"Imperialismo humanitario: El uso de los Derechos Humanos para vender la guerra" - Tortuga
Administración Enlaces Contacto Sobre Tortuga

"Imperialismo humanitario: El uso de los Derechos Humanos para vender la guerra"

Sábado.13 de septiembre de 2008 2327 visitas - 1 comentario(s)
Jean Bricmont #TITRE

Título: "Imperialismo humanitario: El uso de los Derechos Humanos para vender la guerra"

Autor: Jean Bricmont

Colección:
Ensayo

ISBN:
978-84-96831-83-4

Páginas:
240 págs

Dimensiones (ancho x alto):
15 x 21 cm

www.elviejotopo.com

Rebelión

Tras el fin de la Guerra Fría, la idea “Derechos Humanos” ha sido utilizada como justificación por parte de los poderes militares y económicos –singularmente por parte de Estados Unidos– para tomar el control de otros países, mediante una “intervención humanitaria”. Los criterios utilizados para llevar a cabo esa intervención son arbitrarios, pero en cualquier caso conducen con frecuencia a un escenario en el que las víctimas, en lugar de disminuir, aumentan. Así ha sucedido en Yugoslavia, y más recientemente en Kosovo, en Afganistán e Iraq, por citar casos que están en la mente de todos.

La “ideología de la intervención” ha sido compartida ampliamente por la izquierda, ciega ante el hecho de que los nuevos modos del imperialismo hoy se enmascaran bajo la defensa de los Derechos Humanos. Poniéndolo de manifiesto, Jean Bricmont establece el verdadero papel que cumple la ideología intervencionista en la expansión del imperialismo, y describe el papel que juega Estados Unidos, secundado por la OTAN y la Unión Europea, en un incremento de las acciones bélicas que pueden calificarse ya de guerra global.

Jean Bricmont (Bélgica, 1952), es profesor de física teórica en la Universidad de Lovaina. Su actividad científica le ha merecido obtener diversos premios. Como ensayista, sus obras han sido traducidas a diversos idiomas, siendo la más conocida Imposturas intelectuales, escrita en colaboración con Alan Sokal. En 2003 publicó A la sombra de la Ilustración, un debate con el filósofo Régis Debray.

  • "Imperialismo humanitario: El uso de los Derechos Humanos para vender la guerra"

    13 de septiembre de 2008 08:28, por Crates ninista

    Fragmentos de una entrevista.

    ¿La percepción de los derechos humanos y del deber de injerencia no es muy diferente según se viva en el norte o en el sur del planeta?

    Jean Bricmont. En 2002, poco antes de la guerra, estuve en Damasco (Siria) y Beirut (Líbano). Allí conocí a varias personas. Decir que se opponían a la guerra contra Iraq es un eufemismo. Y ello incluso en la universidad estadounidense de Beirut. ¡El antiamericanismo y la oposición feroz a la guerra eran fortísimos!. ¡Cuando volví a Bélgica no percibí el menor eco de ello! Tomemos la cuestión del desarme de Iraq. Algunos miembros del CNAPD [coordinación belga contra la guerra] me decían que había que imponer este desarme, no por la vía militar desde luego, sino por medios pacíficos. Si se dice lo mismo en Oriente Medio, la gente responde: «¿Y por qué no hay que desarmar a Israel?» En América Latina y en el mundo arabo-musulmán sobre todo, la percepción del derecho internacional es totalmente diferente de la que hay en nuestros países, incluso en la izquierda y extrema izquierda. A estos últimos no parece que les interese lo que piensan las poblaciones directamente concernidas por nuestras injerencias.

    ¿Por qué? ¿Por egocentrismo, por etnocentrismo?

