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Los bombardeos de EE UU sobre civiles alimentan el odio a las tropas invasoras en Afganistán

Martes.11 de noviembre de 2008 401 visitas Sin comentarios
El apoyo a la insurgencia talibán crece en la zona patrullada por los españoles #TITRE

Incluso un periódico tan favorable al gobierno del PSOE y que tanto colabora en difundir las mentiras de la propaganda oficial no puede ocultar del todo la naturaleza criminal de la invasión de Afganistán y la terrible situación en la que se encuentra la población civil de este país por culpa de la ocupación. Tampoco pueden seguir ocultando más tiempo, según parece, a la opinión pública la peligrosidad de la situación para los soldados españoles que participan en esta guerra. Nota de Tortuga.


ÁNGELES ESPINOSA - Teherán

Siete años después de que los bombardeos de EE UU acabaran con el régimen talibán, el futuro de Afganistán se presenta cada vez más incierto. Las dificultades para la transición política en un país que salía de tres décadas de guerras se han visto eclipsadas por la creciente inseguridad que ha elevado los ataques a las tropas extranjeras hasta los niveles de Irak. En ese contexto se produjo ayer el atentado suicida contra el convoy de la OTAN que dejó dos soldados españoles muertos y cuatro heridos, uno de ellos de gravedad.

Unos 1.500 paisanos han fallecido en lo que va de año, según la ONU
Los talibanes a menudo se esconden entre la población.

Washington admite que el lunes pasado mató a 37 civiles en un ataque aéreo.

Los afganos no distinguen entre la misión de la ONU y la de EE UU
Más allá de las circunstancias particulares de ese incidente, otro más de los que a diario se producen en amplias zonas de la mitad sur de Afganistán, hay dos precisiones que conviene recordar. En primer lugar, el distrito de Shindand, una especie de salvaje oeste situado a dos horas al sur de Herat, es uno de los que más víctimas civiles ha padecido desde el inicio de la Operación Libertad Duradera.

Aunque inicialmente no se trataba de un reducto talibán como Kandahar o Uruzgán, la rivalidad del cabecilla local, el comandante pastún Amanullah Khan, con Ismail Khan, el tayico que controló Herat hasta septiembre de 2004, permitió que los talibanes encontraran un aliado.
A partir de ahí, la estrategia basada en los bombardeos aéreos de EE UU (el país que lidera la coalición y provee la mayoría de los soldados de Libertad Duradera, 19.000), ha contribuido a extender el apoyo a esa milicia rebelde entre los habitantes, debido a las numerosas víctimas civiles que ocasiona. En uno de los casos más graves, el pasado agosto, una operación conjunta de fuerzas especiales norteamericanas y tropas de élite del Ejército afgano contra un presunto colaborador de Al Qaeda en la aldea de Azizabad, dejó 96 civiles muertos, incluidos 60 niños y 15 mujeres, según una investigación del Gobierno afgano, respaldada por otra de la ONU.
Llovía sobre mojado. Apenas un año antes se había producido muy cerca otro incidente parecido, y reclamaciones similares llegan con demasiada frecuencia desde otros puntos del país. La última, el pasado lunes en Kandahar, habla de 37 muertos. Ayer mismo, la comandancia estadounidense en Afganistán admitió la muerte de los 37 civiles en uno de sus bombardeos y aseguró que ha indemnizado a las familias de las víctimas.

Según fuentes de la ONU, cerca de 1.500 civiles han perdido la vida en los primeros ocho meses de este año a causa de los combates, el 60% víctimas de la insurgencia. Aunque reconociendo que los talibanes a menudo se esconden entre la población civil, a la que usan como escudos humanos, el presidente Hamid Karzai, cuya popularidad decrece al mismo ritmo que la de las tropas extranjeras, se vio obligado a anunciar una improbable revisión de los acuerdos bajo los que esas fuerzas operan en Afganistán.

Así que los soldados españoles se encontraban patrullando en una zona especialmente sensible con la presencia militar extranjera, y en consecuencia favorable a los insurgentes. No hay que olvidar que en febrero del año pasado, en ese mismo distrito, murió la soldado Idoia Rodríguez cuando la ambulancia blindada en la que viajaba resultó alcanzada por una mina activada por control remoto, un ataque atribuido a los talibanes.

Algún observador apuntará aquí que las tropas españolas no actúan en el marco de la mencionada Operación Libertad Duradera, sino en el de la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad. La ISAF se estableció en los Acuerdos de Bonn de diciembre de 2001 y, al amparo de varias resoluciones de la ONU, ha ido extendiendo su área de operaciones por todo el país a partir de Kabul. Hoy cuenta con 50.000 soldados de 41 países, 15.000 de ellos estadounidenses. El mandato de ésta es, como se desprende de su nombre, ayudar a las fuerzas afganas a establecer la seguridad en su país, frente la lucha contra los talibanes y miembros de Al Qaeda que persigue la Libertad Duradera de EE UU. En román paladino, que la segunda es una misión de combate y la primera sólo recurre a las armas en caso de verse atacada.

Y aquí viene la segunda precisión necesaria. "Para los afganos no hay diferencia entre ISAF y Libertad Duradera; todos los soldados llevan uniforme y parecen americanos, así que cuando ocurren errores, se les culpa en conjunto", tal como explicó a este diario el príncipe Mustafa, nieto del fallecido rey Zahir, durante una reciente visita a Afganistán. Además, sobre el terreno la distinción puede diluirse. "La base de apoyo avanzado a la que están asignadas las tropas españolas desplegadas en el aeropuerto de Herat responde a las necesidades de cualquiera de los miembros de la OTAN en la zona, y eso incluye a Estados Unidos", explicaba una fuente militar estadounidense manteniendo una estudiada ambigüedad.

Aunque muchos afganos temen que la salida de las tropas extranjeras les deje desprotegidos frente los abusos de milicias y narcotraficantes, cada vez son más las voces que piden una solución afgana frente a la alternativa de enviar más tropas al país que baraja el presidente electo de EE UU, Barack Obama.

Diario El País


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