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Vida de Gonzalo Arias Bonet

Sábado.10 de marzo de 2012 1896 visitas Sin comentarios
Incansable luchador por la Paz desde los tiempos del franquismo. #TITRE

Correo Tortuga.

Gonzalo Arias Bonet nació el 20 de enero de 1926 en Valladolid. Era de naturaleza inquieta pero destacaba por su honradez y su gran bondad hacia todo el mundo. Era profundamente religioso, aunque al final de su vida crítico con la iglesia institucional.

Estudió derecho en Valladolid y Madrid. Siendo estudiante viajó en autostop a Francia e Inglaterra y dominaba las dos lenguas, a las que se sumó el alemán, cuando conoció a su futura mujer, Hilde.

Se casó en el 56 con Hilde, que en aquellos tiempos no estaba bautizada. Ese mismo año tuvo la suerte de poderse presentar a una única convocatoria en Madrid de una examen para traductor para la UNESCO y la ONU. Trabajaba como profesor de francés en el Colegio de Huérfanos de la Guardia Civil, puesto del que dimitió por negarse a dar un aprobado no merecido al hijo del capitán. Al día siguiente recibió una
carta de las Naciones Unidas, informándole de que había aprobado el examen anterior.

En el verano del 56 marcharon Hilde y él, en Vespa, a Ginebra, donde le esperaba un
contrato con la ONU. De allí pasó a París, a la UNESCO, donde le hicieron permanente.
Nacieron sus dos hijas mayores, Irene y Sonia.

Cansado de la “Jaula Dorada”, como él llamaba a la UNESCO, pidió un año de
vacaciones sin sueldo para convalidar sus estudios y examinarse de magisterio en
España. En realidad, temía mucho aburguesarse.
En España nació su tercera hija, Ana. Se hizo maestro y encontró una escuela en Seira
(Pirineo Aragonés) Allí estuvo un curso.

Al volver a Paris le detectaron una mancha en el pulmón y tuvo que ingresar por 6
meses en un sanatorio. La Seguridad Social francesa le permitió hacerlo en el Sanatorio
de Guadarrama, donde le podía visitar Hilde desde Madrid.

Readmitido en la UNESCO, entró en contacto con movimientos no-violentos franceses
y exiliados españoles, comenzó a leer libros de Gandhi y otros autores pacifistas. Todo
esto le hizo pensar, deseaba poder introducir en su país estas ideas, a pesar de la falta de
libertad de expresión que había en España.

La familia se amplió con Mario, Diego, y más tarde Marta.

Empezó a escribir su primer libro: la novela-programa “Los Encartelados”, que se
publicó en París en el año 63. La llevó él mismo en su coche a Madrid y fue repartida
clandestinamente por sus amigos.

En octubre del 68 se lanzó a hacerla realidad: salió a la calle de la Princesa portando
carteles en pecho y espalda, pidiendo “Elecciones libres para la Jefatura del Estado”, en
plena época de Franco. Al ser detenido, escuchó con gran satisfacción cómo un policía
comunicaba por radio: “Hemos detenido al Encartelado”. En los calabozos conoció a
Félix Villameriel, que después de leer su novela salió por su cuenta, portando un cartel
que decía únicamente: “No a la Violencia”. También pasó por la cárcel, siendo liberado
antes que Gonzalo. No se cumplió el sueño del que hablaba en su novela, de que cada
domingo salieran nuevos “Encartelados”.

Estando en prisión, su padre, Magistrado del Tribunal Supremo murió de un infarto.
Había sido un duro golpe para él ver cómo su hijo, con mujer y seis hijos, abandonaba
un buen trabajo para embarcarse en acciones quijotescas que le llevaban a la cárcel. Al
otorgársele la libertad provisional, aprovechó para pedir, por medio de su abogado, un
permiso para poder trasladar a su familia a España, prometiendo presentarse él mismo
en los juzgados después de la mudanza. Le fue concedido con gran alegría para todos.
En Marzo de 1970 se trasladaron al Escorial. Cumplió condena de 7 meses en
Carabanchel, donde conoció, entre otros prisioneros políticos, a Marcelino Camacho. Su
familia le visitaba semanalmente, e incluso Mario, Diego y Marta, los tres pequeños,
pasaron todo un día de fiesta con él en la cárcel. Mario salió diciendo que en la cárcel se
vivía muy bien.

Al salir de la cárcel volvió a “encartelarse”, en la calle Ferraz, de nuevo con el mismo
lema. Otra vez lo detuvieron, e ingresaron en el Psiquiátrico, sin que se hubiera
pronunciado ningún médico sobre su “locura”. Comenzó una huelga de hambre,
pidiendo ver a un facultativo. Éste llegó al quinto día, preguntándole entre otras cosas si
oía voces. A ello contestó Gonzalo que sí, si le llamaban. Finalmente le preguntó:

- “Dígame, ¿Vd por qué está aquí?”- Gonzalo contestó: -“Eso pregúnteselo al juez”.

Después de unos días le trasladaron a Carabanchel, donde le recibió Marcelino
Camacho diciendo: “Pero Gonzalo, otra vez aquí?” a lo que contestó Gonzalo: “Pero
Marcelino, todavía aquí?”

A comienzos del movimiento no-violento en Cataluña, Pepe Beúnza, el primer objetor
de conciencia español (aparte de los Testigos de Jehová) fue encarcelado. Como acto de
protesta, Gonzalo y otros 14 más llevaron a cabo una “Marcha a la Prisión” desde
Ginebra a la frontera española, atravesando Francia.

Allí se les unió Lanza del Vasto, líder de la comunidad no-violenta del Arca, con otros
de su grupo y varios extranjeros más. También Hilde con sus tres hijas mayores
acompañaron la marcha durante una semana, en la última etapa. En la frontera fueron
detenidos los españoles y llevados primero a la prisión de Barcelona y desde ahí
trasladados a Carabanchel. Hilde y sus hijas volvieron solas a casa.
Después de quedar en libertad sucedió el atentado de ETA a Carrero Blanco.
Gonzalo, con la conciencia intranquila, decidió protestar también en este caso.

Convocó a unos amigos para sentarse al lado del socavón, portando pancartas
condenatorias de cualquier violencia, viniera de donde viniera. La policía, desconcertada, los detuvo. Se aproximaban las Navidades, su familia pensaba con
tristeza que las iban a pasar sin él, pero justo el día de Nochebuena volvió a casa.

Entre una y otra estancia en la cárcel aceptaba contratos de las Naciones Unidas a
Ginebra, Londres, o Roma, para financiar sus “locuras” y mantener a su familia.

También trabajaba en casa y en la prisión.

No había tranquilidad. Su mujer le recibió de un viaje a París enseñándole un ejemplar
de la revista Cambio 16, poco después retirado de la venta, en el que se podía leer con
pelos y señales casos de torturas a presos etarras, indicando nombres de torturados y
torturadores. “¡Esto hay que denunciarlo sin falta!” le comentó Hilde.
Salieron pues
Gonzalo y tres amigos en San Sebastián, repartiendo hojas en las que se podía leer esa
condena, e indicando nombres de torturadores y torturados. El juez que llevaba el caso
no quiso condenarlos, alegando que era cierto lo que exponían. Gonzalo optó entonces
por repetir la operación en Madrid, junto con familiares y amigos. Entonces sí le
detuvieron, dejando libre a la familia.
En las estancias de la cárcel, que nunca fueron muy largas, pero suficientes según su
familia, siguió escribiendo libros que luego mandaba editar por cuenta propia, ya que
nunca encontraba Editorial que se atreviera.

Sus obras son:

- “Los Encartelados”, 1963

- “La No-violencia, ¿Tentación o Reto?”, l973

- “El Proyecto Político de la No-violencia”(varios autores)1973

- “Gibraltareños y Gibraltarófagos” 1975

- “Operación Antiverja” 1979

- “El Antigolpe” (Manual para la respuesta no-violenta a un golpe de Estado), 1982

- “Gibraltarofagia” y otros cuentos no-violentos, 1984

- “El Ejército incruento del mañana” (sobre un nuevo modelo de defensa)

- “La Historia Ramificada” 2007.

En 1980 se trasladó a La Línea, Cádiz, para ocuparse de lleno del tema de Gibraltar.
Realizó varias acciones de protesta por el cierre de la frontera: Él y Hilde, llevaron a
cabo un ayuno voluntario de 20 días, al pie de la verja, para recoger firmas pidiendo su
apertura. Otras acciones eran viajes al Peñón en lancha neumática, y saltos de la verja,
sólo o en grupo, en ocasiones acompañado por varios hijos. Las seguían estancias en
prisión y multas de hasta 500.000 pesetas que nunca pagaba, a pesar de las amenazas de
embargo. Posteriormente, en 1997, el Gobernador Civil de Cádiz se las anuló.

En 1997 volvió a cambiar su domicilio, esta vez a Cortes de la Frontera, Málaga. Allí
siguió escribiendo sus libros, alternándolos con charlas y continuando con su trabajo de
traductor hasta casi el final. Ya enfermo de anemia refractaria escribió su último libro
“La Historia Ramificada”.

Murió en Cortes de la Frontera el 11 de enero de 2008, rodeado de su familia, lanzando
besos al aire en una despedida muy emotiva.

Más información en http://www.gonzaloarias.net/


Ver en Tortuga: Ha fallecido Gonzalo Arias, incansable luchador por la Paz y referente de noviolentos y antimilitaristas