Robe: Los Rolling Stones y los AC/DC me dan un poquito de pena’ - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

Robe: Los Rolling Stones y los AC/DC me dan un poquito de pena’

Viernes.3 de julio de 2015 136 visitas Sin comentarios
Entrevista exclusiva con el creador de Extremoduro, que presenta ’Lo que aletea en nuestras cabezas’, su primer disco con su nombre. #TITRE

JAVIER MENÉNDEZ FLORES. Madrid

Sucede muy de tarde en tarde. El músico-poeta más esquivo del país, una suerte de J. D. Salinger o Thomas Pynchon del rock, accede a someterse al escrutinio de unos pocos periodistas. Desde que hace ya dos décadas este salvaje ilustrado triunfara rotundamente con el solo impulso de un discurso lírico sin igual en su grey y una inquebrantable fe en sí mismo, es él quien marca los tiempos. Una nítida demostración de fuerza después de que los medios generalistas lo proscribieran o ningunearan durante 10 años.

Pero Roberto Iniesta Ojea, Robe (Plasencia, 1962), tiene ahora un motivo poderoso para abandonar por unas horas su confortable vida a espaldas del runrún público. Se trata de defender Lo que aletea en nuestras cabezas (El Dromedario Records), su debut discográfico en solitario tras 28 años al frente de ese destilado de poesía y nitroglicerina que es Extremoduro. Un grupo que cuenta con decenas de miles de seguidores de distintas generaciones, tanto en España como en América.

Al cabo de la rueda de prensa ofrecida en Madrid junto con los músicos que han participado en el disco, todos ellos extremeños de dilatada experiencia pese a su juventud (entre los 25 y los 40 años), Iniesta concedió a EL MUNDO esta entrevista en exclusiva.

¿Acertará quien tras escuchar este disco te ponga la etiqueta de cantautor?

Cualquiera que hace sus canciones necesita un instrumento; si le quitas a la banda, se queda en cantautor. Pero no soy un cantautor. Tengo una manera de tocar la guitarra que me vale para componer, pero no tengo la calidad suficiente para tocar mis canciones yo solo delante de la gente. Considero cantautor a alguien que por sí mismo ofrece un espectáculo. Yo nunca me he visto así. Veo que necesito una guitarra como instrumento para componer y sobre el que luego trabajan los demás. Y después de hacer esta obra tan compleja, con muchas cosas, menos todavía.

Pese a que Hilario Camacho, Antonio Vega y Silvio Rodríguez figuran entre tus vicios no tan ocultos, siempre te has servido del rock para divulgar tu poesía.

Aunque siempre he escuchado a esos autores que citas, cuando empecé a tocar escuchaba más música rock, y ese camino me parecía más fácil. Es más fácil hacer una banda de rock, con gente aportando más cosas, que no sólo es la música, que ser un cantautor, que todo se centra en las canciones. Aunque ahora sí creo que las canciones tienen una mayor importancia; que por sí mismas tienen un valor y no hay por qué pegar brincos y poner mil luces de colores para transmitir emociones. Eso vale para ciertas sensaciones, pero se pueden conseguir todo tipo de sensaciones siempre y cuando te abras. Poco a poco me voy atreviendo a abrir un poco el abanico y a no encasillarme en una sola cosa. Puede ser que esté teniendo una tendencia más suave. Pero quizá mañana me dé por hacer un disco mucho más bruto, no lo sé. Lo que está claro es que cada vez me atrevo a hacer más cosas porque voy cogiendo confianza. Me he envalentonado. Y el rollo de este disco era divertirme. Este es un disco que engaña un poco respecto a la intensidad. Date cuenta de que es música con un rollo un poquito clásico, y ahí se le da mucha importancia a la dinámica, a la diferencia de volumen, y un disco no te permite hacer eso. La dinámica que consigues en directo no es fácil llevarla al disco. En un local de ensayo hay partes con una energía y un marchón de cojones. En el disco, en cambio, no se aprecia.

¿Es cuestión de tiempo que el roquero se atempere, tanto por evolución natural como por supervivencia? Lo digo porque se puede incurrir en el patetismo, dar pena.

