistas,