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La Cárcel de Ventas y la Memoria de las mujeres presas

Viernes.20 de abril de 2012 2986 visitas - 1 comentario(s)
Nodo50. #TITRE

Resumen del primer día de las jornadas.

Transcribimos a continuación una selección de las intervenciones en la mesa redonda "Memoria de la Cárcel de Ventas", que tuvo lugar el pasado 9 de marzo, organizadas por la asamblea popular del 15M Plaza Dalí como primera actividad de las jornadas.

Justa Montero, activista feminista, presenta el acto.

Creo que estábamos y estamos en deuda con todas las mujeres que, en concreto, estuvieron en la cárcel de Ventas por haber luchado y defendido la libertad en una época durísima, que sufrieron la represión y la falta de libertad absoluta. Mujeres que el franquismo no sólo reprimió sino que el franquismo y una transición silenciada las olvidó durante mucho tiempo. Por eso, nos gustaría que la sala y la mesa estuvieran repletas de mujeres que vivieron esa época. Pero muchas mujeres, por desgracia, ya no están, no les podemos rendir ese homenaje necesario pero en la medida que podamos se lo rendimos a todos sus familiares y a todas las mujeres que estuvieron ahí y hoy ya no nos pueden acompañar. Creo también que hay que felicitar realmente a la asamblea popular del 15M del barrio porque recuperar la memoria histórica, en general, y en particular la de las mujeres -recordad que este acto también está enmarcado en la celebración del 8 de marzo- es fundamental no solamente por ese homenaje necesario y tan justo para esas mujeres sino también para mirar nuestro presente y nuestro futuro. Y de ahí la importancia de que sea precisamente una asamblea del 15M, porque es fundamental para nuestro futuro ajustar las cuentas, exigir justicia para todas aquellas luchadoras antifranquistas por la libertad y la autonomía. Si no, no sabemos de dónde venimos, no sabemos quiénes están detrás de estas luchas y de quiénes somos también herederos.

Luis Garrido, vecino del barrio octogenario, cuenta sus recuerdos.

Estábamos viendo un edificio extraordinario, bonito, blanco. Mi mejor recuerdo de él es que tenía un campo de fútbol en el que jugábamos los niños y las compañeras de las que se ha estado hablando aquí se asomaban a la valla y nos veían jugar, incluso nos decían cosas y hablábamos con ellas. (…) Yo he presenciado a unas mujeres jóvenes vestidas de color azul, con algunos adornos colorados en forma de flecha por aquí puestos, que se ponían en la esquina de [la calle] Rufino Blanco con Marqués de Mondéjar y a todo el que veían que venía con un paquete debajo del brazo nos decían: “Ya sé que vas a llevar un paquete a un familiar que tienes ahí en la cárcel pero dánoslo a nosotras, que se lo llevaremos mucho más fácilmente que si vas tú y te tienes que poner a la cola.” Y aquellos paquetes pues ya saben ustedes o se figuran a dónde iban a parar. Desde luego a las presas que estaban dentro no les llegaba. Porque se volvían a poner, y nadie les decía nada.

Fernando Hernández, historiador y autor de Mujeres encarceladas en la prisión de Ventas: de la República al franquismo, 1931-1941, presenta a Isabel Blas.

A Isabel Blas yo la conocí mientras hacía el libro porque su madre y su tía estuvieron [presas] en Ventas; su tía falleció en la cárcel. Solamente comentaros a las jóvenes licenciadas que el hecho de tener un título que ponga licenciada y no licenciado se debe a la campaña que hizo Isabel, con asociaciones feministas, a principios de los 90.

Isabel Blas cuenta la historia de su tía, presa en Ventas.