    Jean Bricmont. Durante la colonización y la guerra de Vietnam, la izquierda antepuso una nueva reflexión. Defendió un punto de vista anti-imperialista en materias económica, militar, social. Después esta reflexión fue mermada por la injerencia de los derechos humanos. La oposición al neo-colonialismo fue remplazada por la voluntad de ayudar a los pueblos del sur a luchar contra sus gobiernos dictatoriales, ineficaces, corruptos...Los defensores de esta opción no se dan cuenta de la profundidad del abismo que les separa de los pueblos del tercer mundo. Estos generalmente no aceptan la injerencia de los gobiernos occidentales en sus asuntos internos. Muchos de ellos, por supuesto, aspiran a gobiernos más democráticos o más honestos. Pero, ¿con qué objetivos? En primer lugar para que sus dirigentes aseguren una gestión racional de sus recursos naturales, para obtener mejores precios para sus materias primas, para que sus dirigentes les preserven del control de las multinacionales e incluso para crear ejércitos poderosos. Cuando algunos hablan aquí de gobiernos más democráticos, no se refieren en absoluto a todo esto. Unos gobiernos verdaderamente democráticos en el sur se parecerían más al de Chávez que al actual gobierno iraquí.

    ¿No habría en ello un fondo de ideología colonial?

    Jean Bricmont. Quizá, pero en el marco de un leguaje post-colonial. Todo el mundo condena la colonización. Quienes defienden las guerras actuales afirman que las injerencias humanitarias son «completamente diferentes» del colonialismo. Si embargo, es forzoso constatar la continuidad en el cambio. Las injerencia fueron legitimadas primero por el cristianismo y después por una misión civilizadora. También por el anticomunismo. En cualquier época se supone que nuestra supuesta superioridad nos autoriza a cometer una serie de acciones.

    ¿Por qué la respuesta a la guerra de los progresistas europeos es tan débil?

    Jean Bricmont. En efecto, los ecologistas, la izquierda socialista, los partidos comunistas tradicionales, los trotskistas y la mayoría de las ONG han dado muestras de una oposición muy débil. Estas corrientes se han visto mermadas por la ideología de la injerencia humanitaria y ha abandonado toda referencia seria al socialismo en sus programas. Una parte de esta izquierda ha sustituido sus objetivos iniciales de mejora o de revoluciones sociales por la lucha por los derechos humanos. Como para estos movimientos es difícil defender una guerra de EEUU contra Yugoslavia o Iraq, adoptan esta postura tan cómoda del «Ni Ni». Esta postura permite evitar todas las críticas: «Ni Bush ni Sadam». Evidentemente puedo comprender que Sadam Husein no guste . Pero el «Ni, Ni» va mucho más allá de esta constatación. En primer lugar esta postura no reconoce la legitimidad del derecho internacional. No distingue entre agresores y agredidos. Haciendo una comparación, durante la Segunda Guerra Mundial hubiera sido muy difícil decir algo como «Ni Hitler, Ni Stalin» sin ser considerado colaborador. En segundo lugar, esta fórmula desdeña el poder destructor de Estados Unidos desde 1945. Desde el final de la Segunda Guerra mundial interviene en todas partes del mundo para apoyar o instalar fuerzas conservadoras, reaccionarias, desde Guatemala al Congo, de Indonesia a Chile. Estados Unidos se esfuerza por matar el espíritu de cambio social de los pobres en todas partes del mundo. Es este país, y no Sadam Husein, quien quiere revocar a Hugo Chávez. La guerra de Vietnam tampoco de debió a Sadam. Aun admitiendo el discurso de demonización contra Milosevic o Sadam Husein, situarlos en pie de igualdad en el plano internacional con EEUU es totalmente injusto y falso. Por ultimo, lo que más me molesta de este «Ni, Ni» es la postura que adoptamos frente a nuestra propia responsabilidad al seguir estas consignas. Cuando vemos unos políticos que no nos gustan en el tercer mundo, hay que empezar discutiendo con quienes viven en él y hacerlo con las organizaciones representativas de masas, no con grupúsculos o individuos aislados. Hay que tratar de ver si sus prioridades son las mismas que las nuestras. Espero que el movimiento altermundista ponga en funcionamiento canales que permitan una mejor comprensión de los puntos de vista del sur. Por el momento, la izquierda occidental tiende a quedarse en su rincón, al mismo tiempo que tiene muy poca influencia ahí donde vive y hace el juego al imperialismo, demonizando al árabe, al ruso, al chino...en nombre de la democracia y de los derechos humanos. De lo que somos fundamentalmente responsables es del imperialismo de nuestros propios países. Empecemos, pues, por dedicarnos a eso. Y de manera eficaz.

    Ver en línea : Entrevista en Rebelión