La Serra Grossa y los políticos - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

La Serra Grossa y los políticos

Sábado.5 de marzo de 2005 2803 visitas - 1 comentario(s)
RAFAEL MARTÍNEZ GARCÍA #TITRE

Nota de Tortuga: reproducimos a continuación el artículo de opinión de Rafael Martínez aparecido en el periódico "Información" de Alicante el pasado día 3 de marzo. Rafael es miembro de la Asociación de Vecinos de Altabix y colaborador habitual del periódico "La Veu del Barri", editado por esta Asociación.

Hace unos días este diario hacía públicos los diferentes proyectos que el Consell tenía reservados para la ciudad de Alicante. En realidad, todas las declaraciones abundaban sobre lo mismo y abordaban la regeneración paisajística de diversos espacios degradados de la ciudad, entre otros la Serra Grossa, que han proyectado transformar en un parque forestal. Lo siento, pero no me lo creo.La Serra Grossa, con sus 161 metros de altura, se yergue como una isla en medio del cemento y de las modernas vías de comunicación de la ciudad. Junto al Benacantil y al Tossal, la Serra Grossa o de San Julián constituye un hito geográfico decisivo en la configuración y desarrollo de Alicante, como así lo atestiguan la existencia en ella de yacimientos de la Edad del Bronce, la explotación histórica de áridos a que ha estado sometida en su vertiente occidental, la implantación de factorías en sus estribaciones, como «La Británica Metalúrgica» en el siglo XIX o, ya en el XX, el tendido férreo del «trenet» o la apertura de la carretera de la cantera. Lo que antaño, en definitiva, constituyó una formidable atalaya para avizorar un mar increíblemente azul y una huerta tan pródiga en frutos como en historia, sirve ahora, convertida en un basurero, para observar el desaguisado urbanístico de Alicante y, como no, para la especulación inmobiliaria y las declaraciones populistas y demagógicas.

¿Cómo vamos a creer que van a regenerar toda la zona litoral si hasta hace poco tiempo pretendían meternos un palacio de congresos en el Benacantil? ¿Cómo quieren que les creamos si son incapaces de solucionar los problemas de contaminación de la playa de la Albufereta; si han destrozado Cala Cantalar y no caben más grúas en el Cabo de las Huertas? Promesas, promesas, promesas..., la última de todas, las de la Serra Grossa.

Pero de acuerdo, vamos a creerles cuando hablan de regeneración y dicen defender el patrimonio y las señas de identidad de los alicantinos. Entonces, ¿cómo se entiende que permitan actuaciones que destruyen las torres de la huerta, como la Torre Ferrer, vendida por el Ayuntamiento a una promotora a la que se permitió edificar mientras el Consistorio miraba hacia otro lado, vulnerando la Ley de Patrimonio? El emplazamiento de este baluarte, rodeado de edificios, causaría sonrojo a cualquiera que, de verdad y sin sonrisas de cara a la galería, sintiera lo alicantino y, lo que es más importante, tuviera verdaderas ganas de trabajar por el patrimonio de la ciudad que, no lo olvidemos, es un bien de y para toda la sociedad. ¿Y qué ha ocurrido con la Torre Conde o con la Torre Plácida, por citar sólo dos casos de abuso de cemento, tanto en la construcción como en el rostro de algunos? Como sigan reduciendo el entorno de protección de estos edificios, al final terminarán estableciéndolo en la longitud de los hilos de tender la ropa de los vecinos...

Está bien, no seamos tan duros y démosles un voto de confianza. Se nos vende un nuevo Alicante donde todo va a ser distinto en el futuro. Entonces, ¿qué están construyendo en la Serra Grossa, frente a la Isleta? ¿Serán las primeras obras del proyectado parque forestal? ¡No! Se trata de un hotel, metido con calzador justo encima de un lavadero de coches y en un enclave donde el ruido del tráfico lo ahoga todo. Estupendo. Hablan de saturación urbanística y se van a cargar más de 5.000 metros cuadrados en las faldas de la sierra para levantar un hotel de cuatro estrellas, con sus salidas de humos, sus zonas de aparcamiento, su trasiego de gente...

Es posible que haya muchas personas que, como yo, desconozcan cómo se conjugan las promesas de regeneración de la Serra Grossa con la construcción en ella de un hotel de lujo, por eso el conseller Blasco nos lo explicaba el otro día, según podíamos leer en este mismo diario (ver INFORMACION de 21 de febrero de 2005), afirmando que iba a convertir esta sierra «en referente medioambiental del litoral», devolviéndole «el aspecto que presentaba antes de que el mar, la escasez de lluvias, el viento y la fuerte insolación provocaran un duro proceso erosivo en la zona». En fin.

Lo que el conseller Blasco no sabe -¿o sí lo sabe e intenta tomarnos el pelo?- es que la Sierra de San Julián ya era un referente medioambiental antes de que se inventara el cemento. Por esta razón, afirmar que va a convertir en referente medioambiental una sierra del Mioceno por la que ha deambulado el hombre desde la Prehistoria es absurdo. Posiblemente por un despiste, el señor Blasco continuó obviando en sus declaraciones la importancia que el elemento humano ha adquirido en la degradación de esta sierra, y no sólo olvidó mencionar la agresión que supone la construcción del hotel, sino que pasó por alto, por ejemplo, la presencia de los rascacielos a pie de costa, levantados a partir de los años sesenta del pasado siglo, factores que han degradado la sierra de forma mucho más dañina que la erosión del mar y la insolación. ¿A quién se cree que engaña? Está claro que, en realidad, la Serra Grossa les importa poco, si no es para obtener rendimiento especulativo o electoral.

Lo que queda de la Serra Grossa todavía supone un lugar de esparcimiento para los excursionistas o los corredores de fondo que trepamos hasta allí arriba los fines de semana. Algunos disfrutamos paseando por este trozo de naturaleza aislada. Nos gusta descubrir, con la llegada de la primavera, si volverán a anidar los vencejos o las collalbas; si volverán a posarse los alcaudones en las matas de espino negro; sorprendernos con la carrera del conejo y el aleteo del mirlo. A los que apreciamos este lugar y abogamos por su protección nos gustaría creer en las promesas de los políticos e imaginar el futuro parque de la Sierra de San Julián, un espacio protegido en el que se pusiera en valor su patrimonio natural y humano, pues tanto la cantera como las viejas fábricas que se instalaron en sus inmediaciones constituyen interesantes elementos fabriles que también habría que estudiar. Nos gustaría creer en las promesas de los políticos y en las propuestas que nos hacen para que esta ciudad sea cada vez mejor, pero ante tomaduras de pelo de este calibre siempre estaremos junto al sentido común y a la honestidad, denunciando la desidia y la hipocresía de que hacen gala nuestros gobernantes.