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Los Bazter

Domingo.16 de diciembre de 2007 2372 visitas - 1 comentario(s)
Capítulo 5º del libro de Amador Navarro Tortosa “Historias desde lo Alto de una Noria” #TITRE

Estamos publicando cada dos domingos un capítulo de la obra del escritor alicantino y amigo nuestro, Amador Navarro Tortosa, “Historias desde lo Alto de una Noria”. Esperamos que el libro sea del agrado de todos nuestros lectores y que les guste tanto como nos ha gustado a nosotr@s.

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Me alegraba reencontrarme con Los Bazter. Eran músicos con los que tenía una especial comunicación porque valoraban como yo, contrariamente a la maraña de julandrones que pululaban por nuestros gremios respectivos, que éste universo fantástico de las verbenas de pueblo era mucho más que una simple manera de buscarse la vida: un pasadizo en el tiempo quizás, un acceso escondido a una dimensión olvidada, un rito mágico liberador de energía cósmica. No sé. El caso es que un día percibimos en su desenfreno ese halo de espiritualidad que tanto nos atraía a los hippies de la época y nos convertimos sin pensarlo dos veces en acólitos convencidos de una liturgia que habría de llevarnos de pueblo en pueblo durante años a la búsqueda incesante de algún estadio más amplio de percepción.

Cuando llegué a la plaza ya estaban allí mis amigos, sudorosos, descargando en plena canícula el inmenso equipo sobre el escenario. Como los viejos toreros, Los Bazter solo lidiaban espaciadamente y gustaban como nadie de saborear pausadamente todos los tiempos de la ceremonia.

- ¿Por qué no contratáis a unos chavales, como hacen otros grupos, para montar y desmontar el equipo? -les pregunté en una ocasión- Sorprende ver a unos carrozas como vosotros trajinando con todos estos bártulos.
- Pues porque tanto los preparativos como las recogidas de bártulos como tu las llamas, forman parte del mismo protocolo, de idéntico ritual -me respondió Martín, el cantante, como quien descubre a un adepto algún bien guardado secreto iniciático-.

¡Ja! Resultaba chocante cuando menos escuchar al punkarra de Martín intentando convencerme de que los prolegómenos de una delirante verbena podrían compararse con el mismísimo introito de la misa. Pensareis que es de locos, pero ¿quien sería capaz de asegurar que no se libera algún tipo de energía mística a través de los músicos durante sus conciertos? ¿O que el arte en general no sea un vehículo capaz de aproximarnos al concepto de Dios?.

¡Qué buenos recuerdos me traían a la memoria! ¡Cuántas historias! En tiempos, Los Bazter fueron el grupo más apreciado por las verbenas de media España. Versioneaban como nadie las canciones de un entonces incipiente Rock Radical y la cresta irreverente de Martín se pavoneaba exultante por los escenarios de las engalanadas plazas mayores de los pueblos en fiestas. Pero no creais, también se esmeraban Los Bazter como nadie en los ritmos de toda la vida; en los sabrosos caribeños, en las cadenciosas y románticas baladas, en los exitosos Principales de las listas y hasta en las insulsas “canciones del verano” que exasperaban a su verdadera clientela que esperaba impaciente la parte más frenética del repertorio.

- Soy el del puesto de camisetas de ahí abajo -recuerdo que me presenté un día desplegando una gran bandera pirata que comprara tiempo atrás en Inglaterra— y quiero regalaros esto.

Sucedió en Riopar, el hermoso pueblo de la sierra de Albacete donde irrumpe el río Mundo desde uno de los calares más bellos que recuerdo. Y fue desde allí y desde aquel mismo entonces que nos hicimos Los Bazter y yo amigos para siempre.

Yo procuraba, cuando paraba a comer en cualquier fonda, fijarme en los carteles que anunciaban las verbenas cercanas por si se encontrasen por la zona y era gracias a esto y a alguna que otra alegre coincidencia que veníamos a vernos unas cinco o seis veces cada año. Suficientes para seguirnos la pista, para indagar en nuestro estado de ánimo, para supervisar nuestro progreso espiritual. Gracias a ellos conocí las vicisitudes de su oficio. Que si el equipo costaba un dineral y encima había que estar renovándolo constantemente; que si la dichosa carretera, en la que palmaban increíblemente cada año gran cantidad de músicos de verbena volviendo a casa de madrugada...

- ¿Pero, y las chavalas?- les pinchaba yo intentando llevarles a un terreno donde adivinaba evocaciones más entretenidas- ¿Qué hay de la leyenda esa de que las chicas se pirran por los músicos de verbena como si de Los Beatles o Los Rolling se tratara?.

Pues eso -me contestaban sin apenas pestañear- Una leyenda.
Vamos, que la cosa resultaba casi siempre mucho más problemática que placentera y que la mayoría de las veces era preferible aguantarse y escurrir el bulto que prestarse a un galanteo rodeado de excesos del que a las pocas horas ya te podrías estar arrepintiendo.

Acostumbraban Los Bazter a terminar sus conciertos con Escaleras al Cielo, aquel mítico tema de Led Zeppelín, símbolo inequívoco para toda una generación esperanzada. Y así, de Escaleras al Cielo en Escaleras al Cielo recorrieron durante años estos músicos ilusionados análogos caminos, parejos desencantos e idéntico sendero de conocimiento que yo mismo hasta que por fin hoy unos y otro, cada cual desde su ruta interminable, embriagados y aturdidos por los efectos de la ofrenda neuronal que el sortilegio había requerido, nos hallábamos en el terrible trance de abandonar la morada iniciática, ese vientre materno cautivador, y renacer a este valle de lágrimas o continuar danzando aletargados en el narguilé de los excesos por siempre jamás.

  • Los Bazter

    5 de junio de 2008 05:38, por MEDIO-POLACA

    HOLA DIEGO,NOS CONOCIMOS PERSONALMENTE DESPUES DE UN CONCIERTO,EN TARAZONA DE LA MANCHA,POR EL AÑO 1987.YA SE QUE HACE MAS DE 20 AÑOS,PERO HOY,AL ENCONTRAR VUESTRA WEB,HE RECORDADO AQUELLOS VERANOS EN VILLANUEVA DE LA JARA Y LAS VERBENAS CON LOS BAZTER HASTA LAS 6 AM.ME HAN VUELTO BUENOS RECUERDOS.ME ALEGRO MUCHISIMO DE QUE S IGAIS HACIENDO BUENA MUSICA.BESOS.COMO DECIA TU HERMANO PEPE,SOY MEDIO-POLACA,POR SER VALENCIANA.