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"Quien pasa hambre es porque quiere"

Lunes.8 de octubre de 2012 5764 visitas - 2 comentario(s)
’Vende tus bragas usadas’ y ’Come en Ikea’: dos noticias en busca de su poeta #TITRE

1) No tengo curro: cómo vender tus bragas usadas

Hoy he descubierto una nueva forma de ganar dinero. Parece una broma de mal gusto,pero no es así. Nada mas lejos de la realidad,y aunque me cueste hablar de este tema,corren por la red una infinidad de productos fetiches de compra y venta.

Entre estos productos, el mas demandado son las bragas usadas; sí. sí, usadas.

Hay chicas que ganan mas dinero ensuciando bragas,que yo trabajando durante todo el mes. ¿Cómo? Vendiendo sus tangas usadas.

Así de fácil. Ahora, si eres chica y tienes bragas muy, pero que muy sucias, vendelas; a mas suciedad, mas dinero cuestan.

Hay que ver a donde vamos a llegar, pero tranquila: tú puedes enviar tus bragas usadas y no conocer, si no quieres, al comprador.

Cómo vender tus bragas usadas o mojadas, paso a paso:

1-Entra en bragasusadas.com, una web especializada en fetichismo de ropa interior femenina.

2-Después de echar un vistazo,si te interesa te registras.

Ahora la presentación.

3-La mujer que quiera vender sus bragas o fetiches, debe publicar una foto suya propia en la que muestre parte de su cuerpo con un cartelito escrito a mano que ponga bragasusadas.com junto a su nick y subirlo al foro de la web.

4-La foto de presentación,explicada en el paso numero 3, no debe ser la misma que la de avatar.

5-Las fotos deben ser propias.

6-Ya puedes vender tus fetiches en una web totalmente gratis.

Bueno. Ahora si quieres curiosear en esta web en español, donde podrás vender cualquier producto fetiche, por extraño que te parezca, curiosea.

Si eres chica y además tienes problemas para llegar a fin de mes, te puedes ahorrar el detergente vendiendo bragas.

Las bragas usadas se venden a una media de unos 20 Euros, pero también puedes ofrecer vello pubico, zapatos, todo tipo de ropa interior, y hasta tus propios fluidos.

Increíble pero cierto, lo que no te diga yo no te enterarás por nadie.
Por cierto: todos mis respetos al fetichismo, pero qué asco.

2) Hoy comemos los seis en Ikea por ocho euros

Perritos a 50 céntimos, albóndigas a un euro... Personas en apuros recurren a las ofertas de Ikea para comer caliente. Un cliente: «Quien pasa hambre es porque quiere».

La mujer se plantó ante el mostrador de Puri, en la cafetería del Ikea de Murcia, al caer la tarde. En una mano llevaba un billete de cinco euros; en la otra, un repóker de niños hambrientos. Pidió cinco menús infantiles: pasta, yogur y zumo a un euro por cabeza.

- Cocinera, ¡échanos más macarrones, que tenemos hambre!-, aullaban los chavales.

- Hágales caso. Ellos tienen hambre... y yo no tengo más dinero-, terció la mujer.

La cocinera se conmovió ante la escena. Así que, disimuladamente, sirvió un cacito extra a cada niño. «Eso sí, la madre se quedó sin cenar», recuerda.

La cafetería de Puri, como la de las 18 tiendas de Ikea en España, lleva meses a reventar. Y no sólo de clientes que toman un tentempié mientras amueblan la casa. También hay personas en apuros económicos que combaten el hambre con las ofertas de la empresa sueca. «Desde que empezó la crisis, esto es el no parar», resopla la cocinera.

En Ikea se puede comer todo un día por sólo tres euros. De desayuno, café y un bollo: 50 céntimos. De comida, un menú infantil: un euro. De merienda, un perrito caliente: medio euro. Y, de cena, diez albóndigas con puré de patatas y salsa de arándanos: otro euro. Más barato que cocinar en casa.

De ahí que hayan surgido auténticos expertos en exprimir estas ofertas. Como Israel, de 36 años, y Cecilia, de 28, que visitan dos veces a la semana el Ikea de Alcorcón (Madrid), a los que hoy se ha unido la madre de ella, María Luisa. Por sólo 5,80 euros, cenan los tres: dos raciones de albóndigas, tortitas con nata, más pan, café y refresco.

El trío explota todas las rendijas del sistema. El café les sale gratis porque tienen la tarjeta Ikea. El refresco es rellenable, así que comparten un vaso entre todos. Y los días que no hay oferta de albóndigas, se contentan con el menú infantil. «Con eso cenas... Aquí quien pasa hambre es porque quiere».

Así, algunos han convertido Ikea en una especie de comedor social. En el Ikea de Jerez, tres matrimonios con hijos cenan allí casi todos los días. Piden albóndigas más un refresco para compartir. Los días especiales, añaden un cucurucho de helado para los niños. La familia duerme con el estómago lleno por cuatro o cinco euros.

«Ni McDonald´s puede competir con esto», coinciden Silvia y Rubén, dos inmigrantes mexicanos que cenan albóndigas y refresco de cola en el Ikea de Hospitalet. «Es bueno. Es barato. Y el lugar es cómodo».

