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La cláusula de no escape en Iraq

Jueves.1ro de mayo de 2008 936 visitas Sin comentarios
La difícil vuelta a casa de los miles de personas engañadas para ir a defender no se sabe bien qué en las guerras del imperio #TITRE

La guerra ha llegado a casa bajo la forma de incontables informes de abusos a cónyuges e hijos, divorcios, pérdidas de empleo, asesinatos, suicidios y pérdida de viviendas. Por ejemplo, los veteranos son el 11% de la población adulta, pero 26% de los sin casa.


Enviado por Luis Pérez


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Por las palabras, los anuncios y los filmes, se podría llegar a la conclusión de que el ejército estadounidense es invencible, pero la guerra está volviendo a casa bajo la forma de incontables informes de abusos a cónyuges e hijos, divorcios, pérdidas de empleo, asesinatos, suicidios y pérdida de viviendas.
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"Sé todo lo que puedas ser", alienta el comercial que induce a jóvenes ingenuos a alistarse. Las imágenes muestran a personas atractivas que adquieren habilidades, no matando o dejándose matar, heridas o con cicatrices psicológicas. La glorificación palpable de lo militar se refuerza por medio de paradas de bienvenida en pequeños pueblos y repetidas referencias festivas por parte del Presidente, el Congreso y los medios patrióticos. En juegos de béisbol, los anunciadores utilizan la pausa de la 7ma. entrada para rendir tributo a los que sirven en las fuerzas armadas.

Por las palabras, los comerciales de TV y los innumerables filmes, uno podría llegar a la conclusión de que las fuerzas armadas norteamericanas son invencibles. Tales elogios acerca de los supuestos triunfos de las campañas militares norteamericanas se contradicen con los hechos. Es más, el fracaso en la guerra aún infesta la política interna de EEUU. En 2004, John Kerry fue atacado por los "lanchas rápidas". Aún hay pegatinas de parachoques que se refieren a los perdidos en acción en Viet Nam.

La amargura refleja la realidad. Los celebrados y muy costosos militares no han ganado una guerra desde 1945, cuando Estados Unidos perteneció a una alianza en la que la Unión Soviética soportó el peso brutal de los combates. En la primera Guerra del Golfo, EEUU perpetró una masacre tecnológica contra un enemigo iraquí que no se defendió. Cada vez que un enemigo se resistió, Estados Unidos se retiró del conflicto: Corea y Vietnam; en un final, Afganistán e Irak. Nadie en el Congreso ni en los medios principales se atreve a sacar la evidente conclusión: los soldados en Corea y en Viet Nam, Afganistán e Irak no tienen nada que ver con defender a Estados Unidos. Ninguno de esos países atacó o amenazó nuestro territorio nacional. Pero cada aventura militar produce consecuencias internas no intencionadas y espinosas.

De manera ilustrativa, The New York Times del 6 de abril dio el siguiente título a su artículo principal: "El Ejército Preocupado por Aumento de Estrés en Período de Retorno". El artículo agregó hechos desagradables a los niveles ya altos de ansiedad que el público sufre bajo el peso de las guerras de Bush en Irak y Afganistán. El artículo s refiere a los problemas mentales que experimentan los veteranos al regresar de mala gana a las zonas de guerra. Períodos repetidos, cuenta el artículo, provocan a un número considerable "trastornos de estrés post traumático, baja moral, presión de salud mental y problemas de trabajo relacionados con el estrés".

La guerra ha llegado a casa bajo la forma de incontables informes de abusos a cónyuges e hijos, divorcios, pérdidas de empleo, asesinatos, suicidios y pérdida de viviendas. El 8 de noviembre de 2007 The New York Times reportó que más de 400 veteranos norteamericanos de las guerras de Afganistán e Irak, incluyendo a mujeres, viven en las calles. "El abuso sexual es un factor de riesgo para los sin vivienda", dijo Pete Dougherty, de la Administración de Veteranos (VA). Los veteranos son el 11% de la población adulta, pero 26% de los sin casa.

La VA estimó que "más de 250 000 veteranos puede que no tengan vivienda en una noche determinada, que el doble de esa cifra experimenta el no tener vivienda en el curso de un año. Muchos otros veteranos son considerados en estado de riesgo debido a la pobreza, ausencia de apoyo por parte de familiares y amigos, y precarias condiciones de vida en viviendas superpobladas o por debajo de la norma". (Alexandra Marks, Christian Science Monitor, 8 de febrero de 2005)

Los gráficos de estadística del Pentágono no incluyen a cientos de miles de veteranos que no han perdido miembros, ojos o pedazos de cerebro y no muestran cicatrices de heridas, pero soportan el equivalente de la hemorragia crónica de su psiquis que la resonancia magnética no puede ver. La Administración de "apoyen a nuestras tropas" hace poco por ayudarlas en su difícil regreso a los procesos de la vida civil. Un reporte de Associated Press del 8 de noviembre de 2007 citó un informe del Pentágono que señalaba que casi 1 600 reservistas del Ejército que regresaban presentan quejas al Departamento del Trabajo de que el gobierno no actúa para que ellos recuperen sus antiguos empleos. Miles más se quejaron al Departamento de Defensa.

Los medios no han cubierto de manera adecuada la difícil situación de los veteranos que creen que han regresado definitivamente a casa y entonces les aplican la cláusula del contrato del soldado que permite al Presidente enviar a las tropas a Irak para otro período de servicio.