Yo puedo contar lo que, a través de su expediente carcelario y de libros donde ha salido escrito, sucedió con mi tía, una hermana de mi padre. Desde el año 39 al año 45, que ella estuvo en la cárcel, Mercedes Núñez en su libro La cárcel de Ventas recoge que la volvieron loca, que murió absolutamente ciega y enloquecida de las palizas que le daban cuando la sacaban de la cárcel y la cogían un grupo de falangistas pretendiendo que diera los nombres de sus compañeras y compañeros socialistas. Ella había sido enfermera, había estado en el frente, pero la metieron del 39 al 45. Cuando se portaba mal, como ellos decían, la trasladaban de cárcel. Ella estuvo primero en Ventas, después la trasladaron a Amorebieta, después a (…), luego la trasladaron a Málaga y de nuevo a Ventas, a Madrid. En Madrid el proceso era -los expedientes lo dicen muy claramente- que la sacan, le dan una especie de libertad condicional o dios sabe qué pero ella solamente va a las comisarias, a los lugares donde hay grupos de falangistas que se dedican a torturarla y luego la regresan a la cárcel. Cuando la regresan a la cárcel, os podéis imaginar... A mi madre, que en ese momento ya estaba fuera de la cárcel, la dejaron ir a verla y lo que mi madre me ha contado es que, desde la punta del pelo a la punta de los pies, su cuerpo era absolutamente negro de las palizas que le habían dado.
Murió con 29 años. Se llamaba Nicolasa y era mi tía. Su muerte se disfrazó como que había sido de un posoperatorio. A ella nunca la operaron de nada pero su expediente dice así, que ha muerto de una operación de estómago. Además del espacio de los hombres y mujeres que han muerto fusilados y están en las cunetas, hay otro grupo que es en el que está mi tía: es decir, ni ha muerto fusilada ni ha estado en la cuneta; ha muerto de palizas y ha muerto torturada. Así que agradezco a Tomás Montero que haya puesto su fotografía en esa pancarta que aparece siempre que se sale a reivindicar y denunciar la impunidad del franquismo; que se incluya su fotografía formando parte de esas personas que no murió fusilada, no está en la cuneta, pero que a los 29 años dio su vida -no nos olvidemos- por un país democrático, legal y con una república votada en las urnas, que era lo que era este país entonces, y que yo creo que algún día volveremos a ser. Viva la República.

Ángeles Egido León, historiadora, interviene

Antes se ha preguntado sobre las estrategias de supervivencia que las mujeres desarrollaban en las cárceles y yo creo que desarrollaron una fundamental. El sistema penitenciario del franquismo, toda la represión, como bien se ha explicado, estaba basada en intentar someter, en intentar denegar, en intentar borrar todo lo que había significado la República, y muy especialmente para las mujeres. Se trataba de que volviesen a ser esposas y madres, fundamentalmente, y que no tuviesen nada que ver con la vida política ni con la implicación en la sociedad. Se trataba de relegarlas a un papel secundario. Entonces estas mujeres como María Salvo, como Manolita del Arco, que fue la mujer que más tiempo estuvo en las cárceles de Franco, estuvo casi 20 años ininterrumpidos, desarrollaron una estrategia que se basó, fundamentalmente, en su dignidad, en mantener su dignidad; en conseguir demostrar que no las doblegaban, ni políticamente ni humanamente ni socialmente. Sobrevivieron en la cárcel muchos años: María Salvo creo recordar que estuvo 16; Nieves Torres, que todavía vive pero desgraciadamente tiene Alzheimer, también estuvo 16 y todas ellas, cuando salieron de la cárcel y a pesar de haber estado tantos años, siguieron siendo militantes, siguieron siendo socialistas, siguieron siendo comunistas y siguieren creyendo en los mismos ideales por los que las habían encarcelado.

Luis Garrido, vecino del barrio y octogenario, recuerda a las mujeres de los presos

Estamos hablando de las mujeres, pero nos estamos refiriendo a las presas y olvidandootras, a las que yo quiero rendir también un homenaje. Mi madre. Mi madre, las mujeres de los presos. Les cortaron el pelo, les pasearon en un carro y les hicieron tales barbaridades que sufrieron muchísimo y fueron heroínas. Se quedaron con su pelo cortado, se quedaron con el paseo que les dieron por el pueblo, se quedaron viendo a su hijo, que lo desnudaron para ver si tenía rabo porque los rojos tenían rabo, y siguió viviendo. Siguió viviendo y -aquellos que la hayan conocido- siguió fregando escaleras, haciendo lo que tenía que hacer, haciendo lo que fuera por sacar a sus hijos adelante. Les cortaron el pelo igual que si estuviesen presas. Esas mujeres también son mujeres trabajadoras a las que hay que rendir un homenaje.

http://info.nodo50.org/La-Carcel-de...

