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Por qué mi verbena mola más que tu festival

Jueves.3 de septiembre de 2015 116 visitas Sin comentarios
La Orquesta Dominó (o Vibraciones, Ráfaga, Manhattan o La Nueva Banda) ya te está esperando en tu pueblo. #TITRE

Carlos García Miranda

Primavera Sound, FIB, Sonar, Arenal, BBK… Los muros de Facebook dicen que los festivales de música revientan molómetros. Pero hay otro plan estival, también del tipo concierto-bebida-juerga, que sigue ganando. Hablamos de la verbena de tu pueblo, esa a la que llevas yendo desde que eras pequeño y de la que siempre vuelves convencido de que has pasado los mejores días de tu vida. Nunca inspirará una colección de ropa de H&M, no tendrá tote bag oficial y el anuncio del cartel jamás será trending topic. ¡Ni falta que le hace! Lo que pasa en tu pueblo no necesita marketing, porque ya mola muchísimo. Aquí tienes 12 cosas que lo demuestran:

1. Para ir a la verbena no hay que ahorrar durante meses

No tienes que comprarte ningún abono, lo que anula además el peligro de que alguno de tus colegas se quede fuera del plan por no haberse pillado la entrada con trescientos días de antelación. Además, tampoco te vas a gastar pasta en billetes de tren, ni en gasolina, porque para ir al pueblo compartes coche con tus padres. También compartes con ellos casa con desayuno, comida, merienda y cena incluidos; todo a cargo de tu abuela, y riquísimo.

2. A la verbena vas sin ir antes de compras

Estás perfecto con una camiseta, unos vaqueros (mejor oscuros para disimular las manchas de tinto) y un buen calzado que aguante los bailes. Todo rollo normcore, así que, en realidad, vas a la última. Tampoco hace falta tener los brazos llenos de tatuajes oldschool… El tribal que te hiciste en la nuca en los 90, y hasta las letras chinas de las muñecas, siguen molando. Lo que allí no mola nada es el postureo.

3. No hace falta estudiarse los grupos como si fueran la selectividad

Sólo toca un grupo, y lo sigues desde chico. Por eso te entra mucho subidón cuando llegas al pueblo y ves que está todo forrado con carteles de la Orquesta Dominó, Vibraciones, Ráfaga, Manhattan o La Nueva Banda. Y, por supuesto, te sabes todas las canciones: Olvídame y pega la vuelta, Sarandonga y Ni tú ni nadie, nunca faltan. Los de tu grupo os gritáis los estribillos los unos a los otros, y hasta tenéis coreografías con cada temazo. La cuota máxima de sensación de comunidad llega con el megahit de las verbenas: Paquito ’El Chocolatero’.

4. Entras en el concierto con botellón

Es legal y se convierte en la hoguera de tu grupo alrededor de la que formáis un círculo. Si se os acaban las provisiones, podéis pedir unos minis en la barra sin necesidad de tener que cambiarlos por ningún órgano vital. Tampoco tienes que hacer dos colas, una para los tiques y otra para pedir la bebida; con pegar un grito por encima de las cabezas con lo que quieres, suficiente. Y si lo que se te acaba es la pasta, seguro que están por ahí tus padres cenando con tus tíos y te suelta unos duros, por los viejos tiempos.

5. Puedes beber sin preocuparte de tu vejiga

No te va a tocar hacer cola para entrar en un baño de quita y pon con olor a arenero de gato. Si tienes pis, te acercas a tu casa. Por muy lejos que esté, seguro que estarás de vuelta para escuchar el Superman de Bustamante.

6. Y comer (bien) sin preocuparte de tu cartera

Bocadillo de chorizo frito, morcilla, lomo con queso o de cualquier cosa que se diga en español (descartado el insulso Hot Dog festivalero). Con lo que te sobre, te invitas a un cucurucho de patatas fritas bien empapadas en salsa, que compartes con tus colegas (cuidado con los palos para pincharlas a partir del tercer mini). También puedes ponerte ciego de gallinejas, invitar a los forasteros a probarlas y explicarles lo que son después.

7. En la verbena hay casetas de Bingo

También hay escopetas de las que disparan corchos, una noria como la de Grease, ¡y el Pulpo! Y todos los años traen una atracción tipo Barco Pirata de los que se ponen bocabajo, en la que te montas después de que en tu grupo se diga muchas veces que no hay huevos. Pero lo mejor de todo es que en la verbena hay COCHES DE CHOQUE.

8. Las probabilidades de ligar van siempre al alza en la verbena

No necesitas una excusa para poder hablar con esa persona que has fichado porque alguien de tu grupo la conoce, es de su familia o incluso de la tuya. Además, las primeras novias o novios siempre son del pueblo, y marcarse un remember en plena verbena siempre es una opción.

9. La fiesta termina cuando en el bar del pueblo empiezan a servir cuencos de leche con magdalenas

Otra opción es acabar la jarana con un baño en pelotas en el río del pueblo. Y si no aguantaste hasta la salida del sol porque se te fue la mano con los quintos, seguro que alguien te llevó a tu casa a que durmieras la mona. Y es que todo el pueblo sabe dónde está tu casa.

10. Lo mejor de todas las verbenas, por encima de cualquier cosa, es que consigue aunar generaciones

Seguro que a media noche tu abuela está jugando al cinquillo, tus padres tomándose un cacharro con tus tíos y los amigos de la peña, y tú dándote el lote en la esquina. Y estáis todos bajo la misma carpa… Eso, no hay festival que lo consiga.

El País