El problema, como se implica en el artículo de The New York Times, se convierte en la fuente de Stop-Loss, un nuevo filme artísticamente dramatizado por Kimberly Peirce (Los niños no lloran). Las primeras escenas de combate en Tikrit superan el anterior "realismo" de guerra de Hollywood. Aún más que las crudas escenas iniciales de Salvar al Soldado Ryan, el sonido "surround" de Stop-Loss amplifica también la aterrorizada respiración de los soldados, así como los efectos de sonidos más volubles de los disparos y explosiones ,mientras que una patrulla del ejército persigue a un auto lleno de insurgentes hasta un callejón —una emboscada. El sargento apenas vacila antes de ordenar a sus hombres que los persigan y entonces, en la batalla que sigue, tres de sus hombres mueren y otro es gravemente herido. En el combate mueren también civiles, incluyendo mujeres y niños.

En el filme de Paul Haggis En el valle de Elah (2007), los miembros de un pelotón que regresa de Irak se han convertido de jóvenes normales en asesinos, adictos a las drogas y clientes de sórdidos bares de sexo. También se han convertido en mentirosos patológicos y algunos se han vuelto sádicos —gracias a sus amargas experiencias en Irak. Al igual que Elah, Stop-Loss muestra por medio de vívidas imágenes cómo esta guerra lleva a los combatientes a estados mentales que vician su reingreso a la vida civil.

Una vez que han regresado al pequeño pueblo de Texas, los tres amigos de la escuadra de Tikrit que sobrevivieron a la emboscada ya no piensan en ser soldados para servir a su país, las ridículas palabras utilizadas por los oradores que alaban las virtudes de los héroes que regresan después de un desfile en su honor.

Los hombres en la escena inicial de combate muestran que tienen el valor para enfrentar la muerte. Durante el resto del filme, la pregunta se convierte en si tienen la fortaleza necesaria para enfrentar la vida. Los clichés acerca de la nobleza de la muerte, la lucha contra el terrorismo o propagar la democracia se convierten en abstracciones risibles cuando comienzan los disparos. Encuentros diarios con la muerte han provocado que los hombres de la escuadra se unan, lazos que se hacen tan fuertes que sus esposas, novias y madres no pueden competir con ellos. El instinto de supervivencia ha obligado a las neuronas de sus psiquis a re-conectarse, a producir una dependencia magnética entre ellos que, cuando regresan a casa, los hacen rechazar a sus esposas y amantes.

¿Cómo puede Tommy (Joseph Gordon-Levitt), el traumatizado soldado que se siente culpable, dejar su uniforme y convertirse en el nuevo y apasionado amante de su esposa? ¿Cómo puede

Steve (Channing Tatum), el héroe del campo de batalla con pensamientos de muerte y destrucción que dominan su mente, complacer a su ardiente novia (Abbie Cornish)? La esposa de Tommy lo abandona. La novia de Steve pide ayuda después que él la golpea. Él no puede funcionar en la cama y luego, borracho, cava un hueco en el jardín delantero de la casa de su novia y se mete dentro, pistola en mano. Tommy se refugia en el rancho de Steve, ordena en fila los regalos de boda y junto con su camarada de armas los usan para practicar el tiro al blanco, lo que simboliza el rechazo a la más sagrada de las instituciones civiles. Al igual que el anti-héroe de Elah, los hombres en Stop-Loss registran sus experiencias en video.

Vemos y escuchamos un bautismo en la barraca y la muerte implacable en las calles iraquíes. La humanidad básica se convierte en matar o ser matado. A diferencia de sus compañeros de escuadra, el Sargento Brandon (Ryan Phillippe) parece ansioso por desprenderse del mundo dl ejército. No puede soportar la idea de regresar a la responsabilidad de llevar hombres a las emboscadas y a la muerte. Pero cuando se presenta para su licenciamiento, un oficinista del ejército le comunica que debe regresar a Irak. En contra del patriótico consejo de su padre, Brandon deserta y planea apelar a un Senador que le dijo, cuando regresó como un héroe, que acudiera a él si necesitaba ayuda.

El filme lleva al héroe a un hospital militar donde los soldados sin brazos, piernas y ojos reciben "rehabilitación".

El filme comienza justo antes de que el General David Petraeus hiciera otra petición de presupuesto adicional para continuar la guerra y ocupación de Bush en Irak —el 8 de abril. Ninguno de los fondos que él desea se dedicaría a las consecuencias de continuar desplegando tropas norteamericanas en un lugar hostil.

Harold Noel, un veterano de la guerra de iraquí que no tiene casa, duerme en su jeep en la Ciudad de Nueva York en lugares donde la policía no le pondría una multa. "Vi a un bebé que un camión lo decapitó al arrollarlo —vuelvo a vivirlo cada noche". En Irak, Noel conducía un camión de combustible para los militares. (AP, 5 de julio de 2006.) "Nuestras tropas se deshacen bajo la presión y el dolor", escribió Steve Hammons. "El peligro constante, los amigos volados en pedazos, guerra urbana, las omnipresentes bombas en el camino y muchas otras graves situaciones de estrés las están llevando al precipicio." (American Chronicle, 2 de junio de 2006)

Los miembros del Congreso debieran ver Stop-Loss antes de votar a favor de más dinero de muerte en el extranjero y más problemas sociales en casa.


Saul Landau es miembro del Institute for Policy Studies e investigador asociado del Transnational Institute. Es autor de Un mundo de Bush y de Botox y realizador deAquí no jugamos golf.