La Cárcel de Ventas y la Memoria de las mujeres presas. Segunda parte.

Comisión de Igualdad de Género de la Asamblea Popular Plaza Dalí
Transcripción de algunas de la intervenciones en la mesa redonda "Memoria de las mujeres presas" del pasado 10 de marzo, en el contexto de las jornadas con motivo del día internacional de las mujeres organizadas por la asamblea popular de la Plaza de Dalí.

Fernando Hernández, historiador especialista en la cárcel de Ventas

Fundamentos de las cárceles de mujeres Estamos hablando de las características que vemos en unas fotografías que son de principios del [siglo] XX pero que se remontan a siglos anteriores. Aquí recordaría, por ejemplo, la primitiva Galera, de Valladolid, que es el primer modelo de encarcelamiento femenino, que se remonta a principios del siglo XVII, diseñado por una monja, por sor Magdalena de San Jerónimo. Ella insistía en “la casa bien cerrada”, es decir, frente a las galeras como medio de punición, de castigo, en el caso de los hombres, condenados a remar a galeras, a servir al rey en las galeras, frente a esta imagen estaban las galeras como castigo para las mujeres. Y hablaba sor Magdalena de “casa bien cerrada”; es decir, el rigor del encierro era esencial. La punición se contemplaba en un espacio cerrado.
Otra de las característica que ya adelantaba era la cuestión de las labores propias de su sexo. Era la disciplina constante del trabajo enfrentada al ocio como fuente de todo pecado y aquí citaré unos versos, unos fragmentos del doctor Pérez de Herrera, otro de los diseñadores del sistema de galeras que decía lo siguiente: “Con los ojos en las manos / y ocupadas en labores / tendrán costumbres mejores”. Esto hace referencia a eso que comentaba, a la disciplina intensa de trabajo.

Y por último, la religión como elemento de corrección y moralización del comportamiento. Había una especie de fusión entre el castigo y un propósito de corrección y de disciplina del alma, no solamente del cuerpo. Fijaos que estamos hablando -a partir de esta fotografía en la que vemos estos elementos- de una rutina punitiva, es decir, de un modelo rutinario durante décadas. Esta rutina punitiva se asentó en el régimen liberal en el último tercio del siglo XIX.

Creo que es interesante recordar todos estos antecedentes. Yo me he centrado sobre todo en la prisión franquista pero me he dado cuenta de que ese modelo de la prisión franquista era heredero de una serie de realidades y de prácticas punitivas muy antiguas. Creo que es esencial para entender el funcionamiento de la cárcel franquista identificar esos antecedentes.

Ejecuciones de mujeres Recordaros también una cifra que ya comenté ayer: las presas de Ventas que fueron ejecutadas. Digamos que el horror franquista, la represión, o lo más feroz de la represión franquista no se ahorró a las mujeres. Mucha gente ha podido pensar, hasta hace poco tiempo, que estaban exentas de determinados castigos, como ejecuciones masivas, etc. En el caso de Ventas, tenemos la contabilidad exacta de las mujeres que fueron ejecutadas entre el 39 y el 43 y fueron 84 mujeres, que es muchísimo. Sólo de la cárcel y en la tapia del cementerio del Este, de un total de más de 2.600 ejecutados.
Confusión entre moral y política Otra de las característica de este encarcelamiento, de este proceso de detención al que se enfrentaban las mujeres era la confusión entre moral y política. Si analizamos los expedientes de detención, los expedientes carcelarios o la propia documentación de los procesos judiciales, veremos que hay un gran interés por parte de las autoridades a la hora de inculpar a una determinada mujer, a parte de su sindicación, su afiliación política, hay un gran interés a la hora de investigar la conducta sexual y privada de estas mujeres. Es decir, si eran muy promiscuas, poco promiscuas, los casos de lesbianismo, etc. Esta confusión entre delitos morales y delitos políticos tiene comparativamente una mayor presencia en el caso de las mujeresnque en el caso de los hombres.

Luchas: cárcel Trinidad Barcelona Voy a citaros el ejemplo de la cárcel de la Trinidad, en Barcelona que se abrió en el año 63 y se cerró a principios de los 80 o... Pero lo llamativo es que, en el año 63, quienes fueron encargadas del gobierno, de la gestión de esa cárcel, fue una orden que se llamaba las Cruzadas Evangélicas y eran una orden de monjas seglares creada en el año 37, en plena guerra. Era una institución de señoritas especializadas en la rehabilitación de mujeres delincuentes o prostitutas y fueron las que desarrollaron esas tareas de carceleras del 63 al 78. Salieron en el año 78 tras una presión popular y mediática tremenda, donde llevaron la voz cantante los colectivos feministas y ya en las primeras jornadas de la dona, las que se celebraron en Barcelona en el año 76, uno de los puntos era la salida de las Cruzadas y la solidaridad con las mujeres presas, en relación con las denuncias que se habían recogido en el interior.

Isabel Pérez, miembro de la Asociación La Comuna: Presos y Presas del franquismo

La dictadura y la represión duraron 40 años En primer lugar quería centrar un poco cuál era el contexto de estos años del franquismo y decir que en el estado español la posguerra duró hasta la muerte de Franco. Lo que queremos decir con esto es que la dictadura duró 40 años y duró 40 años, no perdió en ningún momento el carácter represivo. Durante los años 70 en España se produjeron muchos acontecimientos, acontecimientos en los que se vio implicada mucha parte de la población. En el 70 fue el juicio de Burgos que, os recuerdo, en este juicio se juzgaba a dieciséis presos de ETA a los que a seis de ellos se les pedía pena de muerte. En el 73 tuvo lugar también el proceso 1001 donde se juzgaba a toda la dirección de Comisiones Obreras -la mayoría pertenecientes al PC- y que se les pedía muchísimos años de prisión, también. El juicio se celebró el que fue el día del atentado de Carrero Blanco. Todos estos procesos y las acciones de represión generaron muchas acciones de protesta que eran organizadas por numerosos grupos antifranquistas que surgieron. (…)
Durante este tiempo se produjeron también varios estados de excepción. Los estados de excepción suspendían las garantías de ciudadanía, las pocas garantías que había, y se podía actuar con mano libre en cualquier acción represiva. (...) En el año 75, que es el año de la muerte del dictador, que se muere en la cama, como sabéis, se producen y se ejecutan las sentencias de muerte de dos militantes de ETA y tres militantes del FRAP. Quiero decir que hasta el último día, hasta casi morirse, Franco firmó sentencias de muerte. Para entonces las cárceles estaban llenas, tanto las de hombres como las de mujeres.

Censura en la cárcel La censura en la cárcel era absoluta, por lo tanto los testimonios de la gente que entraba eran importantísimos. La censura no la ejercía sólo la dirección de la cárcel con el recorte de periódicos o la lectura de cartas. Por ejemplo, la censura de libros correspondía al cura de la cárcel y yo creo que, aunque era tarea de las funcionarias, también participaba en la lectura de las cartas. Todas las cartas se leían. Tanto las que entraban como las que salían.

La vida y la lucha en la cárcel La rutina de la cárcel por parte nuestra, por parte de las mujeres, era una rutina muy trabajada. Éramos conscientes de que teníamos que ocupar el tiempo de la manera más útil posible. Por un lado teníamos la cuestión económica: en qué manera podíamos contribuir nosotras a la lucha de fuera y esto lo hacíamos en los talleres, haciendo punto, bufandas, guantes; hacíamos cerámica, hacíamos estaño; hacíamos un montón de cosas que luego los familiares se encargaban de vender y eso generaba unos ingresos.

Estos ingresos los usábamos bien para sacar [a alguien] o para cuando alguna mujer era liberada, que pudiera sacar algo de dinero.
Cuidábamos mucho el aspecto educativo y político. Como, en el caso de Yeserías, era una cárcel preventiva, no se nos permitió, pese a que era una solicitud que se hacía repetidamente, realizar ningún tipo de estudios, y eso que había gente que se pasaba allí más de un año y más de dos. Entonces, por nuestra parte, lo que hacíamos era programar seminarios y reuniones temáticas porque considerábamos que era importante dotarse de argumentos teóricos y en la calle, en la lucha, era imposible dedicar el tiempo necesario. Y luego teníamos una muy buena biblioteca, gracias a la ignorancia del cura con el tema de los títulos y que estaba obsesionado en arrancar las hojas en las que se dedicaban los libros y cosas así, o que nombraban ciertos conceptos más del catolicismo. Pues contábamos con una biblioteca francamente buena, incluso con libros de los que era difícil encontrar en la calle.

Trabajábamos también los temas de convivencia, que se llevaban bastante tiempo. Por una parte el hecho de que convivieran diferentes tendencias, que muchas veces teníamos nuestros problemas y, por otro, el apoyo a lo que ocurría en la calle en cada momento. Es decir, se hacían acciones de protesta, a veces se llegaba a la huelga de hambre. Todas estas acciones eran contestadas por los miembros de la cárcel, en muchos casos con el paso por las celdas de castigo.

De todas maneras yo sí quiero hacer hincapié, en base a mí experiencia, en que el grupo de políticas teníamos bastante autoridad moral dentro de la cárcel, es decir, que no se podía hacer cualquier acción o una humillación contra una presa política porque eso tenía una contestación inmediata y, de hecho, gozábamos de respeto obligado por parte de la dirección y por parte de muchas funcionarias.

Por otra parte las mujeres éramos conscientes de que nos teníamos que organizar por nuestra cuenta y nos teníamos que valer por nosotras mismas porque teníamos la percepción, que yo creo que se correspondía con la realidad, de que la represión de las mujeres era menos llamativa que la de los hombres. Nuestras cárceles eran menos conocidas. Me alegra saber que ahora hay un montón de estudios sobre el tema de las mujeres pero ahora y, además, desde hace poco tiempo.

Concepto de víctima Como representante de La Comuna no quiero dejar de hablar del concepto de víctima. Nosotros no nos consideramos víctimas. Somos víctimas pero no en el sentido en que se suele asociar la palabra. Nosotras luchábamos por la libertad, por la justicia, por una vida mejor para todos, sobre todo para los que no tenían ninguna posibilidad en el régimen fascista y capitalista. No somos esas pobres víctimas. Éramos conscientes de por lo que luchábamos, de lo que queríamos conseguir y de lo que dejábamos a un lado. Somos esa generación que en los años 60 se enfrentó a la dictadura y sufrió por eso todo tipo de represión: la tortura, la cárcel, el exilio, que vio morir a alguna de sus compañeras y compañeros a manos del régimen. Somos responsables, también, de recuperar esa memoria y nuestro objetivo, como La Comuna, es también recuperar una parte de la historia reciente de nuestro país. Impedir que se falsifique y se perpetúe una tiranía de la que nosotras fuimos víctimas directas. La amnistía, que fue la reivindicación política central de las etapas finales de la lucha en el franquismo, se convirtió en una auténtica ley de punto final para que los crímenes cometidos durante 40 años fueran también amnistiados. Vamos, que es una ley de amnistía como no se ha visto en ningún sitio. Y esa misma ley es la coartada que esgrime el sistema judicial español en su defensa cerril de la impunidad del franquismo.

24 de marzo de 2012 La Cárcel de Ventas y la Memoria de las mujeres presas.

http://info.nodo50.org/La-Carcel-de...,4551.html

  • La Cárcel de Ventas y la Memoria de las mujeres presas

    25 de junio de 2016 16:08, por Juan

    Que triste que las vividoras de genero, que para nada sois izquierdistas, tan solo parásitas sociales y enemigas de la especie humana, mancheis la memoria de aquellas mujeres honradas que lucharon por la libertad y la verdadera igualdad, intentando hacer ver que sois la misma cosa, espero que os encontréis en el infierno con sus torturadores, ellos son vuestros verdaderos predecesores.