A mí hay algunos que me dan pena, sí. Los Rolling Stones y los AC/DC me dan un poquito de pena. Sé que mucha gente leerá esto y se llevará las manos a la cabeza, pero a mí me dan pena. Es como si se vieran obligados, y yo no me quiero ver obligado. ¿Hay que tener siempre el pelo largo? No. Me lo quiero cortar cuando me dé la gana. Me gusta llevarlo largo, pero no me puedo dejar atrapar por unas señas de identidad. Eso es una esclavitud.

Declaraste que cuando Extremoduro surgió la música que se hacía en España era bastante moña. ¿Eso sigue siendo así?

Sí. Hace poco vi en la tele, no sé si en ’Ochéntame’ [otra vez], a Micky cantando que se hacía un canuto y me moría de risa. No es que sea una canción famosa, pero el tío hablaba de drogas libremente. De una manera que hoy en día no saldría en ninguna televisión ni en ninguna radio. En ningún sitio.

Este disco, lírico y melódico, homogéneo, hermoso, muestra, no obstante, la fiereza del Robe de siempre: «Ahí afuera / solo hay monstruos, solo hay gente / que te compra y que te vende, / que te odia, que te miente, / que te roba, que te mata, / que te viola y que no siente nada». ¿La humanidad no tiene remedio?

Según me levante. Algunos días me parece que no, pero a veces veo gestos en determinada gente, de honradez, de honestidad, que me hacen pensar que quizá sí tenga solución. Salvación. No sé si ahora estoy en una época demasiado pesimista porque leo demasiadas noticias... Lo normal es que piense que no tenemos solución.

Tampoco faltan los guiños «transgresivos» marca de la casa: «Y esta flor, que ya sabes que es tuya, / se descapulla / recordando el roce de tus pelos». Esa infrecuente tendencia a la obscenidad, que has convertido en estilo, lo cual es muy difícil, ¿de dónde te viene, cómo surge?

Creo que hay que usar el lenguaje de una manera óptima. Se pueden decir las cosas de muchas formas. En el lenguaje y en la comunicación, la primera ley es que el interlocutor te entienda. ¿Por qué no voy a utilizar una palabra malsonante? ¿Que no sirven para nada? Mentira. Sirven para ver la intensidad y el sentimiento. El lenguaje hay que optimizarlo y exprimirlo al máximo. No es lo mismo «tu pelo» que «tus pelos». «Tus pelos» son los del coño, y «tu pelo», tu cabello hermoso al viento. Si quieres explicar algo de verdad, intensamente, tienes que usar todas las palabras que te lo permitan.
También están los elementos recurrentes en las canciones de Extremoduro: el sol, las flores, la primavera, la luna... No es posible escapar de uno mismo.
Tú, que escribes, esto lo entenderás muy bien. Dices: «Joder. La de veces que repito "ventana" en este capítulo que estoy escribiendo. No puedo decir tantas veces "ventana"». Entonces dices que una persona se asomó por una cosa que había en la pared. Que tenía un cristal, que era transparente y que por ahí él o ella veían la calle...

Al final, parece un acertijo.

¡Claro! Es preferible decir «ventana» que sacar al tío del rollo. ¿Que tengo cosas recurrentes en mis canciones? Vale. Pero no siempre dicen lo mismo. Y cuando hablo del sol, por ponerte un ejemplo, puede ser que sí, pero no siempre hablo de lo mismo. O cuando hablo del viento o del mar. Suelen ser metáforas. Pero como son cosas muy grandes, son muy fáciles de usar. La primavera. Joder, otra vez me sale la primavera. Pero, coño, es que es un verso de puta madre y me ha quedado un poema cojonudo. Y si otros tíos me dicen que me he repetido, me importa una mierda. La repetición está justificada si entra bien y arregla un verso.

La portada lleva un pájaro y pájaros os definís en las líneas finales del libreto del cedé, deudoras de Nietzsche. La libertad es otro de tus grandes temas u obsesiones, y el pájaro, su símbolo.

Esa portada me gustó, nos gustó a todos, y todos pensamos que ese pájaro habla de la música que lleva dentro. Esa era una de las ideas que barajamos. Algunas eran más amables y otras no.

¿En ese sentido podría haber llevado una pistola en la portada?

¿Una pistola? No sé... Quizá una pistola no, pero sí algo más borde. Que tenga dramatismo.

¿Cuántas canciones se han quedado fuera de este disco? ¿Como para hacer otro?

Sí, incluso dos. Y lo haremos.

Eso sugiere que Extremoduro va a estar un largo período en hibernación.

Calculo por lo menos tres o cuatro años sin un nuevo disco de Extremoduro. Lo normal en Extremoduro, vamos.

Warner ha sido tu casa discográfica durante 22 años. ¿Qué ha ocurrido? ¿No han hecho los suficientes esfuerzos por mantenerte en su nómina? Me consta que recibiste varias ofertas, y atractivas.

Los esfuerzos tendrían que haberse dado a lo largo de estos 22 años, no solo ahora. Ha contado también todo lo que no han hecho. No me marché antes porque tenía un contrato que me impedía hacerlo, a no ser que me hubiera arriesgado a que cualquier juez estúpido, que no tuviera ni puta idea, hiciera como se hizo en su momento con Los Deltonos, que al tener un lío con la discográfica no podían usar su nombre ni dar conciertos. Y al final vas tragando. Además de que meterte en joder un contrato con una discográfica significa mucha energía. Mucha energía negativa. Pero creo que algún día tendré que demandarlos. De buen rollito. Porque ellos no son mala gente, tienen su familia, son amiguetes, los hemos invitado hoy a la rueda de prensa, pero hay un contrato que ellos interpretan de una manera y nosotros de otra. Hay una disparidad de criterios. Entonces tendrá que venir algún juez, esperemos que no sea muy estúpido, y darle la razón a quien la tiene. Warner es una multinacional, y las multinacionales merecen ser demandadas por cualquier cosa. Eso de que hay que hacer tres cosas en la vida: plantar un árbol, escribir un libro y tener un hijo, pues no. Me parece que lo del libro hay que dejárselo a los escritores porque no todo el mundo puede hacerlo, ya que entonces nos quedaríamos todos tontos. Por eso lo podíamos cambiar por demandar a una multinacional. Plantar un árbol, tener un hijo y demandar a una multinacional. Y así lograríamos agotar a sus múltiples abogados, ganaríamos pleitos y haríamos una sociedad mejor. Algún día los demandaré, sí. Pero ya digo: de buen rollito. Ahora he conseguido hacer el contrato, creo, más corto de la historia. Cortísimo: no llega a dos hojas. Y no tiene letra pequeña. Y lo entendería cualquiera.

Las drogas tienen una gran relevancia en tu obra y en tu biografía. ¿Ahora que ya ni bebes y practicas deporte dejarán de ostentar, por fuerza, el protagonismo de antaño?

En mis canciones, las drogas unas veces son metáforas. Hablo de coches, o de otras cosas, y estoy hablando de drogas. No sé... No me gusta meterme en estos sitios de si practico o no practico, porque eso pertenece a mi esfera privada, pero ¿acaso no puedo hablar del mar por ser de Extremadura? En la creación todo tiene cabida. No hace falta separarte de tu mujer para escribir de un desamor. La imaginación es lo que hace falta.

Las pasadas elecciones municipales y autonómicas han bajado de la nube absolutista al PP y han decretado gobiernos en coalición con un mayor poso de izquierdas. ¿Esperanzado?

Me parece esperanzador que se meta gente nueva y más idealista. Antes, en España, en los 70, en la Transición, había políticos idealistas que soñaban con cambiar el mundo, pero la llegada del dinero lo cambió todo: se llenó de trepas. Igual que pasó con la música en los ochenta: empezó el boom de la música y hubo compañías que se hicieron ricas. Eso hizo que en los años siguientes muchos trepas, es decir, gente sin vocación que se apunta a algo que tiene buena salida, pudrieran la industria. Bueno, pues ahora hay políticos que, de nuevo, quieren cambiar el mundo, que son idealistas. Como antes.

Tras la Medalla de Extremadura, recibida de manos de José Antonio Monago, le pondrán tu nombre a una importante avenida de Plasencia. A ti podría aplicársete aquello de Cela: «El que resiste, vence». ¿Esos reconocimientos te hacen sentirte orgulloso?

Siempre me he sentido querido por la gente de mi tierra. En cuanto a lo que dices, tienes la sensación de que te están usando. Pero como hay gente a la que le hará mucha ilusión, haces balance y... ¿Me hace sentirme orgulloso? Hombre, todos tenemos vanidad y sí me hace sentir orgulloso, aunque no dejas de pensar, ya digo, que estás siendo un poquito utilizado.

¿Los periodistas somos un coñazo o es que tú eres un tanto especial?

Últimamente me caéis mejor porque me cae peor la gente que ha cogido alma de periodista y me quiere tener todo el día en Facebook y que mi vida sea una cosa pública. Pero los periodistas también tenéis mucha culpa de lo que pasa. Habláis mucho de los políticos corruptos, pero en los periódicos también hay corruptos porque vivís de la corrupción y de las multinacionales. Defendéis cosas que no os gustan porque hay publicidad contratada, os veis obligados a tragar y nos mantenéis en una gran desinformación. Aunque hay periodistas y periodistas, claro.

La banda, extremeños pero no tan duros

Los músicos que han aportado su talento a este disco son jóvenes pero sobradamente preparados, con una dilatada experiencia a sus espaldas. De esos jóvenes formados que uno desearía no tuviesen que emigrar nunca en busca de mejores oportunidades, como tantísimos españoles se han visto obligados a hacer en los últimos años. Ellos son Carlitos Pérez (1990), violín; David Lerman (1988), bajo, saxo y clarinete; Alber Fuentes (1986), batería; Lorenzo González (1975), voces, y Álvaro Rodríguez Barroso (1975), teclados y acordeón.

Ninguno de ellos se considera fan de Extremoduro, lo cual les ha permitido una distancia crucial para abordar este trabajo (aunque sí reconocen haberse acercado a Extremoduro, y disfrutado de sus canciones, a raíz de trabajar con Robe). Alber fue el primero en implicarse en esta aventura, y el primero en contactar con el resto de los músicos; primero, David, el bajista, y después el resto. David le quita hierro al hecho de haber colaborado con una leyenda viva del rock nacional: «La verdad es que hemos trabajado el disco de un modo muy natural. Cada uno hemos aportado lo que hemos querido y ha resultado todo muy fácil. Hasta la rueda de prensa, rodeado de cámaras, no he tenido la sensación de decir: "jo, qué movida"». Lorenzo, vocalista de larga experiencia, da otro punto de vista: «Yo sí que noté esa presión porque entré un poquito más tarde en el proyecto. Recuerdo que le preguntaba a David cómo se desarrollaba la cosa, y él me decía: "Normal, normal"».

Pese a que casi todos ellos tienen experiencia en el rock duro o metal, su formación musical es más amplia; más mestiza y plural, por lo que, a la fuerza, debió de chocarles colaborar con Robe. «Cuando me lo propusieron no sabía exactamente a qué me enfrentaba. Luego, el primer día en el local de ensayo, vi que aquello era otra historia distinta, que no era Extremoduro», reconoce Álvaro, el teclista, un juicio con el que todos coinciden.

Iniesta insiste en que no han sido meras comparsas, sino que han podido imprimir su personalidad en el disco: «Tienen una larga trayectoria y les he dado plena libertad para que desarrollen sus ideas y aportaciones para mejorar las canciones».

Los cinco músicos son plenamente conscientes de que esta experiencia es como un máster de lujo, algo que incidirá de un modo positivo en su carrera futura. «Sí, yo pensaba en muchos momentos de las sesiones de trabajo que esto era como un máster de lujo al que no te podrías haber apuntado en ningún otro sitio. No solo para el futuro, también para el presente. Para enriquecerte como músico y persona. Porque no todo ha sido la música, también ha sido importante la convivencia», relata Alber.

Cuando le pregunto a Robe si en el improbable caso de que en Extremoduro se produjera una baja alguno de estos músicos sería un buen candidato para suplirla, tarda unos segundos en contestar: «No lo sé... Desde luego, todos ellos tienen calidad suficiente para ello. Pero cuando tienes un grupo como Extremoduro y estás afincado en un sitio [el País Vasco], viviendo todos muy cerca unos de otros, es difícil que alguien que vive muy lejos pueda participar. La distancia sería una gran dificultad, y luego el tipo de instrumentos que tocan. Solo coinciden la batería y el bajo pero, aun así, son maneras distintas de tocar».

El Mundo