Cuando fundó Ikea, Ingvar Kamprad solía decir: «Un estómago vacío no compra muebles». Ahora, la crisis ha falseado esta sentencia. Cada vez más clientes utilizan el atajo semioculto que permite saltarse el laberinto de muebles y plantarse directamente en la cafetería. «Muchos sólo vienen a comer», confirman los sindicatos.

En Ikea no facilitan estadísticas sobre este fenómeno. En cambio, sí que confirman que han modificado su política de precios por la crisis. «Este año hemos reducido los precios de nuestros productos de alimentación más vendidos para que todo el mundo pueda comer comida de calidad a buenos precios», dice Kevin Johnson, director del área de restauración de Ikea.

Seis millones de perritos, 16 millones de albóndigas... Las cifras de ventas son colosales. En total, sus cafeterías facturaron 55,67 millones de euros el año pasado, un 23% más que en 2009. Y eso que han recortado sus precios, lo que significa que el volumen de comida que han servido crece todavía más.

En Alcorcón, nada hace intuir esta tendencia. La clientela parece la de siempre: jóvenes que montan su primer hogar, familias cargadas de muebles... Pero, entre el gentío, se detecta a los que sólo han venido a comer. El jubilado que rellena el café tres o cuatro veces. El cuarentón que recicla un vaso de la basura para tomar un refresco gratis. Los clientes que remolonean hasta las 17:00, cuando entra en vigor la oferta de las albóndigas a un euro.

Entre los adictos de los meatballs está la familia Navarro-Sayabera. Por ocho euros, cenan seis: el matrimonio (Ana y Juan Jesús), los niños (Marcos e Irene) y los suegros (Rosa y Simón). Entre todos, dan buena cuenta de una ensalada y seis platos de albóndigas.

- ¿Por qué vienen a Ikea?

- Mi mujer está en paro. Yo monto ascensores y ya sabes cómo está la construcción... Hay que ahorrar-, cuenta Juan Jesús.

El fenómeno es cada vez más habitual en España. Aunque, de momento, ha pasado desapercibido. Aquí no se han producido las protestas de Bélgica, donde la patronal de hosteleros invitó a 200 vagabundos a Ikea para denunciar su «competencia desleal». «Tras ver las albóndigas por un euro, la gente tratará los restaurantes normales como ladrones», dijo su presidente.

Muchos restauradores no entienden cuál es el negocio de vender diez meatballs a un euro. Y la respuesta es simple: en realidad, no es un negocio. «Ikea concibe la venta de comida como un servicio, no como una actividad de la que sacar beneficio», explica una portavoz de la multinacional sueca.

Gracias a la cafetería, Ikea consigue que sus clientes se queden más tiempo en su local. Además, los precios ajustadísimos afianzan su imagen low cost. Tras la paliza de recorrer la tienda, lo último que ve el cliente es un perrito a 50 céntimos.

Pese a estas irresistibles ofertas, las cafeterías de Ikea ganan dinero. O, al menos, no lo pierden. «Teniendo en cuenta que en 2011 se vendieron 16 millones de albóndigas, en raciones de 10, 15 o 20 unidades, no es difícil entender que los grandes volúmenes permitan generar lo suficiente para pagar los costes de estructura», explican en Ikea.

Pero esta jerga de MBA no está en la mente de las personas en apuros que visitan sus instalaciones. En el Ikea de Badalona, por ejemplo, un hombre demacrado almorzaba todos los días dos perritos calientes y varios vasos de refresco.

- Señor, que esto no es sano-, le decía la responsable del tenderete.

- Ya, hija, pero no puedo permitirme otra cosa.

Hace semanas que el cliente no aparece a su cita diaria. «Estoy preocupada», admite la camarera.

De vuelta a Murcia, Puri recuerda a la pareja que pidió cuatro raciones de albóndigas: dos para comer en el momento, otras dos para un tupper. O el matrimonio de ancianos que, avergonzados, le pidieron comida gratis. «Saqué dinero de la taquilla, me puse a la cola y les invité a cenar...», recuerda. «A veces, este trabajo te parte el alma».

**

Éstas que copio aquí encima son dos noticias de esas que las gentes nos vamos rebotando por correos diversos. Tras leerlas consecutivamente, y después de lamentar no tener a mano un Bertolt Brecht que las aune en una balada, me parece oportuno juntarlas en un solo bloque. Fuentes:

http://notengocurro.blogspot.com.es...

y

http://www.rankia.com/foros/economi...

"Desempleados". - Gern Arntz, Alemania, años 20

("Desempleados".- Gern Arntz, Alemania años veinte).

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  • "Quien pasa hambre es porque quiere"

    12 de diciembre de 2012 18:34

    Otro verso de la realidad. - "Las universidades británicas ingresan cientos de millones de libras procedentes de la industria del sexo. El Sindicato Nacional de Estudiantes denuncia que la brecha entre las ayudas estatales y el coste de estudiar una carrera universitaria fuera de Londres se ha incrementado hasta los 10.500 euros".
    http://www.publico.es/446989/la-sub...