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Informe de la ONU sobre mercenarios contratados en América Latina

Domingo.13 de mayo de 2007 1311 visitas Sin comentarios
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Buscando soldados para Irak

Soledad Gallego-Díaz

La importancia de los mercenarios contratados por empresas privadas para prestar servicio en zonas en guerra como Irak o Afganistán ha llamado la atención de Naciones Unidas: algunas fuentes norteamericanas, como Danna Harman, del Christian Science Monitor, consideran que esos "mercenarios
privados" suponen en estos momentos la segunda fuerza en la coalición "aliada", sólo por detrás de las propias tropas norteamericanas.

El comité, que preside el español Gómez del Prado, denuncia que les fichan como guardias, pero les dan material bélico y les convierten en combatientes.

Una parte de ellos procede directamente de América Latina, y constituyen un caso muy diferente del de los inmigrantes que ya se encuentran en Estados Unidos y que se alistan en el ejército para obtener posteriormente la nacionalidad. Ellos no cuentan como mercenarios, sino
como soldados regulares, sometidos a la misma legislación que los
soldados norteamericanos. Lo que preocupa a Naciones Unidas no es este
tipo de reclutamiento, sino las diferentes fórmulas que han creado las
empresas privadas de seguridad para formar auténticas fuerzas de choque
mercenarias, no sometidas a ninguna ley en particular, algo que en
teoría está prohibido por la legislación internacional (Convención
contra la Utilización de Mercenarios, 1989).

En el año 2005, la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos,
un think tank destinado a promover los derechos humanos, la democracia y
la justicia en aquel continente, calculó que había mil latinoamericanos
trabajando para empresas de seguridad norteamericanas implantadas en Irak.

El fenómeno puede estar creciendo en países como Perú, Honduras,
Colombia, Chile y Ecuador. De hecho, un grupo de trabajo del Alto
Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, encargado
específicamente del uso de mercenarios, visitó el año pasado Perú,
Ecuador y Honduras para estudiar la situación y aconsejar sistemas que
ayuden a atajar esa contratación encubierta e ilegal de soldados.

El informe del comité (presidido por un español, José Luis Gómez del
Prado) fue hecho público recientemente en Ginebra, y no puede ser más
desalentador. En su presentación del informe, Gómez del Prado fue
tajante: "Las nuevas modalidades apuntan a una industria emergente y muy
floreciente de empresas militares y de seguridad privada que responde a
una lógica comercial en busca del mayor beneficio. Con la privatización
de la guerra, los "contratistas privados o independientes" se habrían
convertido en el primer producto de exportación de algunos países
industrializados a zonas de conflicto armado".
Simples guardias

Gómez del Prado explica que esas empresas están reclutando y entrenando
en países en desarrollo, con un alto índice de desempleo, mano de obra
barata para llevarla a prestar servicio en zonas de conflicto armado,
donde de simples guardias se convierten en combatientes a los que se les
entrega material bélico".

El grupo de trabajo de Naciones Unidas llama la atención sobre cómo los
empleados de estas empresas militares y de seguridad privada "gozan de
una inmunidad que puede transformarse fácilmente en impunidad, lo que
podría implicar que algunos Estados estarían contratando a esas empresas
para evitar una responsabilidad jurídica directa".

A raíz de los informes de Naciones Unidas, la Comisión de Defensa del
Congreso peruano ha elaborado un proyecto de ley para prohibir la
contratación de sus nacionales para "prestar servicios de seguridad en
zonas de conflicto armado". En Honduras, por el contrario, no se está
haciendo nada. De hecho, existen informes según los cuales una empresa
norteamericana de seguridad entrenó a hondureños y chilenos destinados a
misiones en Irak en una base que ya usó Washington en los años ochenta
para entrenar a miembros de la famosa y cruel contra hondureña y
nicaragüense.

En Colombia, la situación parece haber mejorado tras las denuncias
formuladas hace meses por la revista Semana, según la cual una empresa
asociada con la norteamericana Blackwater, muy conocida por sus
servicios de seguridad en Irak, contrató a dos grupos de 35 y 34 ex
oficiales y suboficiales del ejército colombiano, les dio dos semanas de
entrenamiento a cargo de dos ex militares norteamericanos y los envió a
Bagdad. Por el camino, y en sucesivos momentos, se fueron enterando de
que su sueldo no sería de 4.000 dólares mensuales, como se les había
dado a entender, sino de 34 dólares al día, es decir, unos 1.000 al mes.