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Música reservada. Lo indecible

Lunes.8 de junio de 2015 127 visitas Sin comentarios
Columna de José Luis Téllez para el número 301, noviembre de 2014, de la revista ‘Scherzo’. #TITRE

El pasado seis de junio de 2014 se cumplieron noventa años del estreno en Praga (¡a los quince años de su composición!) de ‘Erwartung’, primera ópera de Arnold Schoenberg e incuestionable joya de la lírica moderna, tan infrecuente, por desdicha, en los escenarios: es obvio que su brevedad y su naturaleza singular dificultan su inclusión en una temporada convencional… pero no es menos cierto que ofrecerla en concierto, como suele ser lo habitual, merma gran parte de su sentido; es una obra irreductiblemente escénica y sólo en la escena puede revelar su turbadora realidad.

Durante mucho tiempo ha sido un lugar común hablar de ‘Erwartung’ como de una partitura inanalizable, y en cierto sentido así es. No resulta factible señalar estructuras recurrentes de ningún tipo: se diría que la forma huyese de sí misma, disuelta en su propio progreso a lo largo de un itinerario que jamás vuelve sobre sí. Es imposible aislar temas ni siquiera verdaderos motivos en el fluir de una música en perpetua transformación: pero examinando el texto más de cerca cabe atisbar ciertos elementos que articulan la lógica del discurso y apuntalan su admirable unidad… Quizás sea H. H. Stuckenschmidt quien se haya acercado de una forma más productiva al germen de la obra al destacar la insistente presencia del intervalo de tercera menor en la línea vocal.

La realidad es que el canto es la médula del texto, y toda la música procede del material presentado por la voz. Las primeras palabras de la soprano (“Hier, hinein?”) se emiten sobre una célula formada por un tono y un semitono, y las siguientes (“man sieht den Weg nicht”) presentan un segundo núcleo que contiene una segunda mayor, una tercera menor y otra mayor, y esos intervalos impregnarán toda la declamación de la protagonista: la frase siguiente (“Wie silbern die Stämme schimmern: wie Birken!”) está formada exclusivamente por segundas mayores, menores y terceras menores y la sucesiva (“Oh, unser Garten! Die Blumen für ihn sind sicher werwelkt!”), amén de esos mismos intervalos, añade un tritono que, significativamente, aparece asociado a la premonición del agostamiento floral. A partir de ahí, la voz trabajará ese material de manera obsesiva por retrogradaciones, inversiones y permutaciones: la armonía se deriva de esos mismos núcleos que, junto con la cuarta justa de los clarinetes en el primer compás (intervalo que la voz incorporará en el compás doce con la palabra “schwere” en la frase “was für schwere Luft herausschlägt”) constituyen toda la materia de la obra: en el instante crucial del descubrimiento (¿reconocimiento?) del cadáver (cc. 153-154: la obra consta de 426) se sintetiza esa misma materia: tercera y sexta menores en la voz, terceras menores paralelas en maderas, alternancia de tercera menor y mayor (¡remitiendo a re menor!) en los bajos. La superposición de terceras menores provocaría acordes de séptima disminuida (cuidadosamente evitados) y al de terceras mayores, triadas aumentadas: el final de la obra es una sucesión de estos últimos agregados que asciende cromáticamente en movimiento paralelo en cuerdas, clarinetes y flautas, mientras otra serie de terceras mayores desciende en contrafagot, clarinete bajo, trompar y trombones para concluir sobre la triada si bemol, re, fa sostenido, se diría que cerrando el enigmático círculo: la unidad de la música procede de su obsesionante retorno sobre unos mismos intervalos.

Al llegar a este punto hay que preguntarse de qué trata ‘Erwartung’. El magnífico libreto de Marie Pappenheim es un largo poema en prosa que bascula entre el onirismo y la alucinación: una mujer perdida en el bosque busca a su amante, al que confunde con un tronco derribado para descubrir más tarde su cadáver, al que se dirige una y otra vez con aterrorizada elocuencia para afirmar su memoria y su deseo. La luna aparece y se oculta, de la sombra emerge un camino que conduce a una casa cerrada: en la encrucijada, la mujer suplica al hombre que despierte, evocando el lecho, el aroma de las flores del jardín, el día, el sol inalcanzable, su mirada, sus besos y sus caricias, sin comprender la mudez de ese cuerpo impasible al que reprocha su ausencia, su silencio, su indiferencia, sus mentiras, tal vez su infidelidad… “Tu beso, como un signo llameante en mi noche”, añade al retornar al camino: “Un día más de espera”, dice, mientras apunta la mañana. Se vislumbra la posibilidad de que la mujer haya vislumbrado a su amante en un vértigo de celos y que su monólogo sea un delirio cíclico: la obra condensaría el instante en que ella alcanza a entrever la condición irrevocable de su acto. “Yo buscaba…”, afirma la protagonista sin concluir la frase mientras cae el telón: ‘Erwartung’ habla de aquello que, por su propia naturaleza, no puede pronunciarse.

En ‘Style and Idea’, Schoenberg describió ‘Erwartung’ como “el intento de representar en media hora lo que sucede durante un segundo de máxima tensión emotiva”: la sustancia poética de la obra reside en su intento de expresar la inexpresable naturaleza del Tiempo desde su interior. Propósito inaccesible que, pese a todo, materializa la que quizás sea la más inquietante metáfora de la propia música: porque jamás se habrá enunciado de forma tan radical su verdad absoluta en tanto que presente irreductible.

Libreto: http://www.kareol.es/obras/erwartun...

Vídeo: https://www.youtube.com/watch?v=sJS...