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La furia española

Martes.20 de julio de 2010 299 visitas - 4 comentario(s)
Una ola de nacionalismo ramplón invade las calles #TITRE

Tomado de La Haine

Marcos Roitman Rosenmann

La furia se transformó en una cruzada santa contra el comunismo internacional y sus sempiternos aliados, la masonería y los judíos

El franquismo creó un relato mítico del cual se valió para justificar el alzamiento contra la Segunda República. Los españoles, se dirá, están imbuidos de una sustancia que les hace inmunes al desaliento. Las grandes gestas de su historia sólo se pueden explicar recurriendo a dicho relato. Por consiguiente, el comienzo de la reconquista por don Pelayo, en el año 718, tendrá continuidad en la figura de don Rodrigo Díaz de Vivar, conocido como Cid Campeador, cuyo triunfo en Valencia (1094) lo convierte en gran señor de la lucha contra los moros. De su persona se extrae un compendio de virtudes, las cuales pasarán a formar parte de la historia explicada a los niños durante la dictadura. Fuerte, leal, justo y valiente, prudente y templado, guerrero y culto. Así, el mito cobra fuerza.

Más tarde, la reconquista, tras ocho siglos, llega a su fin con el triunfo de los reyes católicos al tomar Granada, último fortín musulmán. Desde ese momento, España, como Estado, tiene una misión que cumplir y los españoles una razón para vivir. La conquista de América le dará esa necesaria cuota de mesianismo. La espada y la cruz. Es el destino que alumbra el nacimiento de una identidad suprahistórica. El propio Francisco Franco se encargará de reforzar el mito de la furia. Bajo el seudónimo de Jaime de Andrade, escribe un guión adaptado para el cine, donde se refleja el espíritu valiente, abnegado que identifica al español de virtudes católicas. Su título es expresivo: Raza.

Los esfuerzos no caerían en tierra baldía. La furia se transformó en una cruzada santa contra el comunismo internacional y sus sempiternos aliados, la masonería y los judíos. El destino obligaba a realizar otra gesta. Evitar la ruptura de España. Tras el fin de la guerra civil, Franco se convirtió en caudillo de España por la gracia de Dios. El golpe de Estado de 1936 se puso al mismo nivel que las acciones emprendidas por Pelayo, el Cid y los reyes católicos. Franco era la unidad de destino en lo universal de la raza española. Tenía poderes sobrenaturales. España podía sentirse orgullosa y segura. Ni las condenas internacionales, ni el aislamiento, eran obstáculos para mantener el camino de muerte y represión trazado por el régimen fascista. Como dirían sus acólitos: "después de los reyes católicos, Francisco Franco. Bajo su égida, los españoles retomaron la senda de la espiritualidad". España se convertía en una grande y libre. No existían medias tintas.

Esta interpretación grotesca pero efectiva, encontró un campo abonado para crecer en las lides deportivas. Los triunfos de los atletas españoles en la esfera internacional caerán bajo el paraguas del tesón, la raza y la furia española. El ejemplo más claro de esta manipulación lo encarna Federico Bahamontes, conocido con el mote del Águila de Toledo. En 1959 se convirtió en el primer español capaz de ganar la carrera ciclista, por etapas, más dura y completa del circuito, el Tour de Francia. A su regreso, fue recibido por el caudillo y las calles de Madrid y todo el país se llenaron de gente para festejar el triunfo de la raza y la furia española sintetizadas en Bahamontes. Sin embargo, en los 40 años de dictadura, hubo pocas alegrías.

Los atletas españoles participantes en las olimpiadas o en los campeonatos del mundo de futbol, baloncesto, etcétera, se teñían de frustración. Para explicar las derrotas se comenzó a urdir un argumento cuyo eje era el fatalismo y la mala suerte. La furia seguía actuando, pero los elementos jugaban en contra. Siempre había una justificación y se encontraba en factores aleatorios. A falta de triunfos de las selecciones y atletas que representaban a España, se buscó un sustituto. Los clubes de futbol ocuparon el lugar. El Real Madrid se convirtió en la marca España. Sus triunfos en Europa fueron un buen sucedáneo.

Así, la furia se rencarnó en las seis copas de Europa ganadas durante la llamada generación ye-ye de los años 60. Igualmente, sus éxitos serían vitoreados en las calles y sus futbolistas y dirigentes recibidos por el caudillo. No fueron los únicos. En deportes individuales, también emergieron figuras esporádicas capaces de ser la viva encarnación de la raza y la furia. Las excepciones también existen. Paquito Fernández Ochoa en esquí, Orantes y Santana en tenis, y Angel Nieto en motociclismo. El mito se nutría de cualquier expresión existente en la estructura social. El orden de la vida social sea el religioso, económico, político, familiar o militar. En la canción, el arte, la pintura, el cine. Los triunfos se vivían como parte de la furia y la raza española. Como es natural, comunistas y opositores al régimen fascista serían despojados de tan dignos atributos, pasando a ser enemigos de la patria.

Hoy, este concepto bastardo de la furia española, aparentemente dormido, se alza para explicar el triunfo de la selección de futbol en el mundial de Sudáfrica. Es el factótum que une. El presidente de gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, es el primero en recuperarlo para explicar el éxito: "la furia se ha transformado en una entrega apasionada e inteligente que acompaña un estilo hermoso. Esta selección nos muestra bastante de lo que debe ser nuestro país... Un colectivo sin complejos dispuestos a superar y a dejar atrás, y casi en el olvido, los fatalismo del pasado". Pero, Mariano Rajoy, presidente del Partido Popular, no se queda atrás: "Han demostrado que la furia española es mucho más eficaz cuando va acompañada por la paciencia, la perseverancia y el control".

Con estas declaraciones, una ola de nacionalismo ramplón invade las calles. El mito de la furia española goza de buena salud y se reacomoda en la España monárquica y constitucional. Los ideólogos del franquismo pueden estar satisfechos, más allá de sus iniciales connotaciones fascistas, el mundo comparte la caracterización propuesta por el nacionalcatolicismo, los españoles se caracterizan por su raza y la furia contenida en ella. El fascismo gana una batalla más en la guerra por la palabra.

La Jornada

  • La furia española

    20 de julio de 2010 12:10

    Pues yo soy Anarquista español, español, español...

    Lo primero primero.

    Tambien soy noviolento y anticapitalista, pero esto son otras historias...

    internete
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    PD: ¿A alguien no le gusta?

    Pues que no mire.

    PD2: Vamos, que los fachas me van a quitar mi tierra, echarme de ella u obligarme a que me gusten los toros...

    ¡No te jode!

  • La furia española

    21 de julio de 2010 17:11, por Radio Mistelera

    ESPANYA ÉS UNA CREACIÓ ARTIFICIAL FETA PER LA MONARQUIA ESPANYOLA Y L’ESTAT ESPANYOL.

    Jo soc anarquista i habitant d’aquest planeta, "ESPANYOL ESPANYOL ESPANYOL", només ho soc oficialment i a la força perquè ho posa el DNI.
    Em fa la sensació que considerar-se anarquista i anar de patriota espanyol és una greu contradicció.

    • La furia española

      22 de julio de 2010 14:15

      Yo lo veo relativo. Una cosa es el estado español, y otra cosa es España, concebida como región geográfica o como el nombre de ese estado, que lo haya creado quien lo haya creado, existe como tal no desde ayer, sino desde hace más de 500 años. No creo que decir que uno es "de España" cuando esté por ejemplo en Argentina, implique sentirse ciudadano convencido del estado que tiene ese nombre.

      Recordemos que los anarquistas de principios del siglo XX y algunos que hay todavía ahora denominaron "Nacional" a su sindicato. También asumieron el nombre "Iberia" para referirse a su federación, en la que también había gente de Portugal.

      Precisamente para no caer en la influencia de los otros nacionalismos que existen en el estado español junto con el españolista yo creo que los anarquistas deberíamos obviar estos debates y utilizar los términos españa, estado español, catalunya, nación, pueblo etc. indistintamente, de forma natural y sin complejos de ningún tipo. Creemos en un mundo sin patrias ni estados, pero somos de algún sitio, y algún nombre hay que ponerle al sitio y a la pertenencia al mismo. Por cierto que esas pertenencias, sean a nivel local, regional o más amplio crean sentimientos de autoidentificación que tampoco hay que perseguir tanto.

      Salut.

      • La furia española

        23 de julio de 2010 10:21

        Radio Mistelera: Yo soy madrileño (naci aquí, que le voy a hacer, aunque mis bisabuelos y abuelos eran valencianos, gaditanos, madrileños y asturianos) y no estoy en absoluto de acuerdo con la mayoria de los madrileños que votan al PP.

        Si los catalanes quereis ser españoles o no, es asunto vuestro. Yo os considero españoles, como yo, porque me gusta pensar que vuestros logros son tambien mios, por ejemplo, el anarquismo barcelones en la guerra civil, del que me siento muy orgulloso, si no os importa.

        Y si os importa tambien, que para pensar diferente y respetar a todo el mundo soy anarquista.

        internete
        1234567

        PD: El convencimiento es la peor carcel.

        No necesitamos conceptos rigidos a los que agarrarnos como clavos ardiendo.

        Necesitamos fluir armonicamente...

        PD2: Podria morir por españa, por cataluña, por andalucia, madrid, bilbao o barcelona, por el planeta, e incluso por america latina o europa, pero jamas mataria por ninguno de estos "conceptos" a los que amo profundamente.

        PD3: Si no te respondo en catalan es por no destrozarlo con mi ignorancia, no por falta de respeto... Lo entiendo muy bien y me gusta leerlo, pero no me atrevo a escribirlo...

        Salut i bons... ¿